todos estamos igual

martes, 23 de agosto de 2016

Ningún mañana es mejor, mañana miente

Gabo Ferro en La otra.-radio, para escuchar clickeando acá



Qué más da
que la palabra no alcance.
Cuando fracasa se ve
tan
claramente
que no estoy
en lo quieto o lo callado.
En el silencio me doy
tan
fácilmente.

Tarascón,
tenele paciencia al odio,
en su cuna algo faltó
tan
claramente.

Ay, qué fatiga ser
flor que va de otoño a otoño.
Voy a cerrarme esta vez
para mí
tan
solamente.

Ya no hay nadie adonde voy,
no hay presente si me esperan.
Mi llegada es mi prisión,
así
simplemente.

El norte por norte es nada,
si cuando nos falta es hoy,
ningún mañana es mejor.
Mañana miente.

Sale el sol
entre temblores y truenos.
Nunca me sentí tan bien,
así
tan
desesperadamente.



Gabo es el artista que se atreve a meterse con una frase totem y tabú, en un medio en el que la tradición sacralizó ese famoso "mañana es mejor". Gabo dice, rompiendo ese consenso ya cómodo: "ningún mañana es mejor, mañana miente". 

Con El lapsus del jinete ciego ha arribado a un punto de consumación que se venía perfilando desde nueve discos anteriores, el de poner en cuestión y poner disponible el auténtico elemento de su arte, que es: el decir. Esto significa varias cosas. 

Primero, él tiene una voz de excepción, puede llegar a alturas inauditas con una afinación perfecta, un timbre dulcísimo. Maneja una técnica vocal que vuelve maleable ese instrumento privilegiado y lo lleva para zonas ásperas, lo hace bramido y raspadura.

Segundo: la voz humana es palabra, sentido. Ruido, sonido, aire que raspa la garganta y exhala. Sentido y cuerpo. Que no siempre acuerdan, sino que guerrean. Un decir bélico.

Hay pocos artistas en la escena musical argentina hoy que exploren esa dualidad del decir: palabra y sonido, con tanta conciencia y tanta consistencia. El viaje sobresaltado que significa la escucha de cada uno de sus discos -y con este último, más que nunca- consiste en descubrirle el cuerpo rudo y a la vez volátil al sentido del habla. Mientras muchos músicos piensan en acordes y progresiones armónicas, apenas música y una letra para completar, tratando de afinar y mantener el tempo, Gabo libra una lucha contra el deber del buen músico. Será por eso que su canto les cuesta más a los propios músicos que al pueblo.

Sucede que hace canciones hermosas que además pueden sostenerse incluso más allá de su voz. Pero su arte propio es decir. 

De todo esto hablamos con él y sobre él en el último programa de La otra.-radio, que pueden escuchar  clickeando acá.

Por ejemplo, transcribo nada más un poco, pero aviso que vale la pena escucharlo a él cómo lo dice:


- El arreglo a mí muchas veces me distrae,-dice él- es como un maquillaje feo, como una cosa que hace desatender de lo que estoy pretendiendo decir.

- La voz aparece muy expuesta -acotamos-, en un primer plano, con algunos pocos elementos que cuando aparecen se hacen notar.

- La voz mezclada de esa manera es justamente ese pequeño aporte que me interesa hacer, que es el del uso de la belleza clásica, canónica, y su opuesto. Quebrar o poner en crisis el canon de belleza. Un pope me dijo: "vos que cantás tan lindo, ¿por qué cantás así?" Porque no... Esa cosa del grito, el gruñido, el uso de algunos sonidos que están estirados, cuando digo "tarajjjjcón", ¿no?, me quedo en ese "jjjjjj..." que es una letra que no tenemos, como un ronquido animal. Entonces cómo yo me voy a privar de ese tarajjjjcón, que es lo que más me interesa.

- Hay un artículo muy bueno de Abel Gilbert en Otra Parte, -recordamos- en el que se refiere a ese riesgo que corrés al usar ciertos recursos expresivos (el uso del falsete y el vibrato, el surplus de expresividad, los registros contrastantes) que "para ciertos oyentes quizá, (sea) una puerta de difícil entrada" y a la vez es lo que vuelve más interesante y más personal tu música. Con la ventaja de tener una voz que puede llegar a agudos celestiales, y de pronto te bandeás hacia una zona de aspereza demoníaca, como Linda Blair, animándote a "no agradar a todos".

- Pero, si la música no sirve para poner en crisis eso -dice Gabo- , porque a mí me pasa, y a tantos otros nos pasa, que cuando algo te molesta, en lugar de decir "¿sacá esa cagada!", uno dice "¿qué me molesta de eso? ¿y por qué me molesta?"... A mí me sucede eso. Yo desde que empecé a trabajar con lo que se llama "la música contemporánea académica del siglo xx", digamos que ya son 10 años de mucho estudio con eso, a mí también me costaron ciertas voces. Pero vos decís: "pero, ¡claro!, ¿por qué esto tiene que ser dicho de esta manera y así? ¿qué nos pasa con la belleza que se nos viene metiendo que debe ser así? ¿y qué pasa con lo que no es bello? ¿no puede decirse?". Yo te puedo cantar como un jinglero, perfectamente, y le va a gustar calculo que a todo el mundo. Menos a mí, porque yo creo que hay una manera de enunciación y una cosa que es mi sonido, y si no te gusta como suena un fagot, no lo escuches. Este sonido, que es mío. Voces afinadas, hay para hacer dulces, afortunadamente, pero... ¡voces! A mí me parece que ahí es donde hay que ir. No es poca la gente que me dice "al principio me costaste mucho, pero ahora, ¿viste?". A todos nos costaron mucho ciertas cosas. La ópera pekinesa, decís "Dios mío, creo que no aguanto, necesito un Rivotril". Ja. Pero decís: "¡qué pasa acá? ¿qué es lo que me molesta? ¿qué es lo que me pone nervioso?". Yo no estoy en esto para gustar. A mí hay algo que me trasciende y me parece más valioso. Yo estoy contento con mi vida. Sé la gente que me quiere y sé la gente que yo quiero, con eso me alcanza, no necesito que me quiera nadie más. Si me quieren, buenísimo, y si no me quieren, qué vamo' a hacer. Pero no voy a buscar amor y cosas por el estilo. Voy a buscar todo eso que me interesa que pueda aportar y que me gustaría también que me aporten, que es quiebre, que es crisis. ¿Qué pasa con lo desagradable? ¿No convivimos todo el tiempo con lo desagradable? ¿O la música se transformó en una especie de sedativo, de cosa que nos tiene que calmar? ¿La música no puede aportar, y para bien, porque no deja de ser un teatro imaginario, mucho más eficaz, para ponernos en un lugar desagradable, y por lo tanto ser así una especie de Campo de Marte para lo verdaderamente desagradable que te espera afuera?

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