todos estamos igual

viernes, 31 de marzo de 2017

Ante la sexta movilización masiva, ¿el gobierno quiere muertos, para provocar una reacción que justifique una escalada represiva?









Sexta marcha masiva de un marzo histórico, que marcó una escalada de protestas sociales antimacristas de una intensidad, frecuencia y volumen que no encuentra comparación en la historia argentina reciente.

La derecha, muy nerviosa ante el grado de organización de una potencia inesperada, reacciona con un autismo dirigido hacia su núcleo duro. Y una escalada de grupos de tareas como el del domingo contra La Garganta Poderosa y contra un comedero del Movimiento de Trabajadores  Excluidos anoche en Lanús (ver más acá *).

Quizás la clave de su reacción haya que buscarla en ese encierro discursivo negador que está logrando articular un frente opositor muy dinámico en las calles, algo muy difícil de prever dos meses atrás. Este estado de efervescencia es el resultado de las provocaciones del régimen, con declaraciones de sus funcionarios y comunicadores, cómplices de una violencia moral que parecen no advertir que, en lugar de aislar los sectores movilizados, los hacen crecer en una rica heterogeneidad.

La ilusión de permitir un grado de movilización de baja intensidad voló por los aires el 7 de marzo en un acto dramático cuando las propias bases de la cúpula cegetista corrieron a sus presuntos representantes y derribaron el palco en el que hablaban. Esto, para los machos más porongas del sindicalismo amarillo constituyó una desautorización humillante que aún no parecen ser capaces de leer correctamente.

El Trío Los Panchos sigue balbuceando después del papelón un discurso con una blandura y vaguedad que indica que no les cayó la ficha. Hace poco, contestando para su corporación amiga, La Nación, Juan Carlos Schmid, la gran esperanza blanca de la "oposición amigable", seguía verseando vaguedades, como continuar "con el diálogo" embustero del macrismo (mil veces ya probado) después de que, en su ilusión, el acto del 6 sea dominguero. Parecen no registrar que la etapa del franeleo fraudulento entre la cúpula amarilla y sus aliados del gobierno ha agotado sus instancias.

El paro no va a ser una válvula para dejar escapar la presión del descontento popular y volver a foja cero, hacia las truchas mesas del diálogo. Para cualquiera que haya pasado por algunas de las marchas muy heteogéneas, política y socialmente, el farfullar adormecedor de Schmid, Acuña y Daer quedó tan fuera de lugar como las remanidas alusiones a la "pesada herencia" que salen de la usina "intelectual" de Cambiemos. No es que se parecen: es que son parte de lo mismo, en una maniobra de pinzas concertada desde hace un año para conducir al pueblo a un desaliento y desmovilización que permita a los sindicatos amarillos presentarse como los "dueños de la calle" y "garantes del diálogo". En el ADN vandorista, la movilización desgasta a los trabajadores. En realidad desgasta al gobierno y a ellos, sus cómplices. Por lo demás el pueblo en la calle sigue creciendo, lejos de desgastarse.

Esto ya fue: si el régimen y su gremialismo colaboracionista no perciben que el clima social cambió drásticamente desde fin de año para acá, se van a pegar un golpe bien duro.

El paro del 6 de abril fue convocado 10 días después de que el TriunviGato fuera desautorizado por sus bases a la vista de todos. La idea fue la misma que vienen aplicando desde el 29 de abril pasado: una "descompresión" para seguir en la misma. Pero las marchas de marzo le imprimieron al paro del 6 una dirección que los burócratas no pueden torcer.

Las abundantes fotos de diversa procedencia (las mejores, las de ES Fotografía y M.A.f.I.A). que acompañaron esos posteos no van a modo de mera ilustración. Son verificaciones sociológicas de la diversidad, la cantidad y la claridad estratégica del pueblo movilizado. Esas imágenes desmienten la lectura ominosa que sobre las marchas intentan borronear el régimen y sus satélites. No ven la realidad, o quieren que los televidentes desinformados no la vean.

Como la intención del Triunvigato fue un paro dominguero, la marcha de la CTA de ayer, con el lanzamiento de un sector ubaldinista de la CGT (en conmemoración del acto que Ubaldini le hizo a estas misma políticas económicas de hoy, cuando en la dictadura empezaban a mostrar su insostenible antipopularidad) muestran que se está formando un frente sindical que no va a ir a la rosca de palacio. Si querían aislar a Baradel o a "los K", como malvados desestabilizadores, la incipiente convergencia de todos los movimientos está haciendo salir al pueblo de la trampa que el régimen y los burócratas le tendieron.

Si el acto del 6 intentaba ser un paro mudo, sin discurso estratégico, el acto de ayer le dotó del habla. No es silencio: es lo que ayer dijo Hugo Yasky en un discurso brillante:

Yasky dijo “la clase trabajadora vuelve a estar acá presente. No exagerábamos cuando decíamos que marzo iba a ser un mes donde la movilización iba a marcar la agenda. En la plaza también están los movimientos sociales y las juventudes militantes de los partidos que luchan por las utopías sociales”.

