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Al actuar como jefa de La Cámpora en detrimento de los intereses populares @cristinafkirchner.bsky.social se arriesga a devaluar su legado. En Rosario se la vio aislada, simulando liderar a una totalidad que no está, ansiosa por revalidar una relevancia que ni siquera debería estar en discusión.

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— Oscar Cuervo (@oscaracuervo.bsky.social) 24 de noviembre de 2024, 3:45

martes, 3 de junio de 2008

Voces Espirituales: los sonidos del silencio


Por Liliana Piñeiro

¿Qué dice (y qué calla) una voz en el límite de la vida? Si de fronteras se trata, el cineasta ruso Alexander Sokurov explora la más radical: bordea la muerte durante cinco horas y media. Tiempo de agonía de una madre, que solamente la música puede traducir: Mozart, Beethoven, Messiaen. La película se abre con este sonido, mientras la cámara fija respira en el paisaje los matices de la luz.

Pero éste es también el tiempo que Sokurov se toma para filmar, en un puesto de la frontera rusa en Tadjikistán, a los soldados expuestos a la guerra. En forma de diario personal, la voz en off va relatando sus impresiones, mientras la cámara testifica la aridez del color, las moscas, el viento inhóspito. Entre las comidas, los diálogos imprecisos y las risas, el abrazo fraternal y los juegos casi infantiles de los soldados, la vida toma su sesgo más grave. En primer plano, unas botas polvorientas en la marcha dicen del esfuerzo, las mandíbulas apretadas y los ojos desesperados muestran la tensión. Mimetizados con la montaña, un saber se va desplegando en los jóvenes rostros: en esa frontera se mata o se muere. Los ojos se ensombrecen de miedo ante el peligro y de angustia al pasar a la acción. El enemigo está cruzando el río, enfrente y lejano, sin un rostro que pueda reconocerse. Las balas cruzan el aire hambrientas de destino.

En ese momento algo nos invade: el cuerpo sucio y lastimado, las heridas invalidantes: un soldado caído se niega a abandonar la pantalla. La imagen se repite, para que no la olvidemos. Esto es la guerra, señores. Esto es.

31 de diciembre. Brindis por el nuevo año, deseos de paz , o, al menos, de desmovilización.

Los que ya no están ocupan los silencios de esos hombres, cuya tristeza se parece al vacío. Sokurov regresa a Rusia.

Diálogo final con una voz de mujer, que se va apagando. Tan solos y pequeños frente a Dios, si existe. Pero si no, ¿tan desamparados, también...?

4 comentarios:

julieta eme dijo...

excelente, como siempre, liliana. un placer leer tus reseñas. sólo una pregunta: ¿es un documental o es ficción?

besos. julieta.

Anónimo dijo...

Julieta: En esta película Sokurov "documenta" la vida de los soldados en un puesto de frontera, pero lo enmarca a través de cierto procedimiento de ficción (diálogo de Mozart con su madre que agoniza). A mí me parece que participa, en ese sentido, de las dos clasificaciones.

Gracias por tu comentario.
Saludos

Anónimo dijo...

ah pero mujer! ud. siempre tiene esta forma de relatarnos películas que nos lleva por otro carril, el de la poesía, me da una sensación de lluvia cayendo sobre las hojas (como en la orilla que se abisma)

a sus pies rendido

Anónimo dijo...

Luis: gracias. Pero para el desafío que propone Sokurov, es mejor no rendirse...

Saludos