todos estamos igual

lunes, 27 de mayo de 2019

Lo mejor de Cannes 2019

Roger Koza desde Cannes en La otra.-radio, para escuchar clickeando acá



El contenido del texto que sigue está enteramente basado en el informe que Roger Koza nos envió desde Cannes, pocas horas después del cierre del festival. Su propia voz, el audio que emitimos durante nuestro programa de anoche, lo pueden escuchar clickeando acá.

Esta 72° edición del Festival de Cannes, nos dice Roger, ha sido una de las más memorables de los últimos años. "Cannes es el festival del Poder, no del consenso, sino el festival que pone las reglas del consenso, aún ligado a la cinefilia pero que, al mismo tiempo, en un doble juego perverso, devino en el festival de la industria".

Parasite: Las películas que ganan en Cannes se terminan estrenando en Argentina. Cannes vindica cánones y abre mercados. Eso es lo que tal vez vuelva a suceder con la notable película que ganó este año la Palma de Oro, Parasite de Bong Joon-ho (Corea del Sur). Bong mantiene el pulso del cine popular, pero además incluye una mirada sobre esta fase global del capitalismo que ordena la vida de los sujetos en base a una enorme descompensación entre los que tienen y los que no. Parasite cruza a dos familias, una de desocupados y otra de grandes posesiones materiales: el espacio es el ámbito donde su disputa se lleva a cabo. La película presenta grandes momentos humorísticos, otros dramáticos e incluso alguno muy conmovedor, con un pesimismo lúcido que logra incomodar al espectador. Esta, nos asegura Roger, es una de las obras maestras de Bong.

Entre las películas más interesantes de esta edición, quizá la mejor de todas, Koza señala a It must be heaven, la del palestino Elia Suleiman, "una de esas películas que renuevan la fe en el cine". It must be heaven arranca en Palestina, sigue en París y termina en Nueva York. El gran concepto que atraviesa la obra de Suleiman es que el mundo está regido por el absurdo, un absurdo que se vuelve la regla, hasta hacernos aceptar lo inaceptable. El propio director desempeña al personaje que no habla y observa a la distancia: en Palestina, un país al que no se le permite existir; en París, la falta de libertad, igualdad y fraternidad; en Nueva York, la presencia cotidiana y naturalizada de las armas. Con una idea muy precisa del lenguaje cinematográfico, Suleiman se muestra como un heredero directo de Jacques Tati.

Tarantino presentó esta vez Once upon a time in Hollywood, que no se llevó ningún premio, quizás porque la película está más allá de los premios. Koza sostiene que es hora de reivindicar a Tarantino respecto de algún sector de la crítica que le teme por el carácter lúdico o la violencia de sus películas. A partir de Bastardos sin gloria Tarantino produce un giro fundamental, cuando hace ingresar a la Historia a su cine, muchas veces a través de juegos de reescritura de esta Historia, para que lo que realmente sucedió adquiera una visibilidad distinta. Eso fue Bastardos sin gloria, también Django y Los ocho más odiados. En la nueva, el tema pasa por Hollywood. Situada a fines de los '60, durante el fin de la utopía hippie, con el descubrimiento de la crueldad y la locura que podía incubar a veces este movimiento, mientras a la vez se está produciendo una sustitución progresiva del cine por la televisión. La huella de lo real está dada aquí por el personaje de Sharon Tate, víctima de la famosa masacre perpetrada por el Clan Manson. Tarantino se permite muchas libertades hasta llegar a un punto de incorrección política donde parece no reconocer límite alguno. Sin embargo esta incorrección política está al servicio de una auténtica lucidez política. [NOTA: En este breve pasaje, Roger logra expresar con notable precisión el sentido del giro que tomó el cine de Tarantino, que a una parte de la crítica parece estar escapándosele]. Todo el elenco está muy bien, pero la actuación de Leonardo Di Caprio tal vez sea el mejor de su carrera. El final es inesperado y extraordinario. 

En Jeanne Bruno Dumont hace una segunda incursión sobre la vida de Juana de Arco. Después de Jeannette, su anterior película, un atípico musical sobre su infancia, aquí vuelve a narrarse su camino hacia la hoguera decretado por la Inquisición. Llena de recursos inesperados e insólitos, con algunos momentos musicales y gags, luce especialmente la extraordinaria escena de la coreografía de un grupo de caballos, absolutamente delirante y hermosa, que parece diseñada y filmada por el Altísimo. Dumont parece haber entendido por primera vez, después de antecedentes tan venerables como los de Dreyer y Bresson, cómo filmar la muerte de Juana  en la hoguera.

Albert Serra presentó en Cannes Liberté, que transcurre pocos años antes de la revolución francesa. Los libertinos han sido expulsados de la corte de Luis XVI y se reúnen en un bosque en el que viven una experiencia orgiástica colectiva en la que practican formas de placer sexual heterodoxas. Una ronda nocturna en el bosque, donde hombres y mujeres de la corte mezclados democráticamente con los sirvientes, llevan a cabo una celebración dionisíaca que intenta conjurar ese puritanismo que no es otra cosa que la decadencia. Es clave el concepto de penumbra que Serra sostiene a lo largo de todo el film, en el que la propia cámara se pone en una situación de espía generalizada.

Gracias a este informe de Koza, enviado desde Cannes, quedamos con muchas ganas de ver todas estas películas. El audio de esta parte del programa pueden descargarlo clickeando acá.

No hay comentarios: