todos estamos igual

miércoles, 31 de marzo de 2021

Larreta: blindame esta

CABA, la ciudad más rica del país, tiene la peor gestión sanitaria de la pandemia



La línea amarilla representa la cantidad de casos en CABA cada 100.000 habitantes. La subida coincide con los 14 días posteriores a la vuelta a las clases presenciales. En los últimos días, la curva de CABA se transforma en un ascenso vertical que arrastra a la totalidad del país hacia arriba. En CABA el alza de contagios no parece tener techo. Larreta en conferencia de prensa atribuye el rebrote "a los rebrotes en el Hemisferio Norte" (?), a que "empiezan los días de frío" (Falso: no hubo mínimas por debajo de 13°C y las máximas andan por los 22°C: ¿qué pasará cuando la temperatura baje a menos de 10°C?) y a la aparición de "nuevas cepas" como la de Río De Janeiro, Manaos, Sudáfrica, Reino Unido (otra falsedad: la circulación de nuevas variantes, no "cepas", tiene una incidencia mínima sobre las cifras actuales: ¿qué pasará si en las próximas semanas se propaga masivamente la variante de Manaos?).



En los últimos 14 días la media de casos cada 100.000 habitantes más alta se da en CABA, justo dos semanas después de la vuelta de las clases presenciales.
 

CABA es el distrito que vacuna con mayor lentitud a pesar de ser el que mayor porcentaje de vacunas por población recibido. Nótese que la provincia de Buenos Aires recibió vacunas para el 10,5% de la población y ya vacunó al 8,43%. CABA ya recibió vacunas para el 14,9% y sólo vacunó al 12,21%, a pesar de que las distancias y las características geográficas hacen que sea el más fácil de transitar.


La curva de la pandemia en CABA por grupos etarios. Análisis de datos y gráfico de Martín Barrionuevo. Es notable el crecimiento de las franjas de 0 a 9 años y de 10 a 19, en coincidencia con la vuelta a las clases presenciales. En el programa de Novaresio atribuyen este alza de casos en menores a que "los chicos se quedan a dormir en la casa de sus amiguitos" y no a que el protocolo escrito por Larreta y Acuña es de imposible cumplimiento por el deterioro edilicio y porque las burbujas son imposibles si los docentes tienen que pasar de un grupo o de una escuela a otra. Blindame esta.


–Los chicos no contagian.
—Por supuesto que sí.
–Pero en las escuelas no hay contagios.
—Todo indica que sí.
–Pero los casos no subieron cuando abrieron.
—Sí subieron.
–Pero es importante que los chicos vayan a la escuela.
—Eso es verdad.
–Ah, viste, tenía razón yo.

sábado, 27 de marzo de 2021

Federales y unitarios en el cine argentino


por Gustavo Postiglione

La memoria, la verdad y la justicia.  El cine nuevamente como plataforma de ideas viejas que aparecen como novedosas. Un nuevo cine militante y conservador ha nacido que reivindica a los unitarios. Habrá que darle batalla, como en la historia, la reciente y la de siempre.

Hace unos días, luego de ver Concierto para la Batalla de El Tala, de Mariano Yinás, comenté un  post de Twitter donde decían que la película era fordiana, en relación a John Ford. Escribí irónicamente que si en el algo se parecían eran que ambos son conservadores y de derecha y que, si Ford mató más indios que Custer en sus películas, era de esperar que Yinás haga lo propio con los caudillos federales, tal cual lo hizo Mitre, su mentor ideológico. Yinás, o a través de la cuenta del Pampero, su productora, me escribe que me vaya a la concha de mi madre a decirle conservador y de derecha, agregando “pelotudo”. Mi respuesta fue una manito con una V de la victoria peronista. Yinás lejos de sus diatribas intelectuales respondió con su ego y en eso ya perdió el primer round. Se sabe que el que se enoja pierde. A partir de ahí me dediqué a pensar un poco más su película y la de la troupe que lo acompaña. Pero vamos por partes ya que esto no comienza aquí.

Cuando pienso en el cine, también pienso en las ideas que rodean al cine. En el año 2004 edité un libro que se llamó Cine Instantáneo, donde reflexioné sobre mi experiencia como realizador pero también sobre la realidad del cine argentino de ese momento. Escribí: “En los noventa comenzó una búsqueda en el cine que probablemente tenga sus lazos más cercanos con películas y realizadores de los 60, década muy compleja, en donde convivieron experiencias distintas y por momentos encontradas (Torre Nilsson, Antín, Solanas, Birri, Favio). Hoy sucede lo mismo, con una diferencia: falta el debate estético-ideológico. En los sesenta, como en parte de los setenta, se seguían líneas de pensamiento que abarcaban desde el aspecto político-filosófico hasta el estético. Lamentablemente el cine argentino de hoy carece de un debate que sería enriquecedor para la reconstrucción de un cine que comienza a juntar sus pedazos. Un debate que quizás se dé en el campo de la crítica pero que nos deja afuera a los realizadores.” Pasaron 17 años de la publicación del libro y hoy puedo decir que se ven con más claridad los aspectos políticos de los distintos sectores que formaron parte de ese cine de renovación.

Leo que un director presenta en el BAFICI una película que es la primera parte de una saga sobre los mártires unitarios de nuestra historia: Concierto para la Batalla de El Tala. Gracias al streaming del festival puedo ver ese film (o como se lo quiera llamar) y, más allá de sus virtudes y/o defectos, es un objeto pensado para sostener desde el arte cinematográfico un pensamiento ideológico muy claro, por más que eso se ponga en duda en las mismas declaraciones del director. Es muy interesante esta operación, porque avanza en un terreno donde hay pocas propuestas de este tipo. Durante los cuatro años del gobierno conservador-devastador de Mauricio Macri el arco artístico intelectual que lo sostuvo fue bastante pobre, tirando a patético, con Campanella, Brandoni, Betty Sardo y Casero como los principales referentes. Así y todo no hubo obra que lo justificara desde la creación artística. Faltó la novela o la película macrista. Sin embargo creo que hoy tomaron nota y comprendieron que la cultura y el arte son factores fundamentales para hacer y gestionar la política. El peronismo, y en menor medida la izquierda, siempre han tenido grandes cuadros intelectuales y artistas que podían y pueden argumentar con mucha firmeza las ideas del campo popular y la defensa de las causas nacionales. Parte (digo parte y no la totalidad) del nuevo cine argentino y de la nueva crítica han constituido un espacio que tiende a ser la referencia artística e intelectual de los sectores más conservadores, pero al estar vestidos de modernidad son mucho más digeribles que la pobreza discursiva de Alfredo Casero, Juan Campanella o el mismo Brandoni, que parece patinar cada vez que habla. Al ver la película de la batalla del Tala y al leer el libro Diario de la Grieta de Juan Villegas, me doy cuenta de que, de manera orgánica o por sincronismo casual, surgen miradas sobre la realidad (vistas desde el pasado hacia el presente) que pretenden situarse en un lugar un tanto equidistante del conflicto histórico argentino, pero que en definitiva están parados en una vereda muy concreta. Esto es muy alentador, porque se animan a salir a la cancha de manera franca y sincera. Hablar de los mártires unitarios o que un artista -que uno lo supone progresista- diga públicamente que vota a la derecha, es algo que no era moneda corriente en este país. 

Concierto para la batalla de El Tala es una película que podría ser un programa de televisión de Encuentro desde su criterio estético y narrativo, pero con una ideología contraria al canal estatal. Hay algunos momentos para destacar en este film, uno es cuando se utiliza el término "ciudadanos" al hablar de los habitantes del país, en contraposición al concepto de “gente” al que muchos políticos recurren hoy en día -como bien asevera la película. Pero creo que hablar de ciudadanos no es en contraposición a “gente”, sino en oposición a "pueblo". El término "pueblo" es algo casi propio del peronismo. Es un concepto que difícilmente pueda salir de la boca de un conservador liberal, ya que le tienen fobia a esa palabra tanto como al peronismo. Para ellos, pueblo tiene que ver con esa muletilla de calificar de populismo a los gobiernos peronistas para denostarlos. Hablar de pueblo también sugiere una reflexión mucho más profunda, que significaría meterse en categorías sociológicas que están por encima de una visión superficial del hecho histórico. Otro momento de la película en el que me detengo es cuando el equipo técnico canta unos versos a favor de Lamadrid, el protagonista derrotado en la batalla. La canción repite varias veces la palabra “tiranos”, en clara alusión a Facundo Quiroga o cualquiera que se le parezca. Podríamos decir que el tirano es el caudillo oscuro, provinciano, bruto, salvaje y, por ende, peronista. La estigmatización del caudillo federal o de lo que representa para los sectores del poder económico y oligárquico fue definida claramente por Sarmiento en su brillante Facundo y Esteban Echeverría en El Matadero, relato que tuvo su continuación en el siglo XX (no casualmente) con Borges y Bioy, cuando lo re escriben como "La fiesta del monstruo", Lamadrid, en clave antiperonista. Civilización y barbarie algo que define estéticamente al equipo técnico que aparece en el film: el director está en camisa y corbata, como el jefe o gerente de la empresa (camisa blanca y corbata marrón). El resto del equipo en remeras, la mayoría oscuras, como los obreros uniformados de manera que ninguno resalte por encima del gerente y mantengan su anonimato. ¿Quién dirige hoy una película en camisa y corbata? Entiendo que todo en el film es una decisión consciente, y aparecer con ese atuendo ante cámara está pensado desde un criterio ideológico que establece su condición de clase.

