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jueves, 21 de enero de 2010

Hoy seremos peregrinos

Otras historias de la filosof铆a

por oac

Historias de la filosof铆a por radio, en una medianoche de verano: suena como una idea peregrina.

Y bueno, seremos peregrinos. El uso m谩s com煤n de la palabra peregrino se refiere a un viajero que visita un lugar sagrado. La filosof铆a no es un lugar sagrado. Pero, ante todo, en la palabra misma no se menciona nada sagrado. Peregrinus: extranjero, que no es ciudadano romano. Del verbo pereger : per + ager: que viene de tierra extranjera.

Entonces s铆, con todo gusto, la filosof铆a viene de lejos. Pero el asunto es que venga. Y en un programa de radio veraniego, doce de la noche, s铆, es algo extranjero. Si ellos son la patria, somos extranjeros.

El halc贸n peregrino (Falco peregrinus) es una especie de ave falconiforme de la familia Falconidae de distribuci贸n cosmopolita. Es un halc贸n grande, del tama帽o de un cuervo, con la espalda de color gris azulado y la parte inferior blanquecina con manchas oscuras; la cabeza es negra y cuenta con una amplia y caracter铆stica bigotera tambi茅n de color negro. Puede volar a una velocidad de crucero de 100 km/h, pero cuando caza efectuando un ataque en picado, puede alcanzar m谩s de 300 km/h, lo que lo convierte en el animal m谩s r谩pido del mundo.

Velocidad de crucero, no est谩 mal en una noche de verano. Y si s贸lo alcanzamos velocidad de tortuga, no est谩 mal tampoco.

El primer cap铆tulo lo hemos dedicado a un tipo que no escribi贸 una sola palabra, porque desconfiaba de la palabra escrita. Dec铆a que la palabra s贸lo est谩 viva cuando es entonada por una voz, cuando se dirige a una persona singular y no a cualquiera.

No escribi贸 una sola palabra, pudiendo haberlo hecho: S贸crates. Pero hizo escribir. Iba por las calles de su ciudad preguntando ¿qu茅 es? . Qu茅 es esto, qu茅 lo otro: la justicia, la belleza, la valent铆a, el lenguaje, cosas as铆. Supongo que a todos alguna vez los habr谩n asaltado preguntas por el estilo. La diferencia es que S贸crates tomaba esas preguntas en serio. Cuando uno se pregunta, por ejemplo: ¿qu茅 es lo que me retiene a esta canci贸n? -una canci贸n, la que a uno lo retiene. Pero uno se ocupa de cosas serias: est谩 leyendo La Naci贸n, mira TN, est谩 enterado de lo que pasa. Preguntarse ¿qu茅 es? es cosa de ni帽os. S贸crates no s贸lo tom贸 esta pregunta en serio, la consider贸 su destino: el sentido de su vida fue tomarse esta pregunta en serio. No para contestar lo primero que se le pasara por la cabeza, sino para sostener la pregunta el tiempo que hiciera falta.

Cosa de ni帽os.

O no tanto: Atenas, su ciudad, lo conden贸 a muerte: los sentimientos colectivos de la gente se sintieron disgustados. Lo mataron.

Bueno, le dieron una oportunidad: pod铆a irse al exilio, con tal de que no siguiera con su ¿qu茅 es? Pero 茅l consider贸 que el exilio era m谩s deshonroso que la muerte. Y entonces lo mataron.

脡l, que no escribi贸 nada, con gestos as铆, dej贸 una marca tan profunda en sus disc铆pulos que uno de ellos lo tom贸 como su autoridad en un sentido muy parad贸jico: escribi贸 muchos libros y en todos ellos el que hablaba (el que preguntaba siempre ¿qu茅 es?) era el mismo S贸crates. Plat贸n. Muy diferente de S贸crates, sin duda, porque Plat贸n hizo muchas cosas que S贸crates no har铆a: escribir, la m谩s evidente. Y si hoy conocemos a S贸crates es en gran medida gracias a Plat贸n (otros tambi茅n escribieron sobre S贸crates, pero la marca indeleble de S贸crates en la cultura occidental se produce a trav茅s de lo que hace decir Plat贸n en sus di谩logos). La paradoja es que la fidelidad de Plat贸n hacia S贸crates radica en su traici贸n. Y en que si no fuera por Plat贸n, seguramente S贸crates no significar铆a lo que significa para nosotros.

El problema es que nunca sabremos hasta qu茅 punto las palabras que dice S贸crates en los di谩logos escritos por Plat贸n son de S贸crates o del escritor. Por ejemplo, en un di谩logo plat贸nico podemos leer acerca de la desconfianza de S贸crates hacia la escritura: es all铆 donde S贸crates nos advierte que s贸lo la palabra dicha y no la escrita puede constituirse en el 谩mbito del di谩logo. Dice S贸crates (Plat贸n escribe esto) que con un libro no se puede dialogar. Leyendo a Plat贸n, uno tiende a desconfiar de 茅l, pero no podemos m谩s que agradecerle que lo haya escrito, a pesar de la desconfianza que nos despierta.

El comienzo de la filosof铆a est谩 signado por semejante nudo, quiz谩 imposible de desatar, pero que nos sigue interrogando.

