Un programa para escuchar clickeando acá
1- Sus textos filosóficos son casi imposibles de entender. Dado que violentó las posibilidades de la lengua alemana para intentar hacerla decir algo inaudito, que apeló a palabras arcaicas a las que dotó de un significado no previsto y construyó neologismos que dislocaron las normas del buen decir, algunas de sus expresiones son intraducibles y sería imprescindible aprender ese idioma para poder entender algo.
2- Los intentos de traducir al castellano las torsiones del lenguaje que él practicó dieron lugar a textos llenos de ripios y engendros verbales que se cristalizaron en una extraña jerga.
3- Los heideggerianos de habla hispana, por los motivos antes expuestos, emulan esta jerga ilegible e inefable. Más que acercarnos su pensamiento, parodian el estilo de esas traducciones fallidas y desbaratan cualquier posibilidad de comprenderlo.
4- Un filósofo del Círculo de Viena como Rudolph Carnap caracteriza la filosofía de Heidegger como el exponente extremo del sinsentido metafísico y sostiene que gran parte de sus textos no significan nada. Le atribuye haber enunciado pseudo-proposiciones que no expresan ninguna relación objetiva con lo existente ni con lo inexistente. Frases como “la nada anonada” (que Heidegger escribe en ¿Qué es Metafísica?) serían -si Carnap tiene razón- ejemplos insuperables del disparate que el empirismo quiere erradicar desde hace décadas del lenguaje.
5- Heidegger manifestó en muchas intervenciones públicas sus sospechas contra el progreso tecnológico. A la luz de los avances del mundo actual, algunos piensan que su filosofía propone un retroceso a un mundo pastoril.
6- En el año 33 Heidegger se afilió al Partido Nazi y asumió el Rectorado de la Universidad de Friburgo. Aunque renunció nueve meses después, nunca se desafilió del partido. La adhesión al nazismo es un oprobio irredimible para un pensador de su importancia. Hay muchos intelectuales del siglo xx que adhirieron al stalinismo y la historia los absolvió, pero el vínculo con el nazismo no goza de la misma indulgencia.
7- Después de la guerra, algunos de sus discìpulos, ya convertidos en importantes filósofos (Arendt, Marcuse, Adorno...) esperaron que Heidegger se arrepintiera de su afiliación al nazismo y repudiara públicamente el genocidio nazi, pero Heidegger guardó silencio.
Sin embargo, en La otra.-radio dedicamos gran parte del programa pasado a la filosofía de Heidegger. ¿Por qué?
- Porque lo consideramos el último de los grandes filósofos, en el sentido clásico del término. Es decir: el último que se dirigió hacia el abismo de las preguntas decisivas, esas que cuando nos asaltan sacuden los fundamentos de nuestra existencia.
- Porque, a diferencia de otros intelectuales contemporáneos a los que se puede considerar meros críticos culturales, Heidegger quiso, como los antiguos filósofos, llegar a desentrañar la clave del poder que motoriza a su época. Heidegger señaló el poder abrumador que se oculta en la técnica, poder que se acrecienta cuanto menos se lo piensa. Es imposible intentar comprender el mundo contemporáneo sin asumir esta interrogación sobre la técnica.
-Porque Heidegger plantea que nuestra civilización, con sus logros imponentes, se funda sobre un olvido. ¿Qué es ser? es la pregunta olvidada. Es tan sencilla que linda con el sinsentido. Pero, contra esa apariencia, Heidegger sostiene que de la necesidad de rememorar esa pregunta deriva todo sentido. No es un asunto de especialistas, no es un problema de léxico, no se resuelve mediante una definición. El mundo tal como hoy lo experimentamos, dice Heidegger, el del poder desencadenado de la técnica, es el mundo en el que esa pregunta se ha olvidado.
Cuando decimos que algo es -que la mesa es de madera, que el lector que está leyendo ahora este texto es argentino, que la inseguridad es un problema preocupante, que la nueva película de Perrone es una obra maestra, que el número 5 es mayor que 4, que ya es hora de tomar decisiones importantes o que el tiempo es dinero, ¿qué significa "es"? Somos (estamos) en el mundo en el que esta pregunta se ha olvidado.
