La otra.-radio en conversación con María Pía López, para escuchar clickeando acá
El programa La otra.-radio del domingo pasado lo dedicamos a indagar el horrible ataque que está sufriendo la cultura argentina por parte del macrismo. Algo que nuestra entrevistada María Pía López, ex directora del Museo del Libro y de la Lengua dependiente de la Biblioteca Nacional, denomina "la desertificación de los espacios culturales". Con Maxi Diomedi recordábamos un extraordinario show que dio en agosto pasado Daniel Melingo en la Sala Argentina del Centro Cultural Kirchner, una actuación memorable en un marco precioso, con una calidad de sonido y luces y un esmero por parte del personal de la sala hacia artistas y público difícil de encontrar en otros espacios.
Ahora todo eso parece increíble, pero hace apenas unos meses asistimos a decenas de encuentros artísticos de primer nivel, como la Sinfónica Nacional tocando con una acústica perfecta en la Ballena Azul, músicos populares como Juana Molina, Moreno Veloso, Rubén Rada, Pedro Aznar, Fernando Cabrera, Fito Páez; o espectáculos teatrales como La mujer puerca, sobre un texto de Santiago Loza, todos gratuitos, a los que el marco del CCK contribuía a realzar. Es repulsivo escuchar al canalla de Hernán Lombardi referirse ahora con desprecio a ese espacio, a lo que ahí se hizo y a los trabajadores que lo hicieron posible.
La Biblioteca Nacional dirigida por Horacio González es otro de esos espacios queridos que en los últimos años nos convocó con una frecuencia que nunca hubiéramos imaginado: para jornadas filosóficas y literarias (Pasolini, Nietzsche, Kierkegaard, entre las que me tocó participar); para exposiciones y ciclos de tributo a artistas como Spinetta a pocos días de su muerte; otra que se hizo en recuerdo a Luca Prodan; el Museo de la Eternidad, que ponía en escena figuras imaginarias salidas de la literatura de Macedonio, Borges, Bioy, Nietzsche, Piglia entre otros. O las cuidadas ediciones fascimilares de revistas culturales argentinas de las décadas de los 50, 60, 70 y 80, como Contorno, Los Libros, Envido, Lulú, publicaciones de un valor extraordinario que de otra forma serían muy difíciles de conseguir, y la Biblioteca editó a precios muy accesibles.
Un lugar que así nos acercó material y afectivamente a los libros, a las letras y a los universos que de ellos emergen... María Pía nos escuchaba recordar todo eso y sintió nostalgia por las cosas que el grupo del que ella formaba parte propuso o sostuvo y que ahora parece que el estado en manos del macrismo está dispuesto a destruir...
La Biblioteca Nacional dirigida por Horacio González es otro de esos espacios queridos que en los últimos años nos convocó con una frecuencia que nunca hubiéramos imaginado: para jornadas filosóficas y literarias (Pasolini, Nietzsche, Kierkegaard, entre las que me tocó participar); para exposiciones y ciclos de tributo a artistas como Spinetta a pocos días de su muerte; otra que se hizo en recuerdo a Luca Prodan; el Museo de la Eternidad, que ponía en escena figuras imaginarias salidas de la literatura de Macedonio, Borges, Bioy, Nietzsche, Piglia entre otros. O las cuidadas ediciones fascimilares de revistas culturales argentinas de las décadas de los 50, 60, 70 y 80, como Contorno, Los Libros, Envido, Lulú, publicaciones de un valor extraordinario que de otra forma serían muy difíciles de conseguir, y la Biblioteca editó a precios muy accesibles.
Horacio González en su discurso de despedida agradecía a Elsa Barber, entonces sub-directora.
Los trabajadores aplaudían. Hoy Barber firma telegramas de despido a pedido del macrismo.
Un lugar que así nos acercó material y afectivamente a los libros, a las letras y a los universos que de ellos emergen... María Pía nos escuchaba recordar todo eso y sintió nostalgia por las cosas que el grupo del que ella formaba parte propuso o sostuvo y que ahora parece que el estado en manos del macrismo está dispuesto a destruir...
- Es que hubo eso, ¿no? -dice María Pía-. Una Biblioteca de puertas abiertas, con una apuesta a pensarla como un ágora pública, y también como algo que surgía de las propuestas de la sociedad civil. Circulaba una energía más colectiva, que no necesariamente provenía de una propuesta estatal o privada.
- ¿Cuánto tiempo vos dirigiste el Museo del Libro y de la Lengua?
- Yo estuve -dice María Pía- desde antes de que existiera, porque eso lo armamos en 2009 y 2010, y lo inauguramos en 2011. Y estuve a cargo del Museo hasta fines del año pasado. O sea, fui la única directora del Museo. Hasta ahora la única, porque [los macristas] demuestran una especie de desidia que creo que agrava mucho la situación de la Biblioteca y de todos los espacios culturales.
