Grabois vuelve a hacer un zigzag típicamente bergogliano. Hoy sale a decir que todo el sistema político es una podredumbre, que quizás acompañar a Cristina haya sido una imprudencia de su parte, que la estructura política argentina está sobre un pantano de mierda, algo que "nuestra generación tenemos que regenerar". Vuelve al inicio de su carrera política, cuando salió a gritar "que se vayan todos", con 17 años más.
Todo atendible lo que dice, excepto que lo dice como militante político de la iglesia católica. La organización más corrupta de occidente.
Grabois es un católico jacobino, es decir: un círculo cuadrado. Su jacobinismo sería una posición respetable si la dirección política a la que responde no hubiera estado maniobrando hace 7 días (no hace un milenio) por mantener en la clandestinidad a las chicas que tienen que abortar. A pocos días de que la Iglesia Católica maniobrara para hacer caer la legalización del aborto en el senado, la clandestinidad se cobró la vida de otra chica. Liz murió en un hospital de Pacheco donde había llegado con una infección avanzada en el útero. Había intentado hacerse el aborto metiéndose un tallo de perejil. Este método usado por muchas chicas pobres es frecuente causa de infecciones letales. Liz tenía un hijo de dos años que ahora se quedó huérfano.
Grabois formaba parte del grupo que en San Cayetano llevaba los pañuelos celestes que defienden "las dos vidas". Pero habla como parte de una nueva generación que va a venir a sanear al sistema político.
No soy proclive a trasmitir escepticismo pero puedo decir que el jacobinismo de Grabois no me despierta credibilidad: a los católicos los prefiero maquiavélicos como su jefe Bergoglio. Por lo menos no me quiere vender ninguna regeneración espiritual, sino un ardid para seguir teniendo un poder ya demasiado antiguo. Eso es más sincero.
Lo que dice Grabois lo pueden escuchar a los 19 minutos de este video:
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