todos estamos igual

jueves, 24 de febrero de 2011

La guerra de un solo hombre

Rompecabezas Wittgenstein 3
(viene del capítulo anterior)

por oac

Durante sus años de guerra Wittgenstein llevó un diario, escrito en cuadernos escolares, con un llamativa distribución: en las hojas del lado derecho escribía sus áridas reflexiones sobre la lógica proposicional; del lado izquierdo, y en una clave secreta, dejaba testimonio de su tormento personal. Creo que nunca se ha expresado de manera tan patente la íntima fisura y la oculta tensión que existen entre la verdad científica y la angustia existencial. Los lectores de Wittgenstein, sus equívocos discípulos, sus herederos intelectuales, no han cesado de ahondar la disociación.

15 de agosto de 1914
Hoja izquierda:
Son tantas las cosas que ocurren que un solo día me parece tan largo como una semana. Ayer me destinaron a prestar servicio en el reflector de un barco que hemos requisado y que patrullará por el Vístula. ¡La tripulación es una banda de cerdos! ¡De entusiasmo, nada! ¡Son increíbles su grosería, su estupidez y su maldad! No es cierto que la gran causa común ennoblezca necesariamente a las personas. Esto hace también que las tareas más desagradables se conviertan en una labor de esclavos. Resulta notable ver cómo son las propias personas las que hacen de sus tareas un tormento aborrecible. A pesar de las circunstancias externas, las tareas en nuestro barco podrían procurarnos un período magnífico, feliz... ¡y en cambio! Sin duda resultará imposile entenderse aquí con la gente. Por tanto, hay que ejecutar las tareas con humildad y, por amor a Dios, ¡no perderse a sí mismo! Pues cuando uno quiere darse a los demás es cuando más fácilmente se pierde a sí mismo.

5 de septiembre de 1914
Hoja izquierda:
Me encuentro en camino hacia un gran descubrimiento. ¿Pero llegaré a él? Noto mi sensualidad más que antes. Hoy he vuelto a masturbarme. Afuera hace un tiempo gélido y tormentoso.

19 de septiembre de 1914
Hoja derecha:
Una proposición como “este sillón es marrón” parece decir algo enormemente complicado, dado que si quisiéramos expresar esta proposición de modo tal que nadie pudiera hacernos objeciones acerca de su ambigüedad, tendría que resultar infinitamente larga.

7 de octubre de 1914
Hoja izquierda:
Siento un frío helado que me viene de dentro. ¡Si al menos pudiera dormir lo suficiente otra vez antes de que comience la cosa! Trabajé poco. Aún no acierto a cumplir con mi deber simplemente porque es mi deber, ni a reservar todo mi ser para la vida del espíritu. Puedo morir dentro de una hora o dentro de dos. Puedo morir dentro de un mes o dentro de algunos años. No puedo saberlo y nada puedo hacer ni a favor ni en contra: así es esta vida. ¿Cómo he de vivir para salir airoso a cada instante? Vivir en lo bueno y en lo bello hasta que la vida se acabe.

15 de octubre de 1914
Hoja derecha:
En la proposición componemos, por así decirlo, experimentalmente las cosas, tal como estas no necesitan componerse en la realidad. No podemos componer, sin embargo, algo ilógico, porque para eso tendríamos que salirnos en el lenguaje fuera de la lógica. (...). De existir proposiciones totalmente generales, ¿qué componemos experimentalmente con ellas? Cuando se tiene miedo a la verdad, como me ocurre a mí ahora, no se presiente la entera verdad. He considerado aquí las relaciones entre los elementos proposicionales y sus referencias, como si fueran tentáculos, por decirlo así, por medio de los cuales la proposición entra en contacto con el mundo exterior; por eso, la generalización de una proposición equivaldría a la contradicción de los tentáculos; hasta que al fin la proposición general estaría totalmente aislada. Pero, ¿es válida esta figura?

11 de noviembre de 1914
Hoja izquierda:
Hemos oído el estampido de los cañones desde las fortificaciones. He enviado una carta a David. ¡Cuánto pienso en él! ¿Pensará él en mí, por lo menos la mitad?

Hoja derecha:
¿Acaso no corresponde mi estudio del lenguaje al estudio de los procesos mentales que los filósofos consideraron siempre tan esenciales para la filosofía de la lógica? Lo que ocurre es que siempre se perdieron en disquisiciones psicológicas inesenciales, e igual peligro se corre con mi método.

21 de noviembre de 1914
Hoja izquierda:
Incesante cañoneo. Mucho frío. Explosiones casi ininterrumpidas desde las fortificaciones. Trabajé bastante. Pero soy incapaz de pronunciar la única palabra redentora. Doy vueltas a su alrededor, muy cerca, pero aún no he podido agarrarla. Sigo preocupado por mi futuro, porque no reposo del todo en mí.

Hoja derecha:
En este punto intento expresar otra vez lo que no resulta expresable.

25 de mayo de 1915
Hoja derecha:
¿Se nos aparece en el campo visual algo mínimo visible como indivisible? Lo que tiene extensión es divisible. ¿Hay en nuestro campo visual partes carentes de extensión? ¿Las estrellas fijas, por ejemplo?
El impulso hacia lo místico viene de la insatisfacción de nuestros deseos por medio de la ciencia. Sentimos que incluso una vez resueltos todos los posibles problemas científicos, nuestro problema ni siquiera habría sido aún rozado. Ninguna otra cuestión quedaría ya en pie, olbviamente, y esa sería la respuesta.

***
Austria terminó siendo derrotada en 1918. Wittgenstein fue hecho prisionero por las tropas italianas. Estuvo cautivo diez meses en Montecasino. Quienes administraron su herencia filosófica publicaron póstumamente en 1960 las hojas del lado derecho, con el título Diario filosófico (1914-1916) e hicieron desaparecer durante décadas toda referencia al lado izquierdo: "Del contendido de los diarios hemos dejado afuera muy poca cosa. Las omisiones afectan casi solo a los esbozos de simbolismos que no pudimos interpretar o que por otros motivos carecen de interés" escribieron los editores en la introducción al Diario filosófico. Recién en 1985 fueron publicadas bajo el título Diarios secretos las páginas izquierdas del diario de guerra de Ludwig.

(continuará)

2 comentarios:

Liliana dijo...

"Noto mi sensualidad más que antes."
"He enviado una carta a David. ¡Cuánto pienso en él! ¿Pensará él en mí, por lo menos la mitad?"

"Pero soy incapaz de pronunciar la única palabra redentora. Doy vueltas a su alrededor, muy cerca, pero aún no he podido agarrarla. Sigo preocupado por mi futuro, porque no reposo del todo en mí."

"Siento un frío helado que me viene de dentro."


"En este punto intento expresar otra vez lo que no resulta expresable."

Conmovedor

Martha dijo...

Es Hilda Lizarazu, pienso, la de "Sola en los bares". Me gusta.
Martha