- Antes -digo yo- deberíamos explicar lo que está pasando desde hace varios meses, porque estuvimos contando todo lo bueno. Pero con la gestión macrista la cosa cambió completamente. Se designó a un director, Alberto Manguel, que no reside en el país desde hace muchos años y que tampoco está ahora, un director en ausencia, lo que hace que la Biblioteca esté viviendo una especie de acefalía. Eso no sería lo único grave, porque la acefalía viene acompañada por una cantidad de despidos y la perspectiva del vaciamiento de este concepto de la Biblioteca abierta a la sociedad civil.
- Yo sigo en contacto con los compañeros, con los trabajadores de la Biblioteca, y la situación es muy complicada. Porque por un lado hay una especie de desertificación de los espacios culturales argentinos que pertenecían al sector público. Ustedes mencionaban un concierto en el Centro Cultural Kirchner. Si nosotros pensamos lo que ocurría en 2015, la cantidad de conciertos, ofertas musicales y teatrales gratuitas que había en la ciudad de Buenos Aires y en el país era enorme. Hoy todo lo que existe son formas culturales mercantilizadas. Por un lado, está esa desertificación cultural del país que está llevando a cabo el gobierno actual; y por el otro hay un vaciamiento del estado que consiste en una fuerte oleada de despidos y la destrucción del personal capacitado para hacer esas tareas. Ese doble proceso en la Biblioteca Nacional se está dando con mucha violencia. No es que esté acéfala, sino que hay una directora interina, Elsa Barber. Y la Biblioteca está a la espera de la asunción de Alberto Manguel que, como vos decías, hace más de 40 años no vive en Argentina. Una suerte de intelectual global, que vino en febrero y va a venir para la Feria del Libro, pero intenta dirigir la Biblioteca Nacional por correo electrónico. Y en el medio fueron despedidos 250 trabajadores. Entonces hay áreas de la Biblioteca que quedaron vacías, sin personal. Elsa Barber fue la subdirectora durante la gestión de Horacio González desde principios de 2008. Estuvo todos estos años acompañando la gestión de González e incluso trabajando muy directamente con él, porque las tareas que tenían que ver con la informatización de la Biblioteca estuvieron a cargo de la subdirección. Entonces es bastante llamativo el argumento que pone el gobierno nacional para efectuar los despidos. Juzgan como una desmesura el crecimiento del personal, cuando en realidad Barber, como directora actual y subdirectora en los años anteriores, sabe perfectamente que lo que explica el crecimiento del personal es que a causa de la creación del área de digitalización, la creación del Museo, el plan de recuperación del edificio de la calle México y la ampliación de las tareas, desde el momento que asume Horacio hasta ahora, se fue necesitando más personal. Hasta diciembre la Biblioteca estaba abriendo todos los días hasta las 12 de la noche. Además de las ediciones, un catálogo de 400 títulos.
- ¿La subdirectora o directora interina, Elsa Barber, es la que se hace cargo de los despidos, la que firma los telegramas?
- En algunos casos sí y en algunos no -contesta maría Pía-. Se produce una situación bastante extraña, ya que hay algunos telegramas firmados por la "Biblioteca Nacional", como ente abstracto, pero según los abogados eso tiene una legalidad dudosa. Otros telegramas los firmó Elsa Barber, en una actitud extraña, porque cuando ella decidió quedarse en diciembre, luego de que Horacio González renunciara, ella dijo que se quedaba solo para proteger los puestos de trabajo de la gente. Entonces algún tipo de convicción ejerció el gobierno nacional sobre ella en los últimos meses para que ocurriera esto. Pero hay algo muy impresionante cuando uno ve el proceso de desarrollo de una institución, que lleva mucho tiempo, muchas horas para crear grupos de trabajo, para capacitar a las personas, todo lo que es la creación en común, el saber y el esfuerzo que requiere eso, y de golpe todo puede ser aniquilado por una decisión burocrática que ni siquiera sabemos con qué criterio se toma.
- El propósito alegado para despedir trabajadores es reducir el gasto, pero parece falso, porque el ahorro fiscal que se logra con esos despidos es irrisorio -digo.
- Y es mentira: están configurando un estado que va a ser mucho más oneroso que el que teníamos hasta diciembre, porque para funcionar van a tener que tercerizar cada vez más funciones. Además, por la información que está circulando, sabemos que están echando gente que tiene un nivel salarial relativamente bajo y están contratando a otros que vienen de las filas políticas del nuevo gobierno y entran con categorías muchísimo más altas. Hay una denuncia que circuló el viernes respecto de que la sobrina de Alberto Manguel fue contratada por el ministerio de cultura con un salario que es el más alto de la administración pública, lo que se llama una letra "A", con una remuneración superior a la que tenía como director de la Biblioteca Horacio González. Entonces no es verdad que esta desertificación se haga para achicar los costos.
La entrevista completa puede escucharse clickeando acá.
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