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viernes, 15 de noviembre de 2019

Nunca apuestes tu cabeza al diablo

Poe según Fellini: este sábado a las 19:30 en Ayacucho 483. En el mismo programa La moneda de lo absoluto (Jean Luc Godard) + una yapa


En los años sesenta era muy habitual que los productores europeos armaran películas de episodios para las que solían contratar a estrellas en la cresta de la ola y autores de prestigio, en plena moda del cine de autor. Historias extraordinarias (1968) es uno de esos productos típicos de la época que invariablemente tenían que ofrecer resultados desparejos. Originalmente la idea de los productores franceses era proponer a tres grandes directores que adaptaran relatos de terror de Edgar Allan Poe, como una especie de respuesta euro-arty a las películas de bajo presupuesto que en Norteamérica hacía Roger Corman. Los presuntamente convocados habrían conformado un terceto descomunal si los planes iniciales se hubieran concretado: Orson Welles, Ingmar Bergman y Federico Fellini. Poe/Welles/Bergman/Fellini habría sido una fórmula explosiva e inolvidable desde todo punto de vista. El destino hizo que el único del combo original fuera Fellini.


Por ese entonces, Fellini se hallaba en un momento de crisis creativa y desorientación personal, después de haber alcanzado la cima del éxito y el reconocimiento con La dolce vita y 8 y 1/2 en la primera mitad de la década. Estaba desarrollando un proyecto con el productor Dino De Laurentiis que se iba a titular El viaje de Mastorna, basado en un relato de Dino Buzzati y protagonizado por Marcello Mastroiani. El proyecto era ambicioso pero la incidencia del productor De Laurentiis se volvió una presión insoportable para Fellini (unos años después De Laurentis también iba a atormentar a David Lynch en Duna, la única película de Lynch en la que no tuvo el corte final y de la que el director reniega).


Fellini contó así su experiencia: “Todavía estaba bajo contrato para hacer El viaje de Mastorna para De Laurentiis y me encontraba en total confusión. Entonces vienen estos productores franceses que me rogaron que participara en una película de episodios. Me aseguraron que de las tres historias yo haría una, Bergman otra y Welles la última. Conmigo, Welles y Bergman, por ser tres cineastas visionarios, el homenaje a Poe habría tenido una cualidad común. Entonces dije que sí. Después resultó que habían mentido sobre Bergman y que Welles no confiaba en ellos y se negó a firmar. Cuando me dijeron que los otros directores serían Louis Malle y Roger Vadim, legalmente podría haberme negado. Yo seguí igual, simplemente porque así me liberaba de De Laurentiis".


El episodio que filmó Fellini, muy superior a los de Vadim y Malle, adaptó con libertad el cuento de Poe "Nunca apuestes tu cabeza al diablo" y le puso el nombre de su personaje protagónico: Tobby Dammit; por eso la película se conoce por uno u otro título. Poe había escrito el cuento como respuesta satírica a cierto establishment literario que le reprochaba a sus relatos que no tuvieran una enseñanza moral. Con sarcasmo, el escritor puso la moraleja muy visible: en el mismo título. Fellini apenas si tomó algunos detalles argumentales del original literario y se permitió todas las libertades para probar sus invenciones audiovisuales. Algunos críticos consideran que la película de Fellini (de 45 minutos de duración) es lo mejor que el cine haya dado a partir de Poe, siempre que se tenga en cuenta que se trata más de Fellini que de Poe.


Como era usual en estas co-producciones europeas, el casting incluía una mezcla de actores de distinta procedencia (en los otros dos episodios aparecen Jane y Peter Fonda, Brigitte Bardot y Alain Delon), todos hablaban distintos idiomas y las películas se filmaban sin sonido directo, con las voces dobladas en diversas versiones. Para Fellini esto no era un inconveniente: el doblaje de los actores lo ayudaba a acentuar el clima notoriamente artificial que estaba explorando para alejarse de sus inicios neorrealistas. El actor que protagonizó su episodio fue el inglés Terence Stamp, que estaba de moda y por ese mismo año iba a actuar con Pasolini en Teorema.


Fellini caracterizó a Stamp como una estrella del teatro inglés especializado en personajes shakespereanos, alcohólico, pálido, ojeroso y aturdido, que llega a Roma para hacer un western católico producido por el Vaticano y se encuentra con el despliegue farandulesco que pululaba en las visiones fellinianas por esos años. El look que Fellini le dio a Stamp es curiosamente parecido a los retratos que se conocen de Edgard Poe, pero sin bigote.


Tobby Dammit o Nunca apuestes tu cabeza al diablo terminó por ser en una especie de eslabón perdido en la filmografía de Fellini. Por ser una película de episodios, quizás sea la menos difundida de sus obras. A él le sirvió para escapar de las garras de De Laurentiis y de un proyecto demasiado ambicioso y, dada su corta duración y su menor exigencia, le permitió tomarse todas las libertades formales. Se dice que el clima enrarecido que logró plasmar en la pantalla da cuenta de una experiencia previa con el LSD. Podría considerarse el comienzo de su "período lisérgico", que poco después iba a explotar en su Satyricon.


Nunca apuestes tu cabeza al diablo es un condensado de las visiones pesadillescas que Fellini iba a desarrollar en el resto de su obra, por su alternancia entre las escenas con un despliegue circense atiborrado de personajes, un tratamiento distorsionado de los planos sonoros que enrarecen la percepción espacial, y otras escenas brumosas y solitarias, que funcionan como puntos de detención y convocan al misterio. El punto de vista corresponde al del aturdido Toby Dammit.


Una curiosidad: ¿cómo podía encarar uno de los directores más idiosincráticos de la historia del cine algo parecido al cine de género? ¿Se trata realmente de una "película de terror"? No hay una respuesta unívoca. El conjunto exhala algo terrorífico, aunque no por los medios habituales del cine de género. Sin embargo, Fellini se permitió tomar una inspiración imprevista: hay un personaje fantasmal que solo Toby ve y que remite a Operazione paura (1966), película de uno de los maestros del giallo italiano: Mario Bava.

Este sábado a las 19:30 en Ayacucho 483 junto a Nunca apuestes tu cabeza al diablo, vamos a ver El precio de lo absoluto (Jean Luc Godard) + una yapa.