todos estamos igual

martes, 28 de enero de 2014

Cumbia, mierda, contracultura y Ricardo Iorio

Respuesta de Gabriel Medina, en polémica con mi post Puta fama (o el buen gusto como prejuicio del rockero pequeño burgués)



Qué linda era mi contracultura
por Gabriel Medina

GM: Yo no sé cómo permits que la compañera tome vino tres cuartos con Fanta´...
JP: ¿Qué pasa, Medina? ¿No es de progre el vino con Fanta? No hay que olvidarse nunca del barrio!
GM: Justamente,. porque no me olvido es que me parece que, como dijo, Ricardo, “hay que progresá'!”
J.P.-Tiene razón Medina. Tanto hacernos los wachiturros, nos estamos olvidando de los basamentos de la doctrina justicialista.
(Chat entre un dirigente de la JP Cámpora BA y un servidor)

Acuerdo con Gabis sobre el desafortunado uso de ciertos elementos de la llamada “música tropical” en el rock. (Le han hecho tanto daño como la impronta stone o ricotera que no deja de autotributarse endogámicamente.) Y no porque el arte deba mantener algún purismo, sino por el triste resultado del grueso de estas exploraciones, en donde se me ocurre que Kapanga y los Auténticos Decadentes puedan picar en punta (si incluimos a los últimos en el rock) junto con buena parte de la música nacional mtviesca al principio del nuevo milenio. Sé que esta discusión bordea el peligro del estigma de clase, que desde la pequeño burguesía filoprogresista en la que podríamos inscribirnos todos los interlocutores de este debate, suele ejercerse sobre los consumos culturales vergonzantes, ilegítimos, disidentes, plebeyos...

Dice Symond Reinolds en Después del rock: “Siempre que un investigador progresista se encuentra con la cultura popular negra sigue el mismo silogismo: Los negros son oprimidos, el rap es música negra. Por tanto tal música debe estar animada por corrientes de resistencia frente al modo en que las cosas son, por más sublimada y sumergida que esta resistencia esté”. Algún paralelo con la condescendencia populista hacia la cumbia podemos encontrarle al enunciado. El primer mal entendido es creer que la cumbia es la música que genuina y naturalmente emerge de los sectores populares, sin pensarla dentro del andamiaje industrial más amplio que le da sustento.

Por otra parte, la cultura popular (si apostamos a que tal cosa realmente existe), en términos de la dimensión política de sus representaciones, posee un carácter tan ambiguo como contradictorio. Es capaz de expresar insolentes rechazos al poder dominante, como de reproducir en instancias microfisicas y del modo brutal, esa misma dominación de la que es víctima.

Entonces la observación sobre la vulgaridad de lo que Gabis llama “sensualismo” es tachada de moralina conservadora [Nota del editor: Medina se refiere al post "Puta fama (o el buen gusto como prejuicio del rockero pequeño burgués" que puede leerse completa acá]. Como quienes se escandalizan cuando el presidente Correa cuestiona el absurdo de que no legitimar el aborto significa no ser de izquierda. Y el recurso para demostrarlo es confrontarlo con el lugar conflictivo que la música de Manal encarnó hace cuatro décadas, como si por carácter transitivo, la cumbia deparara para nosotros un futuro Manal del que enorgullecernos.

En rigor, toda la apología a la sexualidad vital y provocadora que el rock invocó como elemento contracultural desde los 60s hasta entrados los 80s, hace mucho diluyó su carácter impugnatorio de la falsa moral burguesa, constituyéndose en cambio en uno de los principales argumentos de venta para Coca Cola, Levis o Burguer King. Igual que el propio rock. Quizá a Gabis, que como bien señala Cuervo acá, efectivamente enfrentó al establshtment cultural de su época, no se le escapa que “el sensualismo berreta” es el establishment cultural de hoy.

Esto no quita que en Gabis no pueda deslizarse la pretensión letrada que introduce Spinetta cuando le dice a Pipo Lernoud, allá en la génesis de todo, “¡Esto que estamos haciendo es arte!”. Y hablamos del arte con mayúsculas, que tiene su triste corolario cuando el Flaco, en ocasión de la tragedia de Cromagnon, acusa al público de Callejeros de ser “piqueteros del rock”.

Sin embargo ya no es la “pollera colorada” sino el “¡por atrás! ¡por atrás!” eñ motivo recurrente que se ha entronizado en la música de bailanta. Lo que para el rock (el “roquismo” es una categoría que nos puedes servir más) es accesorio, como parte de un repertorio más amplio de provocaciones, en la cumbia es constitutivo, y me permito dudar de que eso guarde relación con un estilo de vida en los sectores que la consumen. Antes bien, con ciertas representaciones que dictan e imponen sus artífices (productores y empresarios) que podrían resumirse en el escueto aforismo: “los negros cojen”.

