Luca Guadagnino, el director de Call me by your name, hizo su mejor película, We are who we are... y salió como serie en ocho episodios en HBO. Dice que no ve series porque no le gustan. Iba a estrenarla en la Quincena de los realizadores de Cannes en una proyección de ocho horas seguidas pero la pandemia la mandó directo a las pantallas hogareñas. De todas formas, el planteo de We are who we are es enteramente cinematográfico, alejado de los procedimientos de las series que enucnian los conflictos narrativos por medio de los diálogos de sus personajes. En Guadagnino rige el movimiento, el corte, los acercamientos, las distancias, la simultaneidad, los saltos, los desvíos, los bordes del cuadro, las miradas, los enfoques, la luz, las sombras, la vibración de los colores, las cadencias, los planos sonoros, las palabras que no se dicen o se dicen pero no se escuchan, el suspenso generado por la forma y no por la peripecia.
Los primeros capítulos despliegan cantidad de cruces que no se subordinan a un eje argumental. Lo curioso es que se ubica en una base militar yanqui en Italia pero lo bélico solo está latente, como una bomba haciendo tic tac debajo de la mesa mientras miramos otra cosa. La bomba tarda seis capítulos en explotar y, cuando explota, no se ve. Guadagnino esquiva expectativas y hábitos narrativos. Es un intruso en el mundo de las series que usa armas del cine: tiempo, espacio, fuera de campo, deseo de espiar.
En el trasfondo se están desarrollando las elecciones que darían el triunfo a Trump sobre Clinton. Ese hilo entra como un rumor de fondo, historiza una mirada que parece apuntar a otra cosa: el primer amor del hijo de una oficial del ejército yanqui.
¿Qué dirían quienes quisieran contar la obra con una sola premisa argumental? ¿Es un coming of age? ¿Una historia de amor de ocho horas que termina con un beso o con cuatro? ¿Retrata a una familia queer? ¿A un joven snob neoyorquino en el extranjero? ¿La liberalidad de costumbres en un contexto militar? ¿Las grietas del imperio?
El episodio seis, el más romántico de la serie, termina con un discurso de Trump anunciando que no va a aceptar un fraude en las elecciones. Un giro desconcertante que llevará a la jefa militar a decir "el mundo ahora requiere decisiones fuertes" y a enfrentar una crisis de mando y también en la relación con su hijo. Entre las capas menos evidentes, lo más interesante de We are who we are es su forma de plantear las relaciones no explícitas entre el cine y el dispositivo bélico Desde el principio instala tensiones eróticas no verbalizadas, pero Guadagnino crea una forma que piensa las tensiones del cine actual: cine, series, eros, guerra.
Hizo mi película favorita del año que pasó.
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