todos estamos igual

sábado, 26 de febrero de 2011

La envidia

Cristina y los jóvenes

por oac

Cristina está pasando por un momento político formidable: enérgica, linda, inteligente como ningún otro político argentino, con capacidad de mando para disciplinar a todo el peronismo, aún a aquellos a quienes les joden las colectoras y a los preocupados por ver a algunos grandes capangas sindicales presos. Y con una alta consideración popular y militantes juveniles entusiastas. Estas son cosas que en la vida de un dirigente no se dan con frecuencia. Hay que disfrutarlas y aprovecharlas para construir poder.

La clave la dice el presidente uruguayo, José Mujica: “Los mejores dirigentes no son los que hacen más, sino los que dejan detrás una línea que los supere, y ustedes tienen la responsabilidad de lo que va a venir” les dijo a los jóvenes kirchneristas en el acto de ayer.

El tema de la militancia juvenil produce una tremenda desazón en la derecha mediática, que sólo logró movilizar a unas caceroleras empastilladas durante algunos días, un par de años atrás. Y ahora el pobre Lapegüe tiene que andar esquivando, en esa pelotudez del "prende y apaga", algún cartel que deschave a la viuda apropiadora.

La militancia juvenil les preocupa, no sin razón. Por eso Fontevecchia empieza a escribir nuevas fáblulas para asustar a su target, dado que las fábulas de la bipolaridad y de la mujer golpeada ya no funcan. En el número de Noticias que está en la calle intenta trazar un paralelismo entre Cristina y Khadafi, como ejemplos de "los riesgos que enfrentan los proyectos políticos de reelección permanente". Lo escribe quien debería procuparse por los límites de la manipulación permanente.

"La inmoratlización de Kirchner como El Eternauta y la guerra santa contra el periodismo convierten al meteórico ascenso de los jóvenes de La Cámpora en un interesante fenómeno socio-generacional, a la vez que prenden una luz roja por la cuota de fanatismo que suele alimentar el reparto de cargos y fondos, ahora en pos del revival de 'aquella juventud maravillosa'".

Guerra santa, fanatismo, reparto de cargos y fondos y una comparación final con "la ambición de eternizarse en el poder, (...) la edición de la historia al gusto de quien manda" y "...un Khadafi devorándose a sí mismo". El abuso de la analogía debería hacerle pensar a Fontevecchia si no es él quien debe advertir que la historia no puede editarse a su gusto, y que sus lectores no son tan imbéciles como él supone. 

Si la envidia fuera tiña, cuántos tiñosos habría en la Argentina cristinista. Como dice mi amigo Pablo Cabás: "Y? Encontraste UN blog que apoye a @SanzErnesto?". Yo no. Sanz los tiene a Majul y a TN. Pero me parece que no alcanza.

4 comentarios:

JUANITO LLAMADOR dijo...

MUY BUEN ANÁLISIS.ES CIERTO,EL APOYO Y EL PODER QUE ESTÁ LOGRANDO HACE TEMBLAR A LOS SORETES--UN ABRAZO

Liliana y Carlos dijo...

Si también vi en un programa de tele a Tomas Abraham hablando de las sectas fanáticas enquistadas en el gobierno.
Y uno esperaría de Abraham algo más que de Fontevecchia.

Oscar Cuervo dijo...

Tomás Abraham, tratándo de diferenciarse de su ambiente, se parece cada vez más a Pepe Eliaschev.

César dijo...

Tipico de Noticias. No sorprende.
¿Que carajo piensan estos Fontevecchia que debe hacer un militante? ¿repartir volantes en una esquina como promotora de yogurt toda la vida o pintar carteles en tempera que auguran una revolucion inminente? ¿es ilegitimo que un militante aspire a un cargo? ¿para qué milita? ¿no come, no se viste, no se toma un taxi? ¿como se retribuye ese trabajo? Bueno, será que hay que mover fuerzas, voluntades, conciencias y hay que hacer operativo el Estado. Ocupar el Estado de esa fuerza, tambien. Ganar espacios en el aparato del estado es tambien la lucha por la hegemonia.
El liberalismo vacio inodoro e incoloro de Fontevecchia sigue durmiendo la siestita panzona del domingo de sus lectores. Nada cambia para Fontevecchia mientras pueda seguir vendiendo los autos, fideos o perfumes de sus anunciantes. Este tipo edita revistas que a la media hora ya son viejas y arrugadas. Su destino es el ojeo aburrido del consultorio médico porque ni para envolver huevos son buenas.