todos estamos igual

jueves, 26 de noviembre de 2020

Diego

por Sergio Caregnato, desde Treviso, Italia

Estoy trabajando en mi taller de bricolage cuando una voz quebrada por la emoción me anuncia "se murió Maradona...", y conteniendo las lágrimas agrega "¡es un año maldito este!".  Es Lidia, mi compañera argentina.

Me embarga una ola de emoción que apenas reprimo: estoy envejeciendo, claro.

Vuelvo a aquellos días del incipiente verano de hace unas décadas cuando, junto a alguien que ya no está, mirábamos a Maradona y a todos los demás...

Hablar del jugador sería superfluo, si no fuera por el hecho de que este sciuscià (1) de una favela porteña tenía fibras en el cuerpo, musculares y comunicativas, que eran de una originalidad incómoda -y fastidiosa, sobre todo en casa-. El fastidio nacía del hecho de que esas fibras eran tan brillantes como subversivas. Y no se podía tener el genio subversivo de las maneras futbolísticas previsibles, sin esa otra subversión: la que disgustaba a la buena sociedad argentina, burguesa y racista mal disimulada. 

Ese héroe argentino se parecía a un cabecita negra, uno de esos chicos que en la capital argentina suelen tirar del carro y son despreciados por la aristocracia local, esa que nunca deja de soñar y de asistir a los clubes de polo y las escuelas británicas.

En el pasaje de su primera juventud a la madurez, hasta su decadencia, esa cifra subversiva se habría esperado que se desafilara. Pero no. Estoy convencido de que era la marca más auténtica de su espíritu.

Es fácil, y también muy banal, encontrar las contradicciones y debilidades de su vida, que probablemente lo llevaron a una muerte prematura. Sin embargo, si pienso en campeones como Pelé o Cristiano Ronaldo, tan grandes en el campo como diligentes y prudentes en la vida de afuera, ese pequeño de Villa Fiorito adquiere tal estatura que los demás me parecen pálidos e insignificantes.

Pero ahora ese espíritu subversivo ya no está. Y todos nos sentimos mucho más pobres.

¡Gracias Diego!

(1) La palabra 'sciuscià' designa a los niños limpiabotas napolitanos que lustraban las botas de los norteamericanos en la segunda guerra mundial.  'Sciuscià’ se titula un bellísimo film del neorrealismo italiano de Vittorio de Sica.


Traducción: Lidia Ferrari

1 comentario:

jfc dijo...

impecable y concordante con lo publcado por el hombre 3

como dijo rodrigo bueno

te quiero Diego!