Fassbinder y Lili Marleen
Mañana a las 18:00 se proyecta Lili Marleen en el ciclo "Cuatro mujeres en el país del olvido" *
por Oscar Cuervo
Lili Marleen pertenece a una etapa tardía en la que Fassbinder aprovecha con astucia los recursos de las superproducciones multinacionales. Los últimos tres o cuatro años de su vida. En esta etapa dispone de mucho dinero, muchísimo más que el que podía tener en sus primeros tiempos. Pero, a diferencia de muchos autores a los que el dinero desorienta o despersonaliza, Fassbinder toma ese arma de doble filo como un desafío: su ánimo experimental se tonifica ante el reto de apuntar a públicos masivos. Fassbinder encara el cine popular como una faceta más de su experimentalidad, que es un rasgo permanente de su obra. La opulencia económica se ve en la pantalla, pero no obtura la circulación sanguínea de su cine. Fassbinder ya era un cineasta populista cuando tenía públicos selectos, siempre se sintió atraído por la posibilidad de jugar a hacer un Hollywood sui generis, de convocar al pueblo a ver un gran espectáculo -preferentemente un gran melodrama- sin dejar de ser el artista corrosivo que siempre fue.
Mañana a las 18:00 se proyecta Lili Marleen en el ciclo "Cuatro mujeres en el país del olvido" *
por Oscar Cuervo
Lili Marleen pertenece a una etapa tardía en la que Fassbinder aprovecha con astucia los recursos de las superproducciones multinacionales. Los últimos tres o cuatro años de su vida. En esta etapa dispone de mucho dinero, muchísimo más que el que podía tener en sus primeros tiempos. Pero, a diferencia de muchos autores a los que el dinero desorienta o despersonaliza, Fassbinder toma ese arma de doble filo como un desafío: su ánimo experimental se tonifica ante el reto de apuntar a públicos masivos. Fassbinder encara el cine popular como una faceta más de su experimentalidad, que es un rasgo permanente de su obra. La opulencia económica se ve en la pantalla, pero no obtura la circulación sanguínea de su cine. Fassbinder ya era un cineasta populista cuando tenía públicos selectos, siempre se sintió atraído por la posibilidad de jugar a hacer un Hollywood sui generis, de convocar al pueblo a ver un gran espectáculo -preferentemente un gran melodrama- sin dejar de ser el artista corrosivo que siempre fue.
Lili Marleen es un melodrama vibrante, impregnado de la mórbida decadencia del nazismo. Su dramaturgia se mueve entre la alcoba amorosa, el monumentalismo de las mitines nazis (Leni Riefenstahl y Albert Speer mediante) y las trincheras donde suena una canción dulzona mientras caen las bombas y mueren los soldados. Esa ubicuidad la logra la canción. Lili Marleen está basada en un gran hit del mismo título que existió realmente y fue muy popular durante la segunda guerra mundial. La canción a su vez musicaliza un poema escrito por un soldado alemán de la primera guerra, en el que evoca el momento en que se ha despedido de su novia y expresa cuánto anhela el reencuentro. Una pieza de la cultura pop, que desata un sentimentalismo intenso y desenfadado: romance, nostalgia, deseo de reencuentro, la tragedia de la guerra; todo lo que a Fassbinder le sirve también para hablar de la manipulación política de los sentimientos. Su astucia consiste en la capacidad para moverse entre la emoción franca y la distancia kistch. El nunca podría tener esa inocencia que admiraba en el cine popular norteamericano, pero podía jugar a ser inocente, emocionar a las grandes audiencias e introducir subrepticiamente elementos discordantes que terminaran por precipitar un distanciamiento. Y vaya si lo logró.
La potencia del resultado se basa en su terrible ductilidad para poblar la pantalla de emoción, de colores saturados, de brillo y movimiento, de pasiones y de guiños culturales, desentendiéndose del problema de la verosimilitud. Fassbinder asume que el melodrama se valida en la intensidad de los sentimientos, en la capacidad de las canciones y de los íconos para atravesar el cuerpo social. Así es posible desplegar sobre esa intensidad una serie de peripecias absolutamente improbables, el romance que se entrelaza con las políticas de estado del Reich y con las misiones secretas de la resistencia. Fassbinder manipula la historia acontecida con libertad, sin ataduras historiográficas.
El elemento clave del que se vale el director para manejar estas intensidades es el rostro diáfano de Hanna Schygulla, su fotogenia increíble, la transparencia de su piel y el brillo de su mirada. La presencia cinematográfica de Schygula nos permite un acceso inmediato a la emoción. También aquí hay astucia: una película como Lili Marleen sería incocebible sin ella, así como es imposible imaginar otro señor R que no fuera Kurt Raab, otra Mama Küster que no fuera Brigitte Mira o una Petra von Kant que no fuera Margit Carstensen. Los actores fassbinderianos eran arcilla para él y lograba usar sus cuerpos y sus rostros tan singulares como signos de una escritura inconfundible.
La genialidad de Fassbinder nunca rindió tributo a un perfeccionismo obsesivo; más bien siempre se inclinó por las resoluciones rotundas y los efectos brutales, Era, a su modo, un artista de rock, o mejor todavía, un punk. La rockeó durante 15 años sin sosiego y después explotó.
* Desde este sábado a las 18:00: Ciclo Fassbinder en la Fundación Centro Psicoanalítico Argentino
* Desde este sábado a las 18:00: Ciclo Fassbinder en la Fundación Centro Psicoanalítico Argentino
Cuatro mujeres en el país del olvido: Lili Marleen / María Braun / Lola / Veronika Voss
Coordinan: Mónica Giardina y Oscar Cuervo
Uriburu 1345 - 1° p - Informes: 4822-4690 - Ver más información clickeando acá.
No hay comentarios:
Publicar un comentario