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domingo, 8 de abril de 2018

La comunicación indirecta

por Oscar Cuervo

La repetición

Gjentagelsen es un libro que Søren Kierkegaard editó el 16 de octubre de 1843 bajo el pesudónimo de Constantin Constantius. Ese mismo día también editó Temor y temblor, bajo el pseudónimo de Johannes de Silentio. Los habitantes de Copenhague no supieron hasta años después que los dos libros habían sido escritos por la misma mano. Esta coincidencia cronológica podría parecer exterior a los asuntos tratados en ambos libros. Pero por supuesto no se trata de una casualidad. Por un motivo que Kierkegaard silencia y que queda para los lectores despejar, su aparición simultánea indica que hay una conexión interna entre los dos libros. Hay una frase que es común a ambos: "todo está perdido". Sin embargo, no es lícito decir que Kierkegaard sea el sujeto que enuncia esta proposición. En cambio, él se vale de estos pseudónimos para echar a rodar una comunicación indirecta. El lector que quiere interpretar ambos libros asgignándole  a Kierkegaard lo que en ellos se dice pierde de vista ese motivo silenciado que sostiene la convergencia y la divergencia de los dos libros y la distancia rónica que Kierkegaard se reserva respecto de ellos.

Los lectores de habla castellana tienen otro obstáculo a remover: el título Gjentagelsen fue desde el principio traducido como La repetición. Estos también sucede con los lectores de habla inglesa, que lo conocen como Repetition, mientras que en francés se publicó durante muchas décadas como La Répétition *. Sin embargo, en el idioma danés existe la palabra de raíz latina repetition que Kierkegaard se abstiene de usar. Opta por gjentagelse, que permite usarse como sinónimo. Sin embargo, gjentagelse significa literalmente re-toma o re-cuperación. La tenaz renuencia de Kierkegaard a usar repetitio solo puede hacerse visible -y por ende significativa- para quien conozca la existencia de las dos palabras danesas. Cuando solo se lee "repetición" y se construye una interpretación que desconoce el matiz que diferencia las dos palabras, hay un juego semántico que queda perdido en las traducciones. Kierkegaard en ninguna parte expone los motivos por los que usa una y no otra palabra. Hace silencio también sobre esto. Una vez más, se trata de comunicación indirecta.

Leí este libro varias veces y siempre me quedó la sensación de que la cuestión decisiva está elidida, solo indicada de manera indirecta. Kierkegaard logra ese efecto enigmático a través de la disposición formal de su obra: Constantín Constantius, el que cuenta la historia, nunca termina de entenderla. ¿Cómo sonaría una historia contada por un narrador que no la comprende del todo? Así funciona la comunicación indirecta: merodear el asunto sin poder abarcarlo. Cuando le comenté mi idea a otros expertos en estudios kierkegaardianos, no fue muy bien recibida. Los lectores de filosofía están acostumbrados a leer libros en los que quien enuncia dice saber de qué está hablando. En cambio, la idea de un narrador que no comprende bien su historia no es tan extraña para una literatura no filosófica.

¿Podríamos a esta altura de nuestras lecturas retitular la traducción y empezar a hablar de un libro llamado La recuperación? No sin descalabrar toda una literatura de comentaristas que giraron durante más de un siglo alrededor del concepto de repetición. ¿Sería una traición a Kierkegaard traducirla como La recuperación? No. ¿Haría ese pequeño cambio más comprensible el libro? Puede ser. ¿Qué hacemos con los lectores célebres que en la filosofía y en el psicoanálisis hicieron girar todos sus desarrollos a partir de la repetición? Dejar que sigan. ¿Entienden bien aquello a lo que Kierkegaard apuntaba al crear al autor Constantin Constantius? Quizás no. ¿Es este malentendido subsanable? Es un poco tarde. ¿Podemos volver a empezar a leer a Kierkegaard prescindiendo de un siglo y medio de lectores? Debemos volver a empezar a leerlo prescindiendo de todos los lectores anteriores.

¿Cambiar el título La repetición por La recuperación hará que ahora sí lo entendamos? No es seguro. Es posible que Kierkegaard haya inventado a un escritor que no entiende a su personaje y que el resultado sea que el modo adecuado de entender el libro sea no entenderlo del todo.

* Solo en 1990 aparece en Francia la traducción de Nelly Viallaneix La reprise, que cuestiona a la tradicional La Répétition. De todos modos, la opción francesa por reprise no encuentra un equivalente preciso en español, por lo que soy partidario por optar por "recuperación".

Ilustración: Carmen Cuervo

NOTA
Este es un fragmento del texto Desesperación y Recuperación, publicado en el blog Kierkegaard Buenos Aires. Al mismo tiempo, Desesperación y Recuperación es el tercer capítulo del libro digital Kierkegaard: escuchar una voz (2018), que está apareciendo por entregas es dicho blog. Hasta el momento ya se llevan publicados cuatro capítulos:

- Kierkegaard: Escuchar una voz (I). Clickear acá.
- Me angustio, soy (II) Clickear acá.
- Desesperación y Recuperación (III). Clickear acá.
- El signo de contradicción (IV). Clickear acá.

La obra se completará con otros dos capítulos en preparación que van a ser publicados en las próximas semanas.

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