viernes, 5 de diciembre de 2025

Cruza el amor por el puente

El príncipe de Nanawa, una de las grandes películas del año


Ya estás aquí 
y el paso que dimos 
es causa y es efecto 
cruza el amor 
yo cruzaré los dedos 
y gracias por venir...

El príncipe de Nanawa es una película que Clarisa Navas filmó a lo largo de diez años, documentando la vida de Ángel, un chico que vive en el territorio de frontera entre Argentina y Paraguay, en la localidad de Nanawa. A través de las imágenes que el propio Ángel comienza a filmar desde sus nueve años, con la cámara que le provee Clarisa cuando tienden una amistad, el documental muestra su paso de la niñez a la adolescencia, explorando su vida y la de su comunidad, marcada por el tráfico, las ausencias y una potente capacidad de resistencia a las adversidades.

El plano inicial que Navas elige para empezar la película es el puente que une Nanawa con Formosa. Ese plano condensa el sentido de las tres horas y medias que siguen y se transforma en su principio contructivo. Hay múltiples dimensiones en las que este símbolo opera. La película utiliza el puente no solo como un elemento físico recurrente, sino como una metáfora central y un dispositivo estructural que organiza el relato y sus significados en varios niveles entrelazados: 


- La frontera es puente físico y espacial: ese plano inicial establece inmediatamente el escenario y el conflicto principal. La frontera es un espacio de tránsito, de separación pero también de conexión entre realidades contrapuestas. Es el lugar donde vive Ángel y que cruza varias veces en el transcurso de los años que la película registra.

- El crecimiento: la película es en sí misma un puente que reúne diez años de la vida de Ángel, documentando el fluir del tiempo y su paso a la adultez, un logro cinematográfico ambicioso y que Clarisa y Ángel sostienen con su decisión de seguir prolongando su vínculo, aunque en ese tránsito ninguno de los dos sepa con certeza si el material que filman decantará en una película. El príncipe de Nanawa se va desencubriendo tanto para la pareja de autores como luego para los espectadores. 


- El amor como puente: La relación entre la cineasta -Navas, una joven correntina- y el protagonista -Ángel, un niño paraguayo- nace precisamente en ese punto fronterizo. La decisión de filmarlo es el acto que tiende un puente amoroso que transforma sus vidas y el proyecto mismo. Sus vidas cambian a partir de la existencia del proyecto y recíprocamente la película terminada les cambia la vida. Navas presenta la película en la 56ª edición del Festival Internacional de Cine de Nyon Visions du Réel y gana el Gran Premio del Jurado. Ángel viaja a Europa junto a su amiga cineasta y la película que cuenta su vida.

- Un puente entre modos de vida: Gracias a la película/puente se conectan experiencias vitales diversas, como un puente hacia los espectadores, que acceden a una realidad social muy diferente a las suyas. La vida en la frontera y las grandes ciudades en las que la película se exhibe rompen barreras de invisibilidad.


- El patriarcado y la mirada queer: El príncipe de Nanawa tiende, con delicadeza y sagacidad, un puente entre la mirada queer del equipo que la realiza y los mandatos de masculinidad y los roles tradicionales que circundan a Ángel. Es una exploración de identidades, mandatos y opciones de vida a la ambos se brindan sin rigidez ni juicios definitivos. El hermoso y extenso plano final, en el que Ángel agita el chochecito de su bebé para hacerlo dormir, funciona como una apertura incierta, inquietante o feliz, de su devenir padre. La película indica que su último corte no clausura el tiempo de la vida ni define qué modelo prevalecerá.

- Los tiempos del cine: La película crea un puente entre el tiempo vivido y el tiempo cinematográfico. Su mera existencia logra extender y preservar la experiencia de ese tiempo, modificando la realidad al documentarla. 


En suma, el puente es una metáfora rica y polisémica que vertebra la narrativa y la propuesta estética de El príncipe de Nanawa. El plano inicial no es solo un comienzo, sino una declaración de intenciones que condensa todos estos sentidos, cuya resonancia se expande a medida que avanza la película y también en la medida en la que la película se da a conocer en el mundo. El texto que aquí termina cruza el puente.   

(El príncipe de Nanawa se sigue proyectando los domingos de diciembre a las 20:00 hs. en el MALBA)