Las reivindicaciones que desde los sectores medios piadosamente se hacen sobre la música industrial que consumen los sectores populares siempre la recuperan como objeto sociológico antes que como discurso representacional. Vale decir, no se recuperan las virtudes de la organización formal del discurso artístico. Esto nos pone en crisis. Habría que admitir agriamente que los consumos de masas son comúnmente pobres, no virtuosos, clichés... No se les exige lo mismo que al rock (cierto rock) o al folcklore. Se alude sí, a su origen (como justificación fundante) y aquello que tematiza, buscando elementos de corte social susceptibles de ser recolocados en torno a relaciones de poder, para decir: esta es música popular, es música genuina, es música resistente, etc, etc. La tentación populista radica en la clausura “esto es lo de los de abajo”. Y ese jauretcheanismo mal leído nos deja con la guardia baja para impulsar otro tipo de exigencias estéticas, y con ellas, otros modos de concebir el mundo respecto del entramado de las relaciones de poder en las que los sectores populares se encuentran inmersos.



Incursiones rockeras felices en la cumbia hay pocas. Recuerdo “En la rivera” de Bersuit (justamente en dúeto con La Mona) y mi conmoción al escuchar el lapidario “En la ribera/ en la ribera te culean/ El parapléjico te mueve/ el abuelo te chorea/ Y se culea/ Rebelión indigente/ Regala vida el agujero” y creo que la impostación plebeya en esa canción es un acierto. Hay allí una aproximación a cierto universo de sentido más profunda que el mero “menéa-menéa” a los que el género nos tiene acostumbrados. Hay sinsabores, victorias pírricas, crueldad y vitalismo de sobrevivientes. Pero es un gesto roquero...

La cumbia, sin embargo, ha mutado mucho en nuestro país en los últimos años. Atrás quedaron los Wawanco, los del Bohio y tantos otros que alegraron las noches de los “grasitas” en El Palacio de las Flores, adonde provincianos y migrantes limítrofes iban a reventar sus morlacos en los 60s y 70s. Atrás fueron quedando los Ricky Maravilla, Alcides o Pocho La Pantera y toda la camada picaresca que hizo su irrupción sobre el final del alfonsinismo. Magenta hizo la primer evolución hacia las bandas de teen-pop armadas por casting y. echando mano de melenudos venidos del metal a llevarse unos mangos con los gritos histéricos de las adolescentes, reconfiguraron la estética de la movida tropical. Suprimiendo las corporalidades disidentes. Borrado toda etnicidad que pudiera emerger como marca de clase.

Atrás quedaron incluso las bandas de cumbia villera y la insolente mueca de exclusión que reponía una “negritud genuina”, mientras la vinculaba a la celebración del delito y la violencia de género como caricaturesca reproducción de la violencia social de aquellos años. Los “villeros romanticos” como El Polaco o Nestor en Bloque, fueron el acto reflejo de la industria cuando las propias chicas de la bailanta empezaron a rechazar el “mal gusto” (para ponerlo en palabras de Gabis) de temas como “Haceme un pete”. Matiolis para unos, Flores de Piedras para otros...

En el último lustro, la violenta irrupción de reggaeton descolocó a unos cuantos, con intentonas de desarrollar el género en el ámbito local sin demasiada fortuna. Pero con los Wachiturros llega una nueva postal de época. En la Argentina de la exclusión no hay que ser chorro cuando hay capacidad de consumo para ropa pituca y motito. Visto en retrospectiva y asumiendo que estas representaciones algo dicen sobre lo que fue y es la Argentina, sin dudas que el kirchnerismo se hace sentir. En 10 años pasamos de querer ser chorros a estar pitucos. De la marginalidad delictiva a la inclusión/igualación (recuérdese el episodio L'acoste) por vía del consumo. Cuestiones para problematizar que exceden este post y la música bien gracias.

La prueba está en que no fueron los Wachiturros los que musicalizarón La otra, sino la mucho más amena propuesta de DJ Negro Dub y Che Cumbé. Mi amigo Santiago Alvarez me dijo, cuando le hice escuchar The Roots of Chicha (parafraseando el dicho “los americanos tocan rock y los ingleses un pensamiento sobre el rock”): “¡que loca la clase media! no hacen cumbia, sino un pensamiento sobre la cumbia...”. Y es que los amigos de DJ Negro Dub y Che Cumbé, con su inmenso talento, difícilmente puedan pasar por Mágico Boliviano de Constitución sin que un botellazo vuele a la cabina al minuto 3. Tal es la distancia que hay entre las afirmaciones de Gabis y los objetos indóciles que nos proponemos defender, pero que finalmente son lo que son y no lo que nos gustaría.

