todos estamos igual

domingo, 25 de mayo de 2008

Obras maestras del cine: Sokurov


Por Oscar A. Cuervo

A partir de este jueves, comienza a proyectarse en la sala Lugones del Teatro San Martín una de las grandes obras del cine contemporáneo: Voces espirituales (Spiritual voices, 1995) de Alexander Sokurov, según un esquema de proyección que permitirá ver sus cinco horas y media de un tirón (el sábado 31) o divididas en capítulos (el jueves 29 los tres primeros capítulos; el viernes 30 los capítulos cuarto y quinto). Ver detalle del ciclo aquí.

Pero eso no es todo: a partir del domingo 1 de junio y hasta el martes 3, la Lugones proyectará, mediante un esquema similar, los 210 minutos de Confesión (Povinnost, 1998) en los que el gran Sokurov nos hace compartir la intimidad de la tripulación de un navío de la Marina Nacional rusa que cruza las aguas glaciales del Mar de Barents, a través del diario íntimo del capitán del barco.

Para celebrar tan grato acontecimiento cinematográfico (recomiendo con entusiasmo que no dejen de ver estas maravillas), quiero reproducir aquí una nota que escribí en el tercer número de revista La otra (verano 2004):

VI CINCO VECES SPIRITUAL VOICES.

Y por cada vez que la vi, se fue acentuando la primera impresión que me produjo: no recuerdo otra película así. Spiritual voices hizo una incisión en mi experiencia. No se trata sólo de su extensión: dura cinco horas y media. Es su sentido el que hace que esas horas sean inolvidables. En el prólogo, uno de los más extraños de toda la historia del cine, vemos durante 40 minutos el plano general de una arboleda nevada (ver aquí), mientras la voz de Sokurov nos habla de la vida de Mozart. Cosas que no van a ser retomadas en el resto de la película, pero que van a quedar resonando en la mente cuando, a partir del segundo capítulo, nos traslademos hasta la frontera entre Tadjiquistán y Afganistán. Una de las cosas que Sokurov nos cuenta en ese prólogo es la experiencia de las cinco horas finales en las que Mozart acompaña la agonía de su madre. Cinco horas, dice Sokurov, y cambia de tema. Esas cinco horas remiten a dos cuestiones:

- el tema de la muerte de la madre, que aparece invariablemente en las películas de Sokurov, no importa que traten acerca de su amigo Tarkovski, de la decrepitud de Lenin, del escritor japonés Toshio Shimao, de una campesina soviética trabajando en las granjas colectivas o, más directamente, de la última hora de vida de una madre acompañada por su hijo, en Madre e Hijo.

- las cinco horas de película que nos esperan, el tiempo durante el cual Sokurov nos invita a que acompañemos su mirada.

La última vez que vi Spiritual voices, un domingo a la tarde en la sala Lugones, había tres viejas insoportables (no tengo otra manera de decirlo, a mí las señoras ancianas me caen por lo general bien, pero estas eran tres viejas de mierda). Se empezaron a incomodar desde los primeros minutos, cuando vieron que la cámara se había fijado sobre el paisaje invernal y la voz en off nos solicitaba escuchar tal movimiento del concierto 19 de Mozart. Enseguida empezaron: "¿serán las cinco horas así? ...qué lento es esto". Como la tonalidad de este prólogo exige mucha concentración, los comentarios desubicados arruinaban todo lo que Sokurov proponía desde la pantalla. El resto del público empezó a desesperarse al ver que las diabólicas viejas no se hacían cargo de las súplicas de silencio. Hasta que, finalmente, al empezar el segundo episodio con la misma imagen helada y vacía que habíamos visto durante los anteriores 40 minutos, las tres brujas se enfurecieron del todo y el resto de la gente no las soportó más. Lluvia de puteadas, las viejas se levantan y se van. Lo que que pasó es que el dispositivo Sokurov, que a esta altura nos incluía a los que lo habíamos aceptado, a ellas las explulsó del cine. Porque Sokurov no hace nada para chocar, despliega sus recursos con amor y delicadeza, apuesta a que el espectador sea una persona sensible y atenta, y nada más. No se trata de ser cultos ni de ser cinéfilos, esas tonterías le tienen sin cuidado. Se trata de ser abiertos, de no estar ensimismados. Las cinco horas de Spiritual voices son un viaje que no se puede hacer más rápido. Si no querés viajar las próximas cinco horas, no llegás a destino. Como las cinco últimas horas de Mozart con su madre: ¿querés hacerlas más cortas?


