LOS CONVENCIDOS (Martín Farina)
Estreno: 18/5 - Espacio INCAA - Gaumont -7 únicas funciones hasta el 24/5 a las 20.30 HS.
Farina muestra que su voracidad cinematográfica prevalece ante cualquier "gesto" estetizante. Sus antecedentes inmediatos eran las inmersiones en el onirismo de las muy originales y ambiciosas El fulgor y Náufrago. La potencia expresiva que esas películas exponían podía invitar a un camino de ambición creciente que lo condujera a la vía muerta del hermetismo expresionista. Pero la pulsión que late en los movimientos de Martin Farina no es la de la exhibición de las destrezas que evidentemente posee -a esta altura muy pocos cineastas argentinos manejan el montaje con la precisión que él logra. Por eso, su siguiente paso es esta vuelta imprevisible hacia lo pequeño y engañosamente simple.
Grupos de conversadores abundan en habladurías que intentan suturar una rajadura por la que la consistencia de la vida común se fuga. Una conversación cotidiana puede ser tan o más deforme que un sueño o un rito ancestral. Los personajes de Los convencidos -provenientes de otras películas de Farina- hablan para convencerse, más a sí mismos que a los otros. Y más que conquistar alguna verdad se dan por vencidos con certezas endebles y quebradizas. Si El Fulgor y Náufrago resbalaban por los bordes del sentido en medio de rayos y centellas amenazantes y tentadores, los ámbitos cotidianos en los que Los convencidos chamuyan no son más tranquilizadores. La inquietud ansía afirmarse en guiños grupales y marcas de pertenencia de una clase media que funda su identidad en terrenos cenagosos: la guita, la virilidad, el éxito, la elevación del consumo cultural, la consistencia que huye y no sirve para otra guerra. Los locuaces se deslizan por énfasis precarios pero se topan cada vez con lo Mismo, lo que no aciertan a nombrar pese a la proliferación de palabras.
La mirada de Farina y su extraordinario dominio del tempo cinematográfico no necesitan esta vez de despliegues visuales y sonoros deslumbrantes. El epílogo es una conversación divertida y mordaz sobre los usos edificantes del cine. Aparecen mencionadas en una conversación entre amigos Roma de Cuarón, La flor de Llinás y unas equívocas amigas de Chabrol/Charol. Así se hace constar en el propio despliegue cinematográfico el problema de la relación entre el cine y lo que se dice de él. Antes que pulir un estilo Farina, busca la veracidad de su propia obra.
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