Conviven en el grueso de lo que podríamos denominar “música de bailanta”: composiciones básicas, instrumentaciones pobres, y letras trilladas (que rechazo hasta la alergia) con rituales de celebración de la corporalidad y el erotismo, liberaciones provisorias, aunque no por ello menos trascendentes o necesarias, y afirmación plebeya y carnavalesca de la pertenencia y la identidad colectiva (que reivindico y aliento).

Por eso. en vísperas de elecciones en la facultad, mi organización (la UES/MUNAP) pone cumbia wachiturra a todo lo que da. Es que mientras los troskos, la Cámpora o Marea Popular, con algo de desconcierto, le suben el volumen a Manu Chao o Calle 13, nosotros sabemos que con los Wachiturros solo acrecentamos nuestro estigma de primera generación de universitarios, de morochos colados en la universidad pública. Nos hacemos cargo de eso. Y eso rockea!

Pero en mi casa y para con mis sobrinos, porque aspiro a que lo popular puede ser otra cosa que una cagada de cuatro tiempos que echa mano de baterías electrónicas solo a los efectos de regatear sueldos de músicos, mientras limita su lírica a hacer rimar diminutivos alusivos las zonas erógenas, es que me puedo permitir la honestidad de gritar con el compañero Cristian Aldana: iiiLa cumbia es una mierda!!!


ACLARACIÓN: Los videos que ilustran este post fueron intercalados por el editor del blog. Para comprender cabalmente esta nota y las ulteriores respuestas que se van a publicar, es recomendable leer PUTA FAMA (O EL BUEN GUSTO COMO PREJUICIO DEL ROCKERO PEQUEÑO BURGUÉS, clickeando acá.

24 comentarios:

Leo Medina dijo...

Muy bueno el post de Medina. coincido en que la cumbia no es contracultura, sino que busca desesperadamente insertarse dentro del sistema comercial masivo. y la mayoria de las letras no son criticas al sistema. muy livianito ideologicamente, y en el aspecto musical, infumable.

Oscar Cuervo dijo...

Todo el post de Gabriel Medina parece construirse desde el equívoco de que mi nota "Puta fama" (http://tallerlaotra.blogspot.com.ar/2014/01/puta-fama-o-el-buen-gusto-como.html) es una defensa o apología de la cumbia como música de resistencia de los sectores populares. Craso error: en ninguna parte mi nota dice eso, ni tampoco se ha dicho en el programa de radio que dio origen al post.

La confusión de Medina probablemente provenga de que en su mente se superpone lo que leyó en este blog con discusiones que mantiene en su militancia universitaria en FSOC. Pero si quitamosl supuesto erróneo de mi presunta intención apologética hacia la cumbia, gran parte de lo que dice Medina se viene abajo, como veremos. O se aplica a su disputa estudiantil con la Cámpora, Marea Popular o los trosquistas.

Eso lo iremos viendo.

Por ahora quiero señalar dos marcas muy fuertes de su texto, como que son sendas anécdotas que abren y cierran la argumentación, dejando una fuerte huella de la posición desde la que Medina pontifica.

Son dos escenas costumbristas que exceden el recurso argumental y se meten de lleno en el campo ejemplarizador (con toda la carga moral de semejante palabra).

En el inicio, dos varones, uno el propio Medina y otro un militante de la Cámpora discuten si le deben "permitir" a una compañera que "tome vino tres cuartos con Fanta". Probablemente Medina revele en esta entrañable anécdota mucho más que lo que él se propuso. Pero resulta sorprendente que dos militantes varones discutan qué bebida se le puede permitir tomar a una "compañera". En su doble rol de subordinada y mujer, sus posibles ingestas tienen que ser permitidas por dirigentes políticos varones.

Como al pasar, Medina cita a Ricardo. Muy presumiblemente se refiera a Iorio y a lo que dice en el video que abre esta nota: que la cárcel está llena de gente que escucha música tropical y por ende sería la música tropical la causante del delito. Segunda sorpresa: Medina atribuye esta extraña idea sobre la población carcelaria a la "doctrina justicialista".

La anécdota que cierra la nota es tan sorprendente como la que la abre. Medina dice que en su militancia universitaria se vale de la música de los Wachiturros, no tanto para atraer simpatizantes (si hubiera en FSOC muchos estudiantes que escuchan a los Wachiturros) como para espantar a sus competidores de la Cámpora y Marea Popular, que parecen ser el principal objeto de sus desvelos militantes. Todo podría terminar ahi, pero sigue, porque Gabriel se ve movido a aclarar que una cosa es la música que usa en "época de elecciones" en su facultad (que considera una cagada en cuatro tiempos) y otra muy distinta la que escucha en el confort familiar de su intimidad. A sus sobrinos les dice que la cumbia es una mierda (y apela a otro "compañero", Cristian Aldana). Y les hará escuchar a Iorio, a Aldana, o a otros que considere mejores que la mierda que pasa en sus campañas electorales.