Tiendo a pensar que toda la filosof铆a plat贸nica es resultado de la impresi贸n que caus贸 en el escritor el hecho de haber estado al lado de S贸crates, el haberlo visto morir como muri贸. Es casi seguro que Plat贸n qued贸 muy perturbado, 茅l mismo dice que junto a otros disc铆pulos le propuso a S贸crates, cuando estaban esperando la ejecuci贸n, huir. Y que S贸crates rechaz贸 la oferta. S贸crates dec铆a que la filosof铆a es un modo de prepararse para morir. Plat贸n se qued贸 pensando: ¿como puede ser que Atenas no soporte vivir con S贸crates? Y seguidamente: ¿c贸mo tendr铆a que ser una ciudad en la que S贸crates fuera un ciudadano eminente y no un delincuente? Y no se detuvo ah铆, el paso siguiente fue: ¿c贸mo tendr铆a que ser una ciudad en la que S贸crates, lejos de ser condenado, fuera 茅l mismo el rey?

El fil贸sofo rey. Una idea extravagante. Me parece que S贸crates habr铆a mirado a su disc铆pulo con una mezcla de piedad y rabia: nada m谩s lejos de S贸crates, intuyo, que querer ser rey.

Pero la pregunta ¿c贸mo tendr铆a que ser una ciudad en la que S贸crates fuera 茅l mismo el rey? es respondida por Plat贸n, con su extra帽a invenci贸n del mundo de las ideas, un mundo eterno e id茅ntico a s铆 mismo, de verdades fijas. Los gestos instituyentes de S贸crates, su negativa a escribir, su negativa al exilio, su negativa a huir furtivamente, generaron en Plat贸n la extra帽a idea de una instituci贸n. Disc铆pulo traidor.

Nietzsche lo piensa de otra manera: S贸crates, dice, estaba cansado, cansado de vivir. Se daba cuenta de que Atenas, lejos de ser esa ciudad floreciente con la que nos la pinta la historia oficial, estaba en decadencia, que era una ilusi贸n inviable. S贸crates, dice Nietzsche, no quer铆a fundar una ciudad regida por un fil贸sofo: quer铆a morir, nada m谩s. Y se las ingeni贸 para que Atenas se hiciera cargo de su muerte. S贸crates, dice Nietzsche, era plebeyo, y sent铆a un odio hacia esa banda de j贸venes arist贸cratas que lo segu铆a, rencor plebeyo. Y, dice Nietzsche, S贸crates era feo en una ciudad que veneraba la belleza. Los j贸venes que segu铆an a S贸crates eran hermosos, los m谩s hermosos. Y S贸crates, feo como era, dice Nietzsche, los sedujo con palabras.

Nietzsche escribi贸 que 茅l no era un hombre, que era dinamita. No fue condenado a muerte. Lo que el pobre Nietzche produjo en vida fue, m谩s bien, una fr铆a indiferencia. Y fue a parar a un manicomio. 1889, otra 茅poca.

Cuatrocientos a帽os despu茅s de la muerte de S贸crates, no tan lejos de ah铆 en t茅rminos geogr谩ficos, pero muy lejos en otro sentido, otro hombre tampoco escribi贸 una sola palabra (testigos de su vida han dejado constancia de que una vez escribi贸 algo sobre la arena, lo que fue enseguida borrado por el viento). No en Atenas, en Palestina. A 茅l tambi茅n lo matan sus pr贸ximos, 茅l tambi茅n les result贸 insoportable: Jes煤s.

Jes煤s no era fil贸sofo ni nada que se le parezca. Los que hoy hablan de "doctrina cristiana" lo est谩n traicionando de un modo flagrante: 茅l no existi贸 para ense帽ar una doctrina ni para preguntar ¿que es? S贸crates dec铆a no saber. Jes煤s no dijo saber. No dijo: yo s茅 la verdad. Dijo: yo soy la verdad.

Es una afirmaci贸n extra帽a, muy extra帽a. Ah铆 la verdad no est谩 tomada como un asunto del saber, sino del ser. La frase se ha repetido muchas veces. Dif铆cil entender qu茅 significa. Pero convivir con la verdad debe ser bastante insoportable, as铆 que al tipo tambi茅n lo mataron. Lo clavaron en una cruz.

En el tercer cap铆tulo de estas historias de la filosof铆a vamos a considerar el encuentro entre dos pensamientos que son como el agua y el aceite: el de la filosof铆a ateniense, la que se desencaden贸 a partir de la pregunta qu茅 es y en seguida se instituy贸 sobre la idea de una ciudad que fuera gobernada por un fil贸sofo rey; y el pensamiento suscitado por un tipo al que, cuando le preguntaron si 茅l era rey, respondi贸 (si fiamos del relato que trasmitieron los testigos): mi reino no es de este mundo.

Imposible conciliar dos pensamientos tan distintos.

Por extra帽o que parezca hubo quienes trataron de hacer de estos dos pensamientos uno solo.

Hoy a la medianoche en FM LA TRIBU. www.fmlatribu.com

7 comentarios:

An贸nimo dijo...

Socrates no existio, pelotudo!!!!
es un invento de Platon!
peo q va , si vos le crees a la yegua!

An贸nimo dijo...

vos nunca vas a salir de ser un infeliz chupa kaka FOOORRROO!!!

hanna dijo...

...Arist贸teles era heavy???

Otra que Feimann!!

saludos

An贸nimo dijo...

pobre cuervo, todavia cree q alguien lee lo q escribe

An贸nimo dijo...

Dejen de molestar, gorilas!

Ana

An贸nimo dijo...

y ahora directamente saco los comentarios , porq como ya no sabe ni q contestar ante las boludeces q se manda la yegua , no le alcanza ni su retorica barata de sofista mercenario... jajajaj ... pobrecito
q sue帽es con los angelitos
GIIIILLLL!!!

An贸nimo dijo...

Oscar podes hacer el favor de borrar los comentarios de estos gorilas. Arruinan el blog.
Saludos

Ana