(...) Vamos a defender la democracia y a exigir que el mandato presidencial de este gobierno se cumpla hasta el último día. Lo cual no significa que le vamos a firmar un cheque en blanco ni que vamos a permitir que se le dé como único destino a las trabajadoras y trabajadores el hambre”.

(...) Que un gobierno ignore, como ignoró este gobierno, la ley de paritaria docente y la ley de financiamiento educativo... ¿Qué culpa tiene un docente si no puede dar clase porque hay un gobierno que le niega el salario digno para poder trabajar?”.

(...) “La Gobernadora pretende que los docentes acepten el 19 % de aumento. Han dividido e intentan fragmentar a las escuelas, que las maestras se enfrenten entre sí. Quieren la lucha de pobres contra pobres”.

(...) “Al paro general vamos a ir juntos con todos los trabajadores, un paro que tiene que fortalecer a los que dentro del movimiento obrero queremos que se termine la luna de miel con un Gobierno que usó el diálogo social para poner de rodilla a los trabajadores. El paro del 6 de abril es el punto máximo del rechazo a las políticas del gobierno de Macri, será un plebiscito inapelable”.

(...) Después del 6 de abril no va a venir el remanso. Hay algunos dirigentes que están pensando que el paro va a descomprimir la olla a presión. Pero no. El paro nos pone de pie, más aguerridos y fuertes. Plan de acción para demostrar que hasta que el ajuste no se vaya, la lucha sigue. El 1° de mayo llegaremos a la Plaza de Mayo con la marcha federal por el trabajo, por la producción y por la educación”.

La marcha de ayer le puso un discurso político a un paro que la cúpula cegetista pretendía que fuera mudo y dominguero.

El nerviosismo que invade al gobierno se traduce en los Grupos de Tareas que en estas semanas salieron a cazar niños pobres. Ante la sexta movilización masiva, ¿el gobierno quiere muertos, para provocar una reacción que justifique una escalada represiva?

* Comunicado del Movimiento de Trabajadores Excluidos

REPRESIÓN EN UN COMEDOR DE LANÚS

Hace instantes en un merendero “Cartoneritos”, del Movimientos de Trabajadores Excluidos (MTE), en Villa Caraza, Lanús, irrumpieron violentamente, sin explicación alguna, y reprimieron a mansalva a niños y adolescentes, rompieron todo el comedor, tiraron gas pimienta. Hay chicos lastimados y detenidos.

Hacemos responsables a la policía de la provincia de Buenos Aires, al Secretario de Seguridad de Lanús, Diego Kravetz, que hace tiempo viene hostigando a nuestra organización, al intendente Néstor Grindetti, a la Gobernadora Eugenia Vidal y al secretario de seguridad de Provincia Cristian Ritondo, por los hechos.

Están desaparecidos Rodríguez Emilio Maximiliano y dos pibes más. En este momento los vecinos están concentrando en la comisaría Quinta de Lanús.

El referente del MTE, Juan Grabois denunció a Diego Kravetz, que en un momento no muy lejano supo infiltrarse en organizaciones populares, de ser “uno de los grandes perseguidores de los vecinos y los militantes. Él en persona encabezó la represión hoy en el Comedor”, señaló.

Diego Kravetz, el represor de Lanús, al servicio del intendente Grindetti, ex-marido de Vidal



miércoles, 29 de marzo de 2017

La unidad en la acción contra el partido del orden

El pueblo ya está unido, falta que algunos dirigentes se den cuenta. La otra.-radio, para escuchar acá.

El estado de movilización de grandes multitudes de identidades políticas diversas y reclamos sectoriales específicos es el dato político de marzo. El pueblo en la calle es el que movió el tablero. No son encuestas maquilladas en función de instalar candidaturas, no son candidatos de fantasía como Randazzo, capaces de aparecer de pronto en cualquier lista o de formar parte de una estrategia del macrismo para fragmentar a la oposición y tratar de amortiguar la caída electoral de agosto y octubre, no son presuntos renovadores que se postulan como el ala peronista de un régimen bipartidista. Massa o Randazzo hoy están tan atónitos como el gobierno o el Triunvigato frente a la irrupción popular. No pueden decir una palabra acorde con las demandas del pueblo movilizado porque no tienen estrategia y a lo sumo podrían tener un discurso para aparecer en las pantallas del régimen. Están lejísimo del humor social. La prueba palpable: la fuga inolvidable del Triunvirato de su propio acto mostró a una dirigencia más apta para las roscas de palacio que para ser interlocutores de sus bases. Las segundas líneas andan por ahí, en la deriva política: intendentes como los del Grupo Esmeralda pueden especular con pasarse del massismo al macrismo, para volver al massismo o refugiarse en la franquicia del PJ, dado que piensan la política como la conservación del territorio, sin estrategia, con puro tacticismo. Las elecciones que van a hacerse dentro de pocos meses aumenta la ansiedad dentro de esos sectores de mirada corta.