Nótese que dice que ante sus sobrinos puede permitirse la "honestidad" de ecpresar el desprecio que siente por la cumbia. En cambio en la militancia universitaria esa honestidad no está permitida.

Triple pedagogía entonces, la de Gabriel Medina: a las "compañeras" hay que permitirles que tomen ciertas bebidas y no permitirles otras. A los potenciales votantes se los atrae con música de mierda. Y con los sobrinos, al final del día, se permite ser honesto e inculcarles sus propios gustos privados.

Afortunadamente sabemos que los sobrinos no suelen darle bola a los consejos de los tíos. Y las chicas están cada vez más desobedientes.

Rodrigo dijo...

Para hacer un aporte al posteo, que me pareció muy interesante, se me ocurre citar algunas respuestas del escritor estadounidense David Foster Wallace:

Acá puse la entrevista entera:

http://rodrigoestudiaderecho.blogspot.com.ar/2014/01/una-entrevista-ampliada-con-david.html

“Aquí tienes música que odia los valores blancos republicanos de los ochentas reaganoides, y al mismo tiempo ensalza un materialismo de oro y de BMWs que hace que Reagan se vea como un fuckin’ puritano. Artistas negros, violentamente racistas y antisemitas, cooptados por disqueras propiedad de blancos, y muchas veces de judíos, y celebrando este hecho con su arte. Las tensiones son deliciosas. Puedo sentir que estoy salivando de nuevo sólo de pensarlo.

(…)

Parece que estamos en una época en la que la opresión y la explotación ya no unifican a los pueblos y solidifican las lealtades y ayudan a todos a elevarse por encima de sus preocupaciones individuales. Ahora la respuesta del rap es más “Siempre nos has explotados para volverte rico, entonces, chingado, ahora nosotros nos vamos a explotar para volvernos ricos.” La ironía, la autocompasión, el odio hacia ti mismo, ahora son concientes, celebrados".

Y luego está la función de la ironía y el sarcasmo. Nosotros tenemos varios ejemplos en la blogósfera y la twittósfera: el mismo Esteban Schmidt, Huili Raffo, el Coronel Gonorrea, etc.

Esto dice Foster Wallace (sigo)





Rodrigo dijo...


"El sarcasmo, la parodia, el absurdo y la ironía son formas geniales de quitarle la máscara a las cosas para mostrar la realidad desagradable que hay tras ellas. El problema es que una vez desacreditadas las reglas del arte, y una vez que las realidades desagradables que la ironía diagnostica son reveladas y diagnosticada, ¿qué hacemos entonces? La ironía es útil para desacreditar ilusiones, pero la mayoría de las ilusiones desacreditadas en los Estados Unidos ya se han hecho y rehecho. Una vez que todo el mundo sabe que la igualdad de oportunidades es una bobada, ¿qué hacemos ahora? [...] Aparentemente todo lo que queremos hacer es seguir ridiculizando las cosas. La ironía posmoderna y el cinismo se han convertido en un fin en sí mismas, en una medida de la sofisticación en boga y el desparpajo literario. Pocos artistas se atreven a hablar de lo que falla en los modos de dirigirse hacia la redención, porque les parecerán sentimentales e ingenuos a todos esos ironistas hastiados. La ironía ha pasado de liberar a esclavizar. Hay un gran ensayo en algún sitio que contiene una línea acerca de que la ironía es la canción del prisionero que llegó a amar su jaula" (David Foster Wallace)

Oscar Cuervo dijo...

Leo Medina: tu avatar con el vaso de whisky ya anticipa tu monolítica pertenencia al bloque del gusto hegemónico, en un amplio arco que va del refinado Gabis al brutal Iorio y el mediano Aldana: la cumbia es infumable, y para colmo estos "negros" pretenden insertarse en el sistema comercial masivo, un lugar al que sólo puede aspirar legítimamente gente como "nosotros".

julieta eme dijo...

la primera "anécdota" me parece incompresible. creo que ni siquiera llega a ser una anécdota. y en cuanto a los videos de iorio que pusiste, lamentables... la población carcelaria es tan uniforme porque si hay algo que es clasista y racista, es el derecho penal...

Oscar Cuervo dijo...

Rodrigo:

me parece un exceso trasladar automáticamente lo que dice Wallace sobre los artistas negros antisemitas y racistas al género de cumbia. ¿Hace falta expresar un dictámen general sobre todo un género (la cumbia o el hip hop), basándose en los casos más desafortunados?

¿Acaso le podemos aplicar ese mismo criterio al rock, porque Iorio es antisemita y homofóbico?

¿Diríamos que todos los dirigentes sindicales son asesinos porque Pedraza lo es?

¿O que todos los peronistas son como Menem?

