todos estamos igual

sábado, 19 de marzo de 2016

Argentina, Brasil y las garras de USA


Sigo con bastante perplejidad las noticias que vienen de Brasil, con el gobierno del PT, Dilma y Lula contra las cuerdas, tratando de no sucumbir ante las operaciones que le planta, de a varias por día, una fuerza coordinada del poder judicial y las grandes corporaciones mediáticas, con la complicidad del sistema de partidos y un presumible guiño del Hemisferio Norte. La sucesión grotesca de cautelares contra la designación de Lula como ministro de gobierno y los aprestos de juicio político contra Dilma, las movilizaciones gigantescas en contra y ayer a favor del gobierno tienen una dinámica que excede las posibilidades de actualización de un blog como este. Brasil parece marchar como una locomotora sin frenos. Ni idea de cómo ni cuándo esto puede terminar. Es curioso que Dilma y Lula hayan llegado antes a una situación más frágil que otros gobiernos de la región aparentemente más endebles. Es llamativo que cruja el gobierno del PT antes que Venezuela, Ecuador o Bolivia. Pero es muy probable que, si la derecha logra voltear al gobierno del mayor país de la región, esto produzca un desbalance decisivo.

Es raro que en Brasil estén logrando lo que en Argentina no pudieron. No conozco la política interna de Brasil, ese gigante tan cercano y tan distinto de nuestro país. No pretendo dármelas de analista de algo que desconozco. Voy a hablar de lo que conozco.

Las clases medias furibundas que salen a la calle a pedir el fin de un gobierno, alentadas por la televisión, los cacerolazos del cualunquismo, una situación convulsionada por televidentes exasperados sin articulación discursiva: Argentina conoció todo eso desde 2008, en una escala menor y definitivamente insuficiente para derribar a Cristina. Que ejerció su poder democrático en plenitud hasta la hora 0:00 del 10 de diciembre pasado (vergonzosa cautelar mediante). Con Cristina ensayaron paso a paso cada uno de los recursos que hoy hacen tambalear a uno de los países más grandes del mundo. Llegaron al extremo de fabricar una disparatada denuncia e instrumentar a un muerto. Con recursos así de extremos, no pudieron. 

Por supuesto, lo seguirán intentando: mandaron a traer a Lanata de Miami para exhumar un video que figura desde hace varios años en una causa contra Lázaro Báez, y lo presentan como una resonante novedad, justo el día en que el Congreso Nacional decide volver al camino del endeudamiento. Reciclan episódicamente a Elaskar, Lanatta, Hotesur en una calesita mediática que pretende mantener la atención de los espectadores mientras la inflación galopa y el salario encoge. El gobierno macrista no tiene buenas noticias para darle a la población, así que los shows del régimen deben seguir haciendo oposición del gobierno anterior. El reciclado permanente habla más de la necesidad de este gobierno que de otra cosa. Y con gran parte de la clase política habilitando el ajuste, incluso el recurso de aprisionar a Cristina se les podría volver un boomerang. Macri tiene cuatro años por delante, no hay otra cosa más que ajuste en su horizonte y alguna vez tendría que mostrar algún resultado para los que lo votaron con expectativas de mejorar su situación. Aunque resulte difícil de percibir, Macri está hoy a la defensiva. Y va a seguir estándolo por todo lo que dure su gobierno.

El hecho de que lo que está pasando en Brasil lo hayamos conocido, de que viéramos cómo procedían, la endeblez de unas acusaciones que nunca se terminan de probar, el impacto de imágenes mediáticas sin sustento jurídico, las filtraciones rimbombantes de "pruebas" obtenidas de un modo tan irregular que bastaría para declarar la nulidad de un proceso judicial en condiciones normales, el circuito que va desde los tribunales hacia los canales, en un sistema de legitimación recíproca, con el único fin de enardecer a las masas medias televidentes, esa familiaridad entre el acoso a Cristina y el acoso a Dilma y Lula patentizan un modelo común de desestabilización regional. La hipótesis de que todo responde a un patrón diseñado en Norteamérica se vuelve insoslayable.

