Tierra de los padres - Secuestro y muerte - Castro
por Oscar Cuervo
En el blog de Diego Lerer se desata la polémica por la exclusión de Tierra de los padres de los festivales de Mar del Plata y del BAFICI. Una chica que firma como "Andrea" (en el debate nadie da su nombre y apellido, excepto Lerer, Prividera y Ratto, ¿será por miedo?) dice que trabaja en el cine y que es montajista de unos cuantos documentales hechos en los últimos tiempos. Y les aconseja a Prividera y Ratto (director y productor de la película):
A la gente de “Tierra de los padres”, ¡a curtirse! Muchas películas no entran en el Bafici y el FMDP, y muchas veces no te dan demasiadas explicaciones. Yo trabajo en cine, y tuve gratificaciones pero también frustraciones respecto de estos festivales, la vida es así. Las energías a otra cosa, muchachos. (...) Yo pelée por mis películas con toda la furia, y el consejo que te di, no tiene que ver con bajar los brazos, sino con considerar la posibilidad de que a “Tierra de los padres” no le hayan cerrado las puertas por buena o subversiva, por amiguismo o politiquería, sino simplemente porque no les gustó!
Hmmm… me parece que ahí, en esas palabras, con toda la buena onda de Andrea para alentarlos, hay un nudo de la ideología neoliberal que nos tiene complicados. Porque, cuando Andrea dice que a lo mejor la película no está en el Bafici porque “no les gustó” a los curradores, está proponiéndoles a Ratto y Prividera precisamente que bajen los brazos, que abandonen una intervención política como la que ellos emprendieron en primer lugar con la película misma, en segundo lugar con su carta abierta. La carta no es una queja porque su peliculita haya sido dejada afuera, aunque a los programadores que guardan silencio sobre las razones de la exclusión de la película les encantaría esquivar la molestia de hablar de sus decisiones políticas. Y los que "trabajan en el cine" prefieren solidarizarse con Prividera y Ratto en mails privados y guardar silencio en público. Quizá por miedo a no ser programados en Mar del Plara y el BAFICI nunca más.
"Andrea" la montajista dice que peleó por sus películas con toda la furia, pero su pelea, digna como seguramente fue, se encerró en un espacio burocrático, como un asunto a resolver entre sus ganas de que las películas se exhiban y el gusto privado de los curadores. Ese es precisamente el nudo que Prividera/Ratto cuestionan: ¿acaso no es debatible el gusto de los curadores de un festival que se hace con dineros públicos? ¿Es el BAFICI un emprendimiento privado de Macri, Lombardi, Wolf y Porta Fouz? ¿No es deber de un festival como el BAFICI someterse a una discusión política, no solo estética, no sólo sobre películas en particular, sino sobre modelos de “curaduría” y gustos privados? Wolf y el resto de los programadores tienen su cargo ganado a fuerza del dedazo de Macri y Lombardi, pero eso no los vuelve políticamente inobjetables ni pone sus gustos personales un escalón más arriba que el de realizadores, críticos o simples asistentes al festival.
Un festival de “cine independiente” tiene que promover también una discusión sobre el cine que se ve y sobre el que no se ve. Y sobre la razón por la cual no se ve. Si no, es nada más que una semana por año dedicada al cine exótico en el shopping Abasto. Los curadores, cuanto más detentan un poder para encaramar películas como Secuestro y muerte o El estudiante como “modelos” de producción anual (con los mecanismos más sutiles o los más burdos de que disponen para llamar la atención sobre las películas o para invisibilizarlas), más se implican en política, y por ende más debatible en el espacio público se vuelve su trabajo. Política es debate. Y los programadores nos deben a todos una explicación sobre el ejercicio del poder. ¿Por qué no pedirles explicaciones?
Si "Andrea" viera Tierra de los padres (no puede verla, ya saben por qué), se daría cuenta de cuán pertinente es poner a discutir esta película con Todos mienten, Castro, Secuestro y muerte, por ejemplo, películas que sí gozaron del favor del poder curatorial. Y podría advertir también cuánto tiene que ver el silenciamiento de una con la promoción de las otras. "Andrea" vería además que la carta abierta de Prividera y Ratto ocupa un lugar en la serie de los textos históricos que en su película citan. Esta carta es nada menos que la continuidad de la película por otros medios. Igual que la decisión de Wolf y cia. de haberla dejado afuera: ese silenciamiento es parte de la historia que la película cuenta.
Lástima que no se pueda ver la película en el ámbito del Bafici, donde estas palabras resonarían en toda su potencia. Ahora lo que resuena es el hueco que la película deja en el festival.
