Pepe Eliaschev se ensañó hace pocos días con la enfermedad de Cristina: "Se ha vuelto a verificar. Somos vulnerables y nada tenemos de invencibles. Ahí lo está demostrando la Presidenta, una vez más internada y fuera de circulación. ¿Enferma el poder? Tal vez, pero no a todos los que lo acumulan. En ella parece evidente que tanta masa de atribuciones la desgasta y devalúa. Paradoja de la suma de las herramientas en apenas dos manos: el material se fatiga y la rutina presidencial deviene frecuente protocolos". Fue su última columna en Perfil.
Qué ganas de haberle dicho: "No, Pepe, no manosees la enfermedad de nadie con una finalidad mezquina. Mirá que somos vulnerables y nada tenemos de invencibles. Criticala a la presidenta por sus políticas, pero no pongas en el medio su vulnerabilidad física",
No llegué a decírselo.
Y en esto tenemos que ser cuidadosos precisamente los que estamos en la vereda de enfrente de Pepe. No cometamos la bajeza que el cometió en su último texto.
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La muerte es en el fondo un episodio banal, responde a disfunciones orgánicas. No hay nada espiritual en eso. Algún órgano empieza a funcionar mal y chau. No hay en ese episodio ni justicia ni injusticia. Todo lo que podemos decir de alguien que ha muerto es lo mismo que dijimos cuando estaba vivo. Después está la tristeza de los que lo quieren. Y vendriá bien la compasión del resto.
Y nada más.
4 comentarios:
Muy equilibrado su comentario, Oscar Cuervo. No soy un creyente, pero si lo fuera invitaría a Eliaschev a leerlo desde dondequiera que hubiera ido a parar.
Totalmente de acuerdo.
La muerte no es castigo sino una natural consecuencia de la vida.
Los que creen que a través de la enfermedad y de la muerte (o de dolres profundos como la pérdida o enfermedad de algún ser querido) se pagan eventuales pecados parecieran no comprender que la parca nos toca a todos por igual.
Es muy democrática.
Como no suscribir cada una de sus palabras, sobre todo las del final. Lo de Eliashev ni me va, ni me fué, ni me vino. Pero siempre repito que la muerte no redime ni mejora a nadie, vale para este personaje como para tantos otros. Igual, la compasión sobre todo por los que lo han querido es de buena leche.....
Clemente G
Perfecto
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