Bluesky

Al actuar como jefa de La Cámpora en detrimento de los intereses populares @cristinafkirchner.bsky.social se arriesga a devaluar su legado. En Rosario se la vio aislada, simulando liderar a una totalidad que no está, ansiosa por revalidar una relevancia que ni siquera debería estar en discusión.

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— Oscar Cuervo (@oscaracuervo.bsky.social) 24 de noviembre de 2024, 3:45

jueves, 18 de febrero de 2010

Sonidos e imágenes de revista La otra

n° 22 - Verano 2010 - en los kioscos




"Transitando por el pop barroco o coqueteando con la ópera -siempre en el contexto del rock alternativo- Rufus Wainwright ha demostrado ser un cantante ecléctico. Y es en sus shows donde esto es más evidente. Su lírica, mayormente basada en temas personales, y su habilidad escénica, hacen de él un verdadero entretenedor. 'Clasifico mi música como entretenimiento. Vos estas allí; yo soy el show. Estoy aquí para servirte', declaró alguna vez este Liberace del pop actual. Dada su capacidad vocal, sería injusto pedirle a Rufus que se limitara a un solo estilo: afortunadamente no es rehén de su propia voz. Desde chico empezó a escribir canciones autobiográficas, como una forma de exorcizar sus demonios". (Fragmento de la nota "Rufus, al fin!!!" por Fernando Velazco, en La otra 22, hora en los kioscos.)




"¿Qué le pide Cat Power a la canción original a la hora de transformar la tradición en eso que llamamos cover? Que se deje exceder, despedazar, que se deje reinterpretar en nombre de devolverle a la música una vitalidad que se supone perdida. Eso hizo ella con las canciones que evoca en sus discos. Pero esa constante reformulación del original tiene como objeto no sólo los temas ajenos, sino también los propios". (Nota de Eduardo Benitez, "The Curse of the Cat People" sobre la reciente visita de cat Power a Buenos Aires, revista La otra).




"...el año Straub –el año del acontecimiento Straub– fue 2002. Hasta ese momento, y por diversos motivos –su propio celo, entre los primeros-, sabíamos poco de su cine, aunque teníamos noticias de su absoluta intransigencia, de su carácter desafiante, de su singularidad; en una palabra -en un fetiche-: de su rigor. Con la proyección de sus entonces dos últimas películas -las radiantes Sicilia! y Operai, contadini- algo trastabillaba para bien: la fama –sin ser falsa– era egoísta; nada nos había dicho de la felicidad del cine straubiano.
En su descubrimiento mucho tuvo que ver Où est votre sourire enfoui? (¿Dónde está tu sonrisa escondida?), el documental de Pedro Costa que -en un juego generoso y no falto de ironía con la leyenda- retrata al matrimonio como criaturas severas y como pareja cómica. Estamos, fundamentalmente, en una sala de edición; es tiempo del montaje de Sicilia! Straub camina, fuma y discurre sobre la vida y el cine; Huillet trabaja en la moviola y corrige la mala memoria de su compañero; se la ve firme y silenciosa frente a un Straub disperso, enamorado de la sentencia y el argumento. En un momento memorable, cansada de tanta verborrea, Huillet –que busca el corte adecuado– dice su parlamento más largo: “Ahora ya no veo nada por tu culpa. ¿Entenderás alguna vez que ser interrumpido cuando estás concentrado desestabiliza y te devuelve a cero? ¡No sé cómo, después de todo este tiempo editando películas juntos, aún no eres capaz de adquirir esa disciplina! El hombre que confíe en ti, cuando salte la valla, acabara con todo roto”. Los dialécticos Straub, pensamos, viven, como Tracy y Hepburn en alguna de sus películas, un poquito antes de la síntesis; pero su muy teatral enfrentamiento tiene lugar en un espacio ideológico compartido: son dos cineastas modernos y antirrománticos. Como en su maestro Brecht, no hay lugar en su ars poetica para el artista inspirado, el arrebato y la obra eterna...". ("Dos cabalgan juntos (Sobre algunas películas de los Straub)", de José Miccio, en el número 22 de revista La otra.)




"Mariano Otero: Todos los chicos de mi generación estamos atravesados por el rock. Los que elegimos el jazz como medio expresivo somos multiestilísticos, no somos neoclásicos. De todos modos, para mí la música es una sola, no importa si es clásica, jazz o rock. Yo me tomo muy en serio la música. Trabajo en serio, pero mis conciertos no lo son. Los músicos de jazz no tienen que ser serios. Hay tipos que son más divertidos que otros. En mis grupos lo vivimos como fiesta, es una celebración salir a tocar.



"Lo más importante es no perder la ingenuidad, jugar como los niños. Es importante preguntarse en qué etapa uno está para seguir creciendo. Observo a mis hijos y pienso cuánta capacidad de hacer cosas tienen ellos, sin prejuicio alguno. Cuando al conocimiento se le suma libertad, se produce una explosión. Esa es mi búsqueda". (Responde el músico de jazz Mariano Otero a Sebastián Duarte en la entrevista publicada en La otra 22).




