todos estamos igual

martes, 10 de mayo de 2011

Liverpool

La película de Lisandro Alonso en INCAATV


por oac
I

El cine de Lisandro Alonso se apoya en una determinación tan férrea que parece exceder su propia voluntad. Una ópera prima como La libertad no puede ser producto de un cálculo: es tan anómala que podría haber quedado trunca en cualquier fase de su desarrollo. Pero por una cadena de felices azares la película fue atravesando todas las pruebas. Lisandro parece tener claras algunas pocas cosas y en el resto está dispuesto a aprender. No es una combinación sencilla para un muchacho que tenía 25 cuando hizo su primera película, pero tampoco para uno de 32 que ya goza de prestigio internacional al hacer Liverpool. Otro aspirante habría abandonado pronto sus pocas certezas para refugiarse en algún consenso: de ese modo, no tendríamos La libertad, Los muertos, Fantasma, Liverpool. Si hubiera sido solo un joven terco al servicio de un narcisismo disculpable, no habría aceptado colocarse en la posición de aprender en público.

En su caso parece que tuvo algo así como un maestro: Alonso nunca deja de mencionar a Nicolás Sarquís. Y también tuvo suerte: el azar lo puso en la mira de un programador de Cannes. Lisandro estaba en el lugar indicado en el momento preciso y pateó la pelota al arco. Gol.

Liverpool continúa esa serie afortunada, le va dando carácter de necesidad a aquello que al principio de su carrera parecía una contingencia. Después de pasar calor en los rodajes de La libertad y Los muertos, se convenció de que quería filmar en el frío. Al ver en Millenium Mambo los exteriores nevados de un pueblito japonés pensó: eso quiero, filmar la nieve como Hou Hsiao Hsien. Con una película aún más anómala que todo lo anterior (Fantasma) aprendió a pensar en función de espacios cerrados y pudo dejar en suspenso el seguimiento estricto de personajes que había caracterizado a sus películas hasta ese momento. Es como si con cada paso se hubiera ido adueñando de una de las variables del cine: la persona, la intemperie, el día, la noche, el viaje, el lugar, el interior, el silencio, la música... Su método prudencial lo lleva a meditar de a una cosa por vez, soñador que sueña un universo paso a paso. Ese plan parece imperturbable ante demandas exteriores: esa, su extraña mezcla de inocencia y determinación.

II

Uno hombre, dos mujeres, un souvenir. El hombre, Farrell, un marino amigo del trago, vuelve al pueblo natal para descubrir que volver no es posible. La hija no lo conoce, la madre ya no lo reconoce. Con todo, por primera vez en su filmografía Alonso ha permitido que el encuentro se produzca (Misael preguntaba por teléfono por su madre en La libertad, Vargas no encontraba a su hija en Los muertos). En Liverpool, Farrell le deja un souvenir a la chica y se pierde en el paisaje. Con estos elementos tenemos un relato clásico, pero Alonso adelgaza la línea narrativa hasta que ella casi se extingue. Mira en plano general. Se abstiene de llenar esos caracteres con psicología. Entonces hace un documental del espacio sureño por el que algunas personas calladas se mueven, como trazando el boceto de una épica posible y nunca consumada.

La vibración de la luz natural sureña pone el lirismo (extraordinario trabajo fotográfico de Esteban Szczipnyj). Empieza con un plano conjunto oscuro en el interior del barco (que se muestra y se oye parecido al edificio del Teatro San Martín en Fantasma). Farrell se mueve por la cubierta, se prepara en su camarote y baja en el puerto de Usuhaia: ahí el tono cromático cambia. En unos pocos planos, el puerto de Usuhaia se impone con una melancolía potente, jamás filmada por el cine argentino. En un colectivo abandonado se mezclan luces cálidas y frías de la tarde austral. En un bodegón sombrío Farrell come y toma ensimismado. En medio de la luz tersa de la nieve blanca contra la vegetación negra, en la mancha de sangre roja contra la nieve, en el tibio interior de la habitación de Nazarena, la madre de Farrell, Alonso va modulando la tristeza creciente de cada estación de ese trayecto.

Liverpool va minando lentamente la sensibilidad del espectador que se atreva a entregarse a ella, con un tono discreto y triste, que renuncia a toda embellecimiento parásito, para que cuando la hermosura aflore, lo haga de forma inapelable. Un comienzo frío como el aire del sur, que conduce lentamente hacia la habitación en la que reposa Nazarena, mientras al lado espera Analía, las dos mujeres que impregnan de emoción la filmografía hasta ese momento reciamente masculina de Lisandro Alonso.

La pasan en INCAA TV: horarios:
10 mayo, 2011
22:00 a 23:40.
11 mayo, 2011
3:10 a 4:40.
8:20 a 10:00.
13:30 a 15:10.
18:40 a 20:20.
15 mayo, 2011
12:00 a 13:40.

2 comentarios:

César dijo...

Gracias por el aviso. Era hora de verla otra vez. (Estuve varias veces en Tierra del Fuego y confieso que nunca ví todo lo que Alonso nos hizo ver)¿Se sabe si anda filmando algo nuevo?

Martha dijo...

Es cierto: volver no es posible o por lo menos, no es posible hallar aquello que se dejó, Pensarlo nomás, es temerario.
Esta me pareció la mejor película de Alonso.