Creo que sobre la cumbia pesa un estigma social que no aplicamos para el resto de las expresiones, una presunción de mal gusto y berretismo, de oportunismo y mercantilismo que se da por demostrada. (Y para colmo vos traés ejemplos de la música negra norteamericana, como si se pudieran trasladar a la cumbia sin más).

Saludos

Rodrigo dijo...

Estoy de acuerdo contigo.. no soy enemigo de los géneros. No coincido con el espíritu del artículo, pero sí con algunos fragmentos que me parecen ciertos, aunque de tan obvios son triviales. Como por ejemplo este:

"Magenta hizo la primer evolución hacia las bandas de teen-pop armadas por casting y. echando mano de melenudos venidos del metal a llevarse unos mangos con los gritos histéricos de las adolescentes, reconfiguraron la estética de la movida tropical. Suprimiendo las corporalidades disidentes. Borrado toda etnicidad que pudiera emerger como marca de clase".

Lo que dice Wallace va en ese sentido. Pero repito que es algo ultra sabido: el capitalismo devora hasta a sus críticos.

Leo Medina dijo...

Oscar: me extraña esa especie de test de la personalidad que hiciste a partir de mi avatar.
por ahi es verdad que me siento mas identificado con el rock, pero no con todo el rock.hay bandas berretas y otras marketineras dentro del rock, pero creo que todavia tiene cosas para ofrecer. en ese sentido, vengo siguiendo lo que escribis desde la tercer o cuarta revista de parte de guerra, donde el argumento era si "el rock se secó."

es verdad todo lo que decís sobre la estigmatizacion que se realiza sobre la cumbia, pero en mi caso es la misma que tengo sobre los DJ q se consideran musicos, el chingui chingui y hasta del heavy tango que alguna vez propuso nacha guevara. me parece que la cumbia tiene tanto de contracultura como esos otros generos que enumeré. no sé si existe un sonido q sea contracultural hoy en dia, quizá esté mas asociado a esos nuevos generos de fusion como Arbolito, o mas asociado a una actitud que a un sonido, como Manu Chao.

y parte de mi desprecio tiene que ver porque vivo en un barrio donde se escucha cumbia todo el tiempo. no me considero un ser superior porque no me guste, porque en esta zona, todos los boliches que habia cuando iba a bailar eran de cumbia, y en ese sentido, lo profiero al chingui chingui tecno. es una musica divertida, que se puede bailar aun siendo un tronco, y con letras insinuantes. obviamente en esa situacion un tema de Joy division no da. pero tampoco me parece exagerar un movimiento a partir de la escasa diversidad de sonidos y letras que ofrecen, y suponiendo que los que la realizan son conscientes de la magnitud de dicho movimiento. solo quieren hacer musica divertida y creo que hasta ahi llegan

Oscar Cuervo dijo...

Leo:
"me siento mas identificado con el rock, pero no con todo el rock.hay bandas berretas y otras marketineras dentro del rock, pero creo que todavia tiene cosas para ofrecer".

Me propongo que esa misma distinción que se hace entre distintos tipos de rock se aplique a un género como la cumbia, porque se naturalizó considerarlo bastardo. La cumbia ha ofrecido músicas valiosas y todavía tiene para ofrecer, algo que no advertirán los que la desprecian en bloque.

Contracultural: hay diversas maneras de entender este concepto. Respecto de la cumbia lo uso en el sentido de que el gusto hegemónico considera a la cumbia un género bastardo, creo que todo el debate que generan estos post demuestran que hay un amplio consenso social (incluso en sectores considerados "progres" o "populistas") en despreciar la cumbia y a sus cultores, sin tomarse el trabajo de escucharla, solo por lo que replican los medios hegemónicos, que, como hace el fascista Iorio, la asocian al delito.

"vengo siguiendo lo que escribis desde la tercer o cuarta revista de parte de guerra, donde el argumento era si "el rock se secó."": Si me venís siguiendo habrás notado que en la revista, el blog y la radio estoy siempre buscando y valorizando viejas y nuevas expresiones del rock. Solo que me llama la atención que los rockeros no hagan lo mismo con otros géneros como la cumbia. En La otra intento derribar esos prejuicios.

saludos

Oscar Cuervo dijo...

Algunas cositas que me quedaron en el tintero en respuesta a la nota de Gabriel Medina:

El empieza diciendo: "Acuerdo con Gabis sobre el desafortunado uso de ciertos elementos de la llamada “música tropical” en el rock."

Pues no, Gabis no habla del desafortunado uso de ciertos elementos de la música tropical en el rock, como Kapanga o Los Decadentes. Gabis dice textualmente que la cumbia es una música vulgar de un sensualismo berreta, y nada indica que se refiera a Los decadentes. Menos aún mi nota hace referencia al uso que hace el rock de la cumbia, sino al desprecio que tiene el establishment rockero (desde el ilustrado Gabis hasta el fascista Iorio, pasando por el kirchnerista Aldana) hacia la cumbia, desprecio que el propio Medina inculca a sus sobrinos. Así que la primera premisa es falsa.

