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jueves, 18 de enero de 2024

Juana Molina sobre Milei: "No creo que dure, no puede durar. No creo que pase del año. Nos vamos a ir todos encima".


 
En la medianoche del 17/1/2024, en el programa de Carlos Polimeni en Radio 10. Primero Juana habla de la reedición de Rara, su primer disco de 1996. En la primera edición producida por Gustavo Santaolalla, su música fue totalmente incomprendida. Famosa como actriz cómica en el irrepetible Juana y sus hermanas, al público le resultó difícil aceptar que en realidad el talento más poderoso de Molina fuera la música. Con el correr de los años su música fue conquistando la admiración y el respeto de público y crítica mundiales. Por eso, ahora que es una música que goza de un reconocimiento universal, Juana se decidió a regrabar aquellos primeros temas en una nueva versión, que presentará este 20 de enero en el Parador Konex de Buenos Aires. 

Juana Molina, Rara, 1996

Luego Polimeni le pregunta a Juana cómo ve la actualidad política argentina desde la presidencia de Milei y ella se manifiesta azorada. No puede creer que el gobierno de este excéntrico libertario esté llevando a cabo un ataque despiadado a la cultura y se sorprende de tener que estar explicando la importancia de defender el arte y la cultura de un país ante el intento de liquidarlos. "Milei se está cavando su propia fosa, no creo que dure su gobierno"...dice una Juana perpleja. “No puedo creer que estemos firmando cosas para tratar de convencer al Congreso, Yo pensaba que el Congreso iba a oponerse". "Estoy anonadada y espantada. Me parece inverosímil lo que esta sucediendo con la Cultura. Es un chiste malo". "¿Qué le pasa por la cabeza a ese señor (Milei)? ¿No se da cuenta de que además de enriquecernos espiritualmente, la Cultura le da trabajo a mucha gente?". “(El Gobierno de Milei) No creo que dure, no puede durar. No creo que pase del año. Nos vamos a ir todos encima." “Me parece hasta raro que haya que explicarlo. Es increíble. Es como explicar que tenés que comer porque si no te morís".



domingo, 29 de marzo de 2020

Pentecostales y Friggatriscaidecafobia

Daniel Johnston / Juana Molina: artistas anómalos - La otra radio.-, nueva época, primer programa, tercer (escuchar acá) y cuarto bloque (acá)


Daniel Johnston era un niño con inquietudes artísticas en medio de una familia de pentecostales pirados que temían que el impulso creativo de Danny lo alejara del camino del Señor. Su mamá es una de esas típicas madres californianas que consagran su vida a destrozar sistemáticamente el alma de sus niños. Las conocemos por esas películas documentales independientes sobre familias norteamericanas disfuncionales, pienso en Tarnation, pienso en Capturing the Friedmans, auténticas trituradoras de sus hijos con las mejores intenciones.

Como Daniel dibujaba, hacía canciones y películas caseras en las que satirizaba a su devota madre, ella se preocupó por la salud del nene y empezó a llevarlo a hacer ver por psiquiatras que le diagnosticaron bipolaridad y le recetaron drogas potentes que perturbaron al pibe y minaron su resistencia física. Daniel murió a los 58, con el hígado arruinado por los fármacos que le recetaron y todavía el espíritu de un niño. Ninguno de los ataques pentecostales o neurocientíficas lograron aplacar su inspiración desbordada. Por eso Daniel antes que un enfermo fue un artista al que su familia y el sistema sanitario enfermó.

Cuando era un jovencito trabajaba en un McDonalds, qué ocupación más previsible puede aguardar al hijo de una fanática pentecostal californiana. Grababa sus casetes caseros, los copiaba de a uno, dibujaba el arte de tapa de los casetes y los regalaba a los que le simpatizaban. En los alrededores del McDonalds se hizo popular, tanto que fue ganando admiradores que lo iban a visitar al local y el patrón le permitía que cantara sus canciones en la hamburguesería, hasta que se llenó de gente que no consumía.

De manera extraña su talento anómalo fue irrigándose hasta transformarse en un personaje urbano, un freak, un flaquito disparatado que en sus canciones hablaba de amores no correspondidos, de historias de perdedores y de su obsesión por el demonio, que creía que lo asediaba. Capaz que sí. Cantaba:

Vivo en la ciudad del diablo
No sabía que fuera la ciudad del diablo
Oh, señor, de verdad me bajonea
Estar en la ciudad del diablo
Y que todos mis amigos sean vampiros.
No sabía que fueran vampiros
Y resulta que yo también era un vampiro
En la ciudad del diablo.

En los 80, cuando Lennon había sido asesinado y por el exceso de medicaciones había dejado de ser flaquito pero mantenía su vocecita aniñada, a Daniel se le había puesto en la cabeza que los Beatles aún vivos tendrían que convertirse en su banda de apoyo y que Yoko iría a producir el disco. En verdad, con un poco más de astucia y sin el bombardeo de fármacos al que lo sometieron, podría haber sido un nuevo Bob Dylan. Al final terminó siendo una especie de versión bizarra de Dylan, no una estrella pop que supiera cultivar el misterio, como Bob, sino su lado B, su contracara oscura, rotos los diques de sus demonios, esos que Dylan siempre supo tan bien esquivar. Johnston pareció no esquivar ninguno, los atrajo a todos sobre su propia mente y llegó el punto en que les entregó el control.


