Por Eduardo D. Benitez
Están por asomar los 80. El pinochetismo es una red criminal que se teje de manera nada solapada por las calles de Santiago. A Raúl Peralta, una especie de border-galán de los márgenes, esto ni siquiera lo conmueve. Está más bien focalizado en bailar de manera idéntica al John Travolta de Fiebre de sábado por la noche y presentarse en un concurso de TV. Esos son los dos o tres datos que Tony Manero, película del chileno Pablo Larrain, nos da en su comienzo. Un inicio sugestivo, sólo eso. Porque la película estira esos elementos hasta el hartazgo y termina por cansar.
Pseudo-bailarín-disco reconvertido en serial killer, el héroe del film es acompañado por una cámara algo inquieta. Una cámara que podría aportarle cierto aire tenso al film o cierta intriga por saber cual será el curso la historia. Al contrario, cada acción de Raúl Peralta puede ser adivinada apenas comenzada una secuencia. Nada contra esto si la película fuera simplemente el drama social que pretende ser. Pero Larrain juega a poner un pie en el suspenso pudorosamente, a tratar de generar cierta intriga por "lo que va a hacer este lumpen obsesionado con una estrella Hollywoodense". Pero no llega.
4 comentarios:
La acabo de ver en el Atlas Santa Fe, a sala llena, y debo confesar que pegué más de un cabezazo. Estira demasiado algunas escenas, como decís, y pierde el rumbo en muchas otras. Creo que en mi cabeza ganó el tedio cuando en aquella escena del comienzo una vieja que tiene una mesa repleta de imágenes religiosas subraya los "ojos celestes" de Pinochet y acto seguido vienen los golpes del protagonista. En fin.
Eduardo, ví la película de un modo completamente distinto del que entiendo la viste vos. Justamente, me parece que en ningún momento Larraín pretende poner "un pie en el suspenso", y justamente por ello está todo claro de antemano. La escena de la vieja, es sencilla y al comienzo para contar todo aquello que este tipo es capaz de hacer. Tal vez sería dable juzgar como burdo lo sexual, si uno analizara a fondo la cuestión de la sexualidad y la represión, pero no me parece que tampoco allí derrape tanto. Me parece que el foco está en pensar la violencia como clave de la organización social y la alienación en la cual la "nueva" sociedad conservadora chilena se sumergió a partir del gobierno de Pinochet. No me pareció una obra mayor, pero si una buena película, interesante para pensar aquel Chile, pero también este, tan aplaudido por los conservas argentos.
La cámara y los espacios muchas veces me resultaron terriblemente asfixiantes. Algunas escenas, como su ataque al traje de su joven amigo, me pareció inútil y poco intensa dramáticamente. Lo mismo que aquella en que se afana el reloj y la cruz.
Saludos.
Daniel: considero que después de ese gran comienzo, esa escena tan contundente en la que la vieja es asesinada, a Larrain se le hace muy dificil sostener el tono de la película. Lo que el tipo es capaz de hacer (y no hacer) lo sabemos a los 20 minutos. Como si el personaje se le hubiera ido de las manos (tal vez no habría que ver esto como algo negativo). Yo vi la peli como un drama social alla dardenne (ojalá!!!) pero q se queda a mitad de camino en casi todo.
Saludos
Eduardo
Eduardo, tal vez lo que me parece interesante es que de entrada sabemos que aquel "idiota" que quiere imitar a Travolta puede hacer (o no hacer) todo aquello que está cantado de entrada. A mi me parece que Larraín pone en blanco sobre negro lo que tenemos que saber sin agregarle misterio. Esto mucho más allá o acá de lo que pueda gustarnos la peli. No creo que el misterio sea una clave de construcción dramática de "Tony Manero". Coincido con vos que ojalá esto fuera una película de los Dardenne. Reconozcamos que ellos, para su bien,no tuvieron dictaduras ni desigualdad como la nuestra, en América Latina. Sin dudas que va de suyo que el grado de sutileza de la realidad es otro. Tampoco esta pelicula es el centro del debate BAFICIANO ¿no?
Te recomiendo rápidamente "Defamation" que vimos con Oscar hoy y me parece una joyita para la discusión.
Saludos, Daniel.
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