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lunes, 25 de febrero de 2013

Argo, Lincoln, Amour, Django, Pi, la CIA, Michelle Obama y la señora Bigelow




El premio a Argo como mejor película lo otorgó Michelle Obama. Más allá de la irrelevancia artística del Oscar, el castigo que anoche recibió La noche más oscura me reconforta, aunque comprendo las razones políticas que hacen que el Hollywood obamista prefiera la versión softcore de la CIA que presenta Argo. Ninguna de las dos vale nada. Pero Bigelow es peorísima. No sé quién decía: la hipocresía es un tributo que le rinde el mal a la virtud. En ese sentido la hipocresía expresa una tensión interesante, el reconocimiento de un límite que el fascismo no acepta. La película de Bigelow rinde culto a una eficiencia técnica que remite al especialista Adolf Eichmann, preocupado porque la máquina de la muerte funcione. Pero Hollywood no puede celebrar con tranquilidad una fría descripción de procedimientos de tortura, invasión y asesinatos. Prefiere entonces una CIA que se dedique a hacer películas, aunque sean falsas. ArgoLa noche más oscura son dos intentos de diseñar una imagen aceptable de las intervenciones del imperio en territorios enemigos. A pesar de las diferencias ambas muestran que la CIA es una especie de empresa colectiva falible, que deja un buen margen a la iniciativa individual de sus integrantes. Son metáforas del liberalismo libertario. Políticamente no parece que todavía hayan dado en la tecla en ninguno de los dos casos. Son películas que solo pueden despertar entusiasmo en algunos críticos argentinos y que están destinadas a un olvido rápido. El Oscar a Argo demora ese olvido unos meses.

Argo: el triunfo de la mediocridad

Argo practica un convencionalismo genérico desesperante: no hay en la película de Ben Affleck un solo planteo narrativo, una resolución dramática, ninguna caracterización de personajes, ningún ritmo o enfoque de la mirada que no se atenga a una retórica gastada. Argo habla una lengua muerta. La textura visual, que en su fotografía, su vestuario y ambientación, incluso en la fisonomía de los personajes remite inmediatamente a la memoria del cine setentista (es decir: del cine pre-digital), solo se funda en una conciencia reactiva y culposa del mainstream hollywoodense. Affleck finge hacer un cine adulto en reacción a la puerlidad del Hollywood actual. Pero su reacción es tan pueril como el cine que pretende esquivar.

No es reprochable que los partidarios del Ayatollah parezcan tan tontos: tonta es la mirada que echa Affleck sobre el mundo que pone en escena. Es estúpido el sentimentalismo con que el grupo de diplomáticos norteamericanos afronta su peripecia. Y la vuelta del agente encarnado por Affleck al ámbito de su resguardo familiar, al final, es también estúpida. Los norteamericanos no quedan mejor pintados que los iraníes en Argo. (Completo acá)

La noche más oscura: el equívoco de la eficiencia

En la película de Bigelow la eficiencia es una coartada. Hay un isomorfismo entre la sequedad emocional de la protagonista y la del punto de vista de la directora. Esta analogía crea una confusión en cierta crítica, porque La noche más oscura no es una máquina narrativa eficiente: sus fallas estructurales son ostensibles. (Ver acá)

Lincoln: Spielberg desangelado

El premio a la macchietta que se le otorgó ayer a Daniel Day Lewis habla una vez más del concepto de "buena actuación" que maneja la Academia. Creo que con esta estatuita el actor se transforma en el más premiado de la historia. Lo cual no significa nada. Spielberg se fue con las manos vacías y está bien. Cuando se quiere poner serio no tiene suerte. La película tiene algunos momentos encantadores a cargo de Tommy Lee Jones y es bastante obvia su reivindicación de la práctica política como asunto de negociaciones impuras. Es algo más interesante que la puerilidad que usualmente cultiva Spielberg, pero no hacen falta casi tres horas de charlas para que la idea se entienda. El año que viene Spielberg hará seguramente algo más infantil y más taquillero.

Amour: al prójimo

Esos reglamentos absurdos de la Academia pemiten que esta película haya sido doblemente nominada, como mejor film y mejor film en idioma extranjero. Todo el mundo sabía que no tenía chances de ganar en la primera categoría y que era número puesto en la segunda. La película de Hanecke es, junto con la de Tarantino, el único indicio que ofrece el Oscar de que el cine existe. Hanecke se mete con uno de esos asuntos intratables: el proceso que lleva a la muerte, la declinación vital de una persona, desde el punto de vista de su pareja. Indudablemente la pareja protagónica (interpetada por los extraordinarios Emanuelle Riva y Jean Louis Trintignant) se ama. No hay ironía en el título. Si lo comparamos con lo que hubiera hecho un norteamericano con un tema así, Hanecke es un dechado de sobriedad. Desde las primeras secuencias, con el extenso plano de la platea escuchando un concierto de piano, queda establecido que lo suyo será el realismo del plano secuencia y la tensión entre lo que se ve y lo que no se ve. Pero hay un gusto por la crueldad que en algunos momentos lleva a Hanecke a pasarse de la raya, a estirar la duración del plano para ejercer una doble crueldad: hacia sus personajes y hacia el espectador. No es la posición artística que yo prefiero. Me parece que su pequeño exceso sádico le impedirá siempre rozar la grandeza. 

Django sin cadenas: la gran película del año

Al menos si nos guiamos por el recorte de la Academia: por supuesto que hay muchas otras grandes películas cuya existencia la Academia directamente ignora. Los Oscars al actor de reparto (el genial Christoph Waltz) y al guión original (del propio Tarantino) son merecidísimos. Ya hablé de Django en este blog (acá) y voy a seguir hablando en la próxima revista.

Una aventura extraordinaria: Ang Lee
El taiwanés que debería haber sido premiado por Secreto en la montaña finalmente le birló a Spielberg el Oscar al mejor director con esta Life of Pi. Sabrán disculpar que no la haya visto. Y que tampoco la vaya a ver.

1 comentario:

julieta eme dijo...

sin duda, el personaje de Tommy Lee Jones es una de las mejores cosas de la película.

Django es una película zarpada. muy buena.

y en cuanto a la de Ang Lee, como me dijo nicolás saad: es una película agradable. a mí me gustó.

besos.