Fue sí un artista de culto por eso, de aquellos que empiezan a atraer la atención de pequeñas multitudes calificadas. Fue seguido por artistas prestigiosos. Se hizo amigo de los Sonic Youth, con los que tomó sus primeros ácidos que lo ayudaron a desbarrancar por las escarpadas pendientes de su ánimo. Una noche Kurt Cobain se puso una remera con la ilustración que Daniel había hecho para uno de sus discos de culto y así fue vestido a una entrega de premios de la MTV, lo que hizo que muchos preguntaran de dónde salía ese dibujo y averiguaran cómo conseguir el disco. Por eso fue ascendiendo en fama, sin llegar nunca a establecerse como artista profesional. Daniel era demasiado imprevisible para eso. En medio de sus recitales la emoción lo poseía de tal manera que el rumbo del show se le iba de las manos y la audiencia no sabía si reír, asustarse o apiadarse por lo que pasaba sobre el escenario. Sus fans famosos lo empujaron a grabar un disco con una gran compañía, que fue un fiasco comercial y uno de sus mayores logros artísticos.

Y bien: ni los pentecostales, ni su madre, ni el diablo, ni los fármacos, ni la neurociencia, ni los ácidos pudieron impedir que Daniel dejara por su derrotero una obra artística imponente mientras padecía. Los artistas malditos consiguen admiradores por sus padecimientos y vidas tortuosas y agonía larga y deterioro físico y mental. Al público que venera el éxito le da también un poco de morbo consumir el fracaso. Pero también están sus discos, que pueden escucharse sin saber todos estos detalles.

Daniel antes de morir, ya deteriorado física y mentalmente, pasó por Buenos Aires años antes de morir. Por supuesto, no llenó ningún estadio pero tocó en un pequeño local atestado de gente ansiosa por ver en directo el fenómeno artístico.

Los detalles biográficos y retazos de sus canciones pueden hallarse en la película El Diablo y Daniel Johnston, que no es una gran película pero en su textura rústica y su ambición modesta logra mostrarnos la opresión del ambiente social en que creció Daniel Johnston y se convirtió en un gran artista a pesar del territorio hostil en el que su florcita creció.



El domingo pasado dedicamos la tercera parte de La otra.-radio a conocer un poco más a Daniel Johnston: pueden escucharlo acá.

***

El cuarto bloque de La otra.-radio del domingo pasado -nueva época- se lo dedicamos a Juana Molina, desde su reciente actuación por streaming ya en época de cuarentena. Artista en la vanguardia musical mundial desde hace años, fuimos hacia atrás, hacia sus comienzos como actriz cómica que tuvo un éxito quizá no deseado por ella, que siempre quiso hacer música. Su talento cómico era tal que su programa Juana y sus hermanas, que duró solo tres temporadas a comienzo de los años 90, ganó un Martín Fierro y todavía sigue recordándose con regocijo. Y cuando uno va a ver un show de Juana siempre espera que en medio de sus hermosas canciones aparezca alguna de sus hermanas y todo se disparate. Por eso, al final del programa del domingo pasado escuchamos un fragmento particularmente lindo: haciendo el personaje de la modelo tonta, Marcela Balsam, inspirado en una modelo muy conocida en esos años, es conductora de un programa en el que ella nunca sabe qué pasa ni quién la visita: por eso confunde a Mercedes Sosa con Patricia Sosa. La Negra va junto a su "hermano del alma", Horacio Molina, que la va a acompañar en guitarra, y la modelo tonta no logra discernir cómo es que los hermanos invitados son pareja y a la vez hermanos. En medio de tanto desconcierto, la Negra y Horacio hacen una hermosísima versión de "Cuando tú no estás", de Carlos Gardel. Este fragmento del programa lo pueden escuchar clickeando acá.



La otra.-radio en tiempos de cuarentena no para, pero nos vimos obligados a innovar por primera vez en nuestro formato, que compone una serie de retazos emitidos desde diversos puntos del planeta. Este programa es el primer ensayo de esta nueva forma, que vamos a continuar probando en las próximas semanas, haciendo de estos obstáculos impensados un estímulo para obligarnos a innovar. Esta noche la seguimos. Mientras esperan, pueden escuchar la primera parte (acá) y la segunda (acá). Nos hablamos hoy a las doce de la noche con otra emisión de esta nueva época de La otra.-radio.

miércoles, 31 de mayo de 2017

Está embrujado y yo ya no lo valoro, no lo lloro, lo ignoro



Quemarás la ruda, preparás la poción
y en noches de lunas repetirás la oración
linda luna que ahí con tu luz iluminas el brebaje
a ti te invoco, ayúdame a conseguir lo que he pedido...


Se lo bebió, se lo bebió todo
se enamoró, se enamoró como yo
nos devora una pasión
pero pronto yo ni lo miro
está embrujado
y yo ya no lo valoro
no lo lloro, lo ignoro.

Quemaré la ruda, prepararé mi poción
si esta noche hay luna, revertiré la ilusión
linda luna que ahí con tu luz iluminas el brebaje
te invoco a ti, ayúdame a conseguir lo que he pedido
.

Y me olvidó, me lo bebí todo
y él me olvidó, me olvidó como yo
y ahora que me olvidó
la embrujada soy yo y no lo olvido.

Ay, qué pesar
oh, luna
ahora yo lo adoro
y de nuevo lo lloro.


lunes, 22 de mayo de 2017

Alien(s) en la radio

El bicho en La otra. Y la música alienígena de Juana Molina y Bon Iver,  para escuchar clickeando acá.




Anoche en la radio hicimos un especial dedicado a Alien(s), dado que esta semana se estrenó Alien Covenant, la que sería la ¿sexta? entrega de la saga iniciada en 1979 por la gloriosa e irrepteible Alien.

No vi la nueva y en algún punto me pierdo ante la duda de si vi todos los capítulos, por eso llamé a nuestra amiga Lilián Cámera, experta en todo tipo de especies alienígenas, fenómenos paranormales, bosques encantados, seres mutantes, pelícanas y androides. Ella seguro me iba a saber guiar por todas las cuentas del rosario de aliens.