No es casual que Beatriz Sardo haya sido una de la invitadas de lujo al estreno de este film, ella bien podría ser la madrina ideológica de la película; su marido, el director Filipetti, es uno de los maestros de Yinás, Villegas y unos cuantos más. Filipetti filmó una película llamada Secuestro y Muerte, sobre el secuestro y fusilamiento de Aramburu por parte de los Montoneros, guión co-escrito junto a Sardo y Yinás. Escritura de la que podría haber participado Isaac Rojas, pero murió unos cuantos años antes. Hay una conexión entre Secuestro y MuerteConcierto para la batalla de El Tala. Son películas militantes de carácter conservador, fundamentalmente anti peronistas, algunos dirían gorilas, pero prefiero no usar ese término. También son películas lights. Porque en definitiva lo que hacen es una operación de crítica al peronismo actual (o kirchnerismo) pero, al trabajar con materiales de la Historia pasada, evitan confrontar directamente con el presente y lo hacen de manera elíptica. Diferente es el caso de Juan Villegas y su Diario de la Grieta, donde desnuda a partir de anécdotas personales sus miedos a mencionar su elección política en sociedad. Su libro termina siendo un claro y sincero manifiesto anti kirchnerista de un director de cine que por momentos parece dudar de sus propias ideas. Es una persona que yo no hubiera imaginado peronista pero tampoco como un votante de la derecha. Si bien no comparto la mirada ni el pensamiento de Viilegas, me parece que es una persona con la que se podría dialogar y hasta debatir, cosa que no haría con Yinás ni Filipetti, aunque tampoco creo que a ellos les interese debatir conmigo. Hay debates que son estériles, más aún cuando las posiciones ideológicas son tan distantes. 

Es interesante la unanimidad crítica hacia Concierto para la batalla de El Tala, inclusive de aquellos periodistas que uno supone no comulgan con las ideas conservadoras. El autor de la película ha logrado con legitimidad y talento seducir con su cine pero también embaucar con su ideología, al mejor estilo Carlos Saúl. Esto tampoco es casual, esa generación de egresados de la Universidad del Cine cursó sus estudios durante el menemismo, que fue el momento de mayor éxito de esa casa de altos estudios, dirigida por un radical que fue director del Instituto Nacional de Cine e hizo grandes negocios en el menemato vendiendo su educación privada por todo el mundo y con buen marketing. Formarse en la década de la pizza y el champán, en medio de la desideologización de una sociedad, tiene sus costos y podemos ver sus resultados. Algún crítico destaca la provocación que significa defender a los unitarios en un país que se ha conformado a partir de la victoria federal. Craso error, Argentina en lo discursivo puede decirse federal, pero desde su constitución como Nación fue unitaria. La traición de Urquiza a los federales en Pavón entregándole el país a Mitre definió el país unitario, ese que dice ha perdido sus batallas militares pero ha ganado todas las políticas. Las provincias siempre estuvieron relegadas a las decisiones macrocefálicas de la ciudad de Buenos Aires y todavía lo están. Y, si algunos piensan que es una provocación defender a los unitarios, es porque no leyeron nunca La Nación, que desde el siglo XIX defiende esos intereses. Es raro que los análisis de la película tomen de manera superficial los aspectos ideológicos y se centren en las cuestiones formales y narrativas. Al ser un film militante, se espera que haya una profundidad conceptual al analizarla. La película desliza (¿ingenuamente?) que los políticos y caudillos de aquel momento eran más íntegros y más nobles que los de la actualidad. Supongo que no hay una carencia de lectura o de formación política por parte del guionista y se trata de otra decisión (¿militante?) para sostener sus ideas. Con solo nombrar algunos referentes de la política del 1800, nos encontramos con hechos y situaciones que hoy escandalizarían a más de un republicano. Podemos mencionar a varios presidentes con muchas más manchas que integridad, Rivadavia, Urquiza, Mitre, los grandes nombres que también fueron grandes corruptos.

En el año 2007 se estrena El Hombre Robado, de Matías Piñeiro, director con muy buen handicap crítico desde -este- su primer film hasta la actualidad. Casualmente, Yinás escribe en el momento de ese estreno: “El hombre robado viene a poner fin a una tradición. Hasta ahora, la vieja causa unitaria no conocía en la literatura más que la muerte y la derrota. Sus epopeyas eran invariablemente trágicas: El unitario de Echeverría era degollado en un obsceno festín de gritos y de barro. Belgrano, en Amalia, se desangraba enamorado y solitario en una quinta de Barracas. Dahlman, abandonado a su suerte, era apuñalado en el Sur". Más adelante Yinás termina con esta frase :“Matías Piñeiro decide poner fin a esta vasta genealogía de mártires, y le opone, apenas, a una serie de chicas enamoradas que recorren a la carrera las calles de la ciudad. 'He aquí la última generación de unitarios', parece decirnos. Una generación bravía, orgullosa, triunfal”.

Luego de leerlo escribí en mi blog el 6 de febrero de 2008 lo siguiente:

“Quien escribió esto es un personaje que ha dicho que su cine ocupa en el cine nacional lo que Sumo en el rock. En los reportajes que le han hecho siempre se ha demostrado ser un tipo inteligente, filoso y en cierta manera provocador. La provocación siempre es bienvenida en cualquier manifestación artística. La provocación en el arte siempre tiende a romper con los esquemas, a proponernos la alteración de lo establecido, es una actitud por lo general vinculada a las vanguardias. Me atrevería decir (aunque a algunos el término les parezca demodé) que la provocación es una actitud de izquierda, en el mejor de los sentidos. Está claro que Sumo fue transgresor y provocador. Pero cuando la provocación incluye comentarios de un tinte ideológico que concuerda con los sectores más reaccionarios de la Argentina ahí -creo- estamos hablando de otra cosa, de esconder bajo una aparente actitud transgresora la idea de darle una nueva cara al clásico conservadurismo argentino, o más precisamente porteño. Una derecha moderna, vinculada a los restos de lo que fue la socialdemocracia de los 80, que de una u otra manera han representado De la Rúa en su momento y Macri hoy, pero que se formaron y enriquecieron durante la década menemista. Pero ¿qué quiere decir con 'He aquí la última generación de unitarios. Una generación bravía, orgullosa, triunfal'? ¿A quién se refiere? ¿A los personajes de la película? ¿A los caudillos unitarios? ¿A él mismo como cineasta-productor-unitario? ¿Se puede estar orgulloso en este país de llevar la bandera de los unitarios? ¿Es esto provocador? 

Tiempos extraños, donde un director se enoja porque lo califican de conservador y de derecha cuando hace más de una década que dice defender los principios de un pasado conservador, tanto en ideas como en prácticas políticas. Ser conservador es justamente intentar mantener modelos e ideas que pretenden no evolucionar ni modificarse. Un artista que defienda de manera tan contundente un pasado primitivo sobre el presente (en términos políticos) es claro que tiene una actitud conservadora. Y el conservadurismo en este país siempre fue de derecha. Y la derecha nunca fue democrática. Quizás haya que regresar a una vieja discusión referida a la obra y la ideología de los artistas. Hace unos días hablaba con algunas personas sobre las actitudes policiales y buchonas de Piazzolla, que luego de haber participado de una cena con Videla en 1977, llegó a acusar de comunistas a los músicos jóvenes de su banda mientras los llevaba de gira a Europa financiado por la dictadura, en una campaña que el gobierno militar quiso hacer a nivel internacional para lavar su imagen. Y el macartismo de Astor no terminó ahí, ya que hasta puso en riesgo la vida de uno de sus músicos -pero eso es parte de otro debate. Lo que no se puede discutir es la genialidad de Piazzolla, su talento y lo que representa para la música nacional e internacional. Es uno de los pocos músicos de los que se puede decir que crearon algo nuevo. Pero también es cierto que ningún tango de Piazzolla habla de su ideología, ni de sus pensamientos delatores o de sus cabronadas. Su música está libre de su parte jodida y trasciende eso mismo. No voy a poner en el mismo lugar que Piazzolla a Yinás, Filipetti, Piñeiro o Villegas, pero hay una clara diferencia entre estos tipos y Piazzolla que no está relacionada con la calidad artística.  La diferencia es que estos directores, escritores, productores, trabajan su obra con el contenido de sus ideas de manera explícita. Es decir, yo puedo conocer las ideas de Piazzolla por sus actos y declaraciones públicas, pero no lo puedo saber al escuchar su música. Y puedo darme cuenta de las ideas políticas de Yinás o Filipetti viendo sus películas o, en el caso de Juan Villegas, leyendo su libro. Es decir, las obras hablan de la ideología política de los autores. En el caso de Yinás, esto se ve más claro en sus guiones para otros y en esta última (Concierto para la batalla...) y quizás no tanto en sus otras películas o serie (La Flor). Es importante que aclare que creo que Yinas es uno de los grandes directores de su generación, pero eso no quita que sus películas (y las de parte de su grupo) representen ese pensamiento arcaico liberal que se funda en una mirada porteña y de clase que ha desdeñado y despreciado históricamente al peronismo, convalidando -por acción u omisión- golpes de estado, gobiernos que destruyeron la economía del país y hasta generando una corriente negacionista que hoy discute la existencia de los muertos de la dictadura.  Estoy convencido de que hay que darle batalla a este pensamiento, pero desde el cine y no desde una bravuconada de Twitter, como la que me provocó escribir este texto. Y, más allá de que me haya mandado a la concha de mi madre o haberme dicho pelotudo, el terreno de la confrontación de las ideas será el propio cine. Las bravuconadas infantiles o los insultos los resolveremos en otros ámbitos, donde las ideas no importan demasiado.