Bah, por ahí Wolf y Porta Fouz se dan cuenta de su error y en estos días lo reparan, programan la película en una de las funciones sorpresa que quedan en blanco hasta el final. Esto haría a este Bafici un festival digno. Pero si no…
Bah, por ahí Wolf y Porta Fouz se dan cuenta de su error y en estos días lo reparan, programan la película en una de las funciones sorpresa que quedan en blanco hasta el final. Esto haría a este Bafici un festival digno. Pero si no…
(Estoy pensando y escribiendo sobre la película propiamente dicha, más allá de el hecho de su desaparición en los festivales argentinos, así que esto no va a quedar acá, obvio)
5 comentarios:
Perdón, hay alguna forma de contactarse con Pablo Ratto o Nicolás Prividera? Nos gustaría que en FANCINEMA salga publicada la carta, como una forma de potenciar y difundir la discusión al respecto. Salute, Rodrigo Seijas
Oscar, la decisiones estético-políticas de Lombardi son tan discutibles como las de Coscia. Me parece que llevar adelante una Secretaria de Cultura es, por definición, no poder conformar a todos. Todo gobierno, es el gobierno de una fracción, una parcialidad. No se si Lombardi debe explicar porque deja afuera una película y porqué incluye otra.
César: las prácticas políticas (un festival de cine lo es, lo es el Bafici, festival de cine independiente, con una tradición, una tendencia, criterios, conflictos, etc) son esencialmente modificables mediante intervenciones políticas, no son accidentes de la naturaleza sino productos de relaciones de poder. Hay una concepción de la cultura, del cine, de la idependencia. Y en el caso específico de Tierra de los padres hay una concepción histórica de la Argentina, de sus instituciones, de su política y su economía: todo eso está puesto en cuestión por esta película, que dialoga con otras películas, con el cine argentino y con el cine contemporáneo, incluso con este festival. Y la carta de Prividera y Ratto es la contuinuación de esas mismas inervenciones por otros medios. ¿Qué te hace pensar que todo eso es inmutable o que depende del arbitrio de Lombaridi y Wolf? ¿Por qué ceder el derecho a cuestionar u n evento cultural público de la ciudad? ¿En nombre de un poder monárquico? ¿De una unción divina? La idea de política cultural que me proponés es profundamente conservadora y opresiva, y contra ella estamos empujando. Porque las cosas no están dadas de una vez y para siempre. Y si vieras la película además comprenderías el sig nificado de que haya quedado excluida de este festival realizado bajo gestión macrista. Está bien que vos te resignes, pero yo no.
Oscar, yo no pregono ninguna concepción conservadora, sino mas bien trato de ser realista: el macrismo del cine se expresa de la mnera que describís y son ellos los que programan. El mismo lamento se escuchaba del otro lado, recuerdo, tras el Bicentenario: ¡dejaron afuera a Sarmiento y Alberdi! O recientemente tras la creación del instituto revisionista: "¡Quieren reescribir la Historia! Pero por supuesto: la vocación de hegemonía, hecho político por antonomasia, implica estas tomas de posición. En todo caso, y si esa es tu intención, lo que deberíamos cuestionar(nos) es que pasó en Buenos Aires para que estos tipos nos gobiernen tras 9 años de kirchnerismo a nivel nacional. O sea: somos un islote petulante que le ha entregado la ciudad a estos rugbiers de la UCA que desfinancian escuelas para trazar bicisendas y poner sombrillas en las plazas.
Sí que deberíamos cuestionarnos qué pasó en Bs As para que gobiernen estos impresentables. Qué pasó no en julio pasado, sino desde hace décadas, con la responsabilidad que le cabe TAMBIEN al electorado de Bs As.
Por otro lado, Apoyo la intervención de Prividera, que no es una queja sino un cuestionamiento político y una exigencia de argumentos. El silencio de los programadores es clamoroso y no salen a hablar porque si hablaran quedarían peor. Lo que hace Prividera es interpelarlos y ponerlos en evidencia. No sería tan grave, no se los acusa de un delito, sino se les pide que expliquen por qué una película que recibe una mayoría de críticas excelentes no merece estar entre las 450 del Bafici. ¿Hay 450 mejores?
Por otro lado, la película de Prividera habla precisamente de Alberdi, de Sarmiento, de Mitre, de Urondo, de Walsh y de las declaraciones de apoyo a la dictadura por parte de la Sociedad Rural y la Bolsa de Comercio. La carta de Prividera es la continuación de la película.
pretender que no se puede criticar la política cultural macrista porque los porteños lo votaron no es realismo, es resignación.
Y la pelea hay que darla en todos los frentes, también en el Bafici, que no es de Lombardi y Wolf, sino nuestro.
Publicar un comentario