Dice Adán De Ucea:
"Tengo el beneficio y la simultánea desventaja de ser peronista. ¿Qué significa? Que cuento con el plus de pertenecer al Movimiento Político que, prácticamente de manera excluyente, modificó de raíz a las estructuras establecidas. Ora para beneficio de las mayorías, ora para su perjuicio…
"Es decir, que desde el aluvión zoológico hasta hoy las transformaciones profundas efectuadas en democracia surgieron desde el Justicialismo es irrefutable, aún incluyendo el período de la UCRI 1958-62 con votos peronistas y consignas opuestas a la UCRP de la Unión Democrática. (...)
"Y sí, cuando digo peronizar la gestión es porque el exacerbamiento de la progresía oficialista usufructuando imprudentemente un poder prestado me tiene tan harto como los ’70 a Duhalde y Lanata… Extraño a Néstor Kirchner. Demasiado. Cuando en octubre del 2010 bosquejé la necesidad de abroquelarnos para coadyuvar potencialidades procurando favorecer las chances de cubrir entre todos y todas sus cualidades de conducción, no pensaba que sería tan compleja la tarea. Y sí, extraño la ortodoxia orgánica tan peronista que imprimía Néstor Kirchner en los trances difíciles...". (Completo acá).
Y ahora sigo yo:
La reivindicación de una identidad peronista permanente que a veces se acompaña de una puteada a la "progresía oficialista que usufructúa de un poder prestado" creo que está en el meollo de las contradicciones más agudas de la política argentina actual. Mucho, pero muchísimo más que disctutir el formato de 678, los exabruptos trasnochadores de Lucas Carrasco, las imprudencias de Vatayón Militante o los asados en la ESMA.
Una pregunta clave en la coyuntura actual es cómo pueden ser percibidos un Scioli o un Massa como parte, aliados tácticos o estratégicos, del proyecto kirchnerista, tal como hasta hace apenas meses eran aliados los Moyano o Piumatto. No creo que esta pregunta pueda responderse haciendo referencia a la ingratitud o a la maldad personal de Moyano. Moyano es un fenómeno típicamente peronista, de igual manera en que lo son Scioli y Massa, Insfrán y Alperovich. Cuando los tenemos votando en el senado a nuestro favor, cuando integran las listas que votamos, respiramos aliviados. Pero cuando tenemos ocasión de ver qué hacen en sus territorios nos agarra (si quieren digo: me agarra) un Temor y un Temblor...
Y si dentro de seis meses Massa, Insfrán o el propio Scioli se ponen al frente de la restauración de la normalidad argentina (la Argentina claudicante, esa con la que crecimos hasta asumir que era la única Argentina posible), o si, como a los Moyano y Piumato, los vemos pasear por TN diciendo el guión complaciente con el Grupo, no creo que la sorpresa nos dure más de 10 minutos. Y no nos sorprendería porque en el fondo sabemos que los mencionados pueden llegar a hacerlo. Como está demostrando sin vergüenza Moyano, que puede aliarse a la derecha ruralista y clarinista, a Bergoglio y Magnetto, a Buzzi y Venegas, para apostar a la salida anticipada de Cristina. Sin éxito, como es notorio. Moyano puede hacerlo, no porque sea un traidor, sino porque forma parte del ADN de la burocracia sindical que cuando las papas queman se puede pasar al bando enemigo sin remilgos. Por las mismas razones que Menem, un peronista paladar negro, pudo hacerlo. Esto es peronismo, amigos. Digo: esto también es peronismo. Y espero que nadie se ofenda al decirlo.
Espero que esta observación no se interprete como antiperonista, porque no lo soy ni quiero serlo, y comprendo que muchas de las virtudes de la década kirchnerista provienen de su formación peronista. Pero, atención: también de haber sabido ir más allá de lo que esa tradición permitía.
Así como el peronismo te facilita ciertas, cosas te complica otras.