"Sokurov entra en la historia del siglo XX con una lucidez implacable: sabe de la sustancia fantasmática que infiltra los mecanismos del poder y filma el ocaso de sus líderes. Es en los confines de una etapa histórica y el comienzo de otra donde esa sustancia revela sus límites. En Moloch (1999), un Hitler decadente e infantil toma dimensiones grotescas por su banalidad y la del entorno que lo sostiene, frente a la inminente derrota de Alemania en la Segunda Guerra Mundial. En Taurus (2000), nos presenta a un Lenin enfermo, atravesando sus últimos días con una pérdida progresiva de la razón. Allí vemos cómo el otrora magnetismo de esta figura va declinando al mismo tiempo que los ideales de la revolución que liderara, mientras que, con el avance de Stalin en el gobierno, se perfila en el horizonte la sangrienta dictadura que se abatiría, finalmente, sobre el pueblo ruso. En su última película de esta trilogía sobre el poder, El Sol (2004), el director aborda la distancia entre los hombres y los dioses, centrándose en el momento en que el emperador japonés Hirohito debe renunciar a la condición divina que le confiere su tradición y capitular, luego de las masacres de Hiroshima y Nagasaki, para salvar a su pueblo de nuevas matanzas. El pasaje subjetivo de dios a hombre y el componente onírico que lo anticipa dan lugar a escenas memorables". (Fragmento de la nota "Sokurov: una voz al límite" por Liliana Piñeiro).




"19 de julio, 1944:
"Hoy nuestro tren llegó a Dirschau, cerca de Danzig. Este es nuestro octavo día de vía de viaje. No soy un soldado ni un partisano. No estoy apto física y mentalmente para este tipo de vida. Soy un poeta.
"Que luchen los países grandes. Lituania es pequeña. En toda nuestra historia las grandes potencias han marchado sobre nuestras cabezas. Si uno se resiste o no tiene cuidado, termina convertido en polvo bajo las ruedas de Oriente y Occidente. Lo único que podemos hacer los pequeños es, de alguna forma, intentar sobrevivir. Ese es el motivo por el que, si nos acompaña la suerte, nos dirigimos a la Universidad de Viena". (Extracto del diario personal de Jonas Mekas, Ningún lugar adonde ir, con presentación de Emilio Bernini, en La otra 22).





"La Otra: Algo que me llamó la atención en las películas argentinas que me gustaron últimamente, como Plan B o La Tigra, Chaco es que sus directores tienen un paso por el teatro. Yo tengo un prejuicio respecto de que los que tienen formación teatral van a hacer teatro filmado. Pero en estos casos me sorprendieron. Las dos películas están muy centradas en las actuaciones, se juegan en esos planos secuencia en los que hay un tiempo propio de la actuación, no puesto por la moviola sino en el momento de la filmacion. Y lo que se ve en la pantalla es de una gran verdad cinematográfica, nada teatral. ¿Cómo trabajaron eso?



Federico Godfrid: Es muy rara esta division entre teatro y cine. A mí, la gente de teatro me dice: “porque venís del cine…”; y la gente de cine dice: “porque venis del teatro…”. Mi llegada al teatro viene por hacer cine, quería dirigir actores, conocerlos más, así que empecé a hacer teatro. Después filmé un mediometraje, gasté una fortuna, no quedó nada como yo quería, casi me agarro una úlcera, la pasé mal, y entonces dije: “¿por qué no hago una obra de teatro?”. La hice y me fue muy bien. Entonces empecé a hacer teatro durante 6 o 7 años, pero siempre con ganas de hacer una película.

Juan Sasiaín Huertas: Yo empecé a estudiar al mismo tiempo cine y teatro, y en la carrera de cine hice varios cortos que, como le pasó a Federico, tenía escondidos porque sentía que no tenían vuelo ni a nivel dramático ni poético. Pero cuando nos pusimos a trabajar en teatro con Federico logramos desde el principio un nivel de exigencia, textos largos, con un peso dramático que se sostenía durante una hora. Con esos resultados teatrales, a mí siempre me quedaba la inquietud de lograr algo de igual peso en el cine". (Entrevista a los directores de La Tigra, Chaco en revista La otra).

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Otra vez el aviso de La Otra, con Cat Power, La Tigra, etc.Que berretada de cuarta.

Anónimo dijo...

No se te cae una idea, eh

Anónimo dijo...

Descalifican todo lo que se hace pero nadie dice cómo los harían ellos. No se les cae una idea.
Más o menos ésto dijo en estos días dijo la Presidenta.
No sé por qué me acordé...
MARTHA

Andrés dijo...

Este debe ser uno de los blogs más activos y que renueva mayor cantidad de contenidos de toda la Argentina. Se ve que el comentador anónimo no tiene nada que decir y me parece que habla por envidia.

Anónimo dijo...

Bajonazo, otra vez me perdí el programa porque no anda la transmisión on-line.

Montonero Shoutcast: RE-NUN-CIE!!!

Anónimo dijo...

Me da asco lo mediocre y berreta que sos, Cuervín. Tiene que escribir otro para que en este blog haya una idea

martha dijo...

Claro Andrés - ¿Qué tal?- pero nadie lo obliga, ni lo somete a apremios ilegales para que lea este blog O es un masoquista, qué sé yo.
Chau! Martha