por Erica Vainscheinker
Se trata de un documental sobre los refugios para inmigrantes menores de edad que llegan a Italia, sobre todo provenientes de África. La vida allí encerrados, más que protegerlos, parece condenar a estos jóvenes sin familia, solos en el mundo. El contraste entre el interior y el exterior es señalado por la manera en que toman contacto con el exterior: a través de pantallas o de binoculares, lo que enfatiza más la distancia. El director del film estuvo en la sala para responder preguntas e hizo hincapié en la terrible situación que se está viviendo en Italia con el debate sobre la modificación de las leyes inmigratorias. Contó cómo se hicieron más rígidas y estrictas que antes: ahora, al momento de pasar a ser mayor de edad, te pueden deportar si tu país de origen no está pasando por una guerra o una situación de catástrofe -un pretexto que, con un género y estilo diferentes, ya se evidenciaba en El otro lado de la esperanza, de Aki Kaurismaki- En Cittá Giardino, mediante un entrevistador, Piccarreda logra que los jóvenes hablen de su historia y sus emociones. Pero lo dejan ahondar muy poco, apenas en la superficie. Sin embargo, el director cuenta que, si bien constantemente lo que él pensaba sobre cómo hacer las cosas y cómo acercarse a estos adolescentes fracasaba, fue así que logró mostrarlo en la pantalla como algo más real. Es que lo que fracasa son sus ideas sobre las cosas, y allí reside precisamente lo loable del film: no intenta hacer encajar la vida con sus preconceptos. Importa el mundo y no sostener un pensamiento contra esa evidencia. Importan los jóvenes y sus cuerpos. La película, que dura 55 minutos, se exhibe junto al corto Veslemoy' s Song.
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