por Carmen Cuervo
Recopilando imágenes de archivo en blanco y negro de Portugal y otros países de Europa y con diversas voces en off -la estridente voz de la propaganda política portuguesa, la voz del propio director y también las voces de intelectuales que pasaron por Portugal en ese momento-, el director nos muestra los cambios producidos en Lisboa durante los seis años de la segunda guerra mundial. La ciudad de Lisboa, tras haber asumido una posición neutral, pasó a convertirse en un lugar completamente extraño.
Haberse declarado neutral, aunque parezca una protección ante el conflicto, sin embargo significa quedar amenazada por la guerra inminente, sospechada de falsa neutralidad en un intento por mantenerse libre de los bombardeos. La ciudad sigue su vida con grandiosos espectáculos culturales y políticos que la muestran inmune pero a la vez triste y trágica, un sitio de gritos y calor inusual, un lugar frecuentado por nazis. Pero también Lisboa recibe miles de refugiados europeos, fantasmas ricos y pobres, hablando sus propias lenguas, tomando café en grandes bares mientras esperan un barco que les permita cruzar el océano para huir. Lugar extraño de verdad y al final una hermosa canción de Amalia Rodrigues.
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