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miércoles, 13 de marzo de 2019

Terraplanismo, macrismo y muerte de la verdad

La otra.radio del domingo pasado para escuchar descargando el audio acá 


Hace pocos días se hizo la primera convención de terraplanistas argentinos. Es un grupo de papanatas que sostienen que la Tierra es plana y que existe una conspiración a nivel internacional para ocultarlo. Comentábamos esto en el comienzo de nuestra emisión más reciente de La otra.-radio. Los terraplanistas no son el único grupo oscurantista de los que proliferan en el siglo xxi. Se me ocurrió que puede resultar sorprendente que en el momento de máxima tecnologización de la vida humana estos grupos oscurantistas encuentren tantos adherentes. Pensándolo bien no es tan sorpresivo: depender de la tecnología no nos hace más racionales, como podrían haber creído los positivistas del siglo xix. Al contrario, es posible que la eficacia de la técnica pueda acrecentarse totalmente disociada de la capacidad humana del discernimiento, puesto que el objeto de la técnica no es la verdad sino la eficacia. 

De manera que la multiplicación de los oscurantistas en la era digital sería un corolario esperable, una vez que se volvió parte del sentido común la doctrina nietzscheana de que la verdad no existe y todo es interpretación, así como los diversos modos de interpretacionismo y la vulgata foucaultiana que reduce la verdad a una construcción social resultante de las relaciones de poder. Si todo es interpretación, la esfericidad de la Tierra bien podría ser una interpretación impuesta por el poder científico dominante y los terraplanistas harían uso de su libertad de enarbolar una disidencia astronómica reivindicable. Una derivación algo farsesca de todos los relativismos y constructivismos postmodernos: la Tierra no es esférica sino que depende de cómo la diversidad de los terráqueos quiera que sea. El detalle más curioso es que la convención de terraplanistas argentinos se hizo en la localidad de... ¡Colón!

Nuestro columnista brasileño, Henrique Júdice, nos dice que en Brasil los terraplanistas están desde hace tiempo, ya que ese país hace mucho que importa cualquier locura conspiranoica proveniente de EEUU. Hasta el punto de que quien encabeza la facción iluminista del gabinete de Bolsonaro, el Ministro de Ciencia y Tecnología, que fue astronauta y vio la Tierra desde el espacio, se desespera ante la convicción que manifiesta otra ministra de ese gabinete que adhiere al terraplanismo. Nada raro en un gobierno que triunfó con la ayuda de las más aberrantes fake news que, después de todo, son interpretaciones. Acá no tenemos teraplanistas en el gobierno, pero hay gente que cree en las cosas que dice Lilita Carrrió, de manera que tan lejos no estamos. 

Júdice nos cuenta que la parte del gabinete de Bolsonaro más vinculada a las iglesias evangélicas sostiene la necesidad de que en las escuelas se enseñe el creacionismo y ahora ya van por la enseñanza de la Tierra plana.  Según él en Brasil hay una explicación para esto que no se aplica tanto a Argentina. En su país nunca hubo una democratización efectiva de la enseñanza pública, por lo que se pasó bruscamente de un estado de analfabetismo hasta una cultura televisiva y luego digital, sin haber atravesado una etapa de la cultura letrada. Es cierto que en Argentina, sobre todo en Buenos Aires, hay una extensa tradición de ilustración y escuela pública que proviene ya desde el siglo xix. Tan cierto como que el macrismo quiere terminar con esa tradición.


Judice piensa que los EEUU exportan pseudociencias y fanatismos religiosos porque el establishment estadounidense no puede afrontar sus debilidades incrementando el nivel de conocimiento de su propia población, ya que si este nivel aumentara, si el pueblo norteamericano fuera más consciente y menos alienado de lo que es, el sistema mismo no sería capaz de sostenerse. Así, lo resuelve exportando sus debilidades y volviendo a los otros países más débiles que ellos. (Se me ocurre ahora que el cine norteamericano sería en parte un vehículo de esta neobarbarie, pero no lo digo porque algunos allegados cinéfilos pueden sentirse ofendidos). 