No vi Alien Covenant, pero la noche anterior al estreno hubo una proyección por única vez de la primera de la saga, la que se llamaba simplemente Alien y aquí se le adosó el interesante subtítulo de "El octavo pasajero". Esa sí, aproveché para volver a verla en una sala grande, que es el ambiente donde estos entes respiran.

Creo que es interesante pensar en la serie de felices contingencias que hicieron posible la primera Alien de Riddley Scott y la férrea necesidad que imposibilitó que a la larga ese cine se siga filmando. Fines de la década del 70, cuando el mainstream de Hollywood estaba siendo copado por la matriz Spielberg/Lucas. Los técnicos del mercado cinematográfico diseñarían de ahí en más los productos de sus factorías a partir de la postulación de un espectador ideal con una edad mental de 9 años. Para Hollywood todos terminaríamos teniendo por siempre 9 años y estaríamos felices de que se nos trate como tales. Así, seríamos, por ejemplo, los que teníamos 9 años cuando se estrenó la primera Star Wars y a partir de ahí solo querríamos volver a esas condiciones iniciales. O los que teníamos 9 cuando se estrenó la segunda o la tercera o la cuarta o la quinta. El mercado cinematográfico lograría el milagro de la eterna puerilidad. Uno de los rasgos distintivos de Alien es que el promedio de edad de su elenco (y por lo tanto, de sus personajes) anda por los cuarenta y pico, lo que le da a la película un carácter ajeno al juvenilismo que iba a imponerse en el cine pochoclero.




Por un equívoco, cuando los estudios estaban queriendo hacer películas espaciales con efectos especiales, se alinearon algunos planetas por única vez y de ahí salió esa ajenidad de Alien. Digo que es de Riddley Scott por pura obediencia del autorismo. Scott la dirigió, pero el proyecto ya estaba en marcha cuando él se integró. Los productores (creo que fue Walter Hill el que tomó la decisión) habían visto su primer largo, Los duelistas, una película muy buena basada en una novela homónima de Joseph Conrad, con  Harvey Keitel y Keith Carradine, que Scott había filmado dos años antes. Y pensaron que Scott manejaba el tipo de refinamiento visual que ellos querían darle al proyecto.

La idea original de Alien la venían trabajando los amigos Dan O'Bannon y Ronald Shusett (quienes más tarde iban a escribir el guión de Total Recall), dos apasionados del cine sci-fi terrorífico de clase B o C (The thing from anoteh world, Forbidden planet, Terrore nello spazio); el primero de ellos colaborador de John Carpenter, admiradores de la obra del escabroso artista plástico suizo Hans Rudolf Giger, que iba a terminar dándole forma al bicho que aterrorizó a los camioneros del espacio. Porque de eso se trata básicamente Alien: el Nostromo (la nave a la que Scott le puso el nombre de otra novela de Conrad) es una especie de camión espacial sin ningún halo de trascendencia, con una tripulación de siete asalariados de la Compañía que discuten por sus sueldos y sus jerarquías laborales, sin ninguna aspiración heroica, quienes en realidad no sospechan la tarea que la Compañía les reservó -en realidad uno de los siete sí lo sabe pero... no sigo porque si todavía alguien no vio Alien, no quiero arruinarles la experiencia.



Cuando O'Bannon y Shusett le llevaron el guión a Walter Hill, productor vinculado a la 20th Century Fox, también muy interesante director (The driver, The warriors, Streets of fire) de esos que iban a quedar algo descolocados cuando el paradigma "9 años" de Spielberg/Lucas se impusiera. Hill, al involucrarse en el proyecto, decidió intervenir en elementos cruciales de la narración, lo que provocó resistencia en O'Bannon y Shusett. Lo bueno es que, en su principal sugerencia, Hill tenía razón: quiso introducir un androide entre los siete de la tripulación de la nave (uy, spoilié), lo que iba a convertir a Alien en otra cosa.

Entonces, tenemos una idea base de O'Bannon y Shusett, inspirada en películas de bajo presupuesto y prestigio cero, una modificación genial propuesta por Hill y el diseño del bicho que iba a salir de la tortuosa imaginación biomecánica de Giger. Después de barajar los nombres de varios posibles directores, fueron a dar con el inglés autor de Los duelistas, lector de Conrad, que encontró algunos elementos sustanciales de la película ya resueltos. Riddley le incorporó su sensibilidad arty, su capacidad de ilustrador, la idea de una luz cenital que evocara la iluminación de las catedrales góticas, ciertos toques visuales que remiten al Kubrick de 2001 pero un poco más sucio (por suerte). Scott se entusiasmó también con el lado terrorífico del asunto y se propuso hacer The Texas Chain Saw Massacre de la sci-fi. Esa serie de ocurrencias afortunadas y un clima todavía propicio para un riesgo creativo no atrapado aún por la mercadotecnia plasmaron esta película irrepetible.

Otro factor que el cine de Hollywood iría perdiendo: estaban en una era pre-digital y todo lo que se viera en pantalla tendría que ser resultado de efectos ópticos, miniaturas, animación cuadro a cuadro, todo lo que le confiere a esta primera versión de Alien un realismo visual que el cine digital iría abandonando. Y como mostrar al mostro era dificultoso, había que mostrarlo poco. En ese retaceo de la imagen del mal, en los escorzos, la oscuridad, el fuera de campo, se esconde la potencia terrorífica del extraño pasajero. A medida que la tecnología avanzara y fuera posible mostrar al mostro con mayor detallismo, el maisntream renunciaría a ese pavor (también erótico) por lo sugerido entre las sombras.

