Ari Folman, película de apertura
Puntaje; 5 sobre 10.
Hace unos años Ari Folman trajo al BAFICI una película extraordinaria: Vals con Bashir. Mucho más que la fórmula con que se la promocionó: "un dibujo animado documental", Folman se valía de estos dispositivos para hacer una película en primera persona desde la subjetividad de un comando israelí en la matanza de Sabra y Chatila, que, décadas después, pugnaba por hacer contacto con la imagen real de esa experiencia, luchando contra el recuerdo alucinatori que la obstruía. Un gran film político que era a la vez toda una puesta en cuestión del realismo y la alucinación como componentes del cine.
Esta vez, en El Congreso, una adaptación de la novela de Stanislaw Lem, Congreso de futurología, todos estos elementos antes mecionados están, pero declamados en diálogos explicativos y no puestos a obrar en la narración. Diálogos farragosos que explican el sentido del conflicto y tratan de ayudar a las imágenes, no suficientemente significantes, pero en lugar de ayudarlas, las ahogan. Folman sigue tieniendo una gran inventiva en los tramos de animación del film, en el que predomina un toque melancólico y desolado que parece ser su marca de autor. Las imágenes de los mundos animados son sugestivas, pero las imagenes de acción real con actores parecen estar resueltas con pereza y subrayadas con una música plañidera, algo raro en el compositor Max Richter, que había logrado momentos extraordinarios en Vals...
Acá se nos explica un pesimismo acerca del rumbo de la humanidad, pero el cine no está para explicar nada, hay otros haceres humanos cuya función explicativa es más eficaz. Los pasos del registro real a la animación son bastante forzados y la línea narrativa retorcida y carente de elegancia.
Solo algún momento, como cuando Robin Wright canta If it be your will de Leonar Cohen son enteramente disfrtuables.
Esta vez, en El Congreso, una adaptación de la novela de Stanislaw Lem, Congreso de futurología, todos estos elementos antes mecionados están, pero declamados en diálogos explicativos y no puestos a obrar en la narración. Diálogos farragosos que explican el sentido del conflicto y tratan de ayudar a las imágenes, no suficientemente significantes, pero en lugar de ayudarlas, las ahogan. Folman sigue tieniendo una gran inventiva en los tramos de animación del film, en el que predomina un toque melancólico y desolado que parece ser su marca de autor. Las imágenes de los mundos animados son sugestivas, pero las imagenes de acción real con actores parecen estar resueltas con pereza y subrayadas con una música plañidera, algo raro en el compositor Max Richter, que había logrado momentos extraordinarios en Vals...
Acá se nos explica un pesimismo acerca del rumbo de la humanidad, pero el cine no está para explicar nada, hay otros haceres humanos cuya función explicativa es más eficaz. Los pasos del registro real a la animación son bastante forzados y la línea narrativa retorcida y carente de elegancia.
Solo algún momento, como cuando Robin Wright canta If it be your will de Leonar Cohen son enteramente disfrtuables.
Puntaje; 5 sobre 10.
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