Dentro de la sección "Panorama" del inminente BAFICI, se verá The Revue (2008), la última película de Sergei Lonitsa (nacido en Bielorrusia en 1964).
Fue en la edición 2005 del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata donde descubrimos su cine. Ese año fueron programados cuatro de sus documentales: Andén (2000), Retrato (2002), Paisaje (2003) y Fábrica (2004). Son trabajos de corta duración, que combinan el acercamiento a realidades cotidianas con una variada búsqueda formal. Su alejamiento de la narrativa tradicional incomodó a muchos espectadores. Loznitsa no utiliza en sus films la voz en off explicativa de muchos documentales, sino que apela a nuestra capacidad de contemplar, obligando al espectador a interrogar lo que está viendo en las imágenes.
En la edición 2007 de Mar del Plata se presentaron dos nuevos trabajos del director: Artel, que muestra las duras condiciones de vida de los pescadores de un pueblo de la zona del Mar Blanco, y Bloqueo, un extraordinario montaje de imágenes de archivo sobre el sitio de Leningrado. Este hecho aconteció entre 1941 y 1944, luego de que Alemania invadiera la URSS. El bloqueo duró 900 días y tuvo consecuencias catastróficas para los habitantes de la ciudad. Las imágenes de archivo fueron tomadas por camarógrafos en medio del caos reinante, lo que posibilitó escapar del estricto control que el estado ejercía sobre el material filmado. Un aspecto fundamental de Bloqueo es el del uso sonido. Loznitsa explicó que, como en esa época no se acostumbraba a grabar el sonido para los documentales, con su sonidista Vladimir Golovnitki crearon íntegramente la banda sonora a partir de archivos de la década del 50. El trabajo resulta extraordinario no sólo en la recreación del sonido ambiente sino también en el uso expresivo de los silencios.
The Revue, la película que ahora conoceremos, está montada a partir de noticieros y films propagandísticos de la URSS en las décadas del 50 y 60. Dice Lonitsa de su concepción cinematográfica: "Una cosa para mí importante es provocar al espectador hacia su propio pensamiento. Y el pensamiento que provoca es muy diferente de lo que yo quise mostrar en la película. Por eso, es importante salirse uno mismo de la película y también retirar la narrativa que normalmente está detrás del cuadro, contándonos la historia. Y además, hay también una cuestión de humildad: ¿qué derecho tengo yo a hablar de algo que es mucho más grande que yo? Es por ese motivo que casi nunca uso voz en off. Lo que vemos con los ojos, no podemos describirlo con palabras. Por eso prefiero mirar".
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