La modificación narrativa propuesta por Walter Hill refuerza el sentido político de la fábula: la Compañía está interesada en capturar a este bicho que es una maldita máquina de matar, sin conciencia ni escrúpulos morales, pura eficacia maligna, para la que no hace falta ahorrar daños humanos. En 1979 está a punto de propagarse por el planeta Tierra el germen del neoliberalismo, con lo cual Alien nace contemporáneo con su metáfora.



En 1983 el entonces ascendente James Cameron se propuso hacer una interesante continuación, Aliens, que tiene lo suyo. Lo de Cameron. Quien logra conjugar la dupla del bicho y la sobreviviente Ellen Ripley (Sigourney Weaver, un componente esencial de toda la saga) con un clima bélico (Ripley vuelve secundada por una tropa de marines al planeta donde conoció a la criaturita) y a la vez desplegar una épica de hembras aguerridas: acá aparece la Alien Reina, la ponedora de los huevitos repugnantes. Y después Alien³, Alien Resurrección, Prometheus, Alien Covenant... Pero del resto de la saga se encargó en el programa de anoche la experta Lilián Cámera, quien también revela en el final del programa qué le pareció la versión más reciente, el Alien Covenant con el que Riddley Scott está retrotrayéndose ahora hacia una pre pre pre pre cuela. ¿Y qué onda Alien Covenant? Lo pueden escuchar todo acá.

jueves, 18 de mayo de 2017

Lentísimo halo

El nuevo disco de Juana Molina, el domingo próximo en La otra.-radio, FM 89,3, Radio Gráfica


No vienes aún
No llegas a mí
Aunque otro siga habiendo, no tú.


Ninguno como tú
Ninguno como tú
Vienes en camino
Oh oh...


Falta que algo llegue a mí
No vienes aún
No llegas a mí
Aún.


Oh, oh, oh... oh oh

Y ese halo
En forma de rombo
Te espero entre las piedras del fondo
Quiero mostrarte
Lo que escondo.



Este cortometraje se basa en la canción "Lentísimo halo", incluida en el nuevo disco de Juana Molina, Halo.

El "halo" del título alude a una antigua leyenda de la luz mala, que flota sobre la tierra y asusta a los viajeros en la noche. 

El director del video es Mariano Ramis, que dice: "Quería que el video fuera una experiencia de belleza que ilustre la canción, un retrato de la intimidad de la mente de Juana en esa casa extraña y hermosa en que ella vive.  Tuvimos varias ideas y y Juana me habló de unos huesos brillantes y me contó la leyenda de la luz mala. Yo estaba muy familiarizado con esas historias desde chico, así que me conecté enseguida: fue un proceso muy estimulante, Robert Wyatt, Juan José Saer, pintura simbolista, cine estructural, hay un poco de todo eso. El video está hecho con una técnica de animación muy compleja, que combina la meticulosidad y lo aleatorio".

sábado, 14 de marzo de 2015

Juana Molina, Acorazado Potemkin, Coiffeur, Gabo Ferro

Encuesta: músicos argentinos del siglo xxi (viene de acá) *


por Oscar Cuervo

Si tengo que pensar en las piezas más bellas de la música argentina del siglo que comienza, se me aparecen obras que son destilados de las grandes tradiciones populares del siglo anterior: el folk límpido, elegante y final de Cerati, la aspereza con que Liliana Herrero deconstruye la proyección folklórica modernista de los 60 y la repone en un contexto surcado por el rock y la nueva canción latinoamericana, las crónicas negras del Salmón, como exasperación resacosa del realismo urbano de Moris y Manal, la voz salvaje de Luciana Jury que trae ecos de todas las voces de todos los desiertos que lleva en su sangre… Pero si tengo que pensar en una forma cancionística (es un decir) que se afinque directamente en el siglo XXI, lo primero y lo segundo que se me ocurre es Juana Molina. Me explico: en un juego retro-prospectivo, yo podría pensarme en los 80 imaginándome canciones como las de El Salmón, Maldigo, Fuerza Natural o En desmesura, como prolongaciones posibles de la música popular argentina moderna. Obviamente, no podría imaginar las canciones mismas, pero sí la línea de puntos que ellas vendrían a ocupar en continuidad con aquel presente ya pasado. En cambio, no parece que la forma musical que cultiva Juana Molina a partir de su disco Segundo pudiera preverse en los años 80 (a menos que se prestara atención a un detalle muy lateral y anómalo de aquel entonces, sobre el que volveré).

En la canción juanina (¿o molina?) tal como queda delineada a partir de Segundo, hay una nueva sintaxis pop que se hizo posible por la mutación de las condiciones de producción de la música, una artesanía tecno-hogareña que prueba timbres inauditos, casi cómicos, en el galponcito del fondo de su casa y enuncia sus voces desde esa intimidad. Juana hace música como quien dibuja sola en su gabinete en las horas altas de la noche, sin pensar en “mi nuevo disco”; menos aún en “los Cuarenta Principales”, o “cuántas estrellas me pondrá la Rolling Stone”. Ella pensó desde hace mucho la música de otro modo, como si probara y anotara en un cuaderno variantes de comidas con los restos que hay esa vez en la heladera e inventara manjares culinariamente incorrectos pero ricos. [Completo acá]

Acorazado Potemkin # 12


por Santiago Segura

Una guitarra entrecortada de sonido sucio y rítmica tangoide da comienzo a Mugre (2011), debut discográfico de Acorazado Potemkin. El primer estribillo del trío que conforman Juan Pablo Fernández, Federico Ghazarossian y Luciano Esain grita: "En algo vos y yo nos parecemos: andar buscando revancha". En "Algo", la canción que contiene esa guitarra renegada y ese estribillo desafiante, está condensado el estilo de un grupo que con dos discos ya se hizo lugar entre los artistas más interesantes de los últimos quince años (aunque el proyecto apenas si llega a los seis años de vida).

