viernes, 13 de febrero de 2009

Escuchar una voz


Seminario Kierkegaard
Año 2009

Coordinado por Oscar Alberto Cuervo

INICIA: MIÉRCOLES 15 DE ABRIL - 18:30 hs.

Duración: 8 reuniones
Frecuencia semanal.

A Søren Kierkegaard (1814-1855) se lo suele presentar, con cierta imprecisión, como el padre del existencialismo. Estos “ismos” nunca le han hecho mucho favor al pensamiento, pero se revelan especialmente ineptos para comprender la posición de este pensador danés. Es que Kierkegaard se ha propuesto deliberadamente constituirse en un problema para su lector. Quizá ningún otro filósofo antes que él puso el problema de la comunicación en el centro de la relación con sus destinatarios. No se trata solamente de que él haya elaborado una teoría de la comunicación, sino más precisamente de que la problematicidad de la comunicación ocurre en acto en su escritura filosófica. Su obra está constituida como un polifonía de pseudónimos que encarnan diversas posiciones. Lo que Kierkegaard se propone deliberadamente es que el sentido de su filosofía no se pueda fijar en la forma de un sistema; pero además: que la lectura que se haga de sus textos deje en manos del lector la decisión de un sentido en el que el propio lector se desoculte ante sí mismo. Como si el lector fuera una fotografía sin revelar y el texto de Kierkegaard el revelador. Está claro que todo texto filosófico (y todo texto en general) demanda siempre un acto de interpretación; lo peculiar de Kierkegaard es que despliega una multitud de voces para que el lector no pueda sino cuestionarse a sí mismo en el acto de leer. Se vincula al lector como una voz que le habla a un oyente e interroga el acto de escuchar, la afinación o tonalidad (Stemning) a partir de la cual es posible escuchar.

Cuando "se" habla, Kierkegaard pregunta quién habla en cada caso, y qué es posible decir a partir de determinada voz, de determinada entonación, una pregunta que la filosofía no solía hacerse antes de él. Cuando se lee Crítica de la razón pura de Kant o Fenomenologia del espíritu de Hegel, parecería que quien ahí está hablando es la Razón misma o el Espíritu mismo. Kierkegaard sospecha de esa voz impersonal y piensa que todo lo que se dice siempre se dice desde de una voz singular y eso implica que nunca un discurso puede decirlo todo. Todo hablar está sometido a un cierto régimen. A través de distintas entonaciones se pueden decir algunas cosas, mientras otras quedan fuera de la posibilidad de ser dichas con esa misma entonación.

No se puede hablar de todo de cualquier manera, cada objeto de discurso demanda determinada forma discursiva. Hay que encontrar la tonalidad en la que se habla. Él usa una palabra danesa, Stemning, (que después Heidegger va a retomar en Ser y tiempo, a través de la traducción alemana, Stimmung). Estas palabras pueden traducirse como “voz”, “entonación”, “tonalidad”, aunque en la traducción al castellano que hizo José Gaos de Ser y tiempo se haya vertido como “estado de ánimo”. En algunas ediciones de Kierkegaard que circulan en castellano se ha traducido Stemning como “atmósfera”. Qué variedad para traducir una misma palabra: voz, entonación, tonalidad, temple, talante, estado de ánimo, atmósfera, disposición afectiva... En realidad, el origen de la palabra es musical y quiere decir “tonalidad”. Cuando uno habla, lo hace en una determinada tonalidad. Por ejemplo, si una sinfonía está compuesta en do mayor y un instrumento toca en sol menor, va a sonar desafinado. De ahí que se pueda hablar también de temple, como cuando se dice que alguien está templando la guitarra, o como esa obra musical titulada El clave bien temperado. Entonces, con esta palabra Kierkegaard nos invita a tener precaución acerca de la tonalidad con la que se habla, porque si uno no acierta en la tonalidad puede arruinar lo que quiere decir.

Hay una afinación que debe darse entre la voz que habla y la escucha, para que se produzca el encuentro. Hay tonalidades que se usan para hablar a nadie en particular sino a todos en general, palabras que pueden ser dichas y oidas por cualquiera. El lenguaje de la ética, referida a los deberes universales, a lo que "se" debe o no "se" debe hacer, tiene esa entonación impersonal, dirigida a todos y a cualquiera. El lenguaje de la ciencia también procura esa impersonalidad, porque se trata de colocarse en un punto de vista que podría ser el de cualquiera; precisamente así es la intersubjetividad científica: procura una experiencia que cualquiera podría repetir tantas veces como se lo proponga. En cambio, a veces hay voces dirigidas a una sola persona y a nadie más, una voz que me habla a mí y sólo a mí. La entonación de esa voz difiere de todas las otras. Esa afinación que yo no puedo sino reconocer que me habla a mí y sólo a mí es, para Kierkegaard, la seriedad. Fuera de ella, están las voces que le hablan a cualquiera, y ahí no hay seriedad posible:

"Leemos en la Escritura: «Y Dios puso a prueba a Abraham y le dijo: Abraham, Abraham, ¿dónde estás? Y Abraham le respondió: Aquí estoy».

"¿Has hecho otro tanto tú, a quien ahora hablo? ¿No has clamado a las montañas «ocúltenme» y a las rocas «sepúltenme» cuando viste llegar desde lejos los golpes de la suerte? O bien, si hubieras tenido más fortaleza, ¿no se habría adelantado tu pie con lentitud suma por la buena senda? ¿No habrías suspirado por volver a los antiguos senderos conocidos? Y si el llamado resonó, ¿guardaste silencio o respondiste en voz muy baja, quizá con un murmullo? Pues bien: Abraham no respondió así; con valor y júbilo, lleno de confianza y a plena voz respondió: «Heme aquí»" (Temor y Temblor).

Seminario Kierkegaard 2009

FUNDACIÓN CENTRO PSICOANALÍTICO ARGENTINO
Informes en los teléfonos 4822-4690 / 4823-4941 / 4821-2366

Para informes sobre los contenidos del seminario,
escribir al e-mail: tallerlaotra@gmail.com
Inscripción en Pte. Uriburu 1345, Piso 1° (y Juncal). Ciudad de Buenos Aires

1 comentario:

meridiana dijo...

Finalmente de eso se trata, de escuchar y por qué no de ese "temor y temblor" que nos acontece ante lo que ni podemos decir.

sea entonces bienvenido este seminario.

Saludos
Lilián