Desde su origen, con Perón vivo y Evita viva, el peronismo construyó su presencia territorial con el aporte de caudillos provinciales de raigambre conservadora que aportaron masa crítica al movimiento, de la que hasta hoy no puede prescindir. Sin demonizar a ningún caudillo ni a ningún barón del conurbano: sabemos lo que son y no nos podemos hacer ilusiones al respecto. Podemos contar con ellos mientras podamos contar con ellos. Si nos ponemos a hurgar en el ejercicio de su poder territorial, nos encontramnos usualmente con sorpresas desagradables. Y no digo que por esto haya que deshacerse mañana de Scioli, Alperovich, Insfrán u Oscar Lezcano. Digo que no nos engañemos sobre la realidad y no fabulemos con la identidad peronista. La identidad peronista es un mito. Y al decir mito, no quiero decir mentira, porque los mitos tienen poder operante. Mientras lo tienen. Hay que dar por el mito lo que el mito vale, pero no más. Seamos amigos del mito pero más amigos de la verdad.
Moyano ya era en 2008 lo que es hoy. Fue lindo (bah, mas o menos) mientras duró. Ahora que se fue, la verdad es que me alegro de tenerlo enfrente: viéndolo con cierta distancia, es mejor perderlo que encontrarlo, no tanto porque conspire contra Cristina, sino porque usurpa un lugar de líder trabajador que no le corresponde en absoluto. Moyano mostró que su poder extorsivo es hoy un lastre contraproducente para seguir adelante con el moderado plan de reformas estructurales que necesita sostener (y del que debe sostenerse) el Cristinismo. Y los que quedaron de este lado, la CGT Caló, Lezcano, Cavalieri, Gerardo Martínez, no son tan distintos a Moyano. Son leales a la guita de las obras sociales y al poder que les garantice mantenerla. No son el Movimiento Obero Organizado, no jodamos. No sé por qué tenemos que sorprendernos, si esto se sabe desde la época de Vandor y la CGT de los Argentinos, esa que reivindicaba Facundo Moyano hasta que se alineó con el Momo Venegas y Massa. Esto es peronismo, mis amigos, no es un secreto en absoluto.
Así como el peronismo te facilita ciertas, cosas te complica otras.
Desde su origen, con Perón vivo y Evita viva, el peronismo construyó su presencia territorial con el aporte de caudillos provinciales de raigambre conservadora que aportaron masa crítica al movimiento, de la que hasta hoy no puede prescindir. Sin demonizar a ningún caudillo ni a ningún barón del conurbano: sabemos lo que son y no nos podemos hacer ilusiones al respecto. Podemos contar con ellos mientras podamos contar con ellos. Si nos ponemos a hurgar en el ejercicio de su poder territorial, nos encontramnos usualmente con sorpresas desagradables. Y no digo que por esto haya que deshacerse mañana de Scioli, Alperovich, Insfrán u Oscar Lezcano. Digo que no nos engañemos sobre la realidad y no fabulemos con la identidad peronista. La identidad peronista es un mito. Y al decir mito, no quiero decir mentira, porque los mitos tienen poder operante. Mientras lo tienen. Hay que dar por el mito lo que el mito vale, pero no más. Seamos amigos del mito pero más amigos de la verdad.
Moyano ya era en 2008 lo que es hoy. Fue lindo (bah, mas o menos) mientras duró. Ahora que se fue, la verdad es que me alegro de tenerlo enfrente: viéndolo con cierta distancia, es mejor perderlo que encontrarlo, no tanto porque conspire contra Cristina, sino porque usurpa un lugar de líder trabajador que no le corresponde en absoluto. Moyano mostró que su poder extorsivo es hoy un lastre contraproducente para seguir adelante con el moderado plan de reformas estructurales que necesita sostener (y del que debe sostenerse) el Cristinismo. Y los que quedaron de este lado, la CGT Caló, Lezcano, Cavalieri, Gerardo Martínez, no son tan distintos a Moyano. Son leales a la guita de las obras sociales y al poder que les garantice mantenerla. No son el Movimiento Obero Organizado, no jodamos. No sé por qué tenemos que sorprendernos, si esto se sabe desde la época de Vandor y la CGT de los Argentinos, esa que reivindicaba Facundo Moyano hasta que se alineó con el Momo Venegas y Massa. Esto es peronismo, mis amigos, no es un secreto en absoluto.