Sabemos que Acorazado corre con ventaja: son una banda nueva pero sus tres componentes llevan años batallando escenarios. Perdonen por repetirlo pero es inevitable: Ghazarossian fue bajista de Don Cornelio y Los Visitantes, además de empuñar el contrabajo en Me Darás Mil Hijos y junto a los cantores de tango Cardenal Domínguez y Ezequiel Uhart; Fernández era la voz de la Pequeña Orquesta Reincidentes; Esain golpeaba parches en Plaimobyl y grabó en discos clave de estos años como Flopa Manza Minimal y No es de Coiffeur, mientras que hoy (com)parte los tiempos del trío con su labor en Valle de Muñecas y Motorama.

Coiffeur # 12



por Maximiliano Diomedi

"El momento, la acción, el movimiento. ¿A vos qué te parece? ¿qué pensás al respecto?". (Qué mala suerte, 2006).

La aparición de Coiffeur en 2005 trajo una frescura celebrada en esos primeros años del siglo XXI. Llegó del oeste con una voz urgente que, envuelta en susurros, desafiaba con cantar "al oído", pero al rato nomás era alzada para contar historias de caras sonrojadas, purpurinas en el armario, besos en el placard, siestas abrazados y sentimientos difíciles de expresar. Esa grabación austera fue el primer paso en la búsqueda por dejar constancia de un mundo propio que incluía conceptos, palabras y sonidos que lo sacarían del lugar común del músico de "postura macha", como cantaba Moris. Las suyas, en el fondo, quizás también fueran, en palabras de Gabo Ferro, canciones que un hombre no debía cantar. Coiffeur percibió que estaba empezando "una nueva era para salir a caminar buscando el sol" y decidió intervenir a fondo. [Completo acá]

Gabo #12



por Carmen Cuervo

Gabo pasó los primeros 5 años del siglo en un silencio musical. Recién en el año 2005 edita su primer álbum solista, Canciones que un hombre no debería cantar, obra que este año cumple una década. Pidió una guitarra prestada y compuso en ocho días los doce temas que conformarían el disco. No se iba a grabar, porque Gabo suponía que nadie iba a comprarlo, dado que su estilo había cambiado desde la distorsión y la furia hacia la calma de la guitarra acústica y su voz. Ariel Minimal lo produjo y un amigo poeta le prestó el dinero para editarlo.

Así explica la incisiva pluma de Gabo la razón de su título en el booklet del disco:

"¿¡Un hombre no debería cantar cosas así!? declaraba escandalizada Edith Piaf en 1959 después de escuchar interpretar a Jaques Brel "Ne me quitte pas".

Allí Brel interpretaba a un hombre que suplicaba no ser abandonado, bajo palabra de reducirse casi a la nada. ¿Qué escandalizaba a la Piaf? ¿Acaso ver a un hombre en el lugar que cierta (gran) parte de la sociedad y la cultura venían (con pocas excepciones) colocando a la mujer?¿Qué cosas deberíamos, entonces, cantar los hombres?". [Completo acá]

* Proseguimos con la publicación de textos que analizan la obra de los músicos más votados en nuestra gran encuesta sobre la música argentina del siglo xxi. Acá encuentran los primeros textos. Cada uno de los textos completos pueden leerse en el blog Un Largo. Continuará.

viernes, 5 de septiembre de 2014

El lazo



por Juana Molina

Gané el Gardel de mi terna esta noche y por esas cosas que no se entienden, al subir a recibir el premio, me abataté y no pude hablar. Además de agradecer (que tampoco hice), me hubiera gustado decir lo que había sentido pocas horas antes, pero me taré.

Hoy, cuando me enteré de la muerte de Gustavo Cerati, lo primero que pensé fue en dos amigos muy queridos, a uno de ellos, hace siglos que no veo. Fue una conexión íntima y directa.

Y después pensé que a muchos pudo haberles pasado lo mismo, que sin ser él, Gustavo, el protagonista de esos recuerdos o pensamientos, haya sido el lazo. Pensé que a través de él y por él se había armado una red emocional que nos unió a todos, y todos estuvimos por un momento sostenidos en ella.

Me conmovió que una persona formara parte de mi tan profundamente y no saberlo.

Me hubiera gustado decirlo hoy, pero me taré.




Hoy te busqué en la rima que duerme
con todas las palabras.
Si algo callé, es porque entendí todo
menos la distancia.

Desordené
átomos tuyos para hacerte
aparecer.

Un día más
un día más.

Arriba el sol, abajo el reflejo
de cómo estalla mi alma
ya estas aquí
y el paso que dimos
es causa y es efecto.

Cruza al amor
yo cruzaré los dedos
y gracias por venir
gracias, porvenir.

Adorable puente
se ha creado entre los dos.

Cruza al amor
yo cruzaré los dedos
y gracias por venir
gracias, porvenir.

Adorable puente
y cruza el amor
por el puente.

Usa el amor
usa el amor
como un puente.

lunes, 4 de agosto de 2014

Rara

Juana Molina en Vorterix, 1 de agosto de 2014

Fotos: Angel Hadziconstanti

Tengo tanto sueño
ganas de hacer nada
lo de él me ha dejado
rara
rara.

Paso horas mirando
por la ventana
el tiempo va pasando y yo no hago nada
nada.

¿Qué hacer?
¿Qué hacer?
¿Qué hacer?

Cuando viajo para casa en colectivo
no tengo nada en qué pensar
y si acaso veo un auto igual al suyo
yo me pregunto donde está.

Al llegar, disimulando miro el piso
con la esperanza de encontrar
una carta que me diga donde vive
que vaya para allá.

¿Qué hacer?
¿Qué hacer?
¿Qué hacer?

