todos estamos igual

martes, 14 de junio de 2016

Sé lo que me gusta (y no me gusta lo que sé)

Un programa raro: La otra.-radio para escuchar clickeando acá 



Domingo a la noche, 
el señor granjero llamó, dijo:
"Escuchá, hijo, estás perdiendo el tiempo, 
hay un futuro para vos
en el negocio de escaleras de incendios. 
Venite a la ciudad!"
pero recordé una voz del pasado:
"El juego sólo paga cuando estás ganando"
Tuve que dar las gracias a la vieja Miss Mort 
por educar a un fracasado.

 Mantené afiladas las cuchillas...

Sé lo que me gusta y me gusta lo que sé
me siento mejor en tu guardarropa, 
un paso más allá de tu show.
I know what I like (in your wardrobe), Genesis



El programa del domingo pasado. Música setentista: estoy arreglando mi viejo Pioneer y volví a poner algunos cassetes que hace años no escuchaba. Y empecé a elegir música grabada entre 1969 y 1974 en el mundo y acá: Yes, ELP, Genesis, Pappos Blues, La Pesada del Rock and Roll, Aquelarre... Se me ocurre una idea (no pretendo la autoría): en esos años post-beatles estaba explorándose un camino en la música popular, el rock y el pop, con una libertad, un riesgo, una libertad estética y de ideas, un camino que después fue abandonado. Esas mismas bandas que nombro fueron infatuándose y perdieron la frescura original, o cristalizaron un sonido que en los primeros discos ser disparaba en mil direcciones: Genesis podía bailarse y cantarse, pero sometían a los materiales con que trabajaban a una presión creativa, quebraban los ritmos, alteraban las estructuras, deformaban sin renunciar a la belleza. ELP y Yes en sus primeros discos expandían el concepto del pop: el blues y los riffs bien heavies se encontraban con melodías beatles, ritmos intrincados, giros bruscos, citas de Leoš Janáček o de Bach y todo sonaba orgánico e irreverente. Lo mismo acá: había pasado el momento germinal de Los Gatos, Almendra y Manal, pero al poner un disco de La Pesada, Aquelarre o Pappo había un margen de incertidumbre ante la aparición de la siguiente inflexión, mientras unas letras desaliñadas lograban captar el espíritu de la época. ¿Qué pasó después? ¿Por qué esos discos dejaron de escucharse? ¿Y por qué suenan hoy tan frescos como cuando salieron? ¿Por qué le hablan al mundo de hoy (todavía) con una insolencia e imaginación que las bandas actuales perdieron? Es nuestro viejo tópico: ¿el rock ya fue? El punk llegó de pronto a declararlos "viejos patéticos" y a sentar las bases de una restauración de los formatos más lineales y previsibles que prepararon el camino para el plástico en serie de los 80. Ponele que es mi misma vieja guerra, que estas ideas están equivocadas, que toda la vida tiene música de hoy y que mañana es mejor y que blablablá... La recuperación de esos viejos cassetes al menos nos permiten escuchar unas canciones que están bárbaras, que suenan a futuro todavía... Tendríamos que instituir una serie de programas con música hecha en los primeros 70, antes del punk, una vez cada tantos domingos...

En el segundo tramo del programa nos metimos en la disputa acerca de las identidades políticas peronismo/kirchnerismo, una especie de retorcijón intestino que le da un changüí al fracaso que ya empieza a ser ostensible en el gobierno macrista. Cambiemos hace un gobierno desastroso, sus propios votantes empiezan a asumirlo (Río Cuarto es la prueba), no hay cepo mediático que disimule que están destruyendo el tejido social. Si hay una estrategia política de la derecha gobernante es mantener neutralizada a la oposición seleccionando a diversas variaciones de un peronismo aceptable (Massa, Urtubey, Pichetto, Bossio, Randazzo, las cúpulas sindicales cómplices...) y empujando hacia afuera del cuadro a Cristina y un kirchnerismo paria. El peronismo sistémico y los excomulgados. Tan fuerte es la campaña de la derecha en la demonización del kirchnerismo que incluso algunos compañeros empiezan a pensar en una unidad "panperonista" para ganar en 2017, totalmente despojada de kirchnerismo. Ese peronismo aceptable corre el riesgo de cumplir el papel que en Europa cumplieron los partidos socialistas y laboristas: convertirse en el lado B del ajuste. 

Todas las esperanzas de la derecha brutal están cifradas en esa maniobra de pinzas sobre la identidad peronista. Casi casi se puede decir que, en estas condiciones, el peronismo claudicante de Massa y los Moyano (por poner dos nombres cupulares) es un riesgo mayor para el pueblo que el brutal gabinete de CEOs que gobierna.

En esas andábamos cuando en los últimos minutos del programa se produjo un cortocircuito en el staff de La otra y quedamos enroscados en una extraña discusión con la que la emisión terminó, desafinado el tiempo y el compás. Lo pueden escuchar acá.

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