Quisiera proponer para Spiritual voices la categoría de obra maestra. Esta categoría no quiere decir "me gustó mucho"; tampoco eso que a veces dice un conocido: "está bien hechita, redondita". Menos aún quiere decir que la película es eficaz en lo que se propone: si una película se propone "hacer pasar un rato de distracción" o "darte ganas de vomitar" o "respetar las normativas del género", entonces jamás puede ser una obra maestra. La distracción, el efectismo y la mera corrección, propongo, son incompatibles con la maestría. Al decir de una película que es una "obra maestra" quisiera incluir estos rasgos:

- es una película que además de su tema manifiesto (en el caso de Spiritual voices, el final de la guerra entre Afganistán y Tadjiquistán, en 1995), es una toma de posición respecto de la totalidad del cine (del cine ya hecho y del cine por hacer);

- lo anterior implica que su realizador también toma una posición sobre su propia existencia como artista: el cine para él no es “un trabajo como cualquier otro” sino su razón de ser. Esto no depende de sus declaraciones públicas, sino de la forma cinematográfica que la obra realiza;

- y por ende la película también le dirige un llamado personal al espectador. Como preguntándole: querido espectador, ¿para vos el cine es algo tan serio como para mí? Spiritual voices no incluye, creo, ninguna cita cinéfila; pero aún así es una toma de posición acerca del cine. Sokurov dice: ¿ven? O mejor dicho: ¿ves?

La película se subtitula "una narración en cinco episodios", pero, a pesar de las connotaciones literarias de tal subtítulo, se aleja unos cuantos pasos de la dependencia que el cine ha tenido respecto de la literatura. Lo que Sokurov hace aparecer es: el tiempo. El tiempo como problema cinematográfico, lo cual incluye al tiempo del espectador, tiempo de la contemplación. Y también el tiempo de la vida, sin más: el tiempo de las cosas que se extinguen, de las cosas que hemos de retener en nuestra memoria para que no mueran. Las imágenes de Spiritual voices están hechas no para resbalar en la retina, sino para quedarse en la memoria. Está puesto en el prólogo: las últimas cinco horas que pasa Mozart con su madre no son un tiempo indiferente: son el tiempo de una incisión. De como viva ese tiempo dependerá el resto de lo que al hombre le quede por vivir. ¿Cuántas veces vivimos así las horas? ¿Cuántas horas en la vida vivimos dejando que el tiempo solamente pase? En una entrevista reciente Sokurov dijo: “El espectador paga un precio muy alto por una película, y no en dinero. Los espectadores invierten su tiempo en el cine, una parte de su vida, y una película mala, una película agresiva, le resta varios siglos de vida a la humanidad.”


Lo que va a mostrar en Spiritual voices es el tiempo de esos soldados. Algunos volverán a sus casas, otros no. ¿Ves?, nos dice, miralos, guardalos en tu memoria. Puede que sea importante que vos no los olvides. No es casual que el centro dramático de la película sea la llegada de año nuevo. La fría tarde del invierno tadjí, el sol tenue del invierno, la música que rebota en el aire frío de la tarde del invierno tadjí. ¿Quién no conoce la sensación inapresable del aire de una tarde fría, del sol que va extinguiéndose? Hace falta demorarse en el tiempo en el que esa experiencia puede únicamente aparecer. Sokurov nos está expresando: el cine puede iluminar esto, puede retener ese momento fugaz. La música que sale de un grabadorcito y rebota entre las montañas puede vivir en tu alma para siempre. El fuego aquel que se enciende en la arboleda nevada, el hombre que pasa caminando sin que se sepa quién es ni adónde va: no los olvides.Que el cine pueda quiere decir también que hay que permitirlo.