2- Medina cita a Simon Reynolds y su crítica a los raperos negros, como si eso fuera trasladable a la cumbia argentina. Una analogía de dudosa validez que merecería una fundamentación más precisa, ya que dista de ser evidente. A menos que Medina considere que en ambos casos estamos hablando de "cosa de negros",

3- La cultura popular es contradictoria: chocolate por la noticia. Cosa que nunca estuvo en discusión, como que un militante univeristario como Medina reivindica la prédica racista y estigmatizadora hacia los villeros de un rockero de derecha como Iorio. Vaya si la cultura popular es contradictoria.

4- Medina compara confusamente el antisensualismo de Gabis con la posición anti abortista de Correa. En un contexto en el que reivindica que él no le permite a las compañeras tomar vino con Fanta, Medina tendría que explicitar cómo inserta acá el tema del aborto y qué posición sostiene al respecto.

5- Medina propone que la cumbia es un ritmo sensual porque los empresarios imponen el aforismo "los negros cojen". Sorprendente sociología al paso, que no amerita ningún tipo de pruebas (ni siquiera considerar que el ritmo de la cumbia no lo inventaron dos empresarios).

6- Medina atribuye mi "defensa" de la cumbia a mi "jauretcheanismo" mal leído. Pues bien: yo debo confesar que no leí a Jauretche nunca de modo sistemático y que nada de lo que dije sobre el desprecio de los pequeño-burgueses como Medina por la cumbia se basa una lectura jauretcheana. En estos días pude constatar que mi ocurrencia de criticar esos prejuicios pequeño-burgueses tuvieron respuestas airadas, en las que salieron a relucir con más furia el desprecio que la cumbia les despierta.

7- Medina alega que DJ Negro Dub y Che cumbé "no podrían pasar por Mágico Boliviano de Constitución sin que un botellazo vuele a la cabina al minuto 3". No les pregunté a los pibes si tocan en boliches como el que Medina cita con desprecio sebrelliano, pero un argumento similar podría alegarse imaginando si Florencia Ruiz podría soportar dos minutos en el escenario de un recital de Almafuerte. Me consta de haber ido a recitales de V8 donde el público de Iorio hacía bajar a las valerosas cantantes mujeres de los 80 gritándoles putas, atorrantas, yeguas y cagándolas a escupitajos. Pero cierto que el rock no merece ser jugado por sus elementos más denigrantes.

Y la corto acá porque ya se hizo muy largo. Todo esto me alentó para seguir invenstigando en la música de cumbia y darle más espacio en el blog y en la radio. Así que una vez mas tengo algo que agradecerle a los discriminadores.

julieta eme dijo...

muy buen debate, oscar. me gustó especialmente la respuesta del punto 7. saludos.

Oscar Cuervo dijo...

Grazie, Julieta!

julieta eme dijo...

si yo no entiendo mal, lo que oscar está diciendo no es que la cumbia sea buena música (oscar no hace una defensa de la cumbia, como ya dijo varias veces). lo que oscar intenta hacer es poner de manifiesto que el desprecio en bloque hacia este tipo de música no proviene de sus méritos o deméritos musicales sino de que es cantada y bailada por "negros". si entendí bien, entonces estoy de acuerdo con oscar. la música electrónica es una mierda musicalmente infumable y nadie la desprecia como se desprecia a la cumbia porque la cantan y bailan los "blancos". es una cuestión de clase, no de valor musical. creo que ahí oscar tiene un punto y que hay algo para pensar.

Anónimo dijo...