Para terminar creo que Concierto para la batalla de El Tala es un objeto valioso que nos interpela a los que estamos en la vereda de enfrente para contraponerle, ya no desde lo discursivo o lo textual sino desde lo específicamente cinematográfico, nuevas obras que reflejen esa contracara. Dos países confluyen en Argentina y eso no hay manera de cerrarlo o clausurarlo. Esto supone relatos diferentes y contrapuestos, pero también estéticas y narrativas que abran nuevas puertas. Hoy el conservadurismo es parte (digo parte, no la totalidad) de la vanguardia cinematográfica, tanto desde la producción como desde algunos aspectos críticos. Es un espacio que hay que poblar con otras miradas y otras ideas, para que la confrontación sea un poco más pareja y que la Historia también se cuente desde la derrota real y no desde la ficticia.

El centenario del tiburón IV y última

Oscuridad de Piazzolla 




Esta es la parte conversada, la última parte, la cuarta, acá nos entregamos al pulso de la conversación, de una orilla a la otra del río, entre Montevideo y Buenos Aires, ruido de miércoles, música del diablo. Ya dedicamos tres posteos al centenario de Piazzolla. Los cuatro juntos ni ahí llegan a rozar el misterio de la música de Astor. Hay libros escritos por críticos muy competentes. Acá nos detenemos a hurgar en aspectos oscuros del genio. Ya escribí bastante sobre eso. Por la vida de Piazzolla pasaron Gardel, Troilo, Borges, Spinetta, Amelita Baltar -a la que en un gesto tardío él quiso borrar y no pudo-Y al final de más de dos horas de conversación aparece Charly y una frase gloriosa. Ahí la cosa se corta. Hasta la próxima temporada.

 

jueves, 25 de marzo de 2021

Un 24 de marzo cristinista


La derecha tímida nucleada en la revista digital Seúl -retaguardia pusilánime de la derecha brutal que cuelga bolsas cadavéricas en las rejas de la Casa Rosada- deplora que la conmemoración del 24 de marzo y la bandera de los derechos humanos haya sido asumida por el peronismo kirchnerista. Lo deplora con razón, aunque no por motivos confesables. Los escribas de Seúl quisieran que una desertora de la causa de los derechos humanos como Graciela Fernández Meijide se transformara en el emblema de la historia de las luchas de la "vuelta de la democracia", tan emblemática como le resultaba a Alfonsín cuando la invitó a integrar la CONADEP, mientras el Padre de la Democracia nunca recibió a las Madres de Plaza de Mayo -al contrario, se dedicó a reprimirlas mientras pactaba la impunidad con los sublevados carapintadas. Lo que encuentran en Meijide de ejemplar es su defección. La CONADEP era la salida política -radical- para controlar los daños de la postdictadura: las clases dominantes que promovieron y auspiciaron el terrorismo de estado iban a hacer de cuenta durante un cierto tiempo que aceptaban la institucionalidad formal que el radicalismo teatralizaba, mientras les garantizara la continuidad del plan económico e intentaban desperonizar a la sociedad argentina. Y, lo que es decisivo: dejar impunes a los mentores auténticos, los beneficiarios del terrorismo de estado, las clases dominantes, las fuerzas vivas. Encarcelar durante algunos años a las cúpulas, acotar la investigación de la masacre a un sector mínimo del conjunto de los represores, perdonar al resto y continuar los objetivos económicos del golpismo por otros medios, los medios radicales, a los que se dejaría simular  que tenían el poder durante un cierto tiempo para ir limándolos de a poco, hasta que, antes de finalizar el mandato, como corresponde a toda solución radical, huyeran desordenadamente.

La historia del terror de estado en Argentina y la consecuente lucha por los derechos humanos nunca fue un conflicto a-partidario: los que dieron el golpe del 76 eran la continuidad perfecta de los que habían bombardeado la Plaza en el 55. Los radicales también habían consentido en la época de la fusiladora el bombardeo y los fusilamientos y se habían prestado a simular que tenían el poder por un  rato mientras el peronismo estaba proscripto, como hizo Illia. Siempre se trataba y se sigue tratando de desmantelar el estado que instituyó el peronismo: la dictadura del 76 no se hizo con la finalidad de desaparecer y torturar militantes, sino que desapareció y torturó militantes para desmantelar los derechos laborales y sociales establecidos por el peronismo. Esta secuencia indica que ni la violación de los derechos humanos fue a-partidaria ni la lucha por su defensa lo fue. En Argentina los derechos humanos tienen una genealogía trazada a la luz de la lucha política y partidaria. De ese lado siempre está la Embajada, la Rural, La Nación, los intereses financieros internacionales empeñados en que Argentina permanezca en su rol de granero del mundo. Sin estas pujas, las violaciones de los derechos humanos no harían falta. 

Las clases dominantes son feroces: usaron a los milicos como forros y cuando cumplieron sus objetivos mortíferos y económicos entregaron a las cúpulas a un simulacro de justicia restringida, ejecutada por los radicales. Esa es la clave para entender la CONADEP con Fernández Mejide, la rebelión carapintada, las leyes de la impunidad y la estampida atolondrada del alfonsinismo en el 89. Cuando la vía radical se agotó, las clases dominantes se deshicieron de Alfonsín con el mismo desdén con que antes lo habían hecho con Videla y compañía. Los aliados son circunstanciales, pero los intereses son permanentes. La Sociedad Rural y La Nación de 2021 pueden ser alineadas con las que intentaron derrocar a Cristina sin éxito en 2008, con las que putearon a Alfonsín en el 88, con las que mataron y torturaron en el 76 y con las que bombardearon en el 55. A pesar de Beatriz Sarlo, que dice que esas continuidades son impensables. No es raro que diga eso: ella es la guionista de una película dirigida por el inepto de Filippeli, Secuestro y muerte, en la que la figura del fusilador Aramburu se asimila en su extraña caracterización actoral con la de un Alfonsín vencido. Sarlo no se equivoca al negar las continuidades: ella las encarna y a su vez elabora el relato negacionista.

La historia de la postdictadura es la de la semi-impunidad de los represores militares, siempre salvados mediantes subterfugios leguleyos, y sobre todo la intocabilidad absoluta de los cerebros civiles de los golpes. En eso, Alfonsín no sería el Padre de la Democracia, sino de la Postdictadura. Es el rol histórico del los radicales. Por eso la lucha de los derechos humanos siempre fue partidista, por eso Alfonsín nunca recibió a las Madres y puso en su lugar a una madre trucha como la Meijide. Por eso los radicales nunca organizaron marchas conmemorativas para mantener viva la recusación del terrorismo de estado y de la subordinación nacional a los intereses imperiales. Fueron los propios radicales los que partidizaron la lucha por los derechos humanos, al tratar de resolver el problema del terrorismo de estado mediante una solución cosmética que dejara a salvo a los beneficiarios del golpe.

Para las clases dominantes, Alfonsín no es una figura maldita sino un forro que usaron y tiraron cuando ya no lo necesitaban porque encontraron más eficaz a Menem para vaciar el peronismo por dentro. Y fue partidista el indulto de los 90: lo hizo la derecha peronista, como queda plasmado en el beso de Menem al Almirante Rojas. Por eso, Menem y Alfonsín fueron los eficaces instrumentos de las clases dominantes para sellar el Pacto de Olivos, la institucionalización de la República diseñada entre las misiones del FMI y las mazmorras de la ESMA. El Pacto de Olivos es la continuidad de la postdictadura, con esa imagen de Alfonsín vencido, que se parece tanto al personaje de Aramburu en la película de Sarlo y Filippelli. Por eso ni Alfonsín ni Menem fueron malditos para las clases dominantes en alianza  con el poder financiero internacional.

En 2004, un 24 de marzo, Néstor pide perdón a las víctimas de la dictadura en nombre del estado. Es algo más que un gesto: es un corte simbólico con efectos reales. Inmediatamente se lo criticó porque se dijo que en ese discurso en la ESMA recuperada para la democracia Néstor se había olvidado de nombrar el valor del Juicio a las Juntas de Alfonsín. Néstor dijo que el estado postdictatorial era cómplice de la impunidad y quiso con ese pedido de perdón hacer cesar históricamente la continuidad del terrorismo de estado. Se dice que la propia Cristina le marcó esa noche el olvido a Néstor y que Néstor lo llamó privadamente a Alfonsín para reparar el olvido. Sarlo fue una de las voces más indignadas por la omisión. Yo no sé qué sucedía en la cabeza de Néstor, pero ese fallido tenía sentido: Néstor acertaba al decir que el alfonsinismo fue una continuación de la dictadura, aún a pesar del Juicio a las Juntas, o más bien porque todo se limitó al Juicio a las Juntas. 