Hoy toda la derecha que quiere voltear a Cristina cuanto antes y dar por terminada la "pesadilla kirchnerista" ha asumido que la salida viene por el lado del peronismo. Ningún gorila sensato se hace ilusiones con Macri, Binner o la UCR. Peronizar, por ende, a esta altura, no significa nada si no hacemos muchas más precisiones. No hay una identidad idílica resguardando desde el pasado nuestros sueños más queridos con una mirada bondadosa, como el fantasma de un papá bueno que vela por nosotros desde el cielo. Perón murió y nos dejó a Isabel y López Rega. Nos dejó al joven gobernador Carlos Menem, que lo despidió en el Congreso. Nos dejó a Lorenzo Miguel y al joven Moyano, que andaba haciendo cosas por Mar del Plata, y después en los 90 se resistió al neoliberalismo de Menem, y en 2008 le arrimó a Néstor el cartelito "Clarín miente", cuando el viejo gorila Hermenegildo lo dibujaba con las manos ensangrentadas. En cualquier momento Hugo se da un beso en la boca con Hermenegildo. Y Moyano anda por ahí armando saqueos. ¿Los saqueos tradicionales de fin de año seán parte de la consigna "peronizar"?
Así que lo que cuestiono en el análisis de tantos compañeros de ruta es esa idealización de la identidad peronista y esa añoranza de "la ortodoxia orgánica tan peronista que imprimía Néstor Kirchner en los trances difíciles". Muchas veces aderezada con un macartismo light que descalifica a "la progresía que usufructúa de un poder prestado". ¿Prestado por quién? ¿De dónde emana el poder? ¿Quién será el propietario del poder que se presta? ¿De dónde sale el poder de Cristina? ¿De Perón? ¿Del PJ? ¿De Néstor? ¿Qué ortodoxia nestorista extrañamos? ¿La que negociaba con Magnetto hasta semanas antes de las elecciones de 2009? ¿La que lcedía a los aprietes de Moyano? ¿Era posible seguir negociando con el poder extorsivo de Magnetto y Moyano infinitamente, solo porque es preferible tenerlos de este lado? La ortodoxia es también la apuesta del anticristinismo que añora una salida por derecha con Scioli y Massa. Alguno puede hacerse ilusiones de que se trate de una salida suave. Habría que demostrar que una salida pueda ser suave.
Tenemos que asumir que Perón murió, que Néstor murió y que nosotros seguimos vivos, por el momento.
11 comentarios:
Supongo que mis intervenciones críticas en lo de Omix giran alrededor de lo mismo. De cierta parte del peronismo: ¿de dónde viene el error de poner como objetivo principal, el "desalojar" a algo que se llama "progresismo" de su supuesta conducción del gobierno, y del peronismo?
Varias consideraciones. Primero, a uno le extraña que los que habitan en el clásico relato peronista del pragmatismo absoluto en la administración política del poder, etc., terminen demostrando la poca fe que le tienen a este relato, encaprichándose como unos nenes en un enfrentamiento ideológico.
Porque no ponen nunca sobre la mesa: ni las razones prácticas que habría para argumentar en favor de la "desprogresisación" del peronismo, ni qué fuerza política lo reemplazaría, conducida por quién, ni concretamente, en qué se diferenciaría. Es decir: ¿Por qué, para qué, por qué otra cosa se cambiaría, para cambiar qué cosa, cómo?
No hay nada concreto, más allá de la diferencia puramente ideológica con lo "progre". Dejando de lado la natural disputa por ocupar los "lugares", pero eso no puede entrar como argumento.
