La otra.-radio, para escuchar clickeando acá
Hoy
hoy
hoy tampoco
el silencio parará de hablar.
Hoy
hoy
hoy tampoco
la fuerza irá a pensar y no a pasar.
Hoy
hoy
pasa poco
cuando entrás al laberinto
que sabés armar.
Hoy
hoy
pesa poco
adentro lo que pasa
pesa tanto más.
Mirá si nos hubieran
devorado los perros
la noche que te fuiste de mí
ah, si nos hubieran
devorado los perros
la noche que te fuiste de mí.
El barco zarpó
y quedé solo en un puerto
que conozco y que olvidé
donde me ahogué hace ya tiempo.
Cuando no hubo más que hablar
empezamos a decir
fue mejor estar ahí
que olvidarme en este cuerpo.
Mirá si nos hubieran
devorado los perros
la noche que te fuiste de mí
ah, si nos hubieran
devorado los perros
la noche que te fuiste de mí.
Rompen las olas furiosas
en los rincones del puerto
un viento grita que lleva
puro aire desesperado.
Una estrella se azozobra
sube y clava el cielo abajo
insomnio de cerraduras
vigilias de llave y llanto.
Mirá si nos hubieran
devorado los perros
la noche que te fuiste de mí
ah, si nos hubieran
devorado los perros
la noche que te fuiste de mí.
Ojalá nos hubieran
devorado los perros
la noche que te fuiste de mí
ah, si nos hubieran
devorado los perros
la noche que te fuiste de mí.
Hoy
hoy
hoy tampoco
el silencio parará de hablar.
Hoy
hoy
hoy tampoco
la fuerza irá a pensar y no a pasar.
Hoy
hoy
pasa poco
cuando entrás al laberinto
que sabés armar.
Hoy
hoy
pesa poco
adentro lo que pasa
pesa tanto más.
Mirá si nos hubieran
devorado los perros
la noche que te fuiste de mí
ah, si nos hubieran
devorado los perros
la noche que te fuiste de mí.
El barco zarpó
y quedé solo en un puerto
que conozco y que olvidé
donde me ahogué hace ya tiempo.
Cuando no hubo más que hablar
empezamos a decir
fue mejor estar ahí
que olvidarme en este cuerpo.
Mirá si nos hubieran
devorado los perros
la noche que te fuiste de mí
ah, si nos hubieran
devorado los perros
la noche que te fuiste de mí.
Rompen las olas furiosas
en los rincones del puerto
un viento grita que lleva
puro aire desesperado.
Una estrella se azozobra
sube y clava el cielo abajo
insomnio de cerraduras
vigilias de llave y llanto.
Mirá si nos hubieran
devorado los perros
la noche que te fuiste de mí
ah, si nos hubieran
devorado los perros
la noche que te fuiste de mí.
Ojalá nos hubieran
devorado los perros
la noche que te fuiste de mí
ah, si nos hubieran
devorado los perros
la noche que te fuiste de mí.
El lapsus del jinete ciego, quizás el mejor disco de Gabo Ferro. Un despliegue hipnótico de voces ajenas, añejas, corales, sexuadas, vibratos, gorjeos, soplidas, ladradas, arrullos y rayos que rajan lo oscuro en el teatro vacío. Así, solo y sólo con todos los él, Gabo parece perfilar su destino de voz argentino.
Que salen todos de una garganta prodigiosa, posesa. Una especie de Linda Blair que gira 360 grados el cuello y aparece Ginamaría Hidalgo, emigran los pájaros de Hiroshima, resucita Max Von Sydow, ululan niñas faunos y machos cabrones.
El lapsus del jinete ciego le devuelve la palabra a la voz y viceversa. Eso no pasa tan seguido. Los escuchamos no sin cierto asomo en la madrugada de barracas, cerca del río, muy en la zona, en el lapso cuando todo termina. La otra.-radio, que se puede escuchar clickeando acá.
La otra, sinopsis: Dos amigos se encuentran después de un par de meses de no verse ni escucharse. Hablan a la hora sin tiempo que viene después del domingo y antes del lunes. Escuchan canciones (Gabo, Palo, Flavio, Gabriel, Andrés) y descubren los signos del presente mientras el músculo duerme y la ambición aguarda. Al final, triunfa el bien.
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