Los derechos humanos en Argentina tienen una historia no solo política sino partidaria: es Néstor el que recibe a las Madres, el que descuelga el cuadro de Videla que todos los presidentes postdicatoriales hasta él habían dejado, el que pide perdón en nombre del estado y el que impulsa decisivamente los juicios contra los genocidas. Videla sabía mejor que los pusilánimes de Seúl que los derechos humanos en Argentina son partidarios, porque dijo antes de morir que con los Kirchner vivió su peor momento: no culpó ni a Alfonsín ni a los beneficiarios del golpe que lo entregaron, sino al presidente que produjo el cese del terrorismo de estado que permaneció impune por décadas. Los Kirchner no solo son figuras malditas para Videla, sino sobre todo para sus mandantes, que son los mismos que sostuvieron el gobierno de macri que la retaguardia de Seúl reivindica. Los Kirchner son intolerables todavía porque las clases dominantes, con todo el despliegue de su poder imponente, no lograron extirparlos del cuerpo de la República, como verbalizaron los dictadores y el propio macri en sus metáforas quirúrgicas.

Por eso el 24 de marzo de 2021, el segundo en medio de la pandemia, el segundo sin la posibilidad de marchar a la Plaza como la tradición de las Madres, las Abuelas y los Organismos de DDHH instauraron hace décadas -marchas a las que nunca asistió el radicalismo- fue tan partidario como siempre, como deploran los de Seúl.

El discurso de ayer a la tarde de Cristina en La Plata iluminó el 24, lo transformó en continuidad presente y cuentas pendientes para el futuro: los verdaderos autores del golpe siguen impunes. No se trata de revolver un álbum de fotos viejas, como el macrismo tímido quisera. No se puede borrar de un plumazo, como el macrismo brutal se propuso. La derecha tímida querría una conmemoración encarnada en la figura de Meijide, pero es demasiado tarde: esa pobre mujer hace años que deshonra la memoria de su hijo. Aunque la verdad es que los de Seúl tampoco quieren conmemorar el 24 de ninguna manera: quieren el olvido, sin éxito por ahora. Porque los derechos humanos en Argentina son políticos y partidistas.

miércoles, 24 de marzo de 2021

Prepárense


En el centenario del nacimiento de Astor Piazzolla todavía hay mucho que no se escuchó. y algunas cosas no se quieren oír. Hoy 21:30 las hablamos en en Ruido de Miércoles. Con Andrés Mastrangelo en el canal de YouTube https://www.youtube.com/channel/UC34uRXYdqbXYq84zp8PwFNQ

Piazzolla: ese tipo genial, creador de una forma musical única, asociado a uno de los momentos más negros de la historia argentina. Había hecho la más maravillosa música, conoció a Gardel, Borges,  Troilo, con todos ellos compartió experiencias artísticas y no simples cruces casuales. 

Pero Piazzolla y la dictadura es una clave y un clavo doloroso de la Argentina. El campo de batalla se dividirá entre quienes lo defenderían negando su colaboracionismo y su machismo y otros que sobre esa misma base propondrían cancelarlo. Yo creo que ese contraste violento entre lo sublime y lo rastrero es lo más interesante para pensar el arte.


martes, 23 de marzo de 2021

Este 24, como cada 24




por Diego Sztulwark

Se aproxima otro 24 de marzo sin marcha. La pregunta sobre si el pasado tiende a repetirse cuando no se lo recuerda, o no se lo elabora, reaparece ahora ante un casi imperceptible desliz nostálgico -un recuerdo del recuerdo- de los tiempos en que hacíamos de la memoria una fuerza pública. Por supuesto que este será un 24 lleno de manifestaciones visibles. Y lo será, seguramente, procesando la incertidumbre de lo que ocurre cuando las formas de lo público ocurren mayoritariamente por las redes virtuales. Si una potencia política y comunitaria se mantuvo viva entre generaciones en el ritual de cada 24, es una potencia de evaluación colectiva sobre los riesgos inminentes del presente, en términos de una pregunta que siempre vuelve: ¿en qué condiciones es el recuerdo capaz actualizar y nutrir practicas de resistencia ante la reiteración del horror? De este modo de preguntar, en el que la memoria actúa como ejercicio popular de evaluación del presente, hemos aprendido que la reiteración de todo aquello que conjuramos cada 24 de marzo, tiende a repetirse por vías a veces inesperadas. La desigualdad "planificada" (como resumía Rodolfo Walsh) se instala y avanza, incluso cuando no se recurre para ello a un golpe de estado comparable al del 76. Hemos aprendido marchando cada 24, que el recuerdo, elevado a potencia política, no es ritual muerto, sino reunión de fuerzas en torno a lo que es necesario rechazar del presente, mirando al futuro. El ejercicio de la memoria política siempre fue entre nosotrxs algo más que el álbum de fotos en blanco y negro del pasado. Callejera y multitudinaria fue la constitución de una política de la verdad, tanto más verdadera y más política cuanto fue capaz de detectar las continuidades de aquel acto de guerra del golpe del 76 en los violentos golpes de mercado (desalojos en nombre de la propiedad privada, femicidios en nombre de una justicia divina y patriarcal, deportaciones en nombre del ser nacional, destrucción de todo sentido material igualitario en la aniquilación de lo público en nombre de equilibrios de cuentas públicas) del presente. Cuidarnos en medio de la pandemia, puede ser un acto lleno de sabiduría y de reflexión, sobre todo cuando somos convocados a retomar esa política de la verdad en nuevas condiciones. Razones todas estas por las que resulta válido asumir que este 24, como cada 24, la memoria no se detiene en un pasado fijo, como si el presente ya lo hubiera superado, sino que repite su potencia política mas propia, el ejercicio que detecta los peligros más oscuros, como lo inaceptable de nuestra actualidad.

sábado, 20 de marzo de 2021

Tiburones y lagartos

Piazzolla II: sublime y abyecto



El primer músico que aparece en el video que se puede ver al final de este párrafo es Tomás Gubistch, jovencísimo, recién salido de Invisibe. Toca solo el pasaje inicial de esta versión de "Libertango", un ejemplo notable de la música que Piazzolla estaba haciendo en Europa durante la segunda mitad de los 70. El resultado es tan deslumbrante que es imposible adivinar que esa banda vivía por esos días en un ambiente tóxico. Piazzolla maltrataba a sus músicos, los acusaba de no estudiar, les pagaba menos que lo que correspondía por trabajar en la grabación de un disco en vivo, los acusaba de comunistas. Lo peor no es eso: la gira europea estaba financiada por la dictadura para contrarrestar las denuncias sobre violaciones de derechos humanos en Argentina, "la campaña antiargentina en el exterior". Gubistch, el pibe que empieza a tocar en el video, fue a la gira sin saber que los bancaba la dictadura. Cuando antes de un show, Piazzolla les ordenó a los músicos que en el escenario no dijeran nada contra "la Argentina" porque esa noche iban a estar presentes oficiales de la Embajada, a Gubistch le cayó la ficha. A propósito, metió en su solo una cita de "Hasta siempre, comandante", la canción dedicada al Che. Piazzolla le dirigió una mirada furiosa. Además, como se estaba grabando el disco en vivo, Astor gastó horas de postproducción en borrar obsesivamente todo rastro de ese pasaje subversivo. 


En entrevistas concedidas a revistas masivas como Gente y Radiolandia, Astor se quejó de que sus jóvenes músicos, reclutados pocos meses antes en el ambiente del rock progresivo, fueran un grupo de ególatras, izquierdistas y drogadictos. Omitía que la raíz del conflicto se hallaba en que ellos descubrieron durante la gira el compromiso de su jefe con el régimen. En el clima de terrorismo de estado de aquella época, Piazzolla pasó de la autocensura a la delación pública. ¿Existe un pecado más bajo que buchonear a tus compañeros en medio de un genocidio? Eso le ocasionó al joven Gubistch que el consulado le tratara de imponer una declaración de arrepentimiento: querían que diga que había sido "adoctrinado por elementos sediciosos del terrorismo internacional", algo que el pibe rechazó con una puteada. El joven Gubistch, que tenía todo para ganar como parte de la banda de uno de los músicos más prestigiosos y exitosos de esa época, prefirió perder ese lugar de exposición.  Las historias se pueden contar desde diversas perspectivas y Piazzolla eligió la más favorable para él. A las quejas sobre el izquierdismo y la drogadicción de ellos, agregó una excusa sobre sus propios límites estéticos:

"Los franceses, que conocen muy bien mi obra, me hicieron una especie de planteo. «¿Qué le pasa, Piazzolla? ¿Qué hace con este conjunto? El mundo está lleno de guitarras y bajos eléctricos, de sintetizadores y órganos. Así es uno más. Pero con instrumentos acústicos usted tiene uno de los mejores conjuntos del mundo, vuelva al Quinteto». Lo pensé y me dije: esta gente tiene razón. Yo soy Piazzolla, mi música tiene que ver con el tango. ¿Qué tengo que ver yo con la fusión jazz rock?". Así recapacita sorpresivamente Piazzolla, quien nunca estuvo predispuesto a ceder a las demandas de los que pedían que "volviera al tango" y de repente se dio cuenta, por lo que le decían unos franceses, que había perdido el entusiasmo que poco antes alardeaba sobre los jóvenes músicos de rock.