El viernes pasado en Vorterix Juana Molina dio otro recital de calidad extraordinaria, acompañada de dos muy buenos músicos, Odín Schwartz (teclados, guitarras, bajo y voz) y Diego López de Arcaute (batería y percusión). Quizás el espacio de Vorterix haya ayudado a que fuera el recital más caliente que yo recuerde de Juana desde que empecé a verla, quizá se deba a que finalmente el público porteño le haya cazado la onda. O puede ser que contribuya a esa calentura el giro rockero que tomó Juana a partir de la incorporación de la guitarra eléctrica a la espina dorsal de su música.

Fotos mías

La cosa es que en un momento del recital se queda sola con su nueva guitarrita y hace un set de voz y guitarra, sin sus compañeros de banda y sin apelar a los ya proverbiales loops. Aparecen las canciones desnuditas, con sencillez mininal. Y ahí rescata esta joya de su primer disco, Rara, aparecido en 1996. En aquel entonces el disco había sido recibido con incomprensión por la crítica y el público, porque todo el mundo quería a Juana cómica y nadie esperaba a Juana música. La producción artística la había asumido Gustavo Santaolalla. Es imaginable que en  medio de los 90 y con el productor que signó el sonido del rock argentino de esa década, la música de Juana apareciera como un evento anómalo. Con los años ella ganó la pulseada a fuerza de tozudez y de confianza en lo que pocos advirtieron inmediatamente. Ella es una de las grandes músicas argentinas, para mí la mejor música argentina de esta época (e incluyo en esta consideración a hombres y mujeres músic@s). Me da la impresión de que ya lo debo haber dicho o escrito: Juana hace pie en una tradición ovni: su precursor es el rarísimo Eduardo Mateo. Y desde ese monolito ella se proyecta hacia el sonido del siglo XXI y más allá al infinito. Por eso es que en 1996 todavía era demasiado pronto para ella.

Dibujo de tapa de Rara

Pero escuchen esta maravillosa canción de su primer disco. Una canción de amor donde él aparece como fuera de foco, y ella llena de perplejidad e incertidumbre. Un humor suave y esquivo. Las pocas palabras, muy sugerentes, puestas en el lugar justo. Y una melodía exquisita, con esa voz que la piel de su arte. Una joya.


El viernes la cantó, como decía. Pero en medio de la canción se escucha un barullo entre el público. Una chica se había desmayado. Algunos gritos confusos. Juana trata de enteder qué pasa, para la canción y pregunta. Le dicen: "una chica se descompuso". Juana lo piensa unos segundos y retoma el ritmo de la guitarra, pero ahora la canción ya no habla del chico de la versión original, sino que pregunta por cómo está la chica y lo incómoda que se siente ella cantando mientras tanto, sin saber qué pasa. Alguien del público le responde tranquilizándola. La canción mutó en otra. Creo que solo vi a otro artista capaz de enfilar en medio de un show hacia el rumbo incierto que la circunstancia le dicta: y ese otro es Charly García.


miércoles, 21 de mayo de 2014

Ella como nunca la vimos

Juana Molina en Seattle


Muchísimas veces en este blog hemos dicho que Juana es LA más: hace rato que ella está en la vanguardia no solo de la música argentina, sino del mundo. Y es ella quien tomó el legado de un genio que vivió cerca de acá hace algunas décadas, el montevideano Eduardo Mateo, y lo devino divina. En esta etapa le encontró una vuelta de tuerca a un arte que había estado detilando durante más de una década. Había desarrollado una original capacidad para construir texturas sonoras a partir de loops que ella iba armando con su voz, algún teclado y su guitarra criolla. Desde que en Wed 21 introdujo la guitarra eléctrica, sintetizó esa atmósfera de capas superpuestas con cierta rudeza rockera y una descarga a tierra. No es que su música ahora sea más simple, pero el uso de los elementos disponibles se volvió más económico. Y siempre está su voz y su juego dadaísta con las palabras. 

Acá la vemos actuando en trío en un programa de FM KEXP de Seattle. La cercanía de las cámaras permite apreciar en detalle como se va armando la música y constatar que ese sonido que parece provenir del espacio sideral está en verdad ejecutado parte a parte por humanos: Juana y sus dos compañeros. Ella además conversa con el presentador, cuenta su vida, su paso por la tele como actriz cómica, su decisión de dedicarse definitivamente a la música, explica de qué tratan las canciones y cuenta la manera en la que el trabajo y el sueño se entrelazan en su proceso creativo. En un momento Juana le dice al periodista que las dos cosas que más le gustan en la vida son reir y danzar. Y eso explica bien de qué se trata su arte.

martes, 5 de noviembre de 2013

La rata

Juana, el Pájaro, Paul, CocoRosie, el espionaje norteamericano y la ley de medios. Un programa para escuchar clickeando acá.



La rata se esconde y esconde sus cosas
le gusta mirarla pero nunca la toca
arguye que espera el momento perfecto
pero si llegara, encontraría un pretexto.

Libros, herramientas, botones, carpetas
enteros los rollos de unas telas selectas
todo se acumula y no encuentra nada
el moho y el polvo con el tiempo no acaban.

Un día decide que todo se tira
pone todo en bolsos y lo deja en la esquina
de pronto se acuerda de aquella belleza
¿por qué tiré todo? no es mi naturaleza.

Uuuh...

Tanto santo dando, sí...

Lo tenía hace tanto...
Lo tenía hace tanto...
Lo tenía hace tanto...
Lo tenía hace tanto...

"La rata", quizás el tema más característico del nuevo disco de Juana, Wed 21, al menos desde el punto de vista de su tratamieno tímbrico, inusual para su tempo swingueado, planteado desde el primer compás por el riff del bajo, cortado por abruptos silencios que dan lugar a una irrupción casi punk de la guitarra distorsionada, de armonías ásperas. Pero todos esos estilos y géneros latentes se subordinan al decir de Juana, cercana al habla apenas cantada. Rockera y experimental. Uno de los discos y temas del año, que escuchamos en parte en el más reciente programa de La otra.-radio.

