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martes, 5 de agosto de 2014

#ElNietoDeEstela: La era de la reparación: no se trata de nuestro pasado, sino de nuestro futuro

"Vamos a seguir buscando, faltan 400 chicos todavía, y están vivos"



Después de 36 años de búsqueda, apareció el nieto de Estela de Carlotto, que cuando niño fue capturado por los represores de la dictadura que desapareció a sus padres, Laura, hija de Estela, y Oscar Montoya. Se llama Guido y decidió emprender el camino de la recuperación de su identidad en los últimos meses, después de sospechar que podía ser uno de esos hijos de desaparecidos que las Abuelas buscaron por décadas. 

Pero es inevitable ligar esta hermosa noticia con otra experiencia que los argentinos estamos viviendo: la dictadura militar secuestró y asesinó militantes políticos, sindicales y sociales para imponer a sangre y fuego un plan económico que requería un proceso de endeudamiento de que el país lucha denodadamente por salir. 

Fue la década kirchnerista la de la reestructuración de la deuda, donde por primera vez el estado argentino asumió una posición soberana en defensa de los intereses nacionales, y hoy todavía el poder financiero internacional trata de ponernos el pie encima, pero se encuentra con un gobierno democrático que no cede a esos groseros aprietes de los buitres.

En estos días, donde seguimos peleando por recuperar nuestra soberanía económica, aparece Guido, uno de varios centenares. No se trata solamente del nieto de Estela: se trata del símbolo de la reparación de un bien dañado por la clase social opresora y entreguista, no solo por los milicos, que nos quisieron postrar ante el imperio, pero que hoy siguen intentándolo. Los milicos están siendo juzgados, una parte de los nietos apropiados sigue reencontrándose con su historia, después de tantos años. Una lucha no puede concebirse sin la otra.

La lucha por la justicia encarna en las Abuelas: su cara más amorosa, la de la reparación.

 No se trata de nuestro pasado, se trata de nuestro futuro.

1 comentario:

Andrés dijo...

Muy bueno, Oscar.

Saludos,

Andrés