Su actitud de buchón de los milicos o el almuerzo con Videla no agregan ni quitan nada a la calidad de su música. Pero esta pincelada enriquece al personaje y permite complejizar la mirada hacia un artista al que su obra nunca puede quitarle su carácter terrenal. La obra resiste las agachadas del creador. Esto vale para Piazzolla y para cualquier otro. 



En estos días hay una serie de HBO, Allen vs Farrow, que propicia el clima de cancelación que está sufriendo la obra de Woody, basándose en una manipulación de testimonios que cualquier documental puede hacer fácilmente para poner al espectador en el lugar de juez. Entre las "pruebas incriminatorias" contra Allen, la serie de HBO incluye fragmentos de películas del cineasta que "demostrarían" que es un pedófilo. [Vean la interesante nota que escribe al respecto Hernán Schell en A Sala Llena]

En los años 90, cuando este clima de cancelación todavía no tenía el impulso actual, en la revista Parte de Guerra publicamos tres notas que ahora suenan premonitorias. 

En 1946 un sector de la izquierda europea, siguiendo la huella de György Lukács, había dictaminado que la literatura de Kafka conducía a un pesimismo reaccionario, por lo que consideraba la posibilidad de que se hiciera efectiva la voluntad expresada por Kafka a su amigo Max Brod y que su obra inédita (la mayoría de lo que escribió) fuera, diríamos hoy, cancelada. Action, una revista comunista francesa hizo la encuesta "¿Hay que quemar a Kafka?". El cuestionario se componía de tres preguntas:

1) ¿En qué medida juzga usted que los imperativos sociales y políticos deben regir las formas y los temas de la obra literaria? ¿Es usted de la opinión de que el escritor puede decir aquello que le plazca, sin otra preocupación que la calidad auténtica de su obra?

2) ¿Qué piensa usted de la LITERATURA NEGRA? ¿La juzga usted moralmente nociva y socialmente reaccionaria? ¿La condena usted en bloque, o cree que hace falta distinguir diversas variantes, más o menos justificables?

3) ¿Piensa usted que la literatura de nuestro tiempo debe ser una literatura OPTIMISTA? ¿En qué sentido entiende usted esa palabra? 

En Parte de Guerra repusimos esa pregunta en tapa con intención provocativa y nuestra línea editorial resaltaba el ridículo del mero planteo.

En los 90 hubo otras tendencias anticipatorias de la cancel culture: el chileno Víctor Farías escribió Heidegger y el nazismo, acopiando documentos que reafirmaban los ya conocidos vínculos del filósofo suavo con el partido nazi en 1933. La publicación del libro de Farías reavivó la tendencia a destituir su obra filosófica. En Parte de Guerra hicimos un dossier criticando esa operación obtusa de sectores filosóficos que pretendían "refutar" la filosofía de Heidegger sin leerla. Algún lector se mostró molesto porque hubiéramos destacado los aportes de su pensamiento para comprender el mundo actual, como si eso nos hiciera complacientes con el nazismo. 

Por los mismos años se reactivó el asunto de la presunta pedofilia de Lewis Carroll, su inclinación a vincularse con niñas y sacarles fotos, que siempre fue conocida y discutida. Una de esas niñas era la propia Alicia, a la que Carroll le dedicó Alicia en el país de las maravillas. En la revista sosteníamos el absurdo de quienes querían condenar la obra de Carroll por estas sospechas. También recibimos en el correo de lectores la carta de una psicoanalista de renombre, indignadísima porque le parecía que la nota era (o corría el peligro de ser) una suerte de apología encubierta de la pedofilia. 


Hace días vi la interesante película Los años del tiburón de Daniel Rosenfeld y pude constatar que esquiva con aplicación el asunto del colaboracionismo y la delación de Piazzolla. El tema del almuerzo con Videla se resuelve cuando su hijo aparece alegando que la dictadura lo había "obligado" a ir a almorzar con el genocida y que él fue por miedo. La película no avanza más allá de esta excusa inverosímil. ¿Quién podía obligar a la personalidad indómita del cazador de tiburones, una celebridad internacional, a almorzar con un milico? Quizás su autor haya considerado que incluir una nota muy oscura de la vida de Piazzolla podría disminuir la grandeza de su música u obstruir la fluidez del relato. El almuerzo apareció en esa época en la tapa de los diarios, lo que produjo una grave ofensa en Diana, la hija de Piazzolla, militante del Peronismo de Base exiliada por entonces en México, cuyo segundo marido estaba encarcelado por la dictadura, que inició a partir de esto un distanciamiento con su padre que duró muchos años. 

Rosenfeld no hurga en ese episodio, en cierto modo modo fundante de su propia película, en gran parte basada en los testimonios que Diana tomó de su padre años después, cuando aceptó el perdón que Astor le pidió por su defección. La película habría sido inquietante y más interesante de lo que ya es: ese tipo genial quedó asociado a uno de los momentos más negros de la historia argentina. Había hecho la más maravillosa música, había conocido a Gardel, a Borges, a Troilo, con todos ellos compartió sus obras artísticas y no se trató de simples cruces casuales. Piazzolla y la dictadura es una clave y un clavo doloroso de la Argentina. El reencuentro de Diana con Astor del que salen muchísimos de los testimonios que la película expone es el consecuente de su anterior desencuentro.

El asunto aparece relatado en tres libros: el Astor de Diana, Piazzolla. El malentendido de Diego Fischerman y Abel Gilbert y Tigres en la lluvia de Martín Graziano y en sendas notas de Página 12 [acá y acá]. En cambio, la canonización de Piazzolla alcanza a un tipo tan suspicaz e implacable como Horacio Verbitsky, quien hace pocas semanas cayó él mismo en desgracia por el llamado "vacunatorio VIP" y debe estar sufriendo ahora el clima de cancelación que hoy impera. Verbitsky es un gran admirador de Piazzolla, al que llama con veneración "Pantaleón", su segundo nombre. Cuando Verbitsky vio Los años del tiburón salió naturalmente conmovido. Al final de una nota sobre la película, en febrero de 2019, lanza una advertencia a un comentador anónimo del sitio web que se dedicaba a criticar los textos sobre música de El Cohete a la Luna: "Al tonto que todas las semanas cambia de nombres para abominar de la música, de mí puede decir lo que quiera, que me trae sin cuidado. Pero si se mete con Astor, lo bloqueo de un clic. Es una cuestión de proporciones". Verbitsky no mostró la misma flexibilidad al condenar el presunto colaboracionismo del obispo Beergoglio con la dictadura. Hizo valer las dudas contra Bergoglio, pero fue inusualmente indulgente en favor de Astor.


Hoy, en plena revolución de las mujeres contra el patriarcado, no parece plausible esquivar el ninguneo de Piazzolla hacia Amelita Baltar. En su reencuentro con su hija Diana, él le pidió que escribiera el libro de su vida, con una sola restricción: que no mencionara a Amelita, pedido que la película no explicita. Ella fue la compañera en dos momentos muy notorios de la obra de Astor: la ópera María de Buenos Aires y su canción más popular, "Balada para un loco", cuyo estreno provocó un sonoro escándalo y un éxito inmediato. Así como la película dedica una secuencia al primer divorcio de Astor, la figura de Amelita queda reducida a su mínima expresión, aparece y desaparece de pronto y sin por qué, como cumpliendo a medias el mandato de Astor. ¿Por qué Astor la quiso borrar? ¿Por qué la película la deja en esa zona imprecisa? 

Probablemente incluir estos aspectos podría ser interpretado como un intento de desvalorizarlo como artista. El campo de batalla se dividiría entre quienes lo defenderían negando su colaboracionismo y su machismo y otros que sobre esa misma base propondrían cancelarlo. Yo creo que ese contraste violento entre lo sublime y lo rastrero es lo más interesante para pensar el arte.

jueves, 18 de marzo de 2021

El boicot de Larreta y el peligro de Manaos

Peligros sanitarios: ¿quién le pone el cascabel al gato?