Si la tesis de Judice es compatible con el crecimiento de pseudociencias en la Argentina, podemos explicar en qué sentido el gobierno cambiemita se ha abierto al mundo del siglo xxi, en el que la verdad no existe y todo es interpretación. Durán Barba, Alejandro Rozitchner o Elisa Carrió, sin ser miembros de las iglesias evangélicas, son entusiastas promotores del pensamiento mágico que se huele en los desvaríos de los discursos presidenciales. Una vez más, la víctima sacrificial es la verdad.

Con la misma soltura con que alguien afirma que la Tierra es plana, puede otro cualquiera decir que Cristina se robó dos PBI y habrá creyentes dispuestos a creerlo. 

La música del programa pasado fue en parte programada por Henrique Júdice, que nos trajo a algunos exponentes de la música popular brasileña totalmente desconocidos por aquí.

Así fue como escuchamos "Aos fuzilados da CSN", de Garotos Podres, una banda de punk rock que es leyenda en Brasil por ser pioneros en ese estilo musical y por su firme compromiso político. La canción la compusieron en homenaje a tres obreros de la Compañía Siderúrgica Nacional asesinados por el Ejército en la represión a una huelga en 1988, en pleno gobierno civil. Ahora, nos explica Júdice, la policía sigue siendo tan brutal y asesina como entonces. La diferencia es que la Compañía Siderúrgica Nacional ya no existe como sociedad del Estado.

La segunda canción que Henrique programó fue "Milonga Borgeana", parte de un libro de Jaime Vaz Brasil después convertido en CD, el más grande poeta vivo del idioma portugués para gusto de Henrique. La obra tiene muchas canciones maravillosas, pero Henrique eligió esta por su relación con Argentina.

La tercera canción es "Raízes" de Renato Teixeira, que en la versión que escuchamos la canta junto al dúo Pena Branca y Xavantinho. La canción forma parte de la banda sonora de la película Árabia, de modo que Henrique aprovecha para invitar los oyentes a que vayan al cine Cosmos a ver esta película que considera excelente. La canción es muy popular en el interior de Brasil, sobre todo en la parte central, aunque su autor no figura entre los artistas preferidos de los medios, que poco hablan de él.

Por último, la Escola Mangueira ganó el carnaval de Río este año con un samba muy fuertemente político, de la mejor especie de política, colmado de referencias históricas a las luchas populares. Aunque la melodía parece un tanto estándar -hay poco margen para la creatividad musical en el formato que impone la competición de las Escolas de Samba en Río-, por su letra y el momento político en que se da a conocer tiene un valor especial.



La selección musical la completé yo. Nuestro módico carnaval larretista tuvo su momento de gloria plebeya cuando la murga de los Chiflados de Boedo le tocó en la propia cara del jefe de gobierno de esta ciudad gorila una afamada melodía popular. Y también escuchamos a un desconocido artista de las redes sociales que compuso un gran hit, inspirado en las zozobras lingüisticas del presidente afásico que padecemos.

Siguiendo con nuestra investigación sobre el oscurantismo, intentamos penetrar en los circuitos mentales de un garca que es partidario del gobierno, levanta la bandera del déficit cero y evade impuestos sin detectar su propia inconsistencia. Todo es interpretación (la verdad no existe).

Para escuchar el programa, clickear acá.

2 comentarios:

juancho dijo...

(Se me ocurre ahora que el cine norteamericano sería en parte un vehículo de esta neobarbarie, pero no lo digo porque algunos allegados cinéfilos pueden sentirse ofendidos)

Ya iba siendo hora de que a alguien se le ocurriera.


Saludos cordiales...


juan

Marcelo Domínguez dijo...

Hace unos pocos días se publicó en este mismo blog una viñeta extraordinaria de un Sr. Bauer que en uno de uss cuadros, pleno año '79, Ilich daba a entender que mientras lo que se reclamase fuese consumir alguna mercancía (música, pelo largo) no harían falta más dictaduras. Creo que la cuestión es la industria cuktural que funciona como una suerte de Ministerio para el Fomento de la Estupìdez Pública, y Hollywood es una de sus agencias más eficaces. Y así como aprece un García o un Zappa en la música popular, también puede aparecer algún disruptivo enn el cine yanqui, pero por grandes que sean estos artistas siempre son marginales - más allá de reconocimientos y homenajes varios - y constituyen una válvula de escape, ese grado de desvío que necesita el dispositivo para funcionar mejor.