Está además ese "cliché" de querer solucionar todo con los "arreglos" ("abroquelándonos", en el texto). En lo de Omix pregunté, a propósito del supuesto no-consensualismo kirchnerista: "¿adónde queda en esto la determinabilidad propia de los sectores con quienes habría que "consensuar"?, es decir: ¿no cabría pensar también como posibilidad que ellos mismos ponen su precio muy alto o que directamente son reacios a sumarse al kirchnerismo? Siempre, en cualquier caso se ha achacado de poco consensuador al kirchnerismo. Sea o no sea cierto, nunca ví un analisis sobre: qué es lo que podría consensuarse, qué cedería quién, a cambio de qué, cuánto le costaría a cada parte y dónde estaría su ganancia, o su pérdida, etc."
Pareciera que en el fondo se trata del utópico "diálogo y consenso", pero especificado sólamente al peronismo y sus métodos. No pierde su carácter de utópico por eso.
Por otro lado, me parece que habría que desmitologizar al "progresismo". No sólo el peronista anti-progre está enfrentado a algo vago, indefinido, que hasta a veces se divierte enrostrándole al progre en la cara sus contradicciones. Realmente, el "progresista" mismo tampoco sabe qué carajo es, ni qué quiere, ni cómo, ni quién lo representa.
Tiene que quedar en claro que subirse al caballo de lo antiprogre, es tan vacío como definirse como antiperonista. Y para eso, hay que relativizar los dos absolutos completamente vagos e indefinidos. El que se cree progre o peronista, que lo crea como puede creer en Alá, o como alguien puede creerse "la verdadera izquierda", o "liberal libertario", o lo que se le cante. Pero la realidad y la política, son otra cosa y se discuten de otro modo.
Es de lo más dificil; habría que ser capaz de llevar el debate siempre al campo de lo concreto: qué cosa, para qué, quién, cómo. Si agotando lo concreto, surge "entonces" la diferencia ideológica clara e irreductible, bueno, cada uno a su casa hasta la próxima. Pero no siempre empezar desde y marcando esa diferencia todo el tiempo.
Porque si es así, se hace corta: estamos todos en desacuerdo, discutir cualquer cosa es inútil, son todos unos p.
Principalmente, por esto es que me parece errada a esta altura la estrategia 678ista. Lo que falta hoy en la ponderación de la "opinión pública", en el debate político cotidiano, no es la legitimidad de la existencia de un "relato" otrora excluido, ni dejar en claro los intereses de los medios en excluirlo.
Eso está, es como una puerta que se ha abierto. Falta intentar ir a lo concreto, a la realidad. Seguramente que partiendo desde la subjetividad, pero con el objetivo de no terminar ahí.
Oscar, la restauración de la "normalidad" vía Scioli o Massa mas que un anhelo de la derecha es la consecuencia de los límites autoimpuestos por el kirchnerismo. No podes solo achacar al deseo ajeno de que eso suceda, también deberíamos pensar en qué no hizo Cristina y su círculo para que el proceso no decante inexorablemente en una salida conservadora. Dicho en otras palabras: Cristina no tiene otro candidato mas que si misma. Lamentablemente, el PJ sigue siendo la llave de la gobernabilidad y el manual de uso político de la Argentina. Los gobernadores e intendentes, ya sabemos, van y vienen segun el lugar donde caliente el sol y (los fondos). En épocas de bonanza es lógico que se encolumnen y hoy que algunas cuentas tardan en cerrar, los tenes tanteando otras oficinas. Asi las cosas, si el "progresismo" desiste de una estrategia de poder y continuidad sin omitir las reglas no escritas de la política argentina, esta condenado a ser recuerdo de algunos días felices. Si Scioli es la salida, no solo porque Clarin asi lo desee, sino porque el kichnerismo o cristinismo despues de 10 años de poder, no tiene un plan b del riñon.