Para muchos de estos que quieren ser el elenco estable del poder, de cualquier poder, su única aspiración es formar parte del partido del orden, en su fracción un poco más populista o desembozadamente gorila, o en un punto indefinido entre esas dos aberraciones, como aparece la alianza Massa-Stolbizer en la angosta avenida del medio. El problema para diseñar un escenario estable para los postulantes del partido del poder tiene un doble filo: la única referente nítida de las marchas, la única que tiene una intención de voto sólida y estable es Cristina. Nadie escuchó entre las cinco marchas multitudinarias de marzo (mañana la CTA hace la sexta) que se cante "Randazzo querido" o "Schmidt conducción", menos que menos "Ante el ajuste, renovación". 

Lo único que emerge espontáneamente en las multitudes callejeras (ya dos millones en marzo) es "vamos a volver", y cualquiera con dos dedos de frente sabe lo que eso significa. El "vamos a volver" se cantó en la despedida de Cristina, el 9 de diciembre de 2015, y se siguió cantando en las Plazas del verano 2015, despreciadas por los pejotistas que solo creen en el peronismo como partido del orden. Lo que pasó en marzo es que en la calle confluyeron las Plazas de 2015 con la lucha de los docentes, la CTA y el sindicalismo más combativo. También aportaron a la presencia popular en las calles los partidos de la izquierda trosquista, acentuando su diferenciación y conservando su identidad: está bien que así sea: les marca el límite de la rosca con la patronal a los burócratas amarillos. El problema para los grupos sin estrategia como el Esmeralda, el Evítala, la burocracia sindical o Randazzo es que temen acercarse a Cristina por sus prejuicios ideológicos macartistas o porque el régimen intenta continuamente instalar al kirchnerismo como el hecho maldito del nuevo orden. Como quieren ser aceptados por los verdaderos dueños, les da miedo mostrarse cerca de Cristina. Y para colmo, ella maneja con sigilo sus aspiraciones a corto plazo. No necesita decir "yo conduzco", porque no conduce a Katopodis, Daer o Insaurralde, conduce al colectivo popular más numeroso que se moviliza en estos días. Sin aparato. Y por ahora Cristina no da certezas acerca de su participación en las elecciones de este año. Ni renuncia ni se postula, lo que hace poner nerviosos a todos. Está claro que la nomenklatura del PJ respiraría aliviada si Cristina renunciara, porque eso significaría que hay masas disponibles para un partido del orden. Pero para eso,ellos deberían ponerse a la altura de las demandas.


Una declaración de Kicillof el fin de semana sembró desconcierto en todos los niveles. En todos aquellos cuya única obsesión es la táctica electoral. Axel dijo que cree que una candidatura de Cristina es funcional al macrismo, porque en 2017 no se debe volver a plebiscitar los años kirchneristas, sino la desastrosa gestión macrista. Pero Axel además agregó que es su opinión y no está nada definido. No es posible determinar hasta qué punto este dilema responde a un interrogante o a una certeza de la propia Cristina, lo cierto es que estas palabras dichas por Axel, un político con inteligencia y peso propio, no suenan igual que si las dijeran traidores como el Chino Navarro o Bossio, u oportunistas como Katopodis o Insaurralde. Significan más bien que Axel, y posiblemente Cristina, estén pensando en el mejor camino para resistir al régimen y no en asegurarse su permanencia en el partido del orden.

Hay muchos preocupados por quién puede capitalizar este estado de movilización. Esta especulación se ubica involuntariamente en la lógica que quieren superponer los analistas de la derecha, porque la movilización popular es un bien en sí mismo y no depende de una capitalización posterior. El final de la marcha del 7 de la CGT demuestra que las bases les ponen límites a los que intenten capitalizar. No pueden hacer cualquier cosa ni se van a encolumnar detrás de quien no se oponga claramente. Los sectores sociales movilizados y organizados en torno a identidades políticas definidas previamente son una condición necesaria, aunque no suficiente, para que las cosas cambien. Cristina no necesita capitalizar lo que ya es capital político propio, a pesar de la continua y hartante campaña demonizadora de los medios. Se ve que esa feroz campaña no hace mella sobre ese liderazgo, pero asusta a los oportunistas.

Hace pocos días el bloguero Gerardo Fernández escribía algo que parecía dictado por una situación de hace 6 meses: "Nuestro único recurso para enfrentar el tamaño aparato que desplegarán (los macristas) es juntar tropa y contar con capacidad de comunicación por los costados y todas las filtraciones que ellos dejan, explicitando la única consigna posible en estas horas: O nos unimos o nos llevan puestos por varios años más…". (Completo acá). Lo que Fernández no parece ver es que la unidad por abajo ya está hecha y se cantó en todas las marchas de marzo. Los que quisieron división por arriba fueron rajados de su propio acto. Para ver la superfluidad del exhorto de Fernández bastaría con imaginarlo convocando a la unidad en medio de las multitudinarias marchas recientes. La respuesta no se haría esperar: ¿no ves que ya estamos unidos, zonzo?


