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sábado, 7 de marzo de 2009

In-Edit: NY 77 / End of the century



Por O. A. C.

NY 77. The coolest year in hell (Henry Corra, USA, 2007)
Si a mediados de los 60 la cultura moderna conoce su apogeo (Revolver, Blonde on Blonde, Are you experienced?, Faces, La chinoise), una década después cae en estado de entropía. Las calles de New York son en 1977 un hervidero de diversidad cultural, creatividad anárquica y desenfreno sexual pre-sida. En cada barrio se cocina una receta distinta, todas callejeras y plebeyas: Africa Bambaataa sienta las bases del hip-hop; los djs se cuelgan de los postes de la luz y arman sus torneos danzantes; en los lofts germina la cultura gay al ritmo de la disco y de ahí pasa a Studio 54; el CBGB es el antro punk por excelencia, donde entre el escenario y la audiencia se alternan los Ramones, Talking Heads, Blondie, los Heartbreakers; el porno y las fiestas swinger son el sustituto del amor libre hippie; los vagones de los trenes estallan en coloridos graffitti que realizan el programa vanguardista de llevar las artes a la calle. Es un momento de especial intensidad, donde lo más interesante de la vida transcurre en la fricción corporal, puertas afuera, sin plan preestablecido. Por ahí andan todos esos personajes que la mirada vecino-policíaca de la paranoia actual asociaría con la inseguridad: junkies, dealers, grafiteros, prostitutas, gays, pequeños gangsters ante los cuales un Clint Eastwood sentirá que los Antiguos Valores se han perdido y el mundo se está yendo al garete. Esa proliferación caótica se va a desbocar en el momento en que de pronto sobrevenga el apagón. Toda New York a oscuras. En medio de la noche más negra del siglo las pandillas y los correctos ciudadanos se lanzan a asaltar tiendas, supermercados, casas de audio, electrodomésticos y lo que venga. La sociedad de consumo llega a su tope.

Es interesante pensar en esa ciudad y en ese momento germinales de lo que va a ser la cultura postmoderna: todas las formas de esa socialidad urbana van a ir pasando, meses después, del underground al mainstream. El capitalismo parece haber vislumbrado su límite en el corte de luz y sabrá reciclarse para disciplinar a todas las tribus, dándoles un lugar en el Hall de la Fama: hasta llegar a hoy, donde el hip hop, el porno, las guitarras punkies y el design circulan por los callejones virtuales de la web, sin moverse del living, centro autófago del infierno pequeño-burgués. Uno queda con la sensación de que sólo un colpaso energético sería capaz de dar lugar a la revolución. NY 77 es la película que promueve esta revisión de experiencias y estas ideas. Y también es el mejor prólogo para contar la historia más graciosa y más triste del rock'n'roll:



End of the Century: The story of the Ramones (Jim Fields & Michael Gramalia, USA, 2003)
Efectivamente, los Ramones eran parte de esa escena que describe la película anterior y aquí se trata de contar su increíble y triste historia. “Una especie de arte” es una frase que se repite un par de veces en la película, pero también es mucho más que eso, un gran relato heroico: el frágil Joey Ramone, que trastoca su destino nerd, judío y contrahecho en leyenda rocker; el villano más antipático y sin embargo parte inescindible de la leyenda Ramone: Johnny, el derechista frío y egocéntrico que le quita la novia a Joey; y el gran Dee Dee, el simpático más atorrante y drogadicto, el amigo de Johnny Thunders, taxi-boy y sex simbol, el más argentino de los Ramones; y por supuesto los otros: Marky, Tommy, CJ, Phil Spector, la novia loca de Dee Dee, las madres, las esposas y los hermanos. Aunque el punk no hubiera sido finalmente más que el soundtrack del tardocapitalismo, su existencia se justificaría por haber dado lugar a esta película.

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