Bluesky

Al actuar como jefa de La Cámpora en detrimento de los intereses populares @cristinafkirchner.bsky.social se arriesga a devaluar su legado. En Rosario se la vio aislada, simulando liderar a una totalidad que no está, ansiosa por revalidar una relevancia que ni siquera debería estar en discusión.

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— Oscar Cuervo (@oscaracuervo.bsky.social) 24 de noviembre de 2024, 3:45

jueves, 3 de marzo de 2016

Carlos García y Carlos Solari


por José Miccio *

“Transas” se burla de las acusaciones, de los acusadores y del acusado. No deja nada en pie. Pero Fiorucci, la poca ropa y la exposición mediática de García son detalles menores en esta etapa. Aquella historia, que va del cinismo al lamento, es solo una de las que protagoniza, y de las menos interesantes a pesar de su importancia. Todavía entonces, como hoy mismo, la mayor parte de las canciones siguen ligadas a una ética que para el rock es fundacional y cuya afirmación, a pesar de altos o desvíos, se repite mientras cambian los contextos. La retórica contracultural, aunque a veces insegura, es un patrimonio del que se reniega raramente y que atraviesa el discurso de todos los músicos. Hay una disputa en torno a él, pero su legitimidad no se rechaza. García, por ejemplo, lo llora después de sacudirlo un poco. Se puede hablar en estos años de su mentira, del engaño de Cantilo o la hipocresía de Porchetto. Pero ese discurso es todavía la verdad del rock. Lo que está en cuestión es quién lo encarna y cuáles son sus formas auténticas.



Carlos Solari, a quien llaman Indio, oye y hace muecas. Está preocupado pero desconfía de palabras con las que coincide. Dice: “Hoy el rock es la música oficial del sistema”. Como García, habla desde mitad de década y testimonia un mismo humor. Alguna vez - se sorprende – concuerdan. Pero su lugar es otro. Participa con una autoridad curiosa. No tiene manager ni compañía discográfica. Ni siquiera publicita sus shows. García es el hombre de toda tapa. Solari es el hombre del subsuelo y dice saber cosas que otros no saben. O peor: que han olvidado. Que es de noche, por ejemplo. Y que la fiebre de los héroes no es tan alta. El rock no ha aflojado sus cuerdas para que él le cante sus embustes; para eso está García, esa institución. Solari vive como un extemporáneo, parado en el margen que queda. Tiene bigote setentista y discurso beatnik. Y sus primeros discos muerden. Pone rojo, negro y pueblo en la tapa de su obra maestra y canta el presente y su historia.




* Fragmento del texto "Notas sobre el rock argentino en democracia", que se puede leer completo en el blog Un Largo, clickeando acá.

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