Que fácil y triste es avanzar en buena parte de tus objeciones. Primero, en la cadena significante “Vino con Fanta-Progre-Iorio-Guachiturros-Basamentos de la Doctrina Justicialista” vos pezcas, para mi perplejidad, la supuesta imposición de los machos sobre el modo de preparar el vino de una señorita (¡?) Que ese sea un pilar de tu argumento es paupérrimo y decepcionante Oscar. Primero por que la compañera es militante de una organización política y por tanto, efectivamente subordinada a una Jerarquía. Y es que el beber o no beber alcohol y cuando no es un tema menor en una orga. Eso se llama disciplina y encuadramiento. Ahora, el comentario alusivo al modo, en términos de valoración del buen gusto según la cultura legitima, de preparar un tres cuartos con Fanta es justamente un exceso, un absurdo, un disparate tan acorde con la cadena significante “Vino con Fanta-Progre-Iorio-Guachiturros-Basamentos de la Doctrina Justicialista” en la que se enmarca toda la escena; es decir: Un chiste... Un chiste que hubiera funcionado de igual modo si en lugar de hablar con un dirigente hubiera hablado con ella misma, (que dicho sea de paso también es una dirigente) sobre los compañeros a su cargo. La próxima vez te lo mando con dibujitos a ver si así pones en suspenso los fantasmas de tus prejuicios y ejercitas la escucha...
Adema, en el supuesto de que tal escena sea decodificable en el curioso modo en el que vos la interpretas. ¿Que tiene que ver eso con un debate sobre la cumbia? Esa constante en la descalificación del interlocutor en lugar de discutir posiciones es también algo bastante decepcionante en todo esto. Yo no te tomo “por pelotudo” como me espetaste en un intercambio en las redes, sencillamente no acuerdo con el modo en el que estas pensando esto. Eso no me lleva a tener que desacalificarte como disertante hasta bordear el insulto. Me gustaría la camaradería de recibir este tratamiento en reciprocidad.
Menciono que DJ Negro Dub y Che Cumbé no podrían tocar allí, por que aunque no entre a Mágico Boliviano en particular conozco el paño y aquí adonde me ve no es raro tener que terminar una noche en una bailanta como parte de una salida grupal con amigos del conurbano. Ellos no tocarían allí, sino en ocasión de una fecha especial que no se cruza con los públicos habituales de esos locales. Sencillamente su propuesta no es del circuito. Mas próximos a Roots of Chicha, la cumbia aclamada en las fiestas universitarias, son otra cosa.
Me importa un pito el leer o no a Jauretche Oscar, el “jauretcheanismo mal leído” que creo que es una expresión bastante gráfica, es una termino que con algunos compañeros compartimos para aludir a la ilusión de ser “negros finos” de muchos militantes que no ponen en cuestión los limites del lugar reivindicativo del gueto como configuración de sentido. De su condescendencia paternalista al abogar por la libertad DE, hacer tal o cual cosa, olvidándose de la libertad PARA de la que ellos participan, abonando el culposo kioskito de la diversidad cultural, que obtura poner en debate los sentidos que se disputan la estética y por ende la cosmovisión/representación del mundo.
Lo de V8 a que viene??? Me perdí... Por supuesto que cualquier guarangada contra una chica roquera era absolutamente plausible por aquellos años... No entiendo...

Anónimo dijo...

Por otro lado, por que no trato de sostener un duelo de egos autista e inconducente, es que me permito conceder que el debate a mi si me enriquece. Que puedo tomar cosas de esta polémica, cambiar de parecer o re ver algunas posiciones. Por ejemplo, asumo que mi posición se organiza en un debate con quienes encuentran en la cumbia un lugar resistente. Y tal vez no lo de Oscar. En tal caso agregare que ese tópico, el de la estética como disputa de sentido, resistencia o integración, es el que me desmarca de una mirada del arte como el cultivo simbólico de las almas bellas para re-colocarla en un debate sobre las relaciones de poder en la economía política de los símbolos y mas ampliamente en el debate por la democracia misma de la cultura.
Otra cosa que surge de un intercambio: Lo que Oscar el trae para refregarme la dignidad musical de la cumbia (¿?) son expresiones nada representativas del fenómeno global al que alude mi entrada. Creo que cuando uno caracteriza un objeto se vale del trazo grueso, de sus recurrencias y generalidades antes que de sus exepcionalidades. Y allí Oscar me interpela sobre una omisión que hago, que naturalizo, sobre una definición general y positiva del rock, que seria el lugar desde el que hablo. Y tengo que aceptar que es una buena estocada. Naturalizamos los aspectos generales de lo otro, que ademas al ser “popular” (si tal cosa existe) esta en estado de subalternidad simbólica... pero el etnocentrismo nos invisibiliza que acaso aquellos exponentes que justificarían una posición de superioridad estética de nuestros géneros defendidos también son excepciones en la globalidad decadente de lo que llamamos rock o pop. Algo para seguir pensando.
Hay mas, claro...

Oscar Cuervo dijo...

Gabriel:
lo de la compañera subordinada a la que no le permitís por razones jerárquicas cierta ingesta, no me lo mandes con dibujitos, así tal cual lo explicás se entiende perfectamente, incluso más de lo que vos sabés, el ejemplo elegido es perfecto, el chiste como chiste es muy gracioso, bueh, mas o menos, pero muy ilustrativo, incluso con estas especificaciones del encuadramiento de la orga y del detalle de que "después" (del chiste) lo ibas a hablar con ella. Imagino una sociedad gobernada por gente así. Por fortuna creo que en FSOC van a andar atrás de Marea, así que no hay peligro.

Oscar Cuervo dijo...

"Adema, en el supuesto de que tal escena sea decodificable en el curioso modo en el que vos la interpretas. ¿Que tiene que ver eso con un debate sobre la cumbia?"

