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martes, 19 de abril de 2022

Menos mal que hay tensión interna en el FdT

 Contra la idea instalada de que el problema es la tensión interna

No es cierto, como dice Jorge Alemán y repiten la mayoría de los opinólogos profesionales, que sea la división interna lo que paraliza al gobierno. Peor sería que todos los sectores internos estuvieran alineados detrás de la concepción albertista de la política: su idea del acuerdo superestructural de cúpulas. La característica distintiva del albertismo, su esterilidad no es la división interna .El albertismo apuesta por la desmovilización popular,  la idea de que todo va a ser negociado entre cuatro paredes por 8 tipos. Desde que asumió hasta hoy Alberto Fernández muestra una y otra vez que concibe la política como un acuerdo de cúpulas y todo lo que ha hecho es desmovilizar al pueblo. Y desmovilizados nos comen vivos.

Recordemos dos hechos de la historia reciente: 1- La movilización de los organismos de DDHH contra el fallo del 2x1 en pleno macrismo, mayo de 2017, que logró voltear el siniestro fallo de la Corte en 48 hs. 2- La movilización popular contra la reforma previsional macrista en diciembre de 2017, en el momento de mayor brillo del poder macrista, inmediatamente después de su triunfo en las elecciones de medio término, movilización que marcó el comienzo de su derrota de 2019. Fue esa inesperada movilización popular -a la tarde las organizaciones gremiales y los partidos de izquierda, a la noche ciudadanos espontáneos- la que determinó el curso de los acontecimientos que finalizan con la derrota de macri en la primera vuelta, pese al apoyo del Resto del Mundo. No fue ningún acuerdo palaciego lo que lo derrotó. Así fue y seguro así será. Vuelva a ganar el FdT, Larreta, macri o Milei, será la movilización popular y ninguna fórmula algebraica la que resista al ajuste y la represión.

Ojalá esta tensión siga cada vez más intensa y se rompa el embrujo de la desmovilización que Alberto Fernández y su círculo promueven. Es la única garantía de la apertura de la historia.

La salida no es esperar una reacción de Alberto (que no va a llegar nunca) sino la movilización popular.

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