Hay otra unidad pendiente: la unidad de los dirigentes que asuman una estrategia del campo popular. En esa dirección están yendo algunos de los convocantes de estas últimas marchas y otros dirigentes sindicales que vienen reclamando la falta de estrategia de la CGT: me refiero a la Corriente Federal, con Palazzo a la cabeza, la CTA, la firme conducción unificada de los gremios docentes y algunos gremios industriales que entienden que a ellos se refiere el vocero oficial del régimen Carlos Pagni, cuando escribe "si a Macri le va bien, algunos sectores de la economía van a morir". Este sindicalismo más cercano al reclamo de las bases y a la unidad en la acción que el pueblo ha mostrado en las calles llama mañana a una gran movilización en la Plaza de Mayo (un tabú para los burócratas colaboracionistas). Mañana se cumple un aniversario de la histórica fecha en que Ubaldini llamó un paro general contra la dictadura. Precisamente por ello es que la CGT no quiso hacer el paro ese día y lo pateó una semana. No quieren quedar mal con el régimen y aspiran a retomar el diálogo y el forreo macrista el 7 de abril. En esa línea están los grupos sociales que responden a la dirección política de Bergoglio. Grabois y el Evítala son la pata asistencialista del neoliberalismo. El negocio milenario de la Iglesia Católica.

Otra cosa son los que se movilizan mañana: junto con la CTA en proceso de unificación, la solidez estratégica de la Corriente Federal Sindical y los gremios docentes, ahora se suman el “Barba” Gutiérrez, de la UOM, secretario de Interior de la CGT, y Víctor Santa María, del SUTERH y presidente del PJ Capital quienes impulsan el Movimiento por los Trabajadores (MPT) Saúl Ubaldini. Como línea histórica, se postulan como la continuidad de programa de Huerta Grande de 1962 y los “26 puntos” de la CGT de Saúl Ubaldini de 1986. Está claro que para asumir esta construcción hay que mirar hacia la unidad de hecho de las bases y no esperar la decisión personal de Cristina ni disciplinarse a una pseudo diversidad del régimen ajustador, que es el negocio de tantos intendentes, gobernadores y burócratas. Mañana estarán en la Plaza que quisieron evitar los convocantes del paro del 6. Y el 6 todos al paro, que después de la movilización de mañana estrechará los márgenes de los gremios colaboracionistas.

Mañana todos a la Plaza.

Clickeando acá pueden escuchar el programa La otra.-radio del domingo, donde hablamos largamente de estos asuntos.

martes, 28 de marzo de 2017

¿Quién tomó por vos tus decisiones?


Te tuvieron controlado
te empujaron y vapuleadon
te mintieron
te dieron de comer mentiras
¿quién tomó por vos tus decisiones?
¿vos o tu religión?
¿tu gobierno, tu país,
tus yonkis patrióticos?

¿Cuál era la revolución?
Vamos, gente,
me están defraudando.
¿Cuál era la revolución?
Vamos, gente,
me están defraudando.

Te mearon encima
durante demasiado tiempo.
Tus derechos, violados.
Tus puntos de vista, negados.
Te manipulan y amenazan
con el terror como arma.

Te asustan hasta que quedás atontado.
Te agotan hasta que estés de su lado.
¿Cuál era la revolución?
Vamos, gente,
me están defraudando.
¿Cuál era la revolución?
Vamos, gente,
me están defraudando.

El tren está llegando
así que subite
subite.
El motor está zumbando
así que subite
subite.

¿Cuál era la revolución?
El tren está llegando
así que subite
subite.
El motor está zumbando
así que subite
subite.

¿Cuál era la revolución?
Vamos, gente,
me están defraudando.
¿Cuál era la revolución?
Vamos, gente,
me están defraudando.

lunes, 27 de marzo de 2017

Quién carajo nos cuida de los policías: agentes sin identificación demoraron a un menor y detuvieron a una chica que filmó el procedimiento ilegal

Ayer domingo a la tarde, en el barrio de Almagro, en Díaz Velez y Río de Janeiro, un grupo de policías sin identificación esposaron a un pibe de 13 años y lo subieron al patrullero, en un abuso de autoridad abiertamente ilegal. Justo por ahí pasaba Micaela, una militante de La Garganta Poderosa, quien, consciente de la ilegalidad del procedimiento policial, los cuestionó y registró los hechos con su celular.

Al ver que su delito estaba siendo registrado en flagrancia, los policías le exigieron a Micaela su DNI (¡ellos no llevaban identificación!) y la retuvieron, primero más de 3 horas en la calle, y después le informaron que quedaba detenida "por resistencia a la autoridad". La llevaron a la comisaría 11 (Díaz Velez 5152), donde fue privada ilegalmente de su libertad durante varias horas.

La noticia se viralizó a través de las cuentas de Twitter y Facebook de La Garganta con el hashtag #LiberenAMica.

Militantes de La Garganta que llegaron de distintos barrios se concentraron frente a la comisaría, mientras Micaela seguía detenida. Nora Cortiñas, de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, llegó a la comisaría para reclamar la libertad de Mica, mientras adentro a la chica le hacían una extracción arbitraria de sangre.

