todos estamos igual

domingo, 4 de septiembre de 2011

Cabo Polonio. Una visión subjetiva II. Nocturno


por Carmen Cuervo

 La noche sin luna en el Cabo es la parte más negra de la oscuridad porque ahí no hay luz. Cuando salimos no nos dimos cuenta pero cuando intentabámos volver a nuestro refugio estábamos en la oscufidad. Ni luna, ni estrellas, ni una linterna, ni velas, no veíamos nada. Nuestro pies estaban sobre un terreno inestable, que a veces bajaba y otras subía, un suelo algo resbaladizo por el agua de la lluvia, con piedras, quizá con pinches o caracoles vacíos, a lo mejor íbamos pisando algunos bichos pero no veíamos nada. Algo nos obligaba a caminar sin rumbo. Es para allá, dijo alguién simulando decisión y dimos algunos pasos. A nuestro alrededor debían estar los médanos y también, cerca, estaría el mar, se sentía el ruído y el olor pero era peligroso acercarse a él. Ni siquiera las personas eran confiables para nuestros sentidos, se escuchaban las voces familares pero cuando nadie hablaba no se sabía si todavía estaban ahí o se habían ido alejando del grupo hasta perderse. No podíamos quedarnos donde estábamos porque hacía demasiado frío y el viento y la lluvia ya eran violentos. Pero habíamos olvidado algo. De la torre situada cerca de la costa salía una tenuísima luz. La lámpara en lo alto pasaba sobre nosotros y luego se alejaba tanto que no podíamos imaginar dónde iría, seguro recorrería todo el paisale, pasaría por el bosque más negro aún que nuestra oscuridad, alumbraría a los animales salvajes, a los pájaros nocturnos, a los pinos y después se iría a meter al mar, o sobre la isla de piedras donde estaban los lobos marinos. El haz de luz andaba por tantos lugares que tardaba una enormidad en volver hasta nosotros y volvía sólo cuando casi lo habíamos olvidado. Uno de nosotros se dio cuenta de que había que esperar que viniera cada tanto la luz del faro para tratar de encaminarnos poco a poco hasta nuestro refugio.

2 comentarios:

Liliana dijo...

En el Polonio pasan cosas extraordinarias...más bien oscuras

Martha dijo...

Impresionante el relato . Uno no sabe por qué no se comunican entre sí. O no lo hacen de modo satisfactorio, lo cual induce al terror.