El viernes pasado Martín Caparrós anunció el cierre de su blog Pamplinas en la página web del diario español El País:
Chau
Pamplinas se termina. La dirección de El País ha decidido dejar de publicarlo. A todos los que, con las más diversas intenciones, solían visitar esta pantalla, quiero decirles que fue un gusto haber acampado aquí estos tres años, esforzándome por leer las confusiones argentinas, publicando esas lecturas sin la menor interferencia, recibiendo sus insultos pertinaces -e incluso sus halagos.
Imagino que no pasará mucho tiempo hasta que empiece a hacerlo en otro sitio.
O sí, quién sabe.
Salud.
La dirección de El País no aclaró si el cierre del blog se debe al recorte presupuestario que el diario está llevando a cabo por la indetenible caída de las ventas de la edición en papel, que ya había motivado numerosos despidos de personal que en su momento solo obtuvieron el silencio indiferente de Caparrós; o si, en cambio, el cierre del blog fue decidido por el aluvión de repudios de sus lectores que Caparrós supo cosechar en cada uno de sus posts. El tono canchero despectivo de Caparrós lo conocemos largamente: el tipo se las sabe todas, desprecia profundamente la reanudación de las prácticas políticas emancipatorias que se vivieron en Argentina durante esta última década, detesta al peronismo. Su paso por el montonerismo de los 70 le dejaron un talante amargo, resentido y cínico. No concibe que generaciones de jóvenes hayan vuelto a creer en la militancia como forma de ser en el mundo y de transformarlo. Alguna vez se arrogó ser el relator del fin de la historia, con su inmenso mamotreto La Voluntad, una recopilación de testimonios montoneros escritos desde la derrota. Una vez asumida su derrota histórica generacional, Caparrós se decidió a convertirse en un cínico profesional. La historia no se cerró: Martín quedó, literalmente, offside.
En uno de sus últimos posts se dedicó a caracterizar la naturaleza del "Ser Nacional" a partir de una curiosa interpretación de una jugada del arquero de la Selección Nacional Sergio Romero en el final del partido contra Holanda:
En el minuto 120, cuando quedaba uno, el arquero argentino tenía la pelota. Podía patearla al terreno contrario para un último intento; la guardó para dejar pasar el tiempo –y yo creí que había entendido algo.
Quizá somos esto; quizás el error –tan argentino– de muchos argentinos fue haber creído que podíamos ser otra cosa: una que, en principio, parecía mejor.
(...)
Después, ya en el suplementario, las chances de Palacio y de Maxi, que tampoco supieron concretar. Y enseguida el arquero guardándose la pelota, dejando pasar ese último minuto por si acaso.
Fue entonces cuando pensé que había entendido por fin esa obviedad: lo que queremos no es jugar al fútbol, es ganar el Mundial. Que creemos que podemos ganarlo haciendo esto porque no creemos que podemos ganarlo haciendo lo otro: defendiendo porque no atacando, temiendo porque no asustando. Quizá sea cierto: quizás, una vez más, nos creímos que éramos más que lo que éramos –y, de nuevo, la realidad nos cayó encima. No creo que me guste, pero ese tipo de verdades nunca gustan: para bien y para mal, esto es lo que somos. Aunque suene amargo –y no dé cuenta de mis saltos, de mis gritos, de mi gozo.
Ganamos, llegamos: Romero fue la síntesis. Criticado, dudado, fue el héroe defensivo que llevó a la Argentina a la final. Justo después de los abrazos, los cantos y los llantos, un periodista le pidió que mantuviera la cábala: que no se afeitara: No, no me afeito ni en pedo –dijo él, todo sonrisa–; aunque sea horrible yo sigo, loco, sigo.
No hay que ser un genio del fútbol para advertir la imposibilidad de la escena a partir de la cual Caparrós extrae la clave del "extravío argentino". Caparrós dice haber visto que el arquero argentino se guardó la pelota durante el último minuto... ¡Romero retuvo la pelota un minuto! Es tan risible el relato, además de su ostensible falsedad, que uno se pregunta si Caparrós desprecia tan profundamente la inteligencia de sus lectores. ¿Un escritor que se supone diestro en el manejo del lenguaje cree que puede hacer pasar como cierto este episodio imposible, que nadie se va a dar cuenta de que la escena que describe no pudo haber sucedido? No hablemos ya del recurso berreta de inferir características de "lo que somos" a partir de la jugada de un arquero (jugada, repito, imposible de que haya sucedido).
...una vez más, nos creímos que éramos más que lo que éramos –y, de nuevo, la realidad nos cayó encima..
Hay una sola forma admisible de leer este párrafo: Caparrós esconde su fracaso vital detrás de esa primera persona del plural. Nos atribuye a todos los argentinos lo que es su propio extravío.
Tanto hablar del fin de ciclo kirchnerista, tanto sarcasmo dirigido a la "impostura K", y ahora resulta que lo que ha terminado es el ciclo de Caparrós dedicado a despreciar a la sociedad argentina en El País de España.
Quizás le quede todavía un recurso; convertirse en columnista de su amigo Jorge Lanata en los productos del Grupo Clarín. Al menos mientras Clarín le prolongue el contrato a George.
6 comentarios:
Me enteré y también pensé cuál sería la razón de que lo saquen. No lo leía mucho porque se pasaba bardeando todo, dándosela de anarquista para no tomar posición. Bien el ejemplo: Capa es adepto a hacer esos paralelismos y sacar conclusiones de la sociedad y su psicología sobre la base de ejemplos aislados y sarasa literaria
Gracias Oscar!!!! porque yo lo mande al carajo muchas veces a Caparrós y en la nota esa del arquero particularmente le escribí que se "deje de proyectar en nosotros" "que el fracasado y desfasado en lo que se cree es precisamente él".
caparros es anarquista de salón y escribe su protesta en multimedios extranjeros porque acá nadie lo banca
o sea
que siga escribiendo libros por encargo, como el de corea
saludos
Como decían mis mayores cuando decidían manifestar indiferencia hacia alguien: "que Dios lo ayude y a nosotros que no nos desampare".
También podría reemplazarse por otra antigualla: "que le garúe finito"
Muy buena la lectura. Muy bien narrada ademas. Saluti
caparros es un fracasado que se fue justo justo cuando había que poner el hombro, quedarse y bancarse lo que viniera y ahora, cuando lo peor ya paso y el hambre cambio de lugar viene a tratar de sacar provecho de ese esfuerzo colectivo y ¿porque no? a matarse el hambre. Un intelectual de cabotaje. Un chanta con pinta de dandi. Maria
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