Decía Martín Heidegger, en el curso de verano de 1935 (Universidad de Friburgo, Breisgau):
“Una violenta tormenta que se cierne en las montañas «es», o lo que significa lo mismo, «era», por la noche. ¿En qué consiste su ser?
"Una lejana cadena de montañas, bajo un gran cielo... Tal cosa «es». ¿en qué consiste el ser? ¿Cuándo y a quién se le manifiesta ? ¿Al turista que goza del paisaje, al labrador que en ese paisaje hace su trabajo diario, o al meteorólogo que debe informar el pronóstico del tiempo? ¿Quién de ellos capta el ser de la cadena montañosa? Todos y ninguno. ¿O quizá lo que los citados hombres captan de la cadena de montañas bajo el vasto cielo sólo son determinados aspectos del mismo, y no la cadena de montañas en sí misma y tal como «es», es decir, no captan eso en lo que consiste propiamente su ser? ¿Quién de ellos lo captaría? ¿O es contradictorio, contra el sentido del ser, preguntar en general por lo que es en sí mismo, detrás de esos diversos aspectos ? ¿Acaso el ser no se apoya en estos aspectos?
“El portal de una iglesia protorrománica «es». ¿Cómo y a quién se le revela su ser? ¿Al especialista en arte que la examina y la fotografía en una visita, o al abad que entra por el portal con sus monjes cuando se celebran las fiestas? ¿o a los niños que un día de verano juegan a su sombra? ¿Cuál es el ser de este ente?
“El Estado «es». ¿En qué consiste su ser? ¿Acaso en el hecho de que la policía detenga a un sospechoso, o que en el Ministerio del Reich tecleen tantas o cuantas máquinas de escribir al dictado de los secretarios de Estado? ¿O acaso el Estado «es» en las entrevistas del Führer con el ministro inglés de relaciones exteriores? El estado «es». Pero, ¿dónde reside su ser? ¿Se halla el ser realmente en alguna parte?
"Aquel cuadro de Van Gogh: un par de zapatos rústicos, nada más. De hecho, la imagen no representa nada. Sin embargo, uno se encuentra enseguida a solas con lo que es ahí, como si uno mismo, al caer la tarde otoñal, regresara cansado del campo a casa, con el pico en la mano y a la débil lumbre de las últimas brasas de la hojarasca de papa quemada. ¿Qué es aquí lo que es? ¿La tela? ¿Los trazos del pincel? ¿Las manchas de color?
“En todo lo que acabamos de mencionar, ¿qué es el ser de cada ente? ¿Cómo podemos pasearnos y vagar en el mundo con nuestras estúpidas arrogancias y astucias?
“Se trata de preguntas que no planteamos incidentalmente ni en función de sentimentalismos o de visiones del mundo, sino que nos obligan a formular aquella pregunta principal: ¿qué pasa con el ser? Tal vez se trate de una pregunta sobria, pero ciertamente también de una pregunta inútil: pero aún así es una pregunta, la pregunta: ¿es el «ser» meramente una palabra de significado evanescente o es el destino espiritual de Occidente?"
Y bueno: ¿tiene sentido dedicarle un programa en la madrugada del domingo al lunes a semejantes cuestiones? Como sea, ya es tarde: ya hicimos ese programa y lo pueden escuchar clickeando acá.
Y para colmo este domingo habrá una segunda parte.
2 comentarios:
Parafraseando a Arjona: "ser es verbo, no sustantivo".
Ojo con los Black notebooks. El tipo era un racista que justificaba los campos. Fijate.
http://www.theguardian.com/books/2014/mar/13/martin-heidegger-black-notebooks-reveal-nazi-ideology-antisemitism
http://www.openculture.com/2015/03/martin-heideggers-black-notebooks-reveal-the-depth-of-anti-semitism.html
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