Vi dos películas magistrales separadas solamente por una noche de sueño. A medianoche, Shield Of Straw, de Takashi Miike. Un western policial japonés recargado de efectos, en el que los clichés y los estereotipos, sostenidos por una puesta en escena desbordada, al borde del grotesco, juegan para desplegar y abrir la complejidad moral, gracias a la maestría de Miike, que va girando el foco de atención a cada momento. Como si, poco a poco, nos fuera quitando los lugares de apoyo, hasta dejarnos en el abismo, a solas frente a la integridad del héroe. El duelo final, entre él y el poderoso generador del daño, es moral y político. Los que la rechazaron –y hasta abuchearon- en Cannes, no entendieron nada!
Al otro día, desayuno al mediodía con Norte, el fin de la historia, de Lav Diaz. Un drama filipino de cuatro horas y diez de duración, desarrollado con tranquilidad, precisión en los detalles, violencia fuera de campo, sutileza en el gesto y muchos silencios. Amoroso y crítico, intenso y pausado, político y personal, pesimista y lleno de fe, estilizado y nada estetizante. Me remito a esta nota, con la que acuerdo íntegramente.
Tan diferentes en apariencias, comparten varios elementos. En ambas, se apuesta por la intensidad, por jugarse sin reticencias en una estética y sostenerla sin ambigüedad. No recurren a ningún tipo de trampas. Los personajes son tratados con respeto y comprensión, incluso los “malvados”.
Y sobre todo, ambas desarrollan personajes de integridad inclaudicable, frente a una realidad cruel y desafiante, que los pone a prueba permanentemente. Presentan un mundo difícil y de perspectiva incierta, y a la vez, la posibilidad de una respuesta moral sin certezas, que no se apoya en dogmas sino en la fuerza de la entereza, de la compasión y del amor. También en ambas aparece un personaje duro y despótico que desata un mal, y termina haciendo un quiebre de conciencia frente a la incondicionalidad amorosa del héroe. Esa misma integridad sin certezas, es la que sostiene coherentemente la estética de las dos películas. La ética en las formas, antes que en el discurso.
(Ambas películas ya no se exhiben en este BAFICI).
1 comentario:
ahora me toca a mí decirte que acuerdo totalmente con tu mirada sobre la película de Takashi Miike y en lo que comparte con Norte.
Frente a hechos como los que suceden en la actualidad, donde parece tan fácil colocar al otro en el lugar del malvado o el monstruo que merece morir, ambas pelis se juegan a sostener esa integrad sin certezas hasta las últimas consecuencias, con todo el cuerpo, la vida, no con el discurso.
No sé que pasa con el comentario que ya lo puse dos veces...
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