El cine actual está tan pendiente de la pupila resbaladiza del zappeador que impide esa posibilidad de mirar. Y el cine en su historia ha estado tan pendiente de la temporalidad de la lectura que muy pocas veces se ha permitido filmar el paso del tiempo en toda su densidad. En un guión se escribe "cae la tarde". El cine por lo general se ha limitado a filmar el tiempo que se tarda en leer el enunciado. Una toma de algunos segundos de una puesta del sol, corte y a otra cosa. Así no puede filmarse lo que significa que la tarde caiga. Esa caída de la tarde (hay por lo menos dos en Spiritual voices, en los episodios 3° y 5°) significa filmar de una manera distinta de como se lo ha hecho hasta ahora. Permitirlo: porque también uno tiene ahí en la pantalla la dolorosa intimidad de esa mirada, el recorrido acariciante por las piernas, las manos, las caras de esas personas, el brillo de la mirada del perro, todo eso está, y uno puede estar tan ensimismado que no ve nada. ¿Ves?

Cuando digo ver, digo pensar. Una cosa no excluye a la otra, sino que más bien la exige. La intensa emoción que produce Spiritual voices reclama un compromiso del que mira que involucre todo su ser. Oponer los sentimientos al pensamiento es una necedad de lo más triste. Como si de un lado estuviera la ciega ebullición sensorial y del otro la fría especulación del teorema. Hay una pasión que sólo surge del sentido: no digo de los cinco sentidos, digo del sentido.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

sI oSCAR: ES UN ANTIGUO PROBLEMA QUE TIENE LA QUERIDA SALA LUGONES. vAN GENTE DE MUCHA EDAD QUE NO PUEDE COSTEARSE EL CINE Y ALLI LE COBRAN MONEDITASN(0,75 CENTAVOS HACE UNOS 9 AÑOS) QUE EQUIVALE A EL IMPUESTO. hAY UNA SRA. QUE CUENTA LOS FINALES EN VOZ ALTA A ESO DE LAS 14 HS. tRATE DE CONVENCERLA INFRUCTUOSAMENTE DE QUE NO. ELLA SE ENORGULLECE DE HABER VISTO TODO VISCONTI EN TODAS LAS RETRO. OTROS COMEN SABROSOS GUISITOS, O DUERMEN O VAN POR EL AIRE ACONDICIONADO EN VERANO.POBRES.
lO LAMENTABLE ES EL NO JUBILADO QUE ES TORPE NOMAS, PORQUE SIEMPRE LE DIERON TODO SERVIDO Y NO SE HAN PREOCUPADO POR TRATAR DE DEJARLO PENSAR. eSE SE ENCUENTRA EN TODOS LADOS. y BUÉ! Hay que incentivarlos como se hace aquí y en otros lados. martha

Anónimo dijo...

¿VES, OSCAR?
HAY UNA PASIÓN QUE SURGE DEL SENTIDO, NO DE LOS SENTIDOS.
SI SE TIENE ESA PASIÓN ¿QUIÉN LE PUEDE TEMER AL TEDIO?
EL TEDIO Y LAS CRUELDADES REFINADAS DE LA AGRESIÓN LE RESTAN VARIOS SIGLOS A LA HUMANIDAD, TIENE RAZÓN SOKUROV.
¡¡¡UN POST EX-CE-LEN-TE!!!!!

Anónimo dijo...

Hola ! Gracias a los que me ayudaron anoche para sintonizar bien la radio FM LA TRIBU: el programa se escuchó perfectamente, muy nítido todo el tiempo.
De los Caraja-jí, éste dramaturgo es el más completo de todos. Nadie le quita la diversidad, por lo que hacía un buen trío con el Rafa SPREGELBURD Y( QUE SE CONFIESA SORDO, ME DIJO QUE LA ESPOSA ES LA QUE CANTA: LA QUE OÍ EN MI CUMPLE) Y DAULTE QUE BUENO...NINGUNO ES REGGISEUR!
lAS CHICAS , GENIALES PARA TRADUCIR MI MENSAJE. gRACIAS!!
bESO. mARTHA

Anónimo dijo...

Después de leer este post, el sábado me interno en la Lugones para ver (y escuchar) esas "Voces..." (un consuelo ante la ausencia del ciclo de La Otra...cómo se extraña!)
Ah,y el programa de ayer, muy bueno. Me dieron ganas de ver "Los Sensuales"...y en junio la obra sobre la poeta rusa, por supuesto.
Saludos

Cece dijo...

Al fin Spiritual en cine otra vez,
voy este sábado a verla de un tirón,
¿alguien más va?