Tabla de muertos por millón de habitantes por país

GIBRALTAR 2.791

SAN MARINO 2.266

REPÚBLICA CHECA 2.229

BÉLGICA 1.944

ESLOVENIA 1.899

UK 1.847

MONTENEGRO 1.861

HUNGRIA 1.807

BOSNIA y HERZEGOVINA 1.737

ITALIA 1.712

BULGARIA 1.695 

USA 1.657

PORTUGAL 1.643

MACEDONIA DEL NORTE: 1.626

ESLOVAQUIA 1.600

ESPAÑA 1.556

MÉXICO 1.508

PERU 1.487

LIECHTENSTEIN 1.466

ANDORRA 1.461

FRANCIA 1.399

CROACIA 1.397

PANAMA 1.379

BRASIL 1.335

SUECIA 1.304

LITUANIA 1.272

POLONIA 1.270

COLOMBIA 1.200

ARGENTINA 1.192

Estas son cifras actualizadas a la fecha . Es una lista muy odiosa: cuenta la cantidad de muertos por Covid por millón de habitantes. Fríos números, muertos por millón, es decir: cada 1 es una tragedia. Todo puede cambiar, porque un fenómeno como esta pandemia no tiene un antecedente en la historia con qué compararse. Pero  que sirve para evaluar comparativamente la incidencia de la pandemia en nuestro páis y la relativa eficacia de la campaña sanitaria. Se dice que estos números son "datos duros". Esa visión cuantitavia no muestra todo lo que hay. Cada país tiene una situación política, económica, cultural e histórica diferente, que los números no alcanzan a expresar. Como puede apreciarse, en esta lista aparecen mezclados países muy grandes y muy chicos, ricos y pobres, con sistemas de salud en diversos estados de fortaleza y con gobiernos que encararon el problema de diversas maneras: coherentes, más o menos zigzagueantes, negacionistas o caóticos. El corte temporal al día de la fecha implica un sesgo porque hay países a los que la pandemia llegó antes que a otros. Hay países que ya entraron en la segunda ola de contagios y otros, como Brasil, cuya línea ascendente no parece tener freno. Algunos países, algunos estados de ciertos países sufrieron el colapso del sistema sanitario. 

La lista numérica es una foto instantánea pero el comportamiento de la pandemia, lo hemos aprendido, es imprevisible: nada asegura que estas tendencias se mantengan en las próximas semanas. Algunas cosas parecen seguras: los países gobernados por dementes negacionistas conocen catástrofes irreversibles. Los que no llegaron aún a esos extremos no tienen asegurado ningún final. En gran medida depende de esos factores difíciles o imposibles de medir en este cálculo: el comportamiento social, las disputas políticas, el activismo y el poder de los grupos antivacunas, la fortaleza del sistema sanitario, la situación socioeconómica previa, los ciclos estacionales, el acceso a las vacunas, la competencia comercial de los laboratorios y las luchas geopolíticas de los estados para acapararlas. 

Una variable más indeterminada radica en errores o aciertos contingentes que producen estados y sociedades. Un ejemplo de mucho peso en la actualidad: hoy hay países que están suspendiendo las clases presenciales, en otros recién se está volviendo a ellas: en Argentina hay un tironeo político que la hizo ingresar en una zona gris. El distrito más rico, la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, aceleró una vuelta a la presencialidad con protocolos que son incumplibles y esto antecede claramente a un ascenso de la curva: ¿hasta dónde la propia sociedad tolerará este ascenso? ¿quién pone la decisión cuando el apuro no va acompañado por los debidos cuidados y los números se disparan?

Otra cuestión: Argentina está rodeada de varios países que sufren ahora un severo aumento de casos, por lo que una decisión de seguir con las fronteras abiertas o cerrarlas puede cambiar el avance de la pandemia dramáticamente en pocas semanas. El caso más dramático es Brasil: la curva muestra el brutal incremento de casos de muertes en Brasil: ¿hasta cuándo se pueden seguir manteniendo nuestras fronteras abiertas con ese país sin que este desastre se derrame hacia nuestro territorio?

El cuadro es lo suficientemente alarmante como para que un grupo de científicos, académicos y referentes sociales pusieran a circular una carta dirigida a las autoridades nacionales para cerrar las fronteras. La lista de los firmantes está encabezada por Andrea Gamarnik, Ruth Rosenstein, Roberto Etchenique y Alberto Kornblihtt; Nora Cortiñas, Adolfo Pérez Esquivel, Adrián Paenza y Sergio Maldonado, entre otros:

Cierre transitorio de fronteras y control estricto del reingreso al país
Las y los abajo firmantes solicitamos a las máximas autoridades nacionales imponer el cierre de nuestras fronteras, en particular para personas provenientes de Brasil y el control estricto tanto de las fronteras con el resto de nuestros países vecinos como de los vuelos internacionales. Este control estricto debe incluir el cumplimiento de un confinamiento obligatorio por un lapso de 14 días para todos aquellos que reingresen a nuestro país, en hoteles o centros previamente asignados a esta tarea. Estas medidas deberían ser independientes de los estudios diagnósticos que los viajeros acrediten, atendiendo a que los mismos son incapaces de descartar la existencia de un proceso infeccioso incipiente. Evitar o al menos demorar la circulación comunitaria de la variante P1 en el país, mientras avanza la vacunación, podría significar salvar miles de vidas. [Para adherir, clickear acá]

En la coyuntura nacional opera una derecha feroz que desde hace meses trabaja para hacer fracasar la política sanitaria apostando a una catástrofe humanitaria con el único objetivo de dañar al gobierno. Está en la propia naturaleza de la derecha hacer política con la muerte. Una noticia de hace dos días: el gobierno de CABA clausuró el principal centro de atención de PAMI en la ciudad, el Hospital Español: es imposible separar este atropello de Larreta de su oscuro smanejo del plan vacunatorio. Larreta excluyó deliberadamente al PAMI de la primera fase del plan y privilegió a ciertas empresas de medicina prepaga en el reparto de vacunas que se consiguieron con los fondos públicos. Es parte de la matriz que Larreta aplica desde que maneja esta ciudad favorecer intereses privados en detrimento del estado. Si agregamos la devastación social y sanitaria que había dejado el macrismo pocos antes de la pandemia, el gobierno nacional se pasó el primer año de su mandato en un plan de reducción de daños con relativo éxito, como muestra la lista comparativa con que empieza esta nota. Eñ sistema sanitario pudo haber colapsado y eso se evitó. Pero las clases que apuestan a la masacre están muy activas, por lo que el resultado final es abierto

Como lo muestra la calusura intempestiva del Español, Larreta ya no encubre su boicot hacia la salud pública: en esto parece que la derecha no tiene halcones y palomas: son todos iguales. En los primeros meses de gobierno, Alberto Fernández intentó alinear la jurisdicción nacional, la porteña y la bonaerense en una estrategia común para sacar la pandemia de los tironeos de la llamada "grieta". Durante un tiempo, Larreta fingió que coordinaba sus políticas con las de toda la Nación, pero pronto empezó a boicotearlas, primero subrepticiamente y ahora de manera abierta. Los medios corporativos, que hoy vertebran la oposición política, le dan a Larreta una protección que encubre su desastrosa gestión de la ciudad más rica del país.

Por su estructura socioeconómica y su posición geográfica, CABA es además el distrito que irradia nuevas olas de contagios, como sucedió a fines del verano 2020 y empieza a verse ahora de nuevo. 

Este cuadro muestra, actualizado al 16 de marzo, el porcentaje de casos  de Covid por cada 100 mil habitantes en diversas regiones de Argentina. La línea amarilla es CABA, la celeste es Provincia de Buenos Aires. La verde es el resto del país, desagregado el AMBA. La roja es el total del país. En todos los casos se muestra un aumento desde principios de marzo hasta hoy. Pero la curva de CABA es la que sube de modo brutal y arrastra al resto. La curva porteña empieza a subir bruscamente el 4 de marzo, es decir: dos semanas después del inicio a las apuradas de las clases presenciales impuesto por Larreta y Acuña, con escuelas que, según confiesan  sus propios directores por lo bajo en reuniones con sus docentes, no pueden cumplir con los protocolos declamados por el larretismo. ¿Quién le pone el cascabel a este gato?

Rige por ahora una decisión política de Alberto Fernández por no hacer explícitas las notorias diferencias sanitarias con el larretismo, como si al presidente le costara despegarse de la foto incicial que rindió sus frutos en el lejano comienzo de la pandemia.


Hasta ahora el desempeño argentino durante la pandemia no ha sido malo. En un contexto internacional de escasez de vacunas, a pesar de las presiones negacionistas, el ritmo de vacunación pudo mantenerse en un nivel aceptable, pero el otoño se acerca. Una demora en el cierre de fronteras con Brasil puede tener repercusiones negativas muy rápidamente. Larreta ya no disimula su hostilidad. Alberto todavía no lo asume públicamente. Los márgenes para tomar decisiones se estrechan. Las curvas de mortalidad saltan abruptamente si un par de desaciertos se combinan .

En mayo del año pasado La otra planteaba este peligro: 

Larrata es el enemigo disfrazado de cordero y el instrumento para quebrar la democracia, si Alberto no le suelta la mano a tiempo. Fernández no solo se juega su presidencia en esto, sino el futuro del movimiento popular. Que no se haga el distraído porque la pagamos todos.

lunes, 15 de marzo de 2021

Piazzolla, el rock y la dictadura: bancate ese defecto




En 1976 Piazzolla estaba dando unos recitales en el Gran Rex con una formación que incluía sintetizadores y tratamiento musical afín al jazz rock. Los tangueros le habían dado la espalda. Necesitaba conquistar a un público rockero. Y quería llevarse a Tomás Gubistch, el guitarrista de Invisible para tocar en su banda. Era un movimiento oportunista del "maestro" que a los pocos meses iba a borrar con el codo. Esa noche el Gran Rex se llenó de público rockero. Spinetta estaba en la platea y un reflector lo iluminó. Al poco tiempo, Piazzolla se lleva a Gubistch de gira por Europa y eso provoca la fractura de Invisible. 