Qué sé yo! Lo pusiste voz como epígrafe de tu nota, me lo tendrías que explicar vos a mí. Igual creo que Iorio funciona como enlace. Gracias por darme la pista.

Oscar Cuervo dijo...

Cuánto tiempo aguantarían los chicos en el boliche de Constitución: es inatinente, partís del prejuicio de que nunca tocaron en boliches así y, si no tocaron , partís del prejuicio de lo que les pasaría si tocaran. Demasiadas capas de prejuicios. Lo de V8 volvé a leerlo porque lo explico claro, no hay que ser muy pillo para entender la conexión: en el rock hay violencias semejantes, pero vos las traés a colación contra la cumbia: no era tan difícil de entender.

Oscar Cuervo dijo...

El jauretcheanismo es tu modo FCsociero de agraviar. Ya te lo expliqué: oigo cumbia desde hace varias décadas en los barrios populares, no necesito toda esa jerigonza en la que te internás:

"De su condescendencia paternalista al abogar por la libertad DE, hacer tal o cual cosa, olvidándose de la libertad PARA de la que ellos participan, abonando el culposo kioskito de la diversidad cultural, que obtura poner en debate los sentidos que se disputan la estética y por ende la cosmovisión/representación del mundo" blabla bla...

Tu ira porque una noche traje cumbia y escribí sobre el ninguneo que ellos mismos me contaron disparó en vos una reacción paranoica acerca de las jerarquías de la orga y tus discusiones con la Campora, Marea y tus sobrinos, la pontificación, el jauretcheansimo y el doble discurso, todo surgió en vos de una, en un borbotón. ¿Por qué se disparó semejante alud de autoritarismo en diversos colores y escenarios? No lo sé, se ve que estabas más cómodo hablando de la clase trabajadora de Birmingham de la que surgió Black Sabbath, pero la cum bia te dispara otros fantasmas más difíciles de entender, por lo menos para mí que , afortunadamente no estoy subordinado a tu jerarquía en la orga. En La otra las cosas son diferentes: no queremos tener que permitirles a las chicas ni a nadie qué tienen que tomar. En La otra yo invito gente para escucharlos y aprender, no para permitirles o dejarles de permitir. Y afortunadamente en mi casa, con mis amigos, en la facu, en la radio, en el blog, en la revista y en la calle tengo un solo discurso.
Que tengas mucha suerte.

Oscar Cuervo dijo...

Julieta:
exacto, con la debida excepción de decir que en la electrónica también hay cosas muy buenas y otras malas. Como en el cine argentino, el yanqui o el tailandés. O como en la cuadra en que vivo. Es que uno tiene que ir conociendo las cosas de a una y siempre hay algo para aprender.

Entre otras cosas, por eso hago La otra, donde también me gusta leer lo que vos me hacés descubrir.

Unknown dijo...

Mucha filosofía pero no entienden nada, Iorio habla de la cumbia porteña, que alienta a la droga, al chorro, a la puta, no así cuanda habla de los palmeras, también habla del rock que alienta a lo mismo, el problema no es el genero musical si no lo que se dice, el contenido que tiene el mismo.

Unknown dijo...

Me gustaría saber quienes andan detrás de estos géneros musicales, no nacieron de las villas, nacieron del laboratorio de las discográficas, después del 2001 llega la cumbia villera y el rock barrial, coincidencia? alientan a la droga y al conformismo de ser pobre y al orgullo villero, también llegan los planes sociales y el paco como consumo de los mas pobres, me cuesta mucho creer que es coincidencia, mas cuando hablan del pity Alvarez y dicen esta re loco, es bohemio, pero vos ves la banda y suena muy bien, tienen buenos músicos y exelente sonido, tienen contratos con grandes discograficas, como puede ser que un tipo que tiene grandes problemas personales mantiene de pie semejante estandarte? o solo es un pobre instrumento de las discograficas que nos quieren hacer ver un pobre tipo e insertarlo como el nuevo Charly y así sacarle el jugo? La cumbia santafesina se mantiene al margen de las discograficas porteñas y no alientan a la rebeldia adolescente a las drogas o al conformismo, sin embargo la escucha el populacho y nadie hizo tesis de eso y eso que lleva mas de 30 años bandas como Palmeras, Alegría, Trinidad, Cali, Lirios, nada es casual, perdón que descrea del interes de algunos por la cumbia villera.

Secretaria/o no reconocida/o dijo...

Hay que ir directo al grano el rock de cualquier tipo,la cumbia,regueton,tecno,pop,bachata es todo mierda ya de por si la musica en general lo unico que es musica es la musica clasica,la orquesta filarmonica,la opera todo lo que sea con soprano y cantantes liricos,musica ambient,sacra,celta,jazz eso es musica si bien esta el metal sinfonico pero tambien es una mierda pero no tan mierda como el metal extremo y esos generos populares que mencione antes.