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martes, 19 de abril de 2016

Costa Salguero, la Joda y el desierto que crece


Desde La otra no nos interesa ponernos a discutir las responsabilidades penales de la tragedia de Costa Salguero. No nos parece que los fenómenos sociales, políticos y culturales definan su sentido en una instancia judicial. Pero sí nos interesa pensar Time Warp como síntoma: el carácter de tecnofiesta, el lugar de la ciudad en que ocurrió, el precio de la entrada (más de $ 900 por el abono de las dos jornadas) y de las drogas de diseño que se consumen, la clase social a la que pertenecen sus asistentes y el modelo de cultura consumista que se condensa en el suceso. Ser es consumir: este tipo de fiestas se diseña a partir de un ideal hedonista de exacerbación extrema del consumo. No podríamos dejar de asociarlo al proceso de desertificación cultural del que hablaba hace poco la ex directora del Museo del Libro y de la Lengua de la Biblioteca Nacional, María Pía López, que signa el proceso político que está llevando adelante el macrismo. Mientras se cierran centros culturales, se vacía la BN y se clausuran boliches de música de manera sistemática, el modelo macrista promueve este diseño de fiesta del consumo que aturde la percepción y -sintomáticamente- mata.

por Franco Lentini

Desde el sábado al mediodía los medios de comunicación hablaban obsesivamente de un tema: los muertos en el festival electrónico Time Warp, en Costa Salguero. Cinco jóvenes entre 19 y 25 años murieron, y otros cinco aún permanecen en estado delicado o grave.

Las autopsias revelaron que las causas de las muertes fueron edema pulmonar y paro cardiorrespiratorio, provocado por la ingesta de ácido, LSD y la pastilla “Superman”, una mezcla de éxtasis con metanfetaminas, que tomó protagonismo en estos últimos días.

Estos festivales electrónicos están en pleno crecimiento de popularidad desde mediados de 2005. Quizá el más popular -y primerizo por excelencia en jóvenes dispuestos a conocer la electrónica- es Creamfields, que se realiza en el autódromo de Roca. Sin embargo, muchos lo consideran como el festival más “careta”.

Por otro lado, para los que no están familiarizados con las fiestas electrónicas, cada fin de semana se hacen una gran cantidad de eventos relacionados con este tipo de música. La joda, como se la conoce a la movida de la música electrónica, se da en Buenos Aires de lunes a domingos. Locales nocturnos como Bahréin, Pacha, y muchos más, no cierran sus puertas entre semana para estos rituales que pueden durar más de diez horas.

Es notable ver el giro que tomó la juventud argentina. Hace doce años, la cultura predominante entre los jóvenes era el rock and roll. Ese modelo desembocó y llegó a una crisis en la tragedia de Cromañón, donde murieron 194 chicos. Este fin de semana en el complejo de Costa Salguero, ubicado en una de las zonas más ricas de la ciudad, lugar emblemático que el macrismo suele utilizar como su búnker, los muertos fueron cinco.

Sería fácil echarle la culpa a los muertos de la Time Warp por su consumo no experto de sustancias peligrosas, como lo fue echarle la culpa al joven que tiró la bengala en Cromañón, y no atacar a los empresarios inescrupulosos que maximizan ganancias con la vida de la gente. En estos festivales es sabido que la sobreventa de entradas es colosal. Además, los organizadores cortan el agua de los baños para que la gente compre botellas de agua a precios exorbitantes. Antes no fue la bengala, ni ahora no lo es la droga. Se trata de síntomas que exceden el elemento que desencadena la tragedia.

Para eso, vale la pena tener en cuenta algunas expresiones del fiscal Felix Crous que aparecieron el domingo pasado en Página 12:


"Las drogas de diseño no son drogas contraculturales, son pro culturales: reafirman el conjunto de valores imperante. En la mirada más común, atizada por los medios, los peligrosos son los consumidores de paco de la villa. Pero el éxtasis, que tiene un nivel de letalidad importante, no. Además, no sabemos cuántos chicos con prepaga de nivel ingresan a las guardias de hospitales de primera los fines de semana y afortunadamente no mueren, por lo que no se registra el fenómeno. Conocemos el tema cuando pasa una tragedia, pero lo presentan como si un grupo de malvados narcotraficantes se meten en la fiesta de jóvenes de clase media.

"...todos saben que es constitutivo de las fiestas electrónicas consumir drogas, que no hay alternativa de disfrute si no hay consumo. Y sucede en el centro de la ciudad. En general, hay que apuntar fundamentalmente a la comercialización: hay una puesta en escena facilitadora de este consumo". [Completo acá]


Es el desierto que crece.

1 comentario:

Demian dijo...

¿Hace doce años, la cultura predominante entre los jóvenes era el rock and roll?

Habrá que ver a que jóvenes y de que clases sociales se refieren, porque sino suena a estùpido.

Las fiestas electrónicas existen desde hace mucho, no es que ahora en el siglo XXI en Argentina se hayan masificado.

"todos saben que es constitutivo de las fiestas electrónicas consumir drogas, que no hay alternativa de disfrute si no hay consumo".


Bueno esto es ya directamente una estupidez enorme. Me da vergüenza ajena. Prefiero dejarlo pasar.