A lo concreto se está yendo todo el tiempo, no siempre de manera ordenada, no siempre en el tiempo adecuado. Pero sí se lo hace con firmeza en el rumbo: hay 3 o 4 puntos muy concretos en los que el kirchnerismo no solo mantuvo sino que viene profundizando año a año. Si no, ¿por qué se le achaca el no consensuar? ¿DE dónde le salen los enemigos acérrimos y el odio de clase? Pensar que 678 es algo así como la dirección estratégica del kirchnerismo es comerse el relato de algunos K y casi todos los antiK..
Los enemigos del kirchnerismo, que no cejan, son lo que yo denominé la Argentina Normal. No voy a extenderme ahora porque ya está escrito. No son enemigos por cuestiones estéticas ni por la falta de consensualismo, sino por los puntos en los que el kirchnerismo sigue yendo tozudamente a lo concreto.
http://tallerlaotra.blogspot.com.ar/2012/12/la-normalidad-argentina.html
http://tallerlaotra.blogspot.com.ar/2012/12/fragata-libertad-y-ley-de-medios-el.html
http://tallerlaotra.blogspot.com.ar/2013/01/conozca-los-rostros-de-los-saqueadores.html
César:
no creo que esté escrito en la intimidad de las cosas que Scioli sea la salida, menos aún la salida deseada pro Cristina. Ni siquiera la salida resignada. Al menos no es MI salida, aunque tampoco creo que haya que deshacerse de Scioli ni de nadie. Digo que este es el problema principal y que está inscripto en el ADN peronista. Que te facilita muchas cosas y te dificulta otras.
Lo que estoy absolutamente seguro es que Scioli no es ni puede ser conductor político de un proyecto moderadamente transformador. Y que no hay posibilidad de statu quo: el que no está naciendo, decía Dylan, está muriéndose.
Y que la Normalidad Argentina es una consecuencia fatal de los hechos actuales no es una verdad científica. Depende de la política. O sea: no solo de Cristina, sino de la sociedad.
Me refería a ir a lo concreto en el debate público: entre militantes, simpatizantes, etc., en los medios, en los blogs, en la TV pública, etc.
En la acción política del gobierno, seguramente hay mucho de concreto. La cuestión es que queda fuera de la vista, de la valoración. No hay espacios en donde "sopesarlos".
Si los únicos espacios donde aparecen, son los que se autodefinen como kircheristas, para cualquiera no kirchnerista, al respecto es lo mismo que nada. Porque se parte, y se sabe, de una valoración positiva previa de la acción de gobierno, sea cual sea, y se presenta un tema, cualquiera, y se sabe, para apoyar o sostener esa valoración previa.
Por tomar un ejemplo, saliendo de la discusión con el peronismo ortodoxo. ¿Lo único que se puede decir sobre la "inseguridad", es que es una herramienta más de los medios para operar -y específicamente de Clarín y afines?
¿No hay espacios para presentar lo más abarcativamente posible la problemática alrededor del delito? ¿Cómo están las cárceles? ¿Qué sucede con los presos en ellas? ¿Y la policía? ¿Y los jueces? Seguramente un acierto de Cristina el referirse a ellos ¿Había que esperar a que ella lo haga para abordar -y superficialmente- el problema del poder judicial en Argentina? ¿Cuáles son las "causas" del delito? ¿Cuales son las perspectivas reales de su disminución? ¿Qué sucede en otras sociedades?
¿No hay espacio en la TV pública para esto? Hacer presente nada más que la postura propia ("progre") sobre el tema, no alcanza -encima, limitada nada más que a su interés de hacer de "contradiscurso" al discurso mediático hegemónico del día a día. El tema hay que abarcarlo. Si no, naturalmente queda todo siempre en lo básico: al progre le espetan "lo que pasa es que a vos nunca te pasó", el progre responde "lo que pasa es que lo que vos querés es mano dura, y mirás mucho TN". Etcétera, así con todos los temas. ¿Un gran logro no sería que, p,ej., el cacerolo desbordado sin poder dar razón razonable de ello, pueda reclamar algo articulado, atendible, factible, y que pueda valorar su eventual concreción? ¿O se lo dejamos en bandeja al complejo mediático para que lo modele y utilize como le parezca?