La gira por Europa era financiada por la dictadura militar para contrarrestar las denuncias de las violaciones de derechos humanos del gobierno de Videla. La dictadura la llamaba "campaña antiargentina en el exterior". Gubistch tenía una posición política de izquierda y en su paso por Invisible le criticaba a Spinetta que no fuera más comprometido. Pero Gubistch no sabía que la gira de Piazzolla era financiada por los milicos. En uno de los recitales, antes de salir a escena, Piazzolla les dice a sus músicos, todos jóvenes: "No digan nada contra el gobierno argentino porque va a haber unos militares hoy entre el público". Gubistch se da cuenta de lo que le estaba pidiendo Piazzolla y en su improvisación de guitarra incluye algunas líneas melódicas de "Hasta siempre" la canción dedicada al Che. En escena Piazzolla lo mira enfurecido. 


Después estalla: "La cuestión política ya me tiene harto.. No quiero oír hablar de comunismo ni de izquierdismo. Me tienen harto estos irresponsables pendejos que no saben dónde están parados. Yo los mandaría a Rusia a todos y que morfen pescado y que griten viva Marx. QUE VIVAN LOS HERMANOS MARX [en mayúscula en el original]. Qué joder, a todos a la camara de gas ... El que es músico y político cagó. Los dos juntos nunca dan resultado. A ver si creen que Chopin escribió el estudio revolucionario porque era politizado.. No, era un hombre de varias Polonias y nada más. Yo me siento igual con Argentina." (Libro Tigres en la lluvia, de Martin Graziano, p. 164 , que a la vez cita el libro de Diana Piazzolla sobre su padre, Astor, p. 216).

Eso no es todo: en la página 170 del libro de Martín Graziano leemos: "Piazzolla pautó una cena con Jorge Rafael Videla y fue entrevistado por revistas como Radiolandia y Gente.... Deslizó que los músicos habían resultado un grupo de ególatras, drogadictos e izquierdistas." Sigue Graziano: "Esa clase de delación en 1977 era poco menos que una condena a muerte". Piazzolla maltrataba a la banda de músicos jóvenes que había reclutado en su etapa de acercamiento al rock argentino, grabó un disco en vivo el Olympia de París sin avisarles a sus músicos que lo estaba haciendo y no les avisó que la gira era financiada por la dictadura. Gubistch decidió abandonar la banda y volverse a Argentina. Fue a tramitar el pasaporte al consulado argentino en París. Fue recibido por el cónsul Mario Corcuera Ibáñez. Dice Gubistch: "Me explicó con tono de milico que si yo volvía a Buenos Aires no podía garantizar mi integridad física, a menos que yo publicase en La Razón y La Nación declarando que había sido manipulado por elementos sediciosos de marxismo internacional, que me arrepentía. Le contesté básicamente que se podía meter mi pasaje en el orto, que era un facho hijo de mil puta, que algún día la historia iba a exigir explicaciones a colaboradores como él" (Graziano , p. 171). En el consulado sabían de la posición política de Gubistch por las declaraciones que había hecho Piazzolla. Al no aceptar el chantaje que le proponía el cónsul de la dictadura, Gubistch se tuvo que quedar en Europa por varios años. Al poco tiempo, la actitud de Piazzolla hacia los rockeros argentinos cambió.

En el 84 ya Piazzolla no necesita conquistar al público rockero y empieza a atacar a los músicos de rock argentino: Dice: 

- Los roqueros argentinos tienen una gran desgracia Salieron y empezaron a ganar dinero. Y el que no lucha en esta vida no logra nada. Ganan dinero, se van a grabar a Estados Unidos y de lo único que se preocupan es de mejorar el sonido, comprar sintetizadores, teclados, las mejores baterías, cada equipo que me dejan con la boca abierta; en vez de estudiar. Pero después, el mensaje poético y musical no existe. Cantando son todos muy mediocres, no hay un tipo realmente del que se pueda decir qué maravilla de cantante.

-¿No hay mensaje en las letras de Luis Alberto Spinetta, por ejemplo, o de Charly García?

-Cuando empezó Spinetta con el grupo Almendra (en 1967) era muy positivo; pero Charly García me revienta porque es muy poseur: una pose; o sea, se baja los pantalones cuando se enoja y todas esas cosas que en este mundo, si vos escribieras bien te las permito. Sé genio y después bájate los pantalones. O se pone a decir groserías que a mí no me parece, porque yo a veces tomo los ejemplos de los grandes divos del mundo, como Frank Sinatra, Tony Bennett, Barbara Streissand, Ella Fitzgerald, Sarah Vaughan o un Jacques Brel; nunca tuvieron necesidad de esas tonterías .Ellos subían, cantaban y decían las cosas más lindas del mundo.

-¿Por qué no se dio la fusión de roqueros argentinos con Piazzolla?

-Es exactamente lo que declaré. Me tuvieron miedo y es lo peor que me pudieron haber hecho .Yo hubiera preferido que me dijeran: “¡Cómo no, maestro! Yo no sé mucho pero me gustaría intentarlo”. Yo les di la oportunidad, a pesar de que no sabían música, de que trabajaran conmigo. [Fuente: Socompa]


Esta semana se cumple el centenario del nacimiento de Piazzolla, uno de los más grandes músicos argentinos, que fue durante los años de Videla un colaboracionista de la dictadura y un oportunista para cooptar al público de rock. La música de Piazzolla sigue siendo una belleza indispensable aunque su creador haya tenido actitudes miserables.

viernes, 12 de marzo de 2021

Sarlo: te vi venir por debajo de la mesa



En 2008 percibí el alineamiento ideológico de Beatriz Sarlo en un momento que resultó prematuro, si lo comparamos con la reacción de todos los que recién ayer advirtieron su rol decisivo en una operación de la derecha contra el plan de vacunación de la provincia de Buenos Aires. Cuando algunos conocidos se sorprendieron de la rudeza de Sarlo para transitar su momento de mayor exposición social -ayer llegó por primera vez a la tapa de los diarios y no fue por ningún libro suyo, sino por la burda mentira que dio lugar a una fake news- recordé que la ensayista mediática ya se había alineado con total subordinación a la derecha oligárquica argentina en 2008. 

Este blog ya existía y la historia la íbamos escribiendo en tiempo real. En medio de un intento serio de las patronales agrarias, aliadas con La Nación y Clarín, para voltear el primer mandato de la presidencia de Cristina, Sarlo ya había levantado la mano para decir: yo estoy de ese lado. Enseguida se diferenció de algunos coetáneos del campo cultural, ex-militantes setentistas, que veían avanzar los intentos golpistas y empezaban a reunirse en lo que después se llamó Carta Abierta. Lo que se estaba rompiendo en ese momento era un clima político generado en los 80 alrededor de Alfonsín, de defensa de las instituciones democráticas ante los avances de los poderes fácticos. 

La primera secuencia de ese clima que en 2008 se rompió nos lleva dos décadas más atrás: se había generado en la Semana Santa de 1987 cuando una multitud acudió a la convocatoria de "defender la democracia" ante la rebelión carapintada. Los líderes de esa insurrección siempre negaron que trataran de voltear a Alfonsín y sostenían que solo estaban protestando contra los privilegios de las jerarquías militares, pero la sociedad civil olió el clima golpista y ese jueves santo en el balcón de la Casa Rosada el presidente Alfonsín, ante una plaza llena de personas de distintos partidos, fue apoyado por la dirigencia peronista de entonces, los "renovadores", un gesto de unidad fuerte que sacó a Alfonsín de la encerrona, mostró que la dirigencia opositora y el pueblo estaban alineados detrás de las autoridades legítimas contra los golpistas, aún cuando estos negaran que quisieran derrocar a Alfonsín. Sarlo, en el Club de Cultura Socialista, aún con su matiz antiperonista, formaba parte de ese clima de época.

Fue el momento fundacional de todo un período y a la vez único: parecía encarnarse en cientos de miles de cuerpos el Nunca más. Alfonsín malversó ese apoyo y en seguida negoció con los carapintadas, lo que hizo que a partir de ese momento se diera vuelta el reloj de arena de su credibilidad y el Nunca Más de esa semana santa se convirtió en Nunca más salimos a bancarte porque vos te rendiste frente a los poderes fácticos. Ese episodio podría considerarse también como precursor del kirchnerismo. Desde Santa Cruz, la pareja de dirigentes que décadas después se convertirían en los líderes políticos más importantes de la post-dictadura, Néstor y Cristina, aprendían algo de esa secuencia que iba del apriete de los poderes fácticos a la rendición de Alfonsín. Los Kirchner aprendieron que la bajada de banderas se convirtió en el patrón sistemático del alfonsinismo, lo que un gobierno democrático no tenía que hacer. 

Veinte años después Néstor y Cristina se enfrentarían a una coalición similar a la que intentó derrocar a Alfonsín, pero ahí donde el radical se arrodilló, Cristina y Néstor supieron que capitular los llevaría por la deslegitimación con que Alfonsín terminó en 1989. Si el kirchnerismo es todavía el hecho maldito del sistema político argentino, es porque en este ciclo Néstor y Cristina tuvieron la firmeza que Alfonsín no sostuvo. Por esa razón, todavía hoy, 13 años después del lock out agrario, 34 años después del "Felices Pascuas" alfonsinista, Cristina sigue siendo la dirigente popular que las clases dominantes no logran asimilar ni destruir. El ciclo popular del alfonsinismo duró desde 1983 hasta 1987 y solo post-mortem fue neutralizado como "el Padre de la Democracia". El del kirchnerismo lleva ya 18 años.

Pero el compromiso del conjunto de la dirigencia política en defensa de las autoridades democráticas se habíaa roto en 2008. Ya no había una oposición dispuesta a estrechar filas en defensa de las autoridades legítimas, sino que indisimulablemente se había alineado con los facciosos para apoyar una nueva modalidad de los golpes de estado que surgía en la región, ya sin la participación de las Fuerzas Armadas. Los golpes de estado del nuevo siglo se dan en Latinoamérica con otro dispositivo, el lawfare, un concepto importado, insuficiente y poco expresivo para denominar los procesos de destitución que con patrón similar se fueron dando en Honduras, Paraguay, Ecuador, Brasil y Bolivia. Esta modalidad tuvo varios intentos para derrocar, encarcelar o proscribir a Cristina durante todos estos años y hasta hoy lo siguen intentando sin éxito. Con Cristina no pudieron.

Vuelvo a Sarlo: ella se destaca porque ya en 2008 se convirtió en la vocera de un sector que en los 80 había acompañado al alfonsinismo y en los 90 a la Alianza, pero en el nuevo siglo volvió sobre sus pasos y borró de su memoria el pacto del Nunca Más. Ella fue de las primeras en articular un discurso negacionista de esta nueva clase de golpe que se propagó por la región. Antes que ningún otro referente de la cultura ella dijo "Esto no es un golpe", como decían los carapintadas del 87. Junto con ella, los radicales se alinearon detrás de los que en 1987 habían acorralado a Alfonsín.

El neo-negacionismo se convirtió en el discurso del lawfare. En una perversa inversión de los significados, quisieron consentir la caída del gobierno popular "en defensa de la República", ya no de la democracia. Este borramiento del 87 no innovaba, sino que retrocedía hacia el 55. El mito de la República Perdida, proferido en la fundación del alfonsinismo, caducó. Las clases dominantes perfeccionaron sus métodos para interrumpir los períodos democráticos, disponiendo de la fuerza movilizadora de los medios de comunicación, los golpes de mercado y los sectores medios de la población que habían borrado de sus conciencias todo compromiso con la democracia. Así destituyeron a Dilma en un proceso de degradación política inaudito, así encarcelaron a Lula y proscribieron a Correa. Así voltearon a Evo. El problema con Cristina es que aún no pudieron, aunque lo siguen intentando.

Sarlo en 2008 hizo punta. En una entrevista dada a ADN, el suplemento cultural de La Nación, instaló la tesis de que no se podían interpretar los intentos destituyentes de la Sociedad Rural y los medios oligopólicos aliados al poder financiero internacional como una continuidad de los golpes de estado clásicos del siglo xx: según ella, no era lícito establecer una continuidad histórica entre la Rural que apoyó el golpe del 55 con la que apoyó a Videla y Martínez de Hoz en el 76 y la que en 1983, en la retirada desordenada de los milicos, declaró en una solicitada en el diario Convicción que, ante circunstancias similares a las del 1976, no dudaría en volver a actuar de la misma manera. La importancia simbólica del gesto de Sarlo no radicaba en que su voz gozara de un gran eco popular, sino en que una operadora cultural que en los 80 se había encolumnado detrás del Nunca Más volvía a intervenir desde La Nación para decir "Esto no es un golpe". Ese negacionismo que Sarlo pronunció por primera vez en 2008 lo mantiene hasta hoy.

Cuando vi el intento faccioso de 2008, presté especial atención a la posición de personas como Tomás Abraham y Beatriz Sarlo. Mi sorpresa de 2008 fue ver que se habían convertido en negacionistas de nuevo estilo.

El 19 de agosto de 2008 escribí:

El conflicto desatado a partir de la fallida resolución 125 -nunca mejor puesto el mote de “fallida”, porque el gobierno no pensó que iba a desencadenar todo esto- vino a mover todas las posiciones en el tablero. De alguna forma, todos hemos sentido la necesidad de re-ponernos, re-definirnos, re-pensarnos. La versión más degradada de esta experiencia coloca el problema en el lugar lo más lejos posible de sí mismo: acá lo único que pasa es que el gobierno, que Kirchner está loco, que el matrimonio perverso, que el clientelismo (...). 

Beatriz Sarlo lo dijo con su talento de comunicadora: “Para un intelectual progresista o peronista era muy difícil no tomar una posición porque cuando el Gobierno convoca a la historia en su epopeya anticampo, evoca a través de la historia algunos hechos fehacientes de los últimos cincuenta, sesenta o setenta años" dijo de los otros que no son ella. Y de ella misma dijo: “yo no quisiera ser alineada como miembro del Partido Comunista Revolucionario prochino, del cual fui miembro hasta los cuarenta años. Quisiera ser alineada con mis transformaciones ideológicas y políticas en los veinticinco años que siguieron. Alinear a un protagonista respecto de ese pasado me parece inaceptable”. Sarlo no quiere ser alineada consigo misma y de paso le acerca a la Rural y a La Nación unas ideas persuasivas para que estas beneméritas instituciones no queden alineadas con su pasado... [Completo acá].

Me veía venir lo que vino. Un nuevo ciclo antidemocrático atraviesa toda Latinoamérica y expresa su racismo, su odio de clase y su oscurantismo con más desfachatez que los golpes de estado clásicos. Manejan los medios de comunicación que dirigen las insurrecciones -los fierros mediáticos, los llamó Néstor- y conquistaron la penetración de las redes sociales para inducir tecnológicamente estados de conmoción civil. Cuentan con la base social que estuvo siempre: los sectores medios carentes de proyecto estratégico, pendulantes entre momentos de cercanía con el pueblo y momentos violentamente reaccionarios [ver "La clase media, nosotros"]. 

La extraña operación de distanciamiento con su propia tradición propuesta por Sarlo terminó por volverse modélica para el neo-negacionismo. Por los acontecimientos de esta semana, algunos de los que en 2008 mi miraron raro por señalar el alineamiento de Sarlo con la derecha empiezan a advertir que ella es una agente orgánica de la derecha.

En estos años vi cómo Sarlo fue construyendo su personaje mediático con aura académica. Cuando Fantino o Novaresio la presentan, la llaman "la intelectual", cosa que no se sabe bien qué es. Se supone que ella pasó 50 años analizando discursos. Pero todo hizo eclosión cuando hace algunas semanas tiró como al pasar en TN que le ofrecieron la vacuna "por debajo de la mesa". Después no aclaró más nada, hasta este miércoles, cuando aparecen los hilos de la operación contra la campaña de vacunación de la provincia de Buenos Aires, en la que otra vez Sarlo hace punta. Hay una incongruencia ya inocultable hasta para muchos que la semana pasada la consideraban una referente intelectual: diestra analista de discursos, crítica literaria, académica que ostenta prestigio por analizar signos, durante los últimos años se vuelve comentarista política apoyada en su presunto saber. Justo ella no podría ignorar que una expresión tan grosera como "me ofrecieron la vacuna por debajo de la mesa" iba a desatar un escándalo. 

En la nota que el miércoles le hace Bercovich, después de su declaración en Comodoro Py, ella dice que no sabe lo que en ese momento están diciendo los medios corporativos, que ella "lee los diarios de papel", jactándose de una cultura letrada que ya forma parte del personaje, pero que Página 12 siempre la ataca. Se ofusca y acusa a los periodistas -amedrentados por su presunto prestigio- de ser... ¡agentes del gobierno de Kicillof! Un delirio macartista. No tiene escrúpulos en incriminar a una ex docente de su cátedra con la que ni siquiera se comunicó en los últimos 20 años. Evade toda responsabilidad por la forma en que sus dichos confusos son usados por Clarín y La Nación, se va por las ramas, se exaspera. Jamás admite su rol decisivo en la operación. Lo cierto es que Sarlo jamás podrá alegar ser una incauta. Se presta con oportunismo a ser disparadora de una operación para desprestigiar a Kicillof. ¿Casualmente? esto salta el día después del colapso del plan de vacunación de Larreta. En la entrevista con Bercovich ella, sin que nadie le pregunte, dice que la vacunación porteña está funcionando a la perfección y que un familiar suyo se vacunó sin que ella haya avisado que era familiar suyo. Aprovecha el escándalo para pasar el chivo de Larreta. No creo que reciba guita por eso, solo es un gesto para afirmar su pertenencia al club: quiere seguir formando parte de La Nación y Clarín. Lo raro es que alguien pueda todavía suponerla una intelectual progresista. 

Sarlo ya perdió la elegancia para simular su odio. Es interesante ver que sus últimos movimientos le están haciendo perder el respeto que le tenían hasta ayer nomás. En 2008 se la veía venir.