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martes, 9 de agosto de 2016

El cenador Peceto quería que Cristina cierre la boca y se retire pero parece que ella no le está dando bola

Cristina en la Villa 31 - Cristina con Scioli


Son unos cuantos los que estarán disgustados por la intensa agenda política que está desplegando Cristina en estos días. El cenador Peceto quería que cierre la boca para que él pueda seguir haciendo sus chanchullos de despacho hermético. El diputado Gioja está molesto porque ella viene a Buenos Aires y le complica sus planes de ruptura del bloque, una ruptura muy funcional al régimen derechista que no tiene fuerza propia en las cámaras. El Chino Navarro se enfurruña y se pone a mirar una peli en el cable porque a Cristina no la puede ver: él quisiera cerrar trato cuanto antes con Massa, el lado B de macri. 

Los diarios del régimen la retiraron hace mucho: un lector de Clarín o La Nación pueden llegar a creer que Cristina está escondida en un sótano de Santa Cruz esperando la orden de detención del pistolero Bonadío. Y sin embargo Cristina es casi la única figura de primera línea que sigue haciendo política, mientras el régimen se muestra enredado en su propia madeja tarifaria de la que parece que ni a Lorenzetti le interesa rescatarlo. A ocho meses de iniciado el período de ajuste, recesión y persecución de voces críticas, el macrismo ve preocupado como se extingue la buena onda que intentó forzar con globos, snaptchats y grupos de tareas, mientras son más diversos y numerosos los sectores sociales que ganan la calle repudiando las políticas oficiales. 

Cristina no está retirada de la política: al contrario, parece que es la única que hoy hace política. Con una agenda sugestiva: el sindicalismo combativo de la Corriente Político Sindical Federal (un conjunto de gremios que representan la única posición inequívocamente opositora al plan de ajuste y a la vez no dejan de trabajar por la unidad de la CGT); el plenario de militantes secundarios que consiguió la vigencia del Boleto Estudiantil en la provincia de Buenos Aires; los intelectuales, científicos, estudiantes universitarios y trabajadores no docentes que se juntaron para rememorar los 50 años de la noche de los bastones largos; un conjunto de dirigentes latinoamericanos que homenajearon a Hugo Chávez en el Instituto Patria... 



Ayer fue un día de actividad sorprendente de Cristina: estuvo en la Villa 31 de Retiro, en la inauguración del nuevo estudio del canal de televisión comunitaria Urbana TeVe (señal que está siendo interferida por el Grupo Clarín). Más tarde se reunió con Scioli en el Patria, donde trascendió que hablaron de la necesidad de preservar la unidad del peronismo. Por un lado, Cristina llena con esta agenda el contenido del Frente Ciudadano, propuesta que parecía algo difusa cuando la lanzó en abril en Comodoro Py. Todas estas intervenciones contienen indicaciones tácticas y estratégicas: no va a retirarse de la política, no se deja amedrentar por la persecución del régimen, va a hacer valer su ascendiente sobre un considerable sector de la población (más grande que el de cualquier otro dirigente político), no va a arriar las banderas del proyecto nacional y popular, no va a abandonar el peronismo para dejárselo a los Pecetos, encarna la figura más nítidamente opositora al macrismo. 

Nada de esto es lo que sus enemigos, poderosos y numerosos, querían para ella. El conjunto de peronistas claudicantes que soñaban con su retiro para iniciar una fase colaboracionista y, más tarde, cuando el macrismo se hiciera insostenible, se postulara como la alternancia conservadora populista tolerada por la Embajada, pierde los estribos porque ella es el principal obstáculo a su plan de claudicación. La mayoría de los columnistas políticos del régimen quedan en ridículo con sus profecías refutadas del ocaso político de Cristina. Analizan la relación de fuerzas en base al poroteo oportunista de las bancadas, en lugar de hacerlo prestando atención a los intereses populares y las necesidades de representación que atraviesan la sociedad. No advierten que la derecha está sobrerrepresentada por los macri, massa, peceto & co. Y que hay un espacio vacante para defender los lesionados intereses populares. En ese punto se ubica Cristina.

1 comentario:

Carlos G. dijo...

Es exactamente así.
CFK es la única figura de peso político que representa un proyecto antagónico con el proyecto del actual gobierno.
Es la única que no habla de la estabilidad institucional.
Es la única que no habla de una oposición razonable.
Es la que no dice que a macri le tiene que ir bien para que nos vaya bien a todos.
Es la única que expresa la voluntad del 49% del electorado que no votó a macri.
Y posiblemente hoy esté representando, incipientemente, también a aquellos "defraudados" por las políticas del gobierno que votaron.