Así, no es raro que un no-kircherista, o no "progresista", vea falta de futuro, de perspectiva, o de "promesa", y no es raro que crea ver algo más "concreto" en el vendehumo que más se acerque a sus creencias.
Creo que los medios públicos están bastante mal, el kirchnerismo no tiene buenos profesionales de la comunicación. El único es Gwirtz, con sus limitaciones ideológicas y su falta de creatividad. 678 fue un formato buenísimo, pero hay algo que es propio de los formatos televisivos: tienen un ciclo de vida después del cual se vuelven previsibles. Eso pasó con 678 después de 4 años. Ningún programa, ni Tinelli, puede estirar tanto un formato.
En el caso de 678 se agrava porque la situación política cambió y vos no podés seguir aplicando la misma receta que en otro contexto fue exitoso. 678 sunó a mucha gente, me consta. Hoy ya no suma nada.
El Pájaro Salinas dice que además Gwitz tiene un manejo sectario incluso dentro del propio kirchnerismo. Puede ser. Creo que lucas Carrasco es el caso testigo: Una televisión que no tiene espaldas para bancarse a un gran comunicador como Lucas está mostrando signos de debilidad. De hecho, las ultimas veces Lucas fue invitado por programas gorilas y se lució mucho. El tristísimo episodio donde fue maltratado por algunos de los miembros del panel de 678 marcaron para mí un síntoma de que el programa ya no da para más.
Por otro lado, no hay por ahora en el campo kirchnerista ningún profesional que entienda de televisión. Canal 7 es malo, aburrido y sectario. Falta incluso astucia. Cuaqluier blog K es más interesante, variado, más rápido para procesar las novedades y para pensar en los asuntos complejos que la TV Pública. Capusotto y Filmoteca son dos buenos programas, pero falta tv en vivo, falta debate, falta una mirada más popular. El noticiero, dirigido por un pibe de la Cámpora, repite esquemas de noticieros viejísimos, sin innovación, sin estética. Y tampoco tienen la astucia de entrevistar a oficialistas y opositores de manera amable, descontracturada e incisiva. Cuánto ganaría el gobierno con un canal público bien manejado, abierto incluso a las bancadas opositoras. Pero el gobierno tampoco hace aparecer en las pantallas de la tv pública a su propia base social, el conurbano, las provincias del NOA, su música, sus conflictos. El manejo de canal 7, al cabo de tantos años de kirchnerismo, no le sirve a nadie.
El tema inseguridad, sí, hay que tratarlo, pero no según la agenda mediática de la derecha. Por empezar hay que deconstruir el concepto. ¿Inseguridad de quién? Sabemos que los sectores poderosos violan la ley y tienen abogados que los hace zafar. Por otro lado, está el tema de las Policías, de los jueces y su oportuismo político y su clasismo. Está el tema de las cárceles. Por ejemplo, cuando pasó lo de Vatayón lo que hacía falta es dar un gran debate acerca del rol de las cárceles, romper el sentido común de que en la cárcel el que delinquió tiene que ser castigado y que tiene que sufrir. ¿Por qué no se debate eso?
Y también hay que responder que los índices de inseguridad en Argentina no son altos, que el delito no desaparece de ninguna sociedad y que leyes más represivas o policías duras por lo general no hacen desaparecer el delito sino acentúan el carácter clasista de las políticas punitivas: más pobres presos o directamente muertos.
Todo eso se podría debatir, pero no creo que la responsabilidad esté en Cristina, aunque sí que podemos pedirle al gobierno que lo haga.
Pero ya ves, estábamos hablando del dilema peronista y terminamos hablando de la programación de canal 7...
Si, pero porque el opositor al kirchnerismo promedio se pelea más con la imagen que él tiene del gobierno (la mediática pro y anti) que otra cosa, y el peronista no está exento de eso -por más que le guste disfrazarse de "realpolitiker". Por eso, siempre hay que sacar ese "ruido" del medio.
De acuerdo con el resto.
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