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Al actuar como jefa de La Cámpora en detrimento de los intereses populares @cristinafkirchner.bsky.social se arriesga a devaluar su legado. En Rosario se la vio aislada, simulando liderar a una totalidad que no está, ansiosa por revalidar una relevancia que ni siquera debería estar en discusión.

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— Oscar Cuervo (@oscaracuervo.bsky.social) 24 de noviembre de 2024, 3:45

sábado, 10 de abril de 2010

BAFICI mortal

Ver Tsai e dopo Morrer



por Liliana Piñeiro

Este viernes fue mortal para mí. La muerte tiñó la pantalla del Bafici y dos directores le dieron su color.

En Visage, Tsai Ming-Liang filma a un director de cine (interpretado por su actor fetiche, Lee Kang-sheng), abordando el mito de Salomé, la hijastra de Herodes que exige la cabeza de Juan El Bautista. Como en muchas de sus películas, para Tsai el agua todo lo invade y aquí es irremediable como la muerte: flotando tiene lugar una conmovedora escena de agonía, donde la emoción toca su pico más alto. Los rostros envejecidos de grandes actores (Fanny Ardant, Jean Pierre Léaud, Jeanne Moreau) le dan un tono melancólico, de cierto homenaje a otros grandes momentos del cine. Pero algo no fluye tan naturalmente como el agua. Si bien la película tiene logradas imágenes (especialmente el encuentro amoroso de los cuerpos, apenas entrevistos entre las hojas, o iluminados por encendedores en medio de la oscuridad), posiblemente un exceso, una especie de performance forzada de la belleza provoca un efecto de secuencias poco coordinadas. Laetitia Casta es bella y la muerte arrasa, claro, pero hay demasiado glamour en un ensamble fallido.



¿Y qué decir de Morrer como um homem, la película de Joáo Pedro Rodrigues, que no haya dicho Oscar en su recomendación? (la cual agradezco). El tono es fassbinderiano: las amargas lágrimas de la transexual Tonia (una magnífica interpretación de Fernando Santos) y el abuso de poder que se ejerce en el amor algo contribuyen a lograr ese clima tan típico del director alemán. Pero hay algo más: se trata del melodrama donde el cuerpo toca sus límites, y otra vez la muerte para señalarlos. En una oscilación permanente (un columpio se convierte en una especie de guiño significativo de la película), los sentimientos van desde lo kitsch hasta momentos de alta poesía (uno de los personajes recita a… ¡Paul Celan!). Bellas canciones portuguesas, cantadas a capella, hablan de identidades que fracasan en subvertir su destino.

En síntesis, una tragedia sin mujeres (según define su director), aunque éstas aparecen evocadas en los cuerpos masculinos, aportando su condición de máscaras-señuelos del deseo. Una película para seguir recomendando.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Una lástima que no llegue a ver Morrer...para mañana ya tengo películas.
Y con respecto a la de Tsai, el martes te digo.
Hoy fue un día cansador pero hermoso.
Un beso.

nastenka dijo...

La de Tsai puede haber sido demasiado glamourosa en ocasiones, pero creo que ese exceso no le quita brillo a la película.
De hecho, logra trasbasarlo, lo quiebra constantemente. Lo que podría ser glamouroso termina siendo ridículo, un sinsentido, o bizarro. Pienso que Tsai se burla de eso.