¿Es mejor estallar que desvanecerse?
Hey hey, my my
El rock and roll no morirá jamás
Hay más en el cuadro de lo que puedes ver
Hey hey, my my
Fuera del azul y dentro de lo negro
Pagaste por esto, pero te dan aquello
Y una vez que te fuiste, no podrás regresar
Fuera del azul y dentro de lo negro
El rey se ha muerto pero no se ha olvidado
¿esta es la historia del Johnny Rotten?
Es mejor arder que desvanecerse
El rey se ha muerto pero no se ha olvidado
Hey hey, my my
El rock and roll no morirá jamás
Hay más en el cuadro de lo que puedes ver
Hey hey, my my
El rock and roll no morirá jamás
Hey hey, my my
El rock and roll no morirá jamás.
Rust never sleeps se llama el álbum de 1979 en el que Neil Young dio a conocer dos versiones de esta canción, una acústica y la otra eléctrica -acompañado por Crazy Horse- que es el ojo de una aguja por el que se puede enhebrar prácticamente toda la historia del rock. Me trataré de explicar. Neil tenía en ese entonces 34 años y estaba terminando, quizá sin que él lo supiera, las décadas de oro del rock. Los 80 vendrían todo mal, no para Neil, sino para la historia de la humanidad, por el ataque del neoliberlaismo, por el espíritu que el rock pretendía encarnar, la música de los jóvenes en disidencia con la picadora de carne. Los 80 iban a hacer carne picada con el rock, para transformarlo en el soundtrack del sistema. No sé si Neil lo supiera, quizás sí, si prestamos atención a algunos de sus indicios.
El título del disco, por ejemplo, extraordinadio y funesto: la herrumbre no descansa, como decir: todo está oxidándose. Las dos versiones -"My my hey hey y "Hey hey my my"- son el corazón del disco. Hay otras canciones anteriores a esta, autocelebratorias del rock and roll, por lo que la frase "El rock and roll no morirá jamás" adquiere otra inflexión, más interrogativa y oscura que triunfal. Grabada en 1978, la canción hace referencia a la muerte de Elvis, ía ocurrida un año antes: "el Rey ha muerto pero no será olvidado". Todos saben que Elvis muere biológicamente cuando ya se había hundido en la decadencia prematura, hinchado de píldoras y alcohol, monito de los shows grasientos de Las Vegas, resentido porque Su Majestad había caducado prematuramente. La aparición de los Beatles dieron un vuelco alucinante a la historia de la música del planeta, a partir del que todo lo anterior empezó a sonar a prehistoria. Elvis nunca se repuso de ese desplazamiento, no tuvo la capacidad de reinventarse como artista maduro, no un reventado, aunque talento y voz no le faltaban. Pero el sistema lo programó para ser un ícono juvenil y esa pretensión no logró sostenerse ante el sacudón beatle. Presley se había prestado a la maquinaria bélica del imperio, hizo propaganda reclutándose para la guerra de Corea mientras los Beatles se manifestaron en contra del belicismo que el sistema les pedía, especialmente Lennon: en el 69 grabó "Give peace a chance" y devolvió a la monarquía británica su medalla de Miembro del Imperio, en repudio por la participación de Gran Bretaña en Viet Nam. Elvis quedó muy vetusto por ser el joven yanqui en Corea. Ese fue el fin de su juventud: un colaboracionista del imperialismo: a fines de los 70 eso en el rock ya no era aceptable.
Diez años después, el rey ha muerto y Neil escribe esta canción y en esa misma estrofa incluye al cantante de los Pistols "¿esta es la historia de Johnny Rotten?". ¿Acaso la arrogancia juvenil del punk que había estallado por esos mismos años podía terminar corriendo la suerte de Elvis? La canción no lo responde pero, para que se fije, Neil lo pregunta dos veces. Otra frase de la canción despierta una discusión brava: «it's better to burn out than to fade away», mejor estallar que desvanecerse, preferible arder antes que irse apagando, el ícono juvenil, no solo Elvis, sino cualquiera en su lugar, incluso el propio Neil.
Lennon tomó la frase literalmente y se enojó: «Lo odio. Es mejor morir como un viejo soldado que quemarse. Si estaba hablando sobre quemarse como Sid Vicious, olvídalo. No me gusta el culto a los muertos como Sid Vicious o James Dean o John Wayne. Es lo mismo. Hacer de Sid Vicious un héroe, o de Jim Morrison, eso es basura para mí. Yo adoro a las personas que sobreviven: Gloria Swanson, Greta Garbo. Dicen que John Wayne le ganó al cáncer, que lo fustigó como a un hombre. Ya sabes, lamento que haya muerto y esas cosas, lo siento por su familia, pero no le ganó al cáncer. El cáncer le ganó a él. No quiero que mi hijo adore a John Wayne o a Johnny Rotten o a Sid Vicious. ¿Qué te enseñan? Nada. La muerte. ¿Por qué murió Sid Vicious? ¿Podríamos rockear por eso? Digo, es pura basura. Si Neil Young admira tanto ese sentimiento, ¿por qué no lo hace? Porque él se desvaneció y volvió muchas veces, como todos nosotros. No, gracias. Me quedo con la vida y la salud». [Playboy, 1980]
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