#VivasLasQueremos #VivosNosQueremos
La foto de La Nación recorta la palabra "machista"
Algunas preguntas, algunas sospechas y algunas dudas mías sobre la instalación espasmódica del problema de la violencia de género y la marcha (o huelga) de las mujeres.
- No formo parte de ningún colectivo social que haya cometido crímenes aberrantes ni maltrato de género. Soy un tipo frontal y chinchudo que puedo contestar con un exabrupto a una provocación frontal o a una agresión velada, provenga de donde proviniere. No soy parte de "los abusadores", "los patriarcas", "los machos violentos". Estoy del lado de Milagro Sala, Michael Brown y Luciano Arruga y contra Mauricio Macri, Hillary Clinton y Patricia Bullrich. Soy mujer, puto, palestino, judía, villero, peoncito, sirvienta, traba, boliviana, paquero y tupaquera. Así que rechazo esa división artificial y funcional al sistema neoliberal que hoy quiere instalar la diferencia de géneros como una contradicción fundamental. La contradicción fundamental es la del complejo financiero-industrial-militar contra las clases trabajadoras y los desocupados. Los que están transformando el mundo en un lugar invivible son hombres y mujeres ricos y corruptos que hoy manejan los medios corporativos e instalan espasmódica y oportunistamente la lucha de géneros.
- Esos mismos medios en otras secciones de sus dispositivos promueven la explotación, la trata, la objetualización de mujeres y hombres consumidores, la violencia institucional contra las y los pobres, la demonización que preparó la prisión política de Milagro Sala, una mujer, negra, india y militante. Los medios que hoy están promoviendo banalmente la instalación del tema de la violencia de género son los mismos que silencian la violencia institucional contra los villeros y los que demonizaron a Milagro Sala para que su prisión política sea consentida por gran parte de la sociedad, incluso por algunas de las organizaciones de mujeres que hoy convocan a la marcha. Son los mismos medios masivos que desde la publicidad promueven modelos de consumo de mujeres y hombres bellas y blancos, jóvenes y vacíos. Son los mismos medios que promueven la xenofobia, la meritocracia, la esclavización de inmigrantes pobres, de niños trabajadores rurales y mujeres que trabajan como personal de servicio doméstico o la baja de los salarios. Todas estas formas de opresión naturalizadas están hoy siendo desplazadas por el espasmo espectaculístico de la lucha de géneros.
- Una marcha en repudio de la violencia de género cuenta con mi apoyo, como todas las marchas con estrategias emancipatorias. Las banderas de la emancipación no son propiedad excluyente de ningún género ni de ningún sector parcial. La emancipación es una bandera a ser enarbolada por la humanidad entera y principalmente por los que sufren todo tipo de opresión.
-Respecto de la tonalidad que impera en la cobertura de la marcha de hoy, predomina el tono indignado frente a los crímenes aberrantes cometidos por particulares que los medios usan habitualmente para remachar la histeria por la inseguridad. El relato detallado de los abusos y violencias horribles a que fue sometida Lucía Pérez Montero que terminaron en su asesinato no difiere en su tratamiento terrorista del crímen de que fue víctima Axel Blumberg o cualquier otra víctima de crímenes aberrantes cometidos por particulares. Ese regodeo en los detalles escabrosos solo promueve una indignación epidérmica que nunca permite comprender los dispositivos de opresión ni analizarlos en sus singularidades. Lucía fue víctima de la violencia de género tanto como de la exasperación consumista sin freno ni topes morales, así como Axel fue víctima de la codicia y la impiedad. Los medios fogonean la indignación superficial contra un estereotipo de villano con el cual es imposible identificarse. Esos mismos medios promueven la construcción de otros estereotipos, como los "pibes chorros" o "los inmigrantes ilegales", contra los cuales la violencia del sistema nunca es denunciada. El mismo televidente indignado puede salir a berrear contra los asesinos de Lucía y contra el "negro paquero irrescatable". Si no se señala esa continuidad, toda campaña empancipatoria es funcional a la opresión.
-Un crimen aberrante es lo que la palabra dice, una aberración. Podemos describirlo en detalles para sentirnos más indignadxs. ¿Y de ahí qué? ¿Desde cuándo y por cuánto tiempo la indignación contra unos sujetos que cometieron crímenes aberrantes nos ponen en una posición liberadora, desveladora, subversiva? ¿Desde cuándo indignarse por un crimen y condenar un estereotipo que nadie va a encarnar puede quebrar una estructura opresiva? ¿La aberración de una chica asesinada por tipos con los que nadie va a identificarse va a iluminar la micropolítica de opresión cotidiana?
Pude leer en las redes sociales discusiones interminables acerca de la pertinencia de que los hombres marchen, acompañen, retrocedan o se ausenten de una marcha contra la violencia de género. Discusiones llevadas a cabo con una ofuscación que no se dedica a percibir las familias enteras que pernoctan en la calle, bajo la lluvia. Si no ponemos en juego algo más que consignas como "hombres hoy no", "hoy nosotras sí", pareceremos moscas en una botella de la disidencia tolerada por este sistema criminal que nos gobierna.