A las 12 de la noche de ayer domingo, La Garganta Poderosa informaba:

LA GARGANTA NO SE CALLA NUNCA MÁS
Gracias a todas y todos, las organizaciones sociales, los organismos de Derechos Humanos y la imprescindible Norita Cortiñas, que gritaron hasta recién en la puerta de la Comisaría 11, para denunciar la privación ilegitima de la libertad que sufrió nuestra compañera Micaela durante 8 horas. Tras filmar la detención abusiva a un niño de 13 años, cuando varios efectivos sin identificación intentaban esposarlo, volvimos a padecer esa impunidad que aplican contra los de abajo, todos, pero todos los días.

Ojalá responda la ministra de Seguridad,
quién carajo nos cuida de los policías.

Nacho Levy, coordinador de la organización, declaró a La Izquierda Diario: "Junto a un montón de compañeros de los barrios y de organismos de derechos humanos vinimos a la puerta de la comisaría para visibilizar que éste, como otros, no son hechos aislados. Si Mica sacó la cámara es porque desde el 7 de septiembre de 2013, cuando mataron a Kevin en una zona liberada en Zavaleta, nos organizamos en comisiones de vecinos en todas las villas (somos una articulación de 44 villas) para realizar el control popular a las fuerzas de seguridad. Por eso, en comunicación con organismos de derechos humanos como el CELS y con instituciones como la Procuvin, nos manejamos registrando las irregularidades de las fuerzas. Sólo salimos en los medios cuando hay salvajadas como las que sufrieron el año pasado Iván y Ezequiel en la Villa 21. Nosotros convivimos con un nivel de abuso de las fuerzas que es cotidiano. Esto lo demuestra claramente”.







domingo, 26 de marzo de 2017

Marzo con más de un millón de personas en las calles: ¿qué dicen las multitudes movilizadas?


Fotos: M.A.f.I.A

Las multitudes movilizadas en la protesta callejera de estos primeros 26 días de marzo están organizadas, con reclamos concretos, identidad política e historia. No es una cuestión de optimismo. La cuestión es más objetiva: estas tremendas movilizaciones (cinco en una quincena), todas distintas, todas opositoras, rompieron la inercia pasiva del primer año macrista, que contó con un despliegue mediático e institucional formidable pero encuentra una calle adversa a pesar de todo. Las multitudes movilizadas le marcaron la cancha no solo al gobierno sino a quienes quieran postularse como oposición. Le marcaron un límite a la rosca cegetista, la única de las cinco marchas donde las bases desbordaron a sus convocantes.


En un debate, alguien pregunta si este marzo con un millón de personas en la calle se parece al fenómeno de los indignados españoles. Absolutamente no. Expresan una oposición política, no indignada, y con tradiciones políticas previas a las que siempre se retorna. Es la sociedad civil que marca no una indignación espontánea sino una conciencia histórica. Eso está muy claro para los que hayamos ido a algunas de todas las que se hicieron: alegría, espíritu combativo y conciencia de qué se quiere. Nada de antipolítica ni de "que se vayan todos". Son cinco goles en el arco contrario. Condición necesaria pero no suficiente para que las cosas empiecen a cambiar. Si pasa algo positivo, no se puede sino celebrar esa movilización organizada. Un sector que se hace sentir en el país, al que los propios medios del régimen no pueden ocultar, pero sobre el que tratan imprimir un significado que sea más aceptable para ellos, como señalar "enfrentamientos" entre los organismos de DDHH (siempre existieron y no impidieron las extraordinarias conquistas históricas conseguidas en 40 años), notas de color sobre si fue Aníbal Fernández o qué le dijo Hebe a Estela, o "desmanes" que no existieron en el acto de la CGT. Estas micro escenas son el modo de narrar las movilizaciones de la prensa amarilla. Los movilizados saben lo que quieren y saben quién es el enemigo.


En conversaciones posteriores algunos "se preocupan" por la posibilidad de que no todos los movilizados sean kirchneristas. Al contrario: el hecho de que no todos lo sean es un punto a favor de las marchas. El crecimiento de la izquierda trosquista, por ejemplo, es una buena noticia. Hay unidad en la acción, que es mucho más significativa que un rejunte electoral. Una izquierda en crecimiento también marca un límite para la rosca de la burocracia sindical: las bases descontentas pueden ser conquistadas por sindicatos de base si la burocracia se pasa de rosca. Creo que al régimen le preocupa esa perspectiva. Ejemplo: AGR Clarín.


Que no todos los movilizados sean kirchneristas (postulemos que la mitad no lo es o no sabe que lo es) desmiente el verso del régimen de que es una movida K destituyente. Desmiente a la cúpula cegetista que dice que fue corrida por un grupúsculo de infiltrados,cuando solo fue que sus propias bases le exigían paro. Es bueno que la sociedad civil en su conjunto se manifieste con diversas identidades políticas, oponiéndose a la política macrista, no respondiendo al "mandato de una conducción". Es al revés: las bases les piden a sus conducciones que se pongan a la altura.


En conversaciones en las que participo preguntan si Cristina conduce o está claramente corriéndose del rol de conductora. No sería inteligente ni conveniente que en este incipiente descontento social ella tuviera que salir a convocar ni decir "yo conduzco". El "vamos a volver" salió espontáneamente desde abajo en varias de las marchas, lo que significa que hay un buen porcentaje que se siente kirchnerista y sabe quién lo conduce. E incluso hay un kirchnerismo cultural (producto de 12 años de avances en la organización popular) que no se identifica como K pero se mueve en la misma dirección.