El jueves se puso en marcha el mecanismo para iniciar un juicio político a Dilma. El cargo de que se la acusa es el presunto maquillaje de las cuentas públicas para ocultar el déficit fiscal de 2014,  una práctica que fue común a todos los gobiernos anteriores y, posiblemente, a gran parte de los gobiernos mundiales, un acto administrativo discutible, presentado por el poderoso dispositivo golpista en un delito.  El sistema parlamentario encargado de juzgar al gobierno del PT está lleno de políticos sobre los que pesan acusaciones de corrupción tan graves como las que se adjudican a Dilma y Lula.

Acá y ahora, con análogos criterios que los que convulsionan a Brasil, Macri ya cometió suficientes atropellos legales y arbitrariedades administrativas como para llevarlo a un juicio político. Eso si no gozara de un poderoso anillo protector del poder mediático y judicial, la complicidad de los oficialistas de todos los gobiernos, y un claro apoyo trasnacional que le da a este proceso una dimensión regional. La capitulación con los buitres se hace con el patrocinio del gobierno de Obama, sin el menor prurito por disimularlo.

Marcelo Falak, un periodista que conoce en bien la interna política brasileña escribió ayer:

La instancia institucional es, desde ya, decisiva para la suerte de Dilma y, con ella, la del legado histórico del Partido de los Trabajadores, a esta altura manchado sin remedio. Pero el juego no se define en el Congreso, sino en la calle: es allí donde los gobiernos realmente caen. [Completo acá]

No se trata entonces de probar delitos, sino de sacar televidentes a la calle.

Brasil es una lupa para entender lo que pasó en Argentina y viceversa. Más allá de las diferencias de ambos procesos, la ofensiva derechista es igual.

A izquierda y derecha, durante años, se criticó al kirchnerismo por no haber hecho las cosas "bien" como Brasil. Se criticó a Cristina por no haber construido un sucesor, como Lula hizo con Dilma. La derecha criticaba al kirchnerismo porque no seguía el ejemplo de la seriedad de Lula para manejar las finanzas públicas. Brasil era el país serio, el buen alumno del FMI. Muchos socialdemócratas con chamuyo y semi K semi arrepentidos criticaban al FPV porque no construyó una fuerza territorial sólida como el PT. "No vas a comparar al FPV con la construcción del PT" canchereaban. Sea cual fuera la diferencia, la reacción es la misma o peor. A estos supuestos críticos les faltó siempre un diagnóstico acerca del enemigo a vencer. Probablemente hoy todavía ni la vean. Por eso son co-responsables del proceso desestabilizador regional.

En todos estos proyectos populares se cometieron errores grandes y pequeños, pero lo que los expuso a la desestabilización no son esos errores (de vuelta: 100 días de Macri están llenos de violaciones a la institucionalidad ante las cuales los antes críticos se hacen los boludos). 

Pese a los parecidos, la diferencia es que la derecha en Argentina no logró acorralar a Néstor y Cristina como lo está haciendo en Brasil con Lupa y Dilma.

En Argentina, la derecha ganó en elecciones libres y ahora tiene que hacerse cargo del ajuste que Dilma se autoinfligió. Dilma ganó por una diferencia tan estrecha como la de Macri en Argentina, pero al empezar el nuevo mandato aplicó el plan de ajuste que proponía la oposición. En pocos días pulverizó su capital político. En Argentina, la derecha jamás perdonará a Cristina que no haya ajustado. De haberlo hecho, no se habría ido con niveles de aprobación altísimos después de gobernar 8 años, con una movilización política que hoy ningún otro dirigente podría lograr. Si Cristina hubiera ajustado, habría sido fácil derribarla. Si Scioli hubiera ganado 51% a 49%, las denuncias de fraude, las corridas especulativas y las operaciones mediáticas lo hubieran puesto contra las cuerdas en estos meses.

La semana que viene, justo cuando se cumplen 40 años del golpe genocida promovido por Washington, va a pisar nuestro suelo el presidente de la potencia imperial que prefiere a Macri como un dirigente moderno y sensato (volvemos a ser los mejores alumnos, ¿se acuerdan del costo que pagamos por eso?) y deplora a Cristina por antinorteamericana y por valerse de una retórica antigua, propia de los años 60 y 70. Qué útil saber que esa caracterización proviene del centro del poder mundial. Vamos a darle a Obama un recibimiento inolvidable.

Marcha de anoche en apoyo al gobierno brasileño

Este domingo a medianoche en La otra, Radio Gráfica, 89,3, vamos a hablar con un especialista en política internacional, Nestor Gorojovsky.

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