por Liliana Piñeiro
“Diste muerte, recibirás muerte”. El primitivismo del ojo por ojo atraviesa a los condenados a la pena capital que Herzog entrevista en Death Row (El corredor de la muerte), una serie de cuatro films de 47 minutos cada uno, que fuera inicialmente realizada para televisión, y que se exhibe actualmente en el Bafici.
A la manera de Truman Capote en A sangre fría, el director alemán despliega las historias de cada uno, los distintos aspectos del juicio que los condenó, los asesinatos pasados… y los futuros. ¿O de qué otra manera llamar a la pena de muerte, ese acto debidamente legalizado que va a ser llevado a cabo en la persona de los declarados asesinos?
Nadie sabe a ciencia cierta cuál será el día de su muerte, ni de qué forma ella se nos revelará. Empujados por una brutal juridicidad, los presos lo saben, conocerán su rostro en el de sus verdugos. De este lado del vidrio que nos separa de ellos, Herzog nos acerca esa experiencia única. El encierro en la prisión, el intento de fuga en algún caso, la comida y el paisaje finales: los últimos nudos que se desatan de la vida, camino al cuarto donde se recibirá la inyección letal. Aferrado a una conveniente neutralidad, el director deja aparecer a los protagonistas para que sea el espectador quien los vaya descubriendo, levantando el velo de su condena. Sin embargo, humano demasiado humano, Herzog no puede evitar el traspié del horror, y trata de forzar el arrepentimiento de uno de los asesinos. Finalmente lo logra, aunque se trate de unas pocas frases, que suenan más declamadas que sinceras.
A modo de alegato en contra de la pena de muerte, todo en esta serie está en tensión: cómo asirse a la vida, cómo desprenderse. Dada la decisión de unos hombres sobre la existencia de otros, los extremos se tocan en un único movimiento. “Ud. los humaniza de algún modo, al entrevistarlos. Parece que se dejara atrás el pasado, lo que hicieron - le reprocha una fiscal al director, en uno de los pasajes del film. “No los humanizo – responde Herzog – ellos son humanos”.
1 comentario:
El intercambio entre el fiscal y Herzog me recuerda a quienes criticaron la película "La caida" porque humanizaba a Hitler.
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