También hubo tiempo para escuchar y analizar New, lo nuevo de Paul, de un sonido diseñado por los más solicitados productores artísticos del momento, pero con un dejo de imperfección que lo hace sonar fresco y espontáneo.

Y nos preparamos para la inminente visita de las hermanas Coco y Sierra, es decir, CocoRosie, que se presentan dentro de 12 díias en Niceto. Todo esto guiados por el oído experto de Cristian Bonomo.

Maxi Diomedi aportó lo suyo: una preciosa versión de "De los pelos", la canción del Príncipe Gustavo Pena, dada a conocer mundialmente por la película La cocina (un documental sobre los últimos meses de vida del Príncipe que, curiosamente, su hija Eli-u impide que se exhiba públicamente. Lo que no puede impedir es que circule de manera subterránea y gane nuevos discípulos para el genial cantante uruguayo. La versión que escuchamos la hace Manuel Onis, acompañado por Martín Buscaglia, nada menos.

Y con el Pájaro Salinas conversamos acerca de la constitucionalidad de la Ley de Medios y algo de política internacional: la escandalosa insolencia yanqui de andar espiando a mandatarios de otros países sobreanos.

Un programa sin desperdicio para escuchar clickeando acá.

viernes, 25 de octubre de 2013

Unas patas como anclas que son invisibles agarradas con tornillos firmes son las que hacen que no pueda irme


Siempre me digo voy a irme de casa y no puedo
siempre la idea de ir al campo, el oeste y un tero, pero
va pasando el tiempo y no me muevo
sigo atormentada por el yerro.

Sé que el día en que decida partir seré libre
pero unas patas como anclas que son invisibles
agarradas con tornillos firmes
son las que hacen que no pueda irme.

Sin guía, no:
si no hay guía no
no puedo soltar las garras
sin guía, no
si no hay guía no
no hay fuerza que pueda soltarlas
sin guía, no
si no hay guía no
no puedo levar las anclas
sin guía, no
si no hay guía no
no puedo con esta labor.

Sin dudar, sin demora
sin dudar, sin memoria
sin dudar, como ahora
sin dudar, abandono.

¿Cuándo va a venir el día?
¿Cuándo va a llegar?
¿Cuándo va a venir el día?
¿Cuándo va a llegar?

¡Ah, qué miedo, todavía!
Pero el día ya va a llegar
veo que esto se termina
y que un día me voy a cagar.


Juana Molina, la más brillante discípula de Eduardo Mateo, como él, nunca dejó de hacer humor. Siempre nos llaman la atención las sonoridades que logra, tan lejos de la rutina auditiva del pop industrial y de la música de cualquier género. Sus letras muchas veces parecen parte de la sonoridad instrumental, cacofonías o nonsenses. Pero si aguzás el oído te vas a dar cuenta de que Juana no deja de hacer humor con sus traumas. Fijate la sintaxis de la segunda estrofa: pura exactitud del sentido, del sonido y del ritmo. Y también un chiste.

lunes, 19 de agosto de 2013

Juana era Bichapong


Para el 29 de octubre Juana Molina anuncia la salida de su nuevo disco Wed 21, el primero desde Un día, publicado cinco años atrás. Como adelanto, Juana, una de las más talentosas músicas del mundo, lanzó una canción: "Eras". En el video que acompaña esta canción juega con parecerse al extraño personaje creado por el cineasta tailandés Apichatpong Weerasethakul para su película El tío Bonmee, que recuerda sus vidas pasadas. La versión Molina se llama "Bichapong".





Eras
todo
nada era feliz.
Eras
nunca
sabrás
solo era actriz.

Come
come quickly
come quickly
Come.

Hablo
sola
pienso
si desvarío
al sentir que estás en mí
y creer que estoy en ti.

Come
come quickly
come quickly
Come.

Uno dos tres cuatro cinco
seis siete horas te esperé
Uno dos tres cuatro cinco
seis siete días te esperé
Uno dos tres cuatro cinco
seis siete meses te esperé
Uno dos tres cuatro cinco
seis  siete vidas te esperé
seis siete vidas te esperé
seis siete vidas te esperé
seis siete vidas te esperé.

Come.

lunes, 18 de febrero de 2013

No me mires, no me escuches, haz de cuenta que no existo

La otra.-radio 18-02-2013. Un programa para descargar clickando 
allá ===> ACÁ (1ª parte)
y ahí ===> ACÁ (2ª parte)



Háblame
que no te oiga.

Quiéreme
que yo no sepa.

Cuídame
que no lo vea.

No me mires
no me escuches
haz de cuenta que no existo.

Cúrame,
que no sane.

Vierte en mi
tu indiferencia.

Cálmame
que en mí se agite
el deseo como un fuego
y me muera por besarte.

Llámame
no me respondas.

Sáciame
que no me alcance.

Déjame,
que yo me rinda
que te siga
que te ruegue
y después te dé la espalda.

Cúrame.



La presencia del cineasta José Luis García anoche en el programa sirvió para hablar de sus dos películas, Cándido López, los campos de batalla y La chica del sur. También estuvieron Alejandro Kim, historiador coreano-argentino que co-protagoniza La chica... y Gabriel Kamenieky, productor de la misma película. El notable interés de nuestra conversación radica no solamente en la gran calidad de ambas películas y la oportunidad privilegiada de charlar largamente con sus hacedores, sino en los elementos en común que estas películas empiezan a mostrar en cuanto se las piensa juntas. García filma en primera persona pero se vale de personajes que abren sendos mundos a la vez extraños y próximos. El Paraguay de Solano López es visto a través de la mirada de un pintor; Cándido López, cuya existencia histórica ocurre en una especie de limbo: entre la guerra y la pintura, entre Argentina y Paraguay. La mirada singular del pintor (en la que la cámara de García procura ponerse) es testigo de un pequeño país desmembrado por una alianza trasnacional que no pudo permitir su autonomía y lo destruyó literalmente, porque como dijo Sarmiento "la guerra del Paraguay concluye por la simple razón de que matamos a todos los paraguayos mayores de diez años". Nosotros, los argentinos, matamos.

(Abro paréntesis: ayer cuando yo tuiteaba el anuncio del programa, Palo Pandolfo me comentó: "Esa es la base de lo que llamamos República Argentina.Hay qu ir pa atrás y tomar otro camino : Belgrano, Artigas, Castelli, San Martín... En 2012 toqué en Asunción del Paragua: ellos tienen la herida abierta de la guerra atroz que Argentina Uruguay y Brasil le tiraron encima". Cierro paréntesis)

Es decir: hay una fisura constitutiva en nuestra identidad nacional y aún está abierta. Cándido López, los campos de batalla tiene la virtud de ponerla en evidencia. La película la pueden ver completa acá: 



Una operación no idéntica pero análoga hace José Luis con La chica del sur. Corea: otra nación fracturada por obra de los intereses geopolíticos de la postguerra, aún hoy uno de los lugares más calientes del planeta. Y otra vez el director no cuenta este desgarro histórico en un sobrevuelo historiográfico, sino a través del rescate de una experiencia personal, la de Lim Sukyung, la chica del sur, la flor de la reunificación que no ha de producirse. Los caminos de Lim Sukyung y José Luis se cruzaron en determinado momento de sus vidas y de la historia del siglo. De ese cruce nace la película en cuyo centro hay algo que no cierra, una conversación fallida, sostenida a través de los años y los hemisferios, entre el Norte y el Sur, en una especie de limbo que la Historia no termina dede asimilar.


Déjame,
que yo me rinda
que te siga
que te ruegue
y después te dé la espalda.

Cúrame.

sábado, 13 de diciembre de 2008

El cetro



Por Oscar A. Cuervo

Inclasificable en términos de género musical, Juana Molina hace lo suyo con manifiesto desdén hacia toda norma standard. A comienzos de los 90 era una cómica (una extraordinaria actriz cómica) que de pronto se rayó y dejó de hacer aquello que todos le reclamaban para dedicarse a una música que nadie entendió.

El primer cd se lo produjo Santaolalla, lo cual implica una normatización que aún no dejaba a Juana afirmarse sobre sus propios pies. El disco se llamó Rara y, a pesar de que sonaba raro en el formato de cantante pop noventista que Santaolalla le había diseñado, no era lo suficientemente raro que Juana necesitaba. Sin que nadie le diera bola, con gente que iba a sus recitales esperando que hiciera los personajes de la coreana, Judith o la maquilladora, Molina construyó un formato a la medida de su propio cuerpo, de su vocecita de registro escueto, de sus modos de señora difícil, de su humor de pocas pulgas, de su ajenidad a todo concepto de entretenimiento.

Juana hace lo que se le canta y el mundo ha debido aceptarla. De a poco algunos se fueron dando cuenta de esto que es hoy evidente: Juana es lo más parecido a un genio musical que viva por estas actuales pampas, la única que no parece estar haciendo retro-nada. Su referencia musical decisiva es un tipo tanto o más raro que ella: Eduardo Mateo. Juana es la mejor discípula de Mateo, en la intrincada textura rítmica que va tejiendo a partir de algunos pocos acordes irregulares y en la demencia con que se aplica a sus intuiciones. Su filiación mateística no necesita ser declamada: ajena a todo sentimentalismo, Molina hace mateísmo sin tratar de parecerse a su mentor. Los últimos años, Eduardo Mateo vivió obsesionado con las posibilidades maquínicas de una tecnología que a fines de los 80 eran apenas incipientes: su música se cuadratizó y ese fue su último gesto radical, vislumbrando la posibilidad de una música que por entonces nadie más vio y que hoy se hace visible en la obra de Juana.

Molina hace un uso artesanal del tecno, es una mujer que se calza la criolla y construye, con la viola y con su voz, pequeñas secuencias que empiezan a rotar cuando ella dispara sus pedales. Construye una escalera rítmica por la que va ascendiendo, devenida sacerdotiza de un rito contemporáneo. Las correntadas sonoras que desencadena mediante este procedimiento aparentemente simple dan cuenta de una prodigiosa inspiración musical, algo que ella no “representa” en el escenario, sino que simplemente ejerce con naturalidad.

Todo esto de lo que estoy hablando es lo que pude presenciar en la noche de ayer en el ND Ateneo, en la presentación de su nuevo disco, Un día.

Así nomás se adueña del cetro y del centro de la escena musical argentina: lo mejor del año y, casi casi, de la primera década del nuevo milenio.



Un día voy a ser otra distinta,
voy a hacer cosas que no hice jamás.
No va a importarme lo que otros me digan
ni va a importarme si resultará.

Voy a viajar, voy a bailar.
bailar, bailar, quiero bailar.
Voy a vivir en el medio del campo
y a las mañanas me he de desnudar
para ordenar, me va a costar
me gustará, cuando será.

Un día voy a hacer todo distinto
voy a arreglar las ventanas de atrás.
Voy a cantar las canciones sin letra
y cada uno podrá imaginar:
si hablo de amor o desilusión,
si hablo de voz o de color,
si hablo de música, nuestra pasión.

Un día voy a ser otra distinta,
voy a hacer cosas que no hice jamás.
Voy a cantar las canciones sin letra
y cada uno podrá imaginar.