También escuché a amigos preocupados por quién puede capitalizar este estado de movilización. Esta especulación se ubica involuntariamente en la lógica que quieren superponer los analistas de la derecha: la movilización popular es un bien en sí mismo y no depende de una capitalización posterior. El final de la marcha del 7 de la CGT demuestra que las bases le ponen límites a los que intenten capitalizar. No pueden hacer cualquier cosa ni se van a encolumnar detrás de quien no se oponga claramente. Los sectores sociales movilizados y organizados en torno a identidades políticas definidas previamente son el requisito para que las cosas cambien.


Algunos amigos se rebanan los sesos pensando en cómo se traducen estas movilizaciones en candidaturas electorales. La cuestión de las candidaturas y las elecciones es superestructural, viene después y no antes de la movilización popular. Si no todos son kirchneristas, mejor: eso significa que sectores que votaron a macri están protestando, lo cual es mucho mejor que si solo se movilizaran los kirchneristas: significa que por abajo hay movimiento que los dirigentes no representan (la cgt, el massismo, el Evítala, Randazzo (?), por ejemplo). La obsesión por las alquimias electorales lleva a perderse en los meandros de la táctica (cosa que hacen el massismo, la cgt y los analistas de derecha) y no ver los significados estratégicos del pueblo movilizado. Con este nivel de organización y conciencia política, aún ganando las elecciones, el gobierno del ajuste está complicado. Yo no afirmo "vamos a ganar", sino critico a quien traduce el significado de estas movilizaciones en el sintagma "vamos a perder". Me parece una lectura sorprendentemente desligada de la realidad.

sábado, 25 de marzo de 2017

600 mil personas repudian en las calles la miseria planificada y el negacionismo macrista

24 de marzo de 2017, a 41 años del golpe cívico militar
















El 24 de marzo de 2017, a 41 años del golpe cívico-militar-empresarial, la derecha vuelve a gobernar en Argentina. El gobierno no hace ningún acto oficial, el presidente huye hacia Holanda y sus legisladores perpetran una provocación negacionista en el propio Congreso. En la Plaza de Mayo y en otras plazas del país, centenares de miles de personas se manifiestan en repudio de las políticas macristas, con consignas contra la miseria planificada y el enorme retroceso en materia de derechos humanos producido en este último año.



La mejor fundamentación política acerca de la necesidad de sostener que los desaparecidos son 30 mil y de señalar que quienes pretenden basarse en casos verificados legitiman el plan sistemático del estado terrorista la explica el escritor Martín Kohan: Postular el número de 30 mil desaparecidos es necesario dado el carácter clandestino del terrorismo de estado. Entrar en una discusión sobre el número de los casos verificados es naturalizar la lógica clandestina de la dictadura genocida. No puede haber un número verificado porque el estado terrorista se encargó de ocultar sistemáticamente los asesinatos, en qué circunstancias ocurrieron, el lugar donde yacen sus restos, la identidad de los hijos apropiados y quiénes fueron los agentes estatales que ejecutaron y ocultaron los asesinatos y apropiaciones. La ejecución de estos crímenes se prolonga continuamente en el presente, puesto que los desaparecidos siguen desaparecidos y muchos de los apropiados siguen desconociendo su verdadera identidad. La afirmación de 30 mil desaparecidos es la respuesta política a la clandestinidad del terrorismo de estado y a su perpetuación y un rechazo a entrar en su propia lógica. Retroceder hacia una discusión sobre los casos probados de desaparición forzada de personas es una actitud negacionista.

Hay muchas evidencias acerca de la política negacionista del macrismo, que así reanuda la orientación política de la dictadura y desanda los avances logrados en 33 años de democracia. No solo funcionarios como Darío Lopérfido y Juan José Gómez Centurión, sino el propio presidente incurrieron en actitudes negacionistas.

El año pasado macri participó a desgano en una parca ceremonia de recordación del golpe del 76 con la presencia de Barak Obama. Este año, ni siquiera hubo un acto oficial y macri aprovechó para escaparse hacia Holanda y reunirse con Máxima Zorreguieta, hija de un funcionario de la dictadura.

Jorge Zorreguieta, padre de Máxima y miembro de la Sociedad Rural Argentina junto al genocida Jorge Rafael Videla.

En el día de ayer, el secretario de Derechos Humanos de la Nación, Claudio Avruj, declaró: "Los argentinos no hemos procesado todo lo que pasó en la dictadura porque la política metió mucho la cola". Que la política metió mucho la cola significa en el léxico negacionista que durante el gobierno kirchnerista el estado hizo cesar los subterfugios para perpetuar la impunidad de los criminales genocidas e impulsó el avance de los juicios. Las palabras de Avruj se retrotraen al discurso antipolítico de la dictadura, como si no fuera política también la decisión de retroceder en el compromiso del estado con los derechos humanos e impulsar una posición negacionista. Avruj quiere decir que el estado argentino debe retirarse de estas políticas para permitir que los criminales aún no procesados -sobre todo los impulsores civiles y empresariales de la dictadura- sigan impunes.


El negacionismo macrista vuelve a mostrarse en los continuos intentos oficiales para denigrar a los organismos de derechos humanos, como la foto que se sacó el bloque de legisladores de Cambiemos el jueves 23, con un cartel que decía "Nunca más a los negocios con los derechos humanos", grupo significativamente encabezado por el diputado Nicolás Massot, otro familiar de genocidas, los propietarios del diario de Bahía Blanca La Nueva Provincia, implicado en crímenes de lesa humanidad. De esta provocación pro-dictatorial perpetrada en el seno mismo del Congreso participa también Héctor "Pirincho" Roquel, intendente radical de Río Gallegos durante la dictadura cívico militar.


El negacionismo no es una cuestión meramente simbólica sobre el pasado reciente: se complementa con la reanudación paulatina del estado represivo y la pérdida continua de garantías jurídicas, denunciada en el documento conjunto que ayer leyeron los organismos en la Plaza y criticada por organismos internacionales de Derechos Humanos, como la CIDH, Amnesty International y Human Rights Watch. La abolición del estado de derecho es completa en la provincia de Jujuy, donde gobierna el radical Gerardo Morales, apoyado por el macrismo y el massismo y respaldado por el máximo exponente del poder económico de esa provincia, Carlos Pedro Blaquier, dueño del ingenio Ledesma en el que se cometieron crímenes de lesa humanidad que aún permanecen impunes. Esta alianza del poder económico y estatal que reanuda las políticas de la dictadura se consuma en la persecución política de la organización social Tupac Amaru y en la cárcel ilegítima de Milagro Sala y otros militantes de esta organización.

El negacionismo no viene solo sino con el restablecimiento de un estado represivo. La única respuesta eficaz a este retroceso hacia el autoritarismo es la movilización popular de inmensas multitudes como las que se reunieron ayer en la Plaza y los otros actos que en este mes ya encontraron en las calles argentinas a más de un millón de personas contra el régimen.   

viernes, 24 de marzo de 2017

No se empujen ni pisoteen que este temblor ya va a parar

Después de la "Guerra contra el Indio": La otra.-radio, para escuchar clickeando acá 


¡Vamos! Y no se empujen,
ni pisoteen
que este temblor ya va a parar
¡no tengan miedo!

Todos pronto a los botes
y no se asusten
que la marea ayudará
¡les pido que recen!

Quien mueve así los hilos en los gobiernos
locos de gran intensidad
por las verdades que ocultan.

Todas nuestras historias ya son sufrientes
se enturbian y quedan atrás
nos quieren pacientes.

Todos esos colosos son tan golosos
que nos sentencian a flotar
en venenos siniestros.

¡Todos a los botes!



Dejamos pasar unos días de la marea caníbal alrededor de la actuación del Indio en Olavarría. En medio de la brutal operación político mediática que usó este episodio para correr el foco de atención de la crisis política y social que atraviesa el régimen macrista, se intentó reducir burdamente este complejo fenómeno de la cultura popular argentina del último medio siglo para tratarlo como un capítulo más de la trifulca K / antiK, en su versión más banal y reaccionaria. Cuando ni siquiera se sabía la cantidad ni la causa de las muertes ocurridas en el transcurso del recital, todo el país pareció entregarse a un manoseo digno del panel de Intratables, en el que solo cabía optar entre linchar simbólicamente al Indio como un impostor criminal o alinearse como un fiel integrista de la religión ricotera.

Fue imposible en esos días intervenir en la conversación sin caer en la trampa de esta "grieta" zonza y forzada. Todos opinaron desde el sentido común más craso e irresponsable, con la facilidad que da disponer de un muro de facebook o una cuenta de twitter para decir lo primero que se te pasa por la cabeza.

La marea caníbal ya bajó. Desde una perspectiva más tranquila es posible recuperar la extensa historia ricotera desde el under más sigiloso de fines de los 70 hasta los megaeventos de hoy. La discusión sobre el Indio y los Redondos y su modo de pasar desde los sótanos de San Telmo hacia una dimensión masiva y legendaria no es ajena a la cultura rock de las últimas décadas. Yo acompañé como público una parte de ese trayecto, aunque su música dejó de interesarme a principio de los 90.

En el año 2000 hacíamos la revista Parte de Guerra y desde ahí participamos en esa discusión, que se llevaba a cabo en una escala más reducida, entre quienes tenían algo que ver con la contracultura rockera. Conocí bastante a Enrique Symns, que había formado parte de la etapa más under de los Redondos y luego rompió su relación con ellos, hacia quienes dirigió críticas políticas, éticas y estéticas muy duras.

En el programa del domingo pasado de La otra en Radio Gráfica, después de aplacada la "guerra contra el Indio", nos propusimos retomar el asunto, repasar las etapas, escuchar las canciones, releer las viejas discusiones, sin caer en esa dinámica entre fieles y linchadores.

El programa completo, donde también hablamos de política y otros asuntos y escuchamos otra música, lo pueden escuchar acá.

jueves, 23 de marzo de 2017

La torpeza política del gato organizó el frente social que puede vencerlo












El macrismo creyó ver en el conjunto de los docentes argentinos un modelo fácil de demonizar, para doblegar pedagógicamente a través de ellos a todos los sectores del trabajo que, según el cinismo de Carlos Pagni, "si a macri le va bien, van a morir".  

El capricho de no llamar a la Paritaria Nacional que fija el piso mínimo salarial para los docentes de todos los distritos del país -como resultado del cual el estado nacional, según lo ordena la ley, se compromete a compensar la diferencia entre lo que cada provincia puede pagar y ese mínimo- no se justifica con la excusa de que el estado no dispone de los fondos que podrían solventarlo. Esos fondos están, pero el macrismo prefiere subejecutarlos. 

Quebrar el espinazo de los maestros sería, por un lado, establecer un caso testigo para volver a cerrar los convenios salariales a la baja, tal como logró hacer el año pasado con la apreciable colaboración de la CGT macrista. Si lograse instalar la "postverdad" de una inflación del 18%, el gobierno emitiría una señal en varias direcciones: hacia otros gremios con menor visibilidad que los docentes, que deberían empezar a negociar después de impuesta esta pauta; hacia los inversores trasnacionales que están testeando la firmeza política del régimen para bajar los salarios a los niveles subterráneos de otros países de la región; para la burocracia sindical colaboracionista, que así podría seguirse jactando de monopolizar la regulación del conflicto de clases. 

Además, la elección de los docentes y de la escuela pública como el enemigo a derrotar encierra una dimensión simbólica que excede a esta coyuntura. El rediseño social que el neoliberalismo se propuso realizar es incompatible con la tradición profundamente democrática de la escuela pública argentina. Las guarangadas deslizadas en los discursos del gato y de su ministro de educación no son errores contingentes. La clase social que hoy gobierna el país odia de manera visceral a la escuela pública, porque sabe que ahí reside una reserva de las pulsiones igualitarias de la indócil sociedad argentina. El modelo vincular empresarial que el macrismo se propuso imponer en su "revolución cultural" necesita que el tipo de integración social que se trama en las escuelas, los colegios y las universidades públicas caiga en la fosa de los sectores que según Pagni "tienen que morir". 

Para lograr desarticular una construcción colectiva que enhebra la historia de la nación, desde Sarmiento hasta la reforma universitaria radical de hace un siglo, desde el peronismo del 45 hasta el kirchnerismo, haría falta una ingeniería social, sustentada en un despliegue represivo, que el macrismo no está capacitado para sostener ni por su inteligencia ni por su fuerza. Las ofensas discursivas del gato y la burda acción psicológica de los medios corporativos para transformar a los maestros en "choriplaneros" solo lograron activar el instinto de defensa que la sociedad civil parecía haber mandado a dormir el año pasado. El macrismo sobrestimó su propia capacidad política y subestimó mucho el arraigo de la escuela pública en la identidad nacional y popular. Ayer, el canto colectivo "vamos a volver" no bajó de ninguna consigna desde el palco, creció desde el pie, como expresión de un kirchnerismo inorgánico, más cultural que político. Los muertos que vos matáis...

La tremenda marcha de ayer es el resultado de esa mala evaluación. Cada frase despectiva que el oficialismo dejó escapar de sus bocas alimentó la movilización en cien mil asistentes. 24 horas antes de la marcha, el gato dijo eso de los que tienen que "caer en la escuela pública" y así terminó de garantizar la imponencia de la manifestación. Para ciertas tareas delicadas, las armas del marketing no andan. 

El pueblo le asesta al régimen la cuarta movilización multitudinaria en una quincena, preludio de la quinta que será este viernes 24, alimentada también por la ignorancia soberbia de los gerentes y sus torpes ofensas. Pero la marcha federal docente tiene componentes especiales: aglutina a una oposición social novedosa, que no estaba articulada hasta hace poco, porque es probable que una parte de los docentes que ahora están luchando por su dignidad hayan votado hace un año y medio por este gobierno. 

El gato, con su engreída estupidez, logró conglomerar a estas fuerzas dispersas e identificarlas con el sindicalismo más digno y menos corrompible; logró juntar en un mismo palco a dirigentes de identidades políticas que hace mucho no se unían en la acción; logró que esta lucha sindical se acerque a la de los organismos de derechos humanos que se movilizan mañana; logró que los oradores sean aplaudidos por una multitud cuando reclamaron la libertad para Milagro Sala; y logró mostrar que hay un modelo de representación sindical drásticamente distinto al Triunvigato que hace dos semanas tuvo que fugarse de su propio acto corrido por sus bases.

Evaluaron mal. Pensaron que iban a conquistar la consistencia épica que les falta armando mediáticamente al ogro Baradel que se opone a la angelical Mariu. Alguna imaginación febril con poca calle y mucho  trollcenter creyó que así fundarían el relato de su revolución meritocrática. No sabían que en realidad estaban despertando a un tigre.

Para decirlo más corto, la torpeza